¿De gustibus non est disputandum?


 

 

 

 

 

 

CARTA DE ORIOL FERRÉ AL DIRECTORIO DE GERMINANS

El pasado 29 de diciembre Germinans Germinabit publicó un artículo en el que no podían caber mayores falsedades e inexactitudes. Desconocemos si por ignorancia o por maldad, aunque queremos pensar que por lo primero.

Empieza el artículo lamentándose de cómo la católica España no ha tenido cultura política demócrata cristiana. Habría que preguntarse que entiende Germinans por democracia cristiana porque la realidad demuestra que la democracia cristiana en España ha servido para engañar al pueblo católico y conducirlo a la apostasía. Han sido y son los liberales quienes, utilizando a Cristo, se han encargado de meter en el saco de la masónica democracia liberal a un pueblo que, viendo como la inmensa mayoría de sus pastores bendecían el nuevo sistema y a sus líderes y partidos políticos surgidos tras la muerte del Generalísimo Franco, apoyaron en masa esas formaciones (UCD y UDC/PNV). Fueron los Obispos quienes rechazaron la confesionalidad del Estado; convirtiendo lo excepcional (aceptar la no confesionalidad) en imperativo legal; y trabajando para que no surgiera una formación católica que tuviera el firme propósito de hacer discurrir su caminar político al servicio de las verdades eternas que surgen del reconocimiento expreso de la Ley de Dios. En cambio, dieron su entusiasta apoyo a unos políticos “católicos” y demócrata cristianos que aprobaron una Constitución agnóstica con las correspondientes y nefastas consecuencias: pornografía, anticoncepción, divorcio, aborto, homosexualismo, adoctrinamiento relativista en las escuelas, ruptura de España, etc. No entendemos de que se queja cuando su modelo es la DC italiana que, como escribió recientemente el Padre Iraburu sirvió para lo que hemos explicado en el párrafo anterior.

Doy la razón a Sertorius cuando dice que aquellos que atacan los abusos del progresismo eclesial catalán están lejos de la Doctrina Social de la Iglesia y el Derecho Natural Cristiano. ¿Se refiere a él y a sus colegas de Germinans? La Doctrina Social de la Iglesia y el Derecho Público Cristiano se encuentra en el tradicionalismo, antítesis de la Democracia Cristiana (sea en mayúscula o en minúscula), que es liberal, pues rechaza que la soberanía reside en Dios y que la justicia emana de Él.

Robert Schuman

Sigue Germinans falseando la realidad cuando nos dice que en España se rezaba por la conversión de León XIII cuando promulgó la Rerum Novarum. León XIII fue el gran papa antiliberal en la doctrina ( Libertas praestantissimum o Inmortale Dei ) pero animó en una peregrinación a Roma de carlistas españoles, a reconocer el régimen liberal isabelino. Los carlistas no hicieron caso, se mantuvieron fieles y firmes en sus círculos rezando por la conversión de León XIII, y gracias a eso varias décadas después, y con mucho sufrimiento y sangre de por medio fue posible salvar a la Iglesia en la Cruzada de 1936. A medida que vamos avanzando en la lectura del artículo vemos como Sertorius nos suelta la ya conocida retahíla demócrata-liberal de toda la vida cuando demoniza el tradicionalismo y nos habla de ciertos obispos extranjeros (¿algún nombre por favor?) que supuestamente se rasgaban las vestiduras. Si así sucedió, es probable que fueran los pastores que impulsaban en sus seminarios y universidades aquellas doctrinas heréticas que San Pío X condenó enérgicamente en la Encíclica Pascendi.

¿Empobrecimiento teológico en la Cataluña o España del siglo XIX? Si Germinans entiende que la firmeza doctrinal y pastoral, la aparición de imprentas, librerías, diarios, revistas y semanarios católicos locales en la mayoría de poblaciones; la edición de miles de libros y opúsculos que se vendieron masivamente; el impulso litúrgico; el nacimiento de los Centros Católicos y de las Ligas de Juventudes, apostólicas, de mujeres, antiblasfemia, de Ejercicios Espirituales, tradicionalistas, etc., o la creación de las grandes instituciones caritativas y educativas, es empobrecimiento, creo que deberían haber completado la frase y decir que lo que hubo fue un empobrecimiento teológico modernista, herético, que por desgracia empezaba a penetrar en la Iglesia que peregrinaba en algunas naciones europeas. Y por cierto, no fueron demócrata-cristianos ni Francisco de Vitoria, ni Francisco Suárez, ni Jaime Balmes.

