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20.08.16

Curso Experto Comunicador Católico (ECC) 2016

A continuación copio literalmente el correo que me ha llegado de la ULIA (Universidad Libre Internacional de las Américas) de la que recibí el título de Experto Comunicador Católico un par de años atrás. 
 
Cada año invito a mis lectores a optar por este curso y a invitar a sus contactos ya que es una formación de excelentísima calidad muy recomendable para el tiempo que corre.
 
Pues, eso es todo por el momento, lean la información y recurran a los enlaces para mayores detalles.
 
Feliz y bendecido fin de semana.
 
Maricruz 
 
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Favor de reenviar antes de fin de mes todos sus contactos del Ecuador para abajo (Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, y Argentina). Muchísimas gracias. Con los mejores deseos, JPA
 
El periodo de solicitud y reserva de plaza está ahora abierto
 
Cuarta edición del Curso de Experto en Comunicación Católica, ECC, auspiciado por CATHOLIC VOICES ESPAÑA y la Universidad Libre Internacional de las Américas, ULIA, que lo oferta como título propio. El curso está coordinado por los profesores Ignacio Gil Pechuán y José Pérez Adán.
 
Va dirigido a periodistas y divulgadores católicos; jóvenes comprometidos mediáticos y activos en redes sociales, potenciales comunicadores, difusores, y portavoces no oficiales de la fe católica en medios de comunicación que reclamen el testimonio de vida de personas comprometidas. Se oferta para alumnos de todos los países de habla española.
 
FORMATO:
El curso consta de 23 sesiones semanales en total. Cada sesión comprende 3 partes:
1.- El video del experto (sobre 15 minutos)
2.- Un/os textos de estudio a propuesta de la dirección del curso y/o del experto
3.- Un control de 3 preguntas de desarrollo sobre la comprensión del video y los textos que elabora la dirección del curso y que el alumno deberá responder semanalmente.
Para la obtención del título de experto además del control semanal se exige al alumno la elaboración de un video final de diez minutos con una comunicación propia acerca de un tema relativo al curso.
 
CONTENIDOS:
18 temas de actualidad y de interés mediático entre los que figuran:
Aborto 
Abusos sexuales por sacerdotes y pederastia 
Anticoncepción de emergencia 
Clericalismo  
Divorcio 
Educación de la sexualidad
Eugenesia
Eutanasia y “muerte digna”
FIVET 
Homosexualidad  
Laicismo
Libertad 
Libertad religiosa  
Matrimonio 
Matrimonio homosexual  y multifamiliasmo
Moral social 
Reconocimiento de la fertilidad 
Transhumanismo
 
Y 5 temas propios sobre la actitud y enfoque de la comunicación católica en base a la experiencia de Catholic Voices.
 
Cada tema cuenta con un experto profesor universitario que interviene en el video. Los profesores expertos, todos de renombre y experiencia, colaboran específicamente en el curso con intervenciones inéditas grabadas para este propósito.
 
 
Pero esto no es todo. ULIA ofrece también otros 16 programas ya contrastados y adecuados a una gran variedad de aspiraciones y circunstancias y cuyos enlaces incluimos en el documento adjunto. Contamos con una experiencia pionera en educación en línea (desde 2001) haciendo honor a nuestro nombre: somos genuinamente libres, verdaderamente internacionales, y la única universidad provida y gratuita del mundo. Contamos con más de 1500 exalumnos titulados en los diversos grados procedentes de 23 países distintos. El tope de alumnos por curso es de 20 personas.
 
Rogamos pase la información a sus recomendados. Quedamos a su servicio. Muchas gracias.
 
José Pérez Adán
 

12.08.16

Es glorioso tener un párroco amante de Cristo Eucaristía

Pues, bien, a lo que vine fue a narrarles lo sucedido ayer que hizo que me reconociera infinitamente bendecida.

Resulta que en medio de un fuerte dolor en mi pierna, al final de una tarde lluviosa, haciendo mucho frío y con amenaza del recurrente aguacero, salí a caminar con mi perrita más grande debido a que por el mal clima había estado todo el día encerrada. 

El caso es que de lejos observé el templo abierto e iluminado; en seguida recordé que era jueves y que estaría a punto de iniciar la Hora Santa. 

