InfoCatólica / Deo Omnis Gloria / Categoría: Celebrando la vida

11.09.25

No importa cuanto vivan, siempre serán echados de menos

De Fray Cayetano María de Bérgamo aprendí que la puerta para el don de la humildad es la gratitud; y, del Dr. Arteaga, que la gratitud es la llave para activar el nervio vago del que deriva equilibrio en el sistema nervioso y la variabilidad de la frecuencia cardiaca, marcador de la resiliencia al estrés.

En otras palabras, en nuestras manos está poner esfuerzo en la práctica de la gratitud para fortalecer mente y cuerpo, la parte en que participa Dios es, regalándonos humildad. Negocio redondo.

Hablábamos hace poco sobre hacernos viejos como buenos hijos de Dios, pues, ahí está: es bueno y conveniente, si no lo hicimos antes, dedicarnos a conocer el funcionamiento del cuerpo y del alma.  Ahora nos sobra el tiempo y sería el colmo que, teniéndolo, lo malgastáramos.

En esta parte de la vida, si es que antes no lo hicimos, es vital vivir prestando atención.

Como dicen, vivir “el momento presente” para ampliar el rango de asuntos por los que hemos de agradecer a Dios; hacerlo, no solo por la activación del nervio vago sino por crecer en humildad sin la que no entraremos al cielo.

Vivir “el momento presente” también, para fortalecer la memoria ya que, es de morir de risa (pero también alarmante), la velocidad con la que se pierde.

Dice mi amigo Joaquín, de Huesca, que ha de ser porque olvido tomar la pastilla de la memoria. Cierto, también la olvido!.

Me preocupa muchísimo la dificultad que tienen las personas jóvenes de prestar atención a la realidad después de que han pasado horas y horas en el ordenador. Es como si no lograran desconectarse. Viven acelerados pensando en cómo resolverán en la máquina el siguiente paso pero ni siquiera se dan cuenta que no han echado agua al inodoro. Es de preocuparse, por supuesto, pero tampoco es algo que esté en nuestras manos resolver; entonces, hay que decirle a la mente que no se preocupe y volver a lo que nos concierne, también nosotros, aquí y ahora.

Aquí, en el presente, es donde vivimos, aquí es donde sentimos alegría, dolor, sufrimos, esperamos, confiamos, amamos, pensamos, estudiamos, creamos, sembramos y tantas cosas preciosas que la salud nos permite hacer.

Contemplar el instante con el alma puesta en Jesús es el encuentro con la felicidad.

Hacer el esfuerzo por observar lo que pasa “ahora mismo” nos permite también apreciar el esfuerzo que hace el Ángel de la Guarda por llevarnos a la oración, es también posible descubrir el suave movimiento del alma que en lo profundo atiende la voz de la Madre que le llama.

Muchas cosas muy preciadas suceden cuando, en cuerpo y alma, en silencio, nos detenemos a contemplar para luego, agradecer.

Si, recuerdo que Santa Teresita pedía sufrir por amor a Dios y, probablemente, también agradecía que el Señor se lo concediera. Esa lógica no es humana, es la lógica del Espíritu de Dios, con el que los santos se han familiarizado gracias al esfuerzo de concentración.

No importa si, al observar detenidamente, llegan muchas razones para sufrir, como por ejemplo, culpas que hay que evacuar en el confesionario, arrepentimientos de lo que no hicimos o hicimos sin pensar, lamentos por almas de personas fallecidas, enfermedades y toda índole  de situaciones irremediables. Si, observar podría ser como abrir la caja de Pandora en lo que respecta al dolor y sufrimiento; pero, es mejor, es mejor darle cara ahora para reparar el daño y agradecer, con ayuda de Dios. 

Pues, bien, hablando de olvidar, yo venía a platicar de otro tema pero, he aquí que me puse a decir estas cosas y nunca llegué al punto.

