Liberarnos de ellos

Quizá sorprenda el título que he elegido para este artículo pero ningún otro puede expresar el objetivo de nuestra acción que esta meta: liberarnos del peso que supone para nuestra Iglesia el hecho que personalidades como el Cardenal Martínez Sistach y el P. Lluís Magriñá, provincial de los jesuitas, permanezcan en los cargos que ostentan por mucho más tiempo. Hay que recordar, a este efecto, que el P. Magriñá es vocal del Instituto Borja de Bioética, institución que cuenta como Presidente y Vicepresidente a los jesuitas P. Francesc Abel Fabre y P. Artur Juncosa y cuya gestión administrativa está a cargo de la Compañía de Jesús representada en la persona del P. Ricard Alegre Mora, aunque en las últimas horas se hayan afanado en cancelar su nombre de la página web junto al del escolapio Ramón Mª Nogués. Permanecen aún, quizá por testaruda decisión propia, el Hno. Pascual Piles, provincial de los Hospitalarios de San Juan de Dios y el Hno. Miguel Martín de la misma congregación.

El IBB ya se hizo famoso en el año 2005 por una declaración a favor de la despenalización de la eutanasia que ya levantó polvareda en su momento.

El P. Magriñá fue uno de los fundadores y directores de la ONG Intermón, la misma que en agosto de 2008, y según relataba nuestro amigo Antoninus Pius en su artículo del 13 del susodicho mes, denunciaba la falta de acceso al condón femenino.

El P. Magriñá ha sido el delegado de educación de los jesuitas en Cataluña y fundador de “Jesuitas Educación”, la red de centros docentes de la Compañía en Cataluña. Imaginaos por donde van las cosas…

El Cardenal Martínez Sistach además, mantiene una sólida amistad con el P. Magriñá que le lleva a un frecuente y habitual trato, tanto que como Germinans relatase en su día, en uno de los “tête-à-tête” entre ambos, Magriñá saliese asombrado del encuentro por la insistencia monotemática del cardenal entorno a Germinans. Cuestión que a la salida comentara con varias personas por lo inusual del caso.

Sistach y Magriñá, ambos en sus respectivos cargos, forman un carril binario letal para la Iglesia en Cataluña, del cual debemos liberarnos, porque únicamente la conquista de esa libertad nos conducirá a lo esencial que necesitamos como creyentes: la pureza transparente del Evangelio.

En ello se encuentra la única llave maestra capaz de abrir la puerta de la auténtica renovación de esta Iglesia que nos ha tocado vivir, en una Cataluña cada vez más vacía, confusa y llena de contradicciones. Necesitamos un norte, pastores y líderes cercanos, que nos indiquen el camino en unos tiempos de fuertes sacudidas y de grandes perplejidades. Tiempos cambiantes de crisis y titubeos, y de búsquedas. Tiempos que necesitan una vuelta a lo esencial. Tiempos harto difíciles y necesitados de razones auténticas para avanzar.

Todas nuestras acciones, incluso las más desconcertantes y las que pueden causar mayor perplejidad, deben ir encaminadas a esa conquista que no es si no la conquista de lo genuinamente católico y, en definitiva de Dios, plenitud en lo sencillo, sencillez en lo pleno.

Hemos de tener la osadía de enseñarlo y dejar en Cataluña una comunidad católica que lo perpetúe testimonialmente incluso en un pontificado difícil y complicado como el de Martínez Sistach empecinado en no acometer reformas ni en afirmar la autoridad doctrinal del magisterio eclesial.

La Santa Sede debe entender que nosotros debemos anunciar el Evangelio a un hombre moderno al que, de por sí, le resulta difícil penetrar en la experiencia cristiana y explicarla.

Pero si junto a ello, hemos de luchar contra la presión racionalista y la pretendida omnipotencia cientifista de estos sacerdotes y religiosos (Pousa, Forcades, IBB) la partida la tenemos perdida en favor del escepticismo.

Estos hechos y estos personajes no son únicamente un hecho anecdótico, son un símbolo. Y no podemos separar el símbolo del hecho, porque perderíamos el significado de ambos.

Esta es la Cataluña convulsionada eclesialmente que vivimos y que intentamos reformar desde su interior con el Evangelio de Cristo.

Entretanto Sistach sigue con sus “planes pastorales” presentando un panorama de oasis tranquilo, haciendo el doble juego, mostrándose como un hombre de buen carácter, conciliador, buen administrador, excelente diplomático y fiel admirador del Papa, y muy especialmente amigo de “esta sociedad civil” a la que dice, querer servir.

Esta imagen no posee el menor parecido con la realidad. Y ya es hora que la Iglesia en Cataluña, tras muchos años de convulsiones, vuelva a recobrar la normalidad y el equilibrio. Las aguas han de volver a su cauce y la renovación de la sociedad y la Iglesia tiene que cobrar una estabilidad importante para su desarrollo.

Nosotros no cambiaremos nuestro trabajo, seguiremos siempre con nuestras actividades y veremos como nuestro grupo se hace cada vez más numeroso de año en año.

No cabe duda que se trata de una época de consolidación para Germinans.

Prudentius de Bárcino