Porqué necesitamos Democracia Cristiana y no partidos católicos (I)

Existen católicos españoles, muy voluntariosos y seguramente mejores personas que éste que escribe, que cuando hablan de Política es para ponerse a temblar.

A pesar de vivir en sociedades donde no se puede escamotear al individuo su derecho natural a participar de algún modo más o menos intenso en las decisiones colectivas, continúan insistiendo en soluciones basadas en una cultura política mas propia del tiempo de los visigodos.

La situación se complica cuando en demasiadas ocasiones dicha cultura política “visigótica” coincide en personas defensoras de manera enérgica, valiente y activa de la Vida y la Familia tal como la Iglesia nos indica, como en el campo de la lucha contra el aborto; o que dan apoyo al movimiento de restauración y dignificación litúrgica, e incluso del sacerdocio católico, en la orientación que va marcando el Magisterio y praxis del actual Pontífice, que Dios guarde muchos años.

La hermenéutica de la continuidad a que nos invita Benedicto XVI afecta a estos ámbitos (doctrinal, moral, litúrgico, sacerdotal…), ¿acaso no también a la conformación de las pautas sobre como debiera ser un Orden Social Cristiano? Se equivocan tanto aquellos que nos han presentado el Vaticano II desde la hermenéutica de la ruptura como aquellos que interpretan la continuidad como una pura restauración sin aportación ni diálogo alguno con la modernidad, por llamar de alguna manera a las aportaciones que afloran en cada siglo.

Esta situación de enroque, mutans mutandi , se asemeja a la reacción de los filósofos del Sentido Común, de la Tradición o del Ontologismo de principios del siglo XIX contra el Racionalismo heredado del siglo anterior. Si aquel debate se basaba en el papel de la Razón en la Fe , hoy se centrar en la discusión sobre la homogeneidad experimentada en la evolución del Hombre desde su Creación (Adán) y de la Revelación desde Jesucristo. Es decir de cómo afecta la Evolución a la Fe.

Del mismo modo que no existe contradicción entre Razón y Fe porque ambas provienen de Dios, no existe contradicción en la Evolución de la Creación y del Dogma pues su homogeneidad se basa en la creación del Hombre (de todo hombre) a imagen y semejanza de Dios, por una parte; y por otra por la universalidad, para todo tiempo y raza, de la Oblación de Nuestro Señor Jesucristo por la Humanidad entera.  

Falta formación y práctica

Volviendo al campo político. El problema de raíz reside en la capacidad o incapacidad para discernir que en la vida política de un país existen por una parte verdades absolutas –que deben protegerse y salvaguardase de forma meta-parlamentariamente y colocarse en las Constituciones porque están mas allá de la confrontación política del día a día. Y de otra, la existencia de cuestiones opinables y relativas.

El Aborto es siempre un Asesinato, en el siglo I o en el XXI. Las Mujeres o la población Negra, en términos de derecho natural cristiano, siempre han sido y son Persona y como tal sujeto de la misma dignidad y objeto de respeto que un Hombre o que un Hombre blanco. El sufragio universal individual femenino o el obligar a la educación general básica a toda la población, aunque nace del desarrollo positivo de derechos naturales, difícilmente hubieran sido practicables en el siglo VII. Cabe pues tener la cabeza muy amueblada para reconocer lo que son derechos naturales y lo que no lo son; y el estado en la realidad de las cosas y su capacidad y ritmos de ir acomodándola para que no contradiga al derecho natural cristiano.

Pasando a un nivel mas concreto de las cosas, el católico cívico debe estudiar y practicar la Política , y para ello es clave la salud de la Subsidiariedad de una sociedad, ese concepto católico hasta la médula, desconocido para la inmensa mayoría de los católicos de nuestro país. La falta de penetración de este principio en la cultura política de la mayoría de los católicos españoles nos pasa factura.

Esta debilidad es fruto de factores exógenos y endógenos.

Entre los primeros encontramos las leyes electorales de que disponemos, las cuales son fruto de lo anterior, de una cultura política que recela de dar mayor protagonismo a la autonomía de la Sociedad con respecto a los partidos políticos. El secuestro de la Democracia por parte de las cúpulas de los partidos, la partitocracia, deja a la ciudadanía de ámbitos donde ejercerse como zoon politikon y de zoon politikon bautizado.

Se aprende a ir en bicicleta yendo en bicicleta. Se aprende a frenar y acelerar y a ser prudente cuando desde niño nos hemos dado las suficientes patacazos para ir aprendiendo o cuando hemos escuchados y interiorizado los consejos de los que sí sabían. Si una persona adulta sube por primera vez a una bicicleta cuesta abajo, es muy posible que sueñe con alcanzar la meta, pero lo mas posible es que se la pegue de forma considerable.

Igual sucede en política. La propensión a componer escenarios ideales –de laboratorio- de actuación política por parte de muchos ciudadanos, provengan del comunismo, socialismo o del catolicismo son fruto también de la falta de experiencia política. ¡Que fácil es hacer teoría política desde el sillón de casa! A caso la ingeniería social que ha intentado Rodríguez Zapatero no adolece, en una parte, del mismo mal.

Era habitual en la educación escolapia o marista catalana, desconozco otras experiencias peninsulares, la creación en Primaria de autenticas repúblicas escolares en su interior, con elecciones, moneda propia, contribuciones, existencia de ámbitos de decisiones descentralizadas en los alumnos por parte de los religiosos profesores… El primer peldaño para la educación católica de la civilidad.

Llegamos aquí a uno de los factores endógenos: la falta de formación y de práctica del orden social cristiano, adaptado a cada edad. En la Escuela Cristiana y las parroquias españolas, la catequesis, no es acompañada casi nunca, por no decir nunca, de la formación y práctica del espíritu, “no nacional”, sino social-católico. No existen referentes que copiar, no existen manuales escolares de donde beber, no existen pautas para adaptar dicha formación y práctica concreta a los distintos niveles de edad.

Si nos quejamos que la catequesis habitual queda cortada en su desarrollo con la llegada de la adolescencia; la formación y práctica concreta del orden social cristiano, inexistente en Primaria, es ocupada en Secundaria por una solidaridad bobalicona que acaba siendo el primer paso para, acabado el bachillerato o la FP , entrar en culturas políticas con aparente mayor cuerpo doctrinal (versiones doctrinales y exacerbadas del socialismo, liberalismo, nacionalismo…), para las mentes mas inquietas; o directamente a pasar del tema para las demás.

(continuará)

Guilhem de Maiança