Jesús, mira

Para mi persona ha sido dificilísimo mirar a Jesús a los ojos.

Finalmente, lo he podido hacer mirando una imagen del Niño Jesús de Praga.
Lo miro fijamente y espero a que sus ojitos inicien la conversación o, nada más, lo miro.

El caso es que lo he podido mirar y comprendo que me está escuchando, que le importa lo que digo, que está a mi favor, aun cuando solo llegue a contar dolida y arrepentida mis vergüenzas. Será el único que nunca pensará “Qué cosa tan aburrida!”, aunque lo sea.

Ay! Cielo, bendito! Es el Niño y solo un niño, cuando mira, lo hace sin juzgar y esperando todo y solo lo mejor de ti y de todo. Imposible decepcionarlo, sobre todo cuando se trata del Niño Jesús que lo sabe todo, por quien y para quien todo fue creado, de cuya vida vivo y de quien soy perdonado, vez tras vez, con los mismos o nuevos pecados. Recibiendo, una y otra vez, consuelo, alegría, paz, esperanza de encontrármelo de veras y apretar esos cachetes* con todo amor y devoción. Ay! Chiquito de mi alma! Niño bendito de mi corazón!
Solo de un niño, del Niño, puedo uno estar seguro de que, no habrá día que no tenga tiempo para ti, ni que serás un atraso o molestia, ni pensará que eres débil si te echaras a llorar o que eres irremediable si, triste o enfadado, te desahogas en su regazo. Solo El sabrá acogerte si estás con miedo y te hará sentir valiente entre sus brazos. Con solo mirar al fondo de sus ojos, lo sabrás. Sabrás que lo puedes todo y querrás nunca dejarlo, ni que te deje jamás.

Cielo bendito! Qué dicha ha sido llegar a mirar a Jesús a los ojos.
Más que una dicha, es una gracia, me parece que grandísima.

De mirarlo con frecuencia desearas tener su mirada; se lo pedirás y te la dará, poco a poco, empezaras a mirar con esos mismos ojos que te llenan el alma y será para mayor gloria de Dios y santificación de las almas.  

Jesús, mira.

— o —

Ahora bien, los apóstoles y sucesores, se zambulleron en esa mirada, y sucedió que, también fueron transformados por su gracia. De ahí que, miraban como Jesús y lo miraban en los demás ya que muchos, fueron agraciados. Por eso, para los seguidores más jóvenes fue fácil confiar, ya que al ver a Pablo o Juan, por ejemplo, era como ver a Jesús. Esos jóvenes seguidores fueron más tarde, los Santos Padres, de quienes tanto aprendemos.

Cómo no dar testimonio de la Resurrección si ellos mismos experimentaban las consecuencias en sus personas y en los miembros de la comunidad? En la propia comunidad, como el propio cuerpo de Jesús! Que no es poca cosa!

Ahora bien, probablemente, uno tenga una idea personal de Jesús, por lo que, lo que vea de El en los demás, sea aquello que combina con la idea que uno tiene; por ejemplo, para mí, la idea que tengo de Jesús es que siempre, no importara qué, fue amable. Anduvo siempre agradecido y contento, por mencionar algunos detalles.

Así es como, cuando me encuentro con un consagrado o a cualquiera, me adelanto a pensar bien, pienso y espero ver a Jesús en algunos o muchos aspectos; lo que pasa, es que el método no es infalible ya que, muchas veces me equivoco y tanto que, a veces, no veo en esa persona ningún aspecto de Jesús. Nada. Ninguno.

Sin embargo, también, sucede lo contrario, al ver a un consagrado, de inmediato, das con Jesús. Lo descubres en su lado amable, por su alegría y estar contento; por su forma de hablar de ese amor que le ha sido dado y del que le sobra para regalar y, de vuelta, para seguir amando y saberse amado. Por la forma en cómo habla de todo lo que ha pasado hasta llegar ahí. Por la gratitud que le brota por los poros y de la pureza que es incomparable. Por esa forma cierta, inequívoca de dar las señas para llegar al cielo, con Jesús.

Y también, que no es poco, se le conoce por hablar del Padre como de algo propio, que le pertenece y de quien es llamado “suyo”.  Como si lo hubiera visto con sus propios ojos.

En ese consagrado a Jesús se le ve, sobre todo, por la veneración, respeto, propiedad y exactitud con la que se expresa de tantas cosas acerca de las que le ha sido dado entendimiento y que comparte; en el entusiasmo con que vive y que solo encuentra reposo al celebrar la santa misa con la que, finalmente, nos deja ver que se trata de Jesús y no de su persona.

 

De cuando uno se encuentra con hombres así es que recuerda a los de Emaús, que no llegaron a saber que era el Señor, hasta la fracción del pan.

Jesús, mira

 

* Cachetes le decimos por cariño a las mejillas

6 comentarios

  
Kinxo
Hola, que bueno que te vuelvo a leer. Gracias
12/06/25 10:24 PM
  
Jordán
Gracias
13/06/25 7:48 AM
  
JORDAN2j
Estimado Jordan
Me doy cuenta que siente mucha frustración porque no se le publican ciertos mensajes con determinados numerales
Desconozco la causa ni tampoco tengo interés en buscar la solución ya que ese asunto de la informática está totalmente fuera de mi control
Por otro lado, sepa que le estoy muy agradecida y mucho más lo estaré cuando ya no me deje más comentarios de este tipo.

Dios lo guarde
26/06/25 12:20 PM
  
anawim
El Niño Dios, nos dice la Escritura que se ha hecho en todo, menos en el pecado, semejante a nosotros. El Niño Dios es un Niño perfecto que piensa como un Niño, que siente como un Niño a pesar de su ser divino, es Dios que ha bajado a nuestro valle. Mucha distancia separa el Cielo y la tierra, la distancia que separa al Niño Dios del Verbo de Dios.
28/06/25 8:37 PM
  
anawim
"Jesús mira".
Qué bello!
Gracias.
28/06/25 9:41 PM
  
Vladimir
"Mucha distancia separa el Cielo y la tierra, la distancia que separa al Niño Dios del Verbo de Dios".
No sé qué es lo que se quiere decir con la frase anterior, pero, en todo caso, es bueno tener presente lo que dice el Papa Juan Pablo II, en su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte:
“Aunque sea lícito pensar que, por su condición humana que lo hacía crecer «en sabiduría, en estatura y en gracia» (Lc 2,52), la conciencia humana de su misterio progresa también hasta la plena expresión de su humanidad glorificada, no hay duda de que ya en su existencia terrena Jesús tenía conciencia de su identidad de Hijo de Dios”
28/06/25 11:41 PM

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