La intención era platicarles sobre lo que he reflexionado acerca de lo que pudimos haber hecho mal al haber solicitado hace años la misa según la forma extraordinaria tal como lo indicaba Summorum Pontificum de Benedicto XVI.

Me vengo preguntando “qué fue lo que hicimos mal” para que el cuerpo total de los obispos de mi país, resolviera prohibir ese aspecto de la Liturgia de nuestra santa Iglesia?

Les soy sincera, he pensado en preguntarlo directamente pero, de ahí no he pasado. Supongo que llegará ese día o tal vez no. Tal vez podría morir antes por lo que, la respuesta de los obispos podría nunca llegar y todos olvidar esa misa viejita que, con todo afecto y humildad, domó todo nuestro ser en acción de gracias y adoración a Dios.

Por ahí iría la cosa cuando más temprano  tomé el ordenador pero, no vamos a seguir por ahí la reflexión, no; en este momento vamos a dar gracias por lo que tuvimos ya que, no importa cuánto vivan los abuelitos, desde el momento en que no están y para siempre, nuestra alma y corazón los echará de menos. .

2.08.25

Hacerse viejo como buen hijo de Dios (I)

“Hacerse viejo sin desesperar es un desafío que solo la gracia puede ayudar” MaricruzTR 

Es un desafío que nos presenta Dios, nuestro amado Dios, para que crezcamos en virtud ya que, de lo contrario, qué feo volverse un viejillo mal encarado al que será difícil cuidar.

Introducción

Hoy, muy temprano, le pedí su parecer a un amigo muy querido que me lee para preguntarle su parecer sobre escribir acerca de hacerse viejo como buen hijo de Dios. Dice que le parece muy bien el tema. También a mí ya que, tengo mucho para escribir al respecto, tanto como antes escribí sobre tantas cosas que fueron para mi actos de adoración a Dios.

Porque si, que la vida es para hacer con ella un acto de adoración, que es por ahí que nos llega de Dios ese deslumbrante rayo de luz que nos transforma en seres agradables en su presencia.

…………………

Les digo una cosa (hago este paréntesis para explicar algo), durante papa Francisco, a quien –por gracia- llegué amar, sufrí mucho, al punto que ya no quería saber nada de nada (todo aquello lo puse como ofrenda porque realmente no sabía qué más hacer). Recé mucho pidiendo pureza y gratitud para no ofender a Dios, sin embargo, ahora, con papa León, he visto que no se nos da mayor prueba que la necesaria.

Doy gracias por todo aquello y por los Heraldos del Evangelio que los trajo Dios a vivir muy cerca de casa en el campo y puedo ir a misa con ellos. De frecuentarlos recibí la fuerza para sostenerme. Ahora me doy cuenta.

………………….

Pues, bien, les digo que lo de hacerse viejo parece un buen tema porque, no solo tengo mucho para escribir sino mucho de lo que hablar de lo que hace Dios, que es lo principal.

Les confieso algo, ya que el Jubileo de los jóvenes me hizo pensar en ello, he visto que a ciertos sectores de católicos, tal como los Infocatólicos y otros, no se nos toma en cuenta. Padre Jorge González lo mencionó el otro día. Cierto, nos dejan a un lado, tal vez sin querer, pero el caso es que nadie nos pregunta sobre cómo enfrentar distintas situaciones en las que todos aquí son expertos.

Porque nadie pregunta, es por lo que se debe hablar cuando es necesario. Cuando nadie pregunta es porque no sabe o no quiere saber y eso no es virtud, sino defecto. De ahí que, si nadie pregunta sobre cómo hacerse viejo con ayuda de Dios, se debe hablar.

Para eso estoy aquí y, como siempre, con ayuda de Dios lo haré.

Probaremos un tiempo para ver si es para su mayor gloria.

Eso de arriba fue una especie de introducción, lo que sigue será parte de lo vengo a decir.

