Denunciamos esta Pastoral Vocacional

Ejercicios Espirituales de 2009 en Montserrat

En el mes de octubre de 2009, hace pues más de un año como la foto que encabeza este artículo, nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo nos dirigió una Carta Pastoral titulada “Las vocaciones sacerdotales don de Dios” llena de buenas teorías y aún mejores sugerencias para actuaciones vocacionales.

Acabando este año 2010 y a punto de empezar el 2011, queremos denunciar el incumplimiento reiterado de la mayoría de los 14 puntos indicados, con una responsabilidad directa del Delegado de Pastoral Vocacional y Rector del Seminario y de todo su equipo.

Vayamos a lo concreto, especificando punto por punto:

1º El delegado diocesano de pastoral vocacional, Mn. Josep Maria Turull no ha mantenido ningún contacto periódico con las comunidades parroquiales ni con los movimientos ni asociaciones eclesiales. No participa en reuniones arciprestales de presbíteros, ni de los consejos pastorales arciprestales ni de responsables y consiliarios de movimientos.

Ejercicios Espirituales 2010 en Caldes de Montbui (20 seminaristas mayores)

2º Ese mismo delegado que jamás ha sido visto en parroquia o arciprestazgo alguno (ni él ni nadie de su equipo), SÍ PARTICIPA a las reuniones de los Consejos Episcopal, Presbiteral y Pastoral Diocesano, pero no para mantener la sensibilización por la Pastoral Vocacional en la Archidiócesis, sino para “meter cucharada”, chafardear y estar con los que cortan el bacalao, pues son órganos de decisión, gobierno y poder.

3º A la Delegación de Pastoral de Juventud ni prioriza ni le importan la pastoral vocacional ni incluye en su programación actividades para la promoción de las vocaciones sacerdotales, porque empezando por el delegado Mn. Toni Román, no creen en nada de eso, se lo podemos asegurar.

4º Al Rector del Seminario y delegado de Pastoral vocacional no mantiene contacto directo con los párrocos, con el fin de ayudar a descubrir posibles vocaciones al sacerdocio entre los adolescentes y jóvenes y realizar un discernimiento adecuado, seguramente porque debe estar cantando el “gori-gori” como canónigo en la Catedral o haciéndose ver y aparentando en todo lugar ( remenant la cua arreu). Porque no creemos que esté ocupándose de los muchos casos dramáticos de sacerdotes no atendidos por la Fundación Residencia Sacerdotal San José Oriol, de la cual también es delegado episcopal. ¡Menudo es Turull para esto!

5º No es de extrañar pues que a las convivencias de monaguillos del verano acudieran únicamente poco más de 30 chicos. ¡De las doscientas parroquias de la Archidiócesis!

Ya puede el señor Cardenal exigir que se explote la foto del equipo de formadores, seminaristas mayores, menores y adheridos (para hacer bulto) con el Santo Padre.

No es únicamente cuestión de números o de imagen, es cuestión de honradez. No se pueden seguir manteniendo unos delegados de jóvenes o vocaciones con una cuenta de resultados tan en entredicho y al mismo tiempo establecer como objetivos de la Exhortación Pastoral que el Cardenal nos envía, la evangelización de los jóvenes y las vocaciones. No, porque nadie se lo cree. De nada valdrán tantas “cadenas de plegaria por las vocaciones”, si nuestro n.s.b.a. Cardenal no rompe la cadena que le ata a su valido Turull. No nos cansaremos de repetirlo: nuestro Arzobispo, presionado o no, estaba en todo su derecho de apostar por Turull a su llegada en 2004. Ahora, visto lo visto, debe retirarle su aval. Y no hace falta que le construya un chalet en zona residencial alguna para su retiro. Con todo lo que ha construido en el edificio del Seminario, para ampliar la Biblioteca por ejemplo, ha llenado el cupo de albañilería. Que le dé dispensa y junto con el titulo y oficio en el Cabildo, lo envíe de párroco a cualquier populosa parroquia del área metropolitana. Trabajar le hará más bien que mal. Recuerden que una persona sana y equilibrada –no según nosotros, sino para Sigmund Freud- es alguien capaz de amar y trabajar. ¿Lo será Turull? ¿O ha sido demasiado mimado y consentido? El tiempo nos dará la respuesta. ¡Señor, date prisa en socorrernos! Y dígnate sacárnoslos de encima. Son una losa demasiado pesada.

Prudentius de Bárcino