Salí soplada obligando a mi perrita a darse prisa en oler cuanta cosa huele por el camino no solo para resguardarnos sino para quedarnos un ratito en adoración en comunidad.  

Poquito después de que llegáramos, apareció el padre con el “reguero de maritates” [1]: sus libros, sus chuicas [2], micrófono y no sé qué más.

Ahí se le veía, yendo y viniendo hasta que, finalmente, apareció revestido y con su guitarra.

Si, su guitarra. No se crispen ni tampoco se quejen porque el padre conoce muchos más cantos litúrgicos que cualquiera, sabe cantar a “capella” [3] y, como si fuera poco, también en latín; de tal forma que, no se adelanten, porque el hombre pone gran esmero en lo suyo.

El caso es que, ahí estaba yo, desde atrás mirando y rabiando por el dolor aunque tranquila y solo aguardando; en eso, empezó a cantar.

No ha de haber sido por el canto ya que ni siquiera lo estaba entendiendo, fue a causa del embeleso del padre que mi alma quedó prendada mirando como sumergida en el corazón de a Quien tan lleno de amor mi párroco miraba.

A partir de este momento no escuché otra cosa que a mi párroco que alternaba canto y oración y, a pesar de que entendía muy poco ya que el sonido es pésimo y sorda como una tapia la hija de mi madre, el resto de mi ser todo lo entendía. Todo.

Es glorioso tener un párroco amante de Cristo Eucaristía.

Definitivamente, lo es.

Y no es que otros párrocos no amen es solo que mi párroco lo expresa muy bien. 

¡Deo omnis gloria!

 

Una sola cosa basta para colocar en el lugar que le corresponde el dolor, las preocupaciones acerca del mundo, de la Iglesia y de la propia vida.

- Una sola basta. María eligió la mejor parte.

- Cuál María?

- Pues, quién va’ser? Pues, yo, María de la Cruz. 

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[1] Muchos artículos de uso personal.

[2] Artículos de vestir

[3] Del italiano y significa “Como en la capilla” 

23.06.16

La mayoría de ustedes no cree en lo que dice creer

“Efectivamente, la mayoría de ustedes no cree en lo que dice creer; queda demostrado en la manera en que celebran la Santa Misa".

Las palabras de un mormón han hecho que me hierva la sangre y no porque diga mentira de la cual defenderme sino, precisamente, debido a que cada palabra se ajusta a la realidad.

«Si yo creyese lo que usted cree… si yo realmente, de verdad, creyera que allí esta –de verdad- Dios mismo y no un mero símbolo, yo caería al suelo, tendido sobre mi rostro y me postraría así ante Él. ¡Yo estaría tan poseído de reverencia y adoración! Y nunca he visto a ningún católico manifestar este respeto. Por ello, creo que ustedes no creen lo que dicen creer». Un mormón

De su acusación me excluyo y, saben por qué lo hago?

Porque desde hace varios años resolví hacerlo.

Desde el momento que, por atender a Benedicto XVI en Summorum pontificum, me propuse conocer y promover la misa de antes ya que estoy convencida que de ella, verdaderamente, los católicos aprenderían adoración. A partir de mi exclusion fue voluntaria.  

La cosa es que la misa de antes no solo, a duras penas, se ha empezado a celebrar en muchas partes del mundo sino que, por exhortación papal, está disponible para quienes la pidan, pero, sencillamente, no les da la gana asistir ni pedirla o, lo que es peor, le hacen la guerra desde el estrado de su muy singular criterio de autoridad. 

Por qué será? Respondan.

No saben qué decir? Bien, yo lo diré:

Es porque, obispos, curas y laicos, realizan celebraciones que lo que provocan es salir corriendo debido a que no están convencidos de que la Santa Misa es la mismísima Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, Redentor del mundo.

Así está la cosa, prefieren las misas feas, los disfraces, las campanadas dedicadas al futból, canciones estúpidas y mal cantadas, maracas y bongoes a todo volumen; charlar, bailotear, aplaudir y “sentir bonito”, como si esa hubiese sido la finalidad del Santo Sacrificio.  

(Cristo, torturado y agonizante, sintiendo bonito! Caray! Por qué nadie me lo había dicho?)