 

Una semana y tres citas médicas

“Yo no sé quién puede vivir así. Cómo va a ser que tenga que salir tres de cinco días a ver a un doctor si, en realidad, no me siento ni veo enferma? Qué barbaridad!”

Así es como reacciona la cabeza de esta criatura de Dios antes de caer en cuenta que aquello, en realidad, es bendición.

Primero que todo, las citas son con médicos del Seguro Social, quiere decir que sus honorarios los pagué durante mi vida, ahora recibo los beneficios. Luego, los médicos no quedan lejos ni el horario es incómodo. Además, una cita es con la Doc. Melissa para que me de las medicinas para el dolor crónico, la otra con Doc. Evelio, para las medicinas de mantenimiento del corazón y el asma y, la otra, con la junta médica para que me entrevistará para una pequeña cirugía que deben hacerme.

Si tuviera que pagar por todo eso no tendría con qué, así que es una múltiple bendición en muchos aspectos.

Una bendición más es que no tendré que cambiar ni faltar a mis sesiones de natación que tanto bien me hacen. Esa es doble bendición.

Tampoco tendré que cambiar el horario de rezar los Laudes, así que me iré a la cita habiéndolo hecho, si es que otra cosa no se interpone; luego, me llevaré mi rosario para rezarlo en el bus por si acaso pasara algo que me impidiera hacerlo a la hora que acostumbro.

Será muy bonito encontrarme en los consultorios con tanta gente necesitada de una sonrisa, consuelo, unas palabras de ánimo o algún consejo que daré sin que me lo pidan (jeje), tanta gente por la que ofreceré mis oraciones ya que, como soy enfermo misionero, eso hago.

Las Obras Misionales Pontificias (OMP) tiene ese apostolado del enfermo misionero al que me adscribí. Me corresponde rezar por los misioneros, el papa, el clero, los enfermos y además rezo por mi familia y seres queridos, que incluye el resto de la humanidad; porque es cierto, todos son mis seres queridos.

Como al enfrentar la muerte, hay que echarle el cuerpo al día, aunque la carga no parezca fácil, la gracia puede.

Soy testigo.

12.06.25

Jesús, mira

Para mi persona ha sido dificilísimo mirar a Jesús a los ojos.

Finalmente, lo he podido hacer mirando una imagen del Niño Jesús de Praga.
Lo miro fijamente y espero a que sus ojitos inicien la conversación o, nada más, lo miro.

El caso es que lo he podido mirar y comprendo que me está escuchando, que le importa lo que digo, que está a mi favor, aun cuando solo llegue a contar dolida y arrepentida mis vergüenzas. Será el único que nunca pensará “Qué cosa tan aburrida!”, aunque lo sea.

Ay! Cielo, bendito! Es el Niño y solo un niño, cuando mira, lo hace sin juzgar y esperando todo y solo lo mejor de ti y de todo. Imposible decepcionarlo, sobre todo cuando se trata del Niño Jesús que lo sabe todo, por quien y para quien todo fue creado, de cuya vida vivo y de quien soy perdonado, vez tras vez, con los mismos o nuevos pecados. Recibiendo, una y otra vez, consuelo, alegría, paz, esperanza de encontrármelo de veras y apretar esos cachetes* con todo amor y devoción. Ay! Chiquito de mi alma! Niño bendito de mi corazón!
Solo de un niño, del Niño, puedo uno estar seguro de que, no habrá día que no tenga tiempo para ti, ni que serás un atraso o molestia, ni pensará que eres débil si te echaras a llorar o que eres irremediable si, triste o enfadado, te desahogas en su regazo. Solo El sabrá acogerte si estás con miedo y te hará sentir valiente entre sus brazos. Con solo mirar al fondo de sus ojos, lo sabrás. Sabrás que lo puedes todo y querrás nunca dejarlo, ni que te deje jamás.

Cielo bendito! Qué dicha ha sido llegar a mirar a Jesús a los ojos.
Más que una dicha, es una gracia, me parece que grandísima.

