Reportándome para Adviento y Navidad (fin de año también)

Se han de preguntar por qué no habían vuelto a saber de mi.
No han tenido noticias por varias razones, entre ellas, porque estoy concluyendo un curso universitario en línea que me ha exprimido no solo física sino intelectualmente sino porque ha habido tanto contratiempo para terminarlo que me ha dejado exhausta.
Eso por un lado y, por otro lado, toda una variedad de asuntos me han mantenido sin tiempo, fuerza ni ánimo para escribir.
A pesar de todo estoy en paz, muy contenta y esperanzada.
Y es que cómo no estarlo si–literalmente- he venido acompañando a María y José en su camino hacia Belén.
Lo digo porque es el primer año en mi vida que me veo sola, vulnerable, dependiendo completamente de la Providencia Divina.
Lo cierto es que debido a ello la gracia me ayuda a valorar la dicha infinita que es contar con familia que lo quiere a uno y a quien uno quiere. ¡Cuánto más cuando también se tienen amigos!
El tiempo de Adviento de este 2014, definitivamente, ha sido un tiempo de gracia.
Alégrense conmigo y con ternura den gracias al igual que yo.
Qué espectacular experiencia es acompañar a María y a José por el camino!
Reciban la gracia para apreciar el don de la vida y de la familia.
Espero regresar el próximo año con nuevos bríos.
Así lo quiera el Señor.
Amén
¡Feliz Navidad!

Regresaba a casa de la tienda por la tarde bajo un clima fresco y un paisaje hermoso platicando con el Señor y le decía que si debía pasar por las que estoy pasando con el único propósito de que aprenda amar, pues, que se hiciera en mí su voluntad.
Es el tipo de conclusiones a las que se llega de forma tan simple como sería al estar consigo mismo en silencio con la mirada absorta en aquello que nos arrebata el corazón como sería la belleza del paisaje, tu hijo jugando sobre la arena de la playa, tu mujer concentrada preparando con cariño lo que a su familia habrá de deleitar, tu marido haciendo su mejor esfuerzo por reparar la pata de la mesa del comedor; tantas cosas de las que la vida está llena que nos roban el corazón.
Decía santa Teresita que cuando de niña estuvo largo tiempo enferma el Señor le mandaba ángeles a cuidarla. Esos ángeles eran sus hermanas y demás seres queridos que la rodeaban.
Una vez cese el debate sobre los divorciados que piden la comunión, de seguido, habrá que pasar a ocuparse de esas almas si fuera que, hasta el momento, nadie se hubiera ocupado de ellas.