Yo, es que, de la misa de antes aprendí que, aunque asista a una misa fea, no solo Dios me ayudará a hacerme a la idea de que es una misa digna sino a rezarla de principio a fin ya que así llego a la consagración con mayor conciencia de que Cristo mismo me entrega como ofrenda en cada palabra el sacerdote coloca sobre el altar de Dios con la finalidad de salvar sus almas. 

Benditas almas! Que, si de mí dependiera!

Así que, ustedes obispos, curas, laicos que no creen en la Presencia de Cristo en la Eucaristía:

Lo que han venido haciendo con la Santa Misa está pésimamente mal por lo que sufriremos las consecuencias al punto de que no quedará de la Iglesia nada más que aquella piedra que entrañablemente conservarán los sacerdotes que como yo han elegido mantenerse alejados del espectáculo en el que han convertido la Santa Misa.

Si, la gente se aleja, y nos alejaremos quienes, verdaderamente, creemos. Y, aunque nos vayamos con la sangre hirviendo, partiremos alegres y en paz, para su mayor desconcierto.

Adónde iremos? No muy lejos. Iremos a las parroquias donde haya sacerdotes que creen. 

AQUÍ más sobre lo que dijo el bendito mormón

20.06.16

Ha dicho que Cristo ha de ser el centro

Hace unos días me decía un amigo que ha aceptado el hecho del estado de la Iglesia así como del pontífice que Dios ha colocado en la silla de Pedro por lo que tiene claro que lo que sigue será esperar a que el Señor nos ponga en proceso de reconstrucción.

La suya me parece una visión realista y esperanzadora.

En este sentido me he figurado que la reconstrucción vendría a ser como lo que está sucediendo en mi parroquia. Les cuento los antecedentes:

Tengo cuarenta años de vivir aquí. Primero, fuimos la filial más lejana y abandonada de la parroquia de San Vicente. Luego, la filial más lejana y abandonada de la parroquia de La Trinidad. De seguido, por dos años fuimos cuasi-parroquia por lo que tuvimos, por primera vez luego de cerca de treinta años, un sacerdote cuya función era la de ser “animador parroquial”. Con este sacerdote fuimos fundados como la Parroquia de San Jerónimo.

Una vez institucionalizados, durante los últimos quince años, hemos visto desfilar a padre Guido, padre Adrián, padre Jorge, padre Lorenzo, padre Manuel. Todos estuvieron aquí solo dos años excepto el padre Lorenzo que estuvo seis y que, me perdone Dios, nos dejó hechos unos protestantes muy bien organizados.

Lo que quiere decir que, durante cuarenta años (una década menos de lo que tiene de haber concluido el Concilio Vaticano II) nuestra comunidad ha estado poco menos que abandonada.  

Parte del resultado es que, los hijos, nietos y bisnietos de las personas entre 40 y 60 años, prácticamente no creen en Dios

Todo lo cual es reflejo de lo que, a nivel mundial, se ha venido haciendo mal en la Iglesia por lo que mi parroquia, bajo el pastoreo del nuevo párroco, bien podría servir de modelo para la reconstrucción de la que hablara mi amigo.  

Para empezar, les cuento que el nuevo párroco tiene muy claro y lo repite constantemente que, no importa cuán organizados estemos que, mientras no sea Cristo el centro de nuestras vidas, seremos paja que se llevará el viento.

Ha dicho que Cristo ha de ser el centro.

Solo esto es una gran verdad que no tendría por qué ser novedad pero lo es.

Entre otras grandes verdades ha dicho que ha notado que no somos personas de oración por lo que nos facilitará que lo seamos. Que celebrará misa todos los días hasta en su día libre por la sencilla razón que lo necesita. Ha dicho que antes de misa estará confesando y que, además, dedicará una tarde a ello.

Ha ordenado y organizado la liturgia. Sigue las rúbricas. Canta y elige también cantos litúrgicos. Ha mandado a publicar un boletín parroquial muy bello. Ha dicho que los coros necesitan formación.

Habla de la gracia.

Dice, además, que la Misericordia se malentiende como que “no importa lo que hagamos Cristo todo lo perdona”; cosa que ha desmentido con vehemencia pero también ha explicado lo doctrinalmente correcto.