De mirarlo con frecuencia desearas tener su mirada; se lo pedirás y te la dará, poco a poco, empezaras a mirar con esos mismos ojos que te llenan el alma y será para mayor gloria de Dios y santificación de las almas.  

Jesús, mira.

— o —

Ahora bien, los apóstoles y sucesores, se zambulleron en esa mirada, y sucedió que, también fueron transformados por su gracia. De ahí que, miraban como Jesús y lo miraban en los demás ya que muchos, fueron agraciados. Por eso, para los seguidores más jóvenes fue fácil confiar, ya que al ver a Pablo o Juan, por ejemplo, era como ver a Jesús. Esos jóvenes seguidores fueron más tarde, los Santos Padres, de quienes tanto aprendemos.

Cómo no dar testimonio de la Resurrección si ellos mismos experimentaban las consecuencias en sus personas y en los miembros de la comunidad? En la propia comunidad, como el propio cuerpo de Jesús! Que no es poca cosa!

Ahora bien, probablemente, uno tenga una idea personal de Jesús, por lo que, lo que vea de El en los demás, sea aquello que combina con la idea que uno tiene; por ejemplo, para mí, la idea que tengo de Jesús es que siempre, no importara qué, fue amable. Anduvo siempre agradecido y contento, por mencionar algunos detalles.

Así es como, cuando me encuentro con un consagrado o a cualquiera, me adelanto a pensar bien, pienso y espero ver a Jesús en algunos o muchos aspectos; lo que pasa, es que el método no es infalible ya que, muchas veces me equivoco y tanto que, a veces, no veo en esa persona ningún aspecto de Jesús. Nada. Ninguno.

Sin embargo, también, sucede lo contrario, al ver a un consagrado, de inmediato, das con Jesús. Lo descubres en su lado amable, por su alegría y estar contento; por su forma de hablar de ese amor que le ha sido dado y del que le sobra para regalar y, de vuelta, para seguir amando y saberse amado. Por la forma en cómo habla de todo lo que ha pasado hasta llegar ahí. Por la gratitud que le brota por los poros y de la pureza que es incomparable. Por esa forma cierta, inequívoca de dar las señas para llegar al cielo, con Jesús.

Y también, que no es poco, se le conoce por hablar del Padre como de algo propio, que le pertenece y de quien es llamado “suyo”.  Como si lo hubiera visto con sus propios ojos.

En ese consagrado a Jesús se le ve, sobre todo, por la veneración, respeto, propiedad y exactitud con la que se expresa de tantas cosas acerca de las que le ha sido dado entendimiento y que comparte; en el entusiasmo con que vive y que solo encuentra reposo al celebrar la santa misa con la que, finalmente, nos deja ver que se trata de Jesús y no de su persona.

 

De cuando uno se encuentra con hombres así es que recuerda a los de Emaús, que no llegaron a saber que era el Señor, hasta la fracción del pan.

Jesús, mira

 

* Cachetes le decimos por cariño a las mejillas

7.06.25

"A rezar, chiquitos!"

Uno le pide a Jesús, al bien amado Jesús, un corazón dócil y humilde como el suyo; uno se lo pide día tras día y así pasan los años sin que uno sepa, exactamente, si el corazón le está cambiando.

No creo que el mecanismo de Jesús para cambiarnos el corazón contenga en el  programa algo para que nos demos cuenta, es más, me parece que esta diseñado, precisamente, para que no lo percibamos y, de ese modo, no se hinche el corazón.
Bien pensado!

Alguno podría pensar cuánto tiempo perdido en meditar estas cuestiones. Si fuera teología, uno diría, pero no llega ni a razonamiento, es pura imaginación.

Dicho sea de paso, agradezco mucho a Dios mi imaginación porque no me sirve solo para meditar sino la utilizo en infinidad de asuntos, de tal modo se torna en una herramienta a favor de Dios. Muy agradecida, la verdad.

