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1.09.09

Los falsos mercaderes de Roma

La historia del periodismo es muy interesante para los lectores de todos los tiempos. Aquellos gacetilleros, reporteros de calle, entrevistadores, dibujantes, cronistas de sociedad…..dieron paso a redactores de periodismo de investigación, a encargados de las diversas secciones de los actuales periódicos de papel: local, nacional, internacional, deportes, sociedad, cultura y…..religión, que fue asumida por sociedad, porque así lo mandaron los masones de turno.

A la Iglesia se acercó el periodismo y ésta a éste con motivo del Concilio Vaticano II, donde el caudal informativo de aquella gran asamblea episcopal tenía que llegar rápido al pueblo de Dios. Tanto fue este acercamiento que el mismo Concilio escribió uno de sus documentos sobre la maravillosa fuerza de los medios de comunicación y la pastoral que había que ejercer la presencia eclesial en ellos.

Aquellos años dieron excelentes periodistas que contaron lo sucedido en el aula conciliar. Aquel libro titulado “Un periodista en el Concilio” fue cabecera de muchos plumillas que después han sido. Su autor, José Luis Martín Descalzo sigue escribiendo en el cielo.

En Italia, donde la prensa escrita es numerosa en cabeceras, nacieron unos tipos dedicados a rastrear las noticias vaticanas. Siempre fueron personas de categoría en el escribir con contraste de fuentes informativas y con seriedad profesional a prueba de todo. Todavía, algún joven corresponsal español, busca a los viejos maestros para aprender el oficio de ser voz de los sucesos y noticias nacidas en la cabeza de la Iglesia Católica.

La llegada de Internet ha parido a unos indocumentados que sin ton ni son, se han autoproclamado: “periodistas vaticanistas", o esto más serio: “vaticanólogos". La mayoría no dispone de la carrera de periodismo. Son simples arribistas que ante un ordenador fabulan sobre el futuro de la Iglesia: adelantan los nombramientos de la Santa Sede pegándose, a veces, unas costaladas enormes; escudriñan las líneas del pensamiento de los documentos vaticanos buscando siempre la grieta lingüistica por donde meter la mano y sacar unos titulares sensacionalistas que no dicen nada, pero que son pedradas en los ojos de la estatuas de Pedro y Pablo que presiden la fachada de la Basílica; sueñan con cambios en la liturgia eclesial, que luego le desmienten, pero que, inasequibles al desaliento, vuelven a remachar; tratan, y a veces, lo consiguen de “pillar” al mismo Papa en diálogo abierto para colocar un titular por la escuadra de los periódicos, mantenidos económicamente por la izquierda metal y política del mundo entero.

Y, como esta izquierda está también dentro de la misma Iglesia, pues estos “adivinos” ante la pantalla de su ordenador siguen encontrando a otros “minores” que les vocean y plantan en noticia sus elucubraciones sobre el presente y futuro eclesial.

Nosotros deseamos, hoy, describir a estos mercaderes de falsas noticias. Y los lectores que aprendan a distinguir entre el buen producto y el averiado. Solamente esto, que ya es bastante.

Tomás de la Torre Lendínez