A GG también les pierde el separatismo (que es pecado pues parte de una mentira al afirmar que Cataluña es una nación) cuando acusan a todo aquel que no comulga con las tesis nazi-separatistas de “anticatalán” y cuando defienden a UDC como la formación que más se acerca o que mejor representa la Doctrina Social de la Iglesia. Debo reconocer que la primera vez que leí tal afirmación, creí que se trataba de un chiste. Unió es el partido que apoyó una Constitución sin Dios, que cuando gobernaba en Cataluña subvencionó los centros abortistas de Morín; que impulsó un Estatuto que promueve abiertamente el aborto libre, las uniones homosexuales (se llamen o no matrimonio) y la eutanasia; que ha logrado que Cataluña sea la región más descristianizada de España; que gracias a sus votos y a su eterno líder Durán Lleida permite seguir gobernando a Zapatero o que miente cuando falsifica la historia y adoctrina a los niños catalanes diciendo que Cataluña es una nación. ¿De verdad cree Germinans que UDC es el partido que mejor defiende la Doctrina Social de la Iglesia o nos toma por idiotas? Hay una frase de Pedro Juan Viladrich, vicepresidente del Grupo Intereconomía, que Sertorius ha usado para defender a UDC y que me ha llamado sumamente la atención. Nos dice que fue el partido de Durán Lleida el que demostró que el meollo de la retirada de los crucifijos no es religioso, sino cultural e histórico. ¿El meollo de las persecuciones de los emperadores romanos era cultural e histórico? ¿El meollo del asesinato de miles de sacerdotes y seglares católicos y la quema de iglesias también era cultural e histórico? Un poco de seriedad… sólo un poco, por favor.

Acierta Germinans cuando denuncia a Intereconomía por la promoción que hace esta cadena de formaciones políticas oficialmente anticristianas como es Ciutadans o de presentar al PP como única formación válida. Sin embargo, vemos ilógico que Germinans critique a Intereconomía por no dar cancha a Unió y darla en cambio a Ciutadans, pero luego alabe al ¿católico?-liberal de Pedro Juan Viladrich, que es vicepresidente del grupo y creemos que alguna responsabilidad tendrá. También acierta Germinans cuando denuncia que todas las formaciones y los políticos que dicen ser demócrata cristianos, terminan siempre poniendo por delante lo discutible: piden el voto porque dicen defender lo innegociable pero una vez en la poltrona, lo no negociable se convierte en negociable y lo negociable se sitúa por encima de lo innegociable. Lo que no comprendemos es como dándose cuenta del engaño de esta casta política pseudocatólica, sigan dando por buena su existencia.


Los dos grandes errores de Germinans (ambos condenados por la Iglesia) son la creencia de que fuera de la democracia liberal no se puede ser buen católico ni hay salvación. Cuando la terca realidad, de nuevo, demuestra lo contrario. La verdad es que la Iglesia lo que siempre ha dicho es que ante la implantación de sistemas demócrata-liberales se puede e incluso se debe entrar en el sistema desde movimientos católicos, pero no por ello se da por bueno el sistema, ni muchísimo menos se da por exclusivo. Son de los que creen que hay un laicismo agresivo y una laicidad positivo. Un liberalismo radical y un liberalismo moderado o católico. Nada más lejos de la verdad. Ya León XIII lo denunció en la Encíclica Libertas al señalar y condenar a los llamados liberales moderados que “dicen que, en efecto, según las leyes divinas se ha de regir la vida y costumbres de los particulares, pero no las del Estado. Porque en las cosas públicas está permitido apartarse de los preceptos de Dios y no tenerlos en cuenta al establecer las leyes. De donde, aquella perniciosa consecuencia: Es necesario separar la Iglesia del Estado. No es difícil -prosigue el Papa León XIII- conocer lo absurdo de todo esto: porque como la misma naturaleza exige del Estado que proporcione a los ciudadanos medios y oportunidad con qué vivir honestamente, esto es, según las leyes de Dios, ya que es Dios el principio de toda honestidad y justicia, es absolutamente contradictorio que sea lícito al Estado no tener en cuenta dichas leyes, o el establecer la menor cosa que las contradiga. Además, los que gobiernan los pueblos son deudores a la sociedad, no sólo de procurarle con leyes sabias la prosperidad y bienes exteriores, sino de mirar principalmente por los bienes del alma. Ahora bien: para incremento de estos bienes del alma nada puede imaginarse más a propósito que estas leyes, cuyo autor es Dios mismo; y por esta causa los que en el gobierno del Estado no quieren tenerlas en cuenta hacen que la potestad política se desvíe de su propio fin y de las prescripciones de la naturaleza”. “De esta doctrina dimana, -continua más adelante- como de su origen y principio, la perniciosa teoría de la separación de la Iglesia y del Estado: la verdad, es, por lo contrario, que aun siendo diversas en su esencia y en su grado, las dos potestades deben estar coordinadas por la armonía de las acciones y por la mutua correspondencia de servicios”. “Admiten -los liberales moderados- que la Iglesia existe -no podrían no admitirlo-, pero le niegan la naturaleza y los derechos de sociedad perfecta, y por lo tanto, le niegan el poder legislativo, el judicial y el ejecutivo, pues solamente tiene la facultad de exhortar, persuadir y aun gobernar a los que espontánea y voluntariamente se sujeten. Así adulteran la naturaleza de esta sociedad divina, debilitan y restringen su autoridad, su magisterio, toda su actividad, al mismo tiempo que exageran la fuerza y poder del Estado hasta tal punto que la Iglesia de Dios debe quedar sometida al imperio y jurisdicción del Estado, como cualquier otra asociación voluntaria de ciudadanos”.