Dicho esto, paso a contarles lo que mi imaginación me hizo aprender del hecho de que mi abuelita Merce, a quien tanto quiero, nos llamara por las tardes a los chiquillos a rezar.

“A rezar, chiquitos!”, se la escuchaba desde cualquier lugar de la casa y el jardín.

Ella había rezado ya dos de los tres rosarios, y dejaba el último para nosotros. Nos cortaba a tajo la hora del juego y mentiría si dijera que no queríamos salir corriendo pero, nada, la conciencia nos lo impedía. Qué ingratos si huyéramos de la abuela y del rosario!

Así que, arrodillados, teniendo a María delante y a la abuelita al lado, nos lanzábamos sobre cada Padrenuestro y Avemaría y hasta las jaculatorias para después, si es que todavía quedaba sol y ganas, echarnos a jugar y si no, a comer y ver la televisión un rato. Eso, durante las vacaciones. 

De ese tiempo e infancia tan preciosa que tuve. De ese tiempo y de mucho antes, también; de esa abuela tan rete-amorosa y brava, de ese rosario, el de abuela y el nuestro, es que la Gracia fue haciéndose camino en las almas.

Zulay me pasó el otro día una foto de su hija menor y su esposo que tomaron días atras cuando fueron a visitar a la joven. Preciosa la foto. Zulay, bella y modesta como siempre, don William, ni un pelo más bajito, y la muchacha, con aquella  sonrisa y ojitos que le brillan tras los anteojos.

Uno que conoce a Zulay piensa en la larga historia hasta llegar ahí, se conmueve y agradece, además, recibe consuelo y es confortado en la Esperanza.  Así se lo dije por Whatsapp al Obispo de Alajuela, persona cercana ya que vivió en mi pueblo bastantes años.

Hola Monseñor

Espero que esté bien.
Le paso esta fotografía porque esta joven monjita es de su diócesis.
Se llama Janet.
Me acaba de contar la mamá que recibirá los hábitos dentro de poco.
La mamá se llama Zulay y ella llegó a mi casa con apenas 15 años y un bebé.
Con mi mamá y mi abuelita ella creció y crió a su hijito con quién yo jugaba como si fuera un muñeco.
Después de unos años ella se casó y tuvieron tres hijos más, en cuenta la pequeña Janet.
Zulay con abuela y mi mamá rezaban El Rosario.
Zulay quiso mucho a mi mamá y a mi abuelita y nos cuidó muy bien a los chiquillos.
Mis hermanos y yo la queremos muchísimo.
Se lo cuento porque yo sé que usted apreciaba mucho a mi mamá y para que vea que desde ese tiempo Dios iba preparando el camino a esta joven.
Me parece maravilloso y por eso se lo comparto.
Mi hermano me hizo recordar una parte muy importante también y es que, Esthercita, la mamá de Zulay, aprendió a rezar en casa con mi abuelita Merce porque también llegó ahí muy jovencita.
Abuela siempre enseñaba a cocinar y a rezar a todo el mundo.
También de su abuelita Esther esta chiquita recibió mucha piedad.

 

Pues, bien, aquí termina esta narración sobre la hora de rezar de los chiquillos.
La dejo así porque también la imaginación de ustedes necesita trabajar.

Den gracias, reciban consuelo y Esperanza.

Sea Dios bendito!

Amen

 

12.05.25

Como cuando sale el sol

Fue hace tanto tiempo que diariamente pasaba bebiendo de la enseñanza de Benedicto XVI como de una fuente. No había día que no quisiera saber lo que le sucedía, qué decía o hacía.

Fueron años extraordinarios, de hecho, durante ese tiempo fue que cursé teología por lo que, de muchos ángulos, mi vida de fe recibió riqueza.

Luego, vino un largo período que fue para aprender a amar y confiar. Un período de poco más de una década. Hasta que llegó a su fin y, aquella zona sombría, fue iluminada por un papa que cantó el Regina Caeli en latín.

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