En papel o soporte digital
Extraigo la noticia de Libertad Digital:
“Según informa el Boston Globe, este instituto de Massachussets ha dado el paso de eliminar por completo los libros de papel de su biblioteca para sustituirlos con lectores electrónicos y portátiles. La Academia Cushing ha decidido olvidarse de su colección de más de 20.000 libros y convertirse en un centro de enseñanza completamente digital.
En lugar de la biblioteca y sus libros, el instituto se está gastando medio millón de dólares en construir un “centro de aprendizaje” (uno de los nombres que podría tener el nuevo espacio) que incluirá 18 lectores electrónicos de Amazon y Sony para fomentar la lectura entre los estudiantes y salas de estudio con portátiles para “tener acceso a millones de libros” a través de internet.
La decisión no ha estado exenta de críticas. Se teme que los estudiantes no puedan concentrarse en trabajos extensos debido a la constante interrupción que supone el correo electrónico y la mensajería instantánea. Pero ya no hay vuelta atrás, los administradores del instituto han decidido donar los libros dado el espacio que ocupaban.
La bibliotecaria de Cushing desde hace 17 años, Liz Vezina, asegura que nunca creyó que trabajaría como directora de una biblioteca sin libros. “Me pone triste. Los voy a echar de menos. Amo los libros. He crecido con ellos y hay algo que se pierde cuando son virtuales. Hay una parte sensual en ellos, el olor, el tacto, la fisicidad del libro es algo muy especial”
Igual que pasan los libros de papel; otro día pasará el periódico de papel; y muchas más cosas estampadas en papel. Y las radios antiguas se quedarán también arrinconadas. Llegarán artilugios para conectar con emisoras de radios.
Hoy, fecha del estreno de esRadio, estoy escuchando la emisora por internet. Varios amigos me han llamado para darme su opinión sobre el desarrollo del día del nacimiento.
Y otros, como InfoCatólica, anuncia que la Cope rectifica respecto al eminente científico, cuyo pasado biográfico en internet no conocían. Más vale tarde que nunca.
Y sigo pensando que, aunque soy un hombre de la era digital, porque leo, escribo y publico en ella. Sin embargo, me crié en una biblioteca de medio millón de volúmenes impresos y luego seguí cerca de ellos, y sigo comprando libros para mi labor pastoral.
Por esto, me cuesta creer que los libros desaparezcan del todo durante la vida que Dios me conceda, porque su Palabra, siempre, la tendré en la Biblia, imprensa en papel, que ahora mismo va a servirme para preparar la primera semana de clase del nuevo curso.
Tomás de la Torre Lendínez