La doctrina, señores de Germinans, es clara y contundente. No es necesario adjetivar ni demonizar ni faltar a la verdad, para ver quienes se alejan o predican contra el Magisterio de la Iglesia y que, para colmo, pretenden presentarse como ortodoxos en la Fe y establecer los parámetros de quien está lejos o cerca, de quiénes son los “extremistas de uno u otro lado”.

Generalísimo Franco

El otro error es afirmar sin complejo alguno que el Estado católico o “nacional catolicismo español” es lo mismo que el “nacional catolicismo catalanista”. Volveríamos a repetir la doctrina expuesta en el párrafo anterior pero únicamente haremos un breve recordatorio para dejar claro que son cosas completamente distintas. Antes de nada aclarar que el término que mejor se ajusta al régimen de Franco es el de catolicismo-nacional, y no nacional-catolicismo, porque durante el régimen de Franco lo católico fue sustantivo y lo de nacional adjetivo, como bien ha escrito Luis Suárez. Además de ser un régimen bendecido y alabado por Pío XI, Pío XII y Juan XXIII. Pero aceptando su terminología, en el llamado “nacional catolicismo español” el Estado estaba al servicio de la Religión y su legislación era conforme la Ley de Dios, la Doctrina social de la Iglesia y el Derecho Público Cristiano con la finalidad de facilitar la salvación de las almas. Y añadir que en En cambio, el “nacional catolicismo catalanista” (más bien separatista), invierte los conceptos. Es la Iglesia (más bien su Jerarquía) la que se pone al servicio del Estado y son los Obispos y sacerdotes que deben santificar a las almas, los que facilitan y contribuyen a implantar una legislación anticristiana. Fue Francisco Franco el dirigente nombrado hijo predilecto de la Iglesia y no Jordi Pujol o Durán y Lérida.

Cuando se les explica esto a los señores de Germinans y siguen repitiendo la misma falsedad (creyendo que repitiéndola mil veces terminará siendo verdad) se delatan y demuestran que no buscan la verdad. Actúan movidos por la envidia que profesan a los que cortan el bacalao, los “progres”, y lo única que desean es poder cortar ellos el pescado. Pero que no nos confundan: tenemos a “progresistas” y “conservadores” pero ambos lo son de la Revolución y su célebre trilogía Libertad, Igualdad, Fraternidad. Y en cambio, nosotros, no somos progresistas ni conservadores: somos tradicionalistas, porque como dijo San Pío X en la Encíclica Notre Charge Apostolique, “los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadores, sino tradicionalistas” .

NOTA DEL DIRECTORIO: Germinans Germinabit no tiene una opinión uniforme sobre cuestiones opinables que no sean explícitamente dogmáticas. Cada colaborador tiene sus propias opiniones, e incluso a veces contrapuestas. Lo que nos une es el amor a la Iglesia que peregrina especialmente en tierras catalanas, y la preocupación que nos provocan las actitudes contrarias al Magisterio de la Iglesia, consentidas o practicadas por algunos de sus pastores.