Nos habla de historia de la Iglesia, de principios de filosofía, teología y política para ayudarnos a situarnos ante la realidad.  

Lo hace todo con una firmeza profusamente delicada que no había experimentado nunca antes.

A mí, de escucharlo, se me hincha el corazón al punto de que mis ojos estallan en lágrimas ya que me veo como un sobreviviente de guerra quien, finalmente, tiene ante sus ojos la esperanza de un futuro hermoso.

Es la razón por la que mi alma sale de misa inconmensurablemente agradecida y glorificando a Dios.

Me parece que así es como tendría que ser cada párroco para que cada alma saliera de misa como la mía.

Para que fuera más sencilla y verdadera la reconstrucción. 

15.05.16

Pues, ¡nada, Jorge!, ¡tampoco contigo me podré casar!

Todo este asunto de la interpretación de Amoris Laetitia me ha puesto mal. 

El desorden en que han caído mis emociones y afectos han afectado incluso mi salud, casi como lo que sucede cuando se está ciegamente enamorado y, de repente, por infidelidad se le es revelada la verdad de los hechos; viéndose, irremediablemente, arrojado al abismo del duelo que provoca la ruptura, de donde solo podrá salir con férrea voluntad en colaboración con la gracia. 

Sin embargo, el panorama se va clarificando y solo es por gracia que vuelvo a ser señora de mi misma; aunque, les confieso que lo que he experimentado desde Amoris Laetitia supera con creces cualquier ruptura sentimental que haya tenido ni podría tener jamás.
 
Ese documento, simplemente, rompió mi corazón. 

Por ser soltera, confieso que tengo vasta experiencia en noviazgos y rupturas; de hecho, una vez, hasta estuve considerando la unión con una persona divorciada. 

Con eso les digo todo. 

Sigo soltera por gracia de Dios.  

Ahora bien, qué de aquellos noviazgos provocó la ruptura? 

El hecho de que ninguno de mis novios fue un católico que siguiera fielmente la ortodoxia; es decir, creían una cosa (o pensaban que la creían) pero hacían otra; es decir, ajustaban su moral a la situación. 

En fin, sigo soltera y, por mucho tiempo, perdí todo interés en casarme. 
 
Sin embargo, recientemente conocí a un tal “Jorge” [1], católico, argentino, un poco mayor que yo, cuya forma de ser y de pensar despertó de nuevo mi atracción hacia el matrimonio. 
 
Sin embargo, como longeva mujer soltera abierta al matrimonio, me preocupa una cuestión relacionada, precisamente, con la interpretación que algún futuro esposo podría hacer del numeral  303 de Amoris Laetitia [2].

- Por qué? 
- Porque parece que justifica el adulterio. 
- Cómo? No puede ser!. 
- Claro! Un esposo (o esposa) podría argumentar que es justo su adulterio ya que “reconoce que, no solo su nueva SITUACIÓN no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio sino también que ES LA MEJOR RESPUESTA que puede ofrecer a Dios ya que ha descubierto con cierta SEGURIDAD MORAL que su nueva entrega es la que DIOS RECLAMA”, o sea, que es la AUTÉNTICAMENTE agradable a Dios “aunque la misma no alcance el ideal objetivo” del vínculo que en un principio estableciera conmigo.
 
Como futura esposa tendría que estar alerta ya que, sea el “Jorge” que como pretendiente llegara argumentando que hay justicia en ese numeral, muy a mi pesar tendría que decirle: 

- Pues, ¡nada, Jorge!, ¡tampoco contigo me podré casar! 
 
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[1] No, no es alusión a ningún papa sino a un señor de Rosario quien, como inquilino, estuvo residiendo en mi casa por seis meses. 
[2]  «…esa conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y descubrir con cierta seguridad moral que esa es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo. De todos modos, recordemos que este discernimiento es dinámico y debe permanecer siempre abierto a nuevas etapas de crecimiento y a nuevas decisiones que permitan realizar el ideal de manera más plena.» Amoris Laetitia, n. 303
[3]  «Los juicios de una conciencia de esta naturaleza, por muy contrarios que a primera vista parezcan a los preceptos divinos, valdrían, sin embargo, delante de Dios»  Pio XII sobre su condena a la moral de situación