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16.07.22

Correspondencia (I)

Hola, padre!

Espero se encuentre bien.

El otro día llegué a la conclusión de que, siempre que Dios me ha quitado algo que me gusta o con lo que suponía le estaba sirviendo, ha sido porque el ser humano que tuvo pensado para mí no se me revelaría en ese gusto o servicio sino en, precisamente, al carecer del mismo.  

En Job se aprecia perfectamente lo que estoy diciendo ya que fue hombre justo antes de la desgracia pero fue mucho mejor, después.

Durante sus padecimientos tuvo mucho tiempo para buscarles sentido, volcándose a lo interno.

Del resultado, me parece que Dios no prefiere tanto a la persona satisfecha si no la sufrida que encuentra su plenitud en el.

Esa es la persona que quisiera ser.

Y es que, el vacío que queda cuando Dios nos quita algo que nos gusta y en lo que pensábamos estarlo honrando, tarde o temprano tenemos que entender que es un vacío que solo El puede llenar. Ese espacio está hecho a su medida. Somos ese espacio.

Mientras haya algo propio, por mínimo que sea, ocupándonos, no nos podrá colmar.

A quien Dios ama le pide el desasimiento total que podría llegar a ser de muy intensos sufrimiento y dolor a los que, naturalmente tememos. El desasimiento pasa por la humillación.  

“Existen algunos que son humillados por las burlas humanas y, sin embargo, no son escuchados por el cielo. Pues cuando la burla es motivada por una falta, no se deriva ningún mérito por la burla” [1]

Nos escuche el cielo para que, cuando seamos humillados sea por la sencillez antes que por una falta.

Y que, de ser por una falta, se compadezca el Señor y nos la haga ver. 

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[1] De los Comentarios morales sobre Job, de San Gregorio Magno, papa. Testigo interior

12.06.22

"Querido Chocoleta"

“Para que el futuro no sea un tiempo de desolación, sino de construcción y de esperanza”

Por leída esta frase comprendí que había sonado el largo tiempo esperado clic que serviría para decidirme a escribir (o no) sobre algún tema que me interesara.

El autor de la frase, tal como yo, fue invitado a escribir en un diario y de cierta forma que le despertaba temor; por esa razón (lo mismo que yo) lo postergó hasta no escuchar el clic

Que por haberlo escuchado, heme aquí, para mayor gloria de Dios.

Este encabezado estará presente en las publicaciones que haré en este estilo.
Tendrán solo fecha y estará dirigido a un personaje ficticio o no a quien mencionaré con su “querido apodo o nombre” al final.

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11.06.2022

No tenía idea de mi cuando te conocí así que, en una que va y otra que viene, sobre todo porque me lo había buscado, fuiste irrespetuoso y te pagué con crueldad.

Eras apenas un niño comparado con esta personita que recién estrenaba sus veinte años. 

Aquella era una buena edad para haber aprendido algunas cosas pero no, no había aprendido casi nada ni contaba con la inteligencia y tacto para hacer frente a la situación.

Desde aquel día dejamos de cruzar palabra. 

En retrospectiva, no se cuánto afecto hubo entre nosotros pero me parece que fue suficiente. De mi parte, suficiente como para no acercarme y, de tu parte, para  hacerlo.

Treinta años he tenido para entrenarme en el hábito de que, cuando te veía a lo lejos, disimular no haberte visto; no solo por pudor sino por vergüenza.

Hoy te vi caminando muy decidido en dirección a mi. 

“Cielo, bendito! Aquí viene después de tantos años! Qué tendrá para decir?”, pensé.

No recuerdo las palabras precisas pero como dicen los que saben que no aprendemos por lo que nos dicen sino por lo que nos hacen sentir. Debo decirte que fuiste un maestro y conservo un recuedo de bienestar. 

Tenías mucho que decir de tal forma que, con alguna dificultad, sostuve tu mirada hasta que diste por concluido el discurso. . 

Me di cuenta de inmediato que habías llegado a ser un señor inteligente de corazón sincero. De esos que tanto agradan. 

Caray! Fue espectacular escuchar cuanto habías reflexionado y la conclusión a la que llegaste por lo que, fue apoteósico, cuando arribaste a la parte donde me pediste perdón. 

Me pregunto ahora, durante cuántos años te habrás preparado? Cuántas veces me habrás visto por la calle e indeciso pasaste a mi lado, arrepentido y avergonzado, al igual que yo? Cuánto habrás tenido que examinarte y cuánto habrás tenido que corregir para llegar a este día? Estoy segura que no fue tanto por la cantidad de años sino por lo que tuvo que haber sido llorado y enmendado.

Quién en el mundo se toma el tiempo para elaborar un discurso con el que pedir perdón a una persona con la fue irrespetuoso cuando tenía 14 años?

En algún punto hablaste de Dios, dijiste haberte encontrado con El; debe haber sucedido ya que, no es común una historia como la nuestra; me corrijo, más bien, como la tuya de la que nunca sabremos cuándo y cómo fue que reanudó la vida tu corazón de carne; o de chocolate, debería decir. (Quién te habrá puesto así?)

Querido Chocoleta (*):

Aquel día acepté tus disculpas y te perdoné. Me disculpé y pedí perdón también ya que, durante tantos años, no fui capaz de sonreírte cuando pasabas a mi lado, tal como -de ahora en adelante- podré hacer.
Gracias. 

 

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(*) Chocoleta es un helado de vainilla con cubierta de chocolate.

24.07.21

21.10.20

De las cosas de cada día (II) María es el hogar.



+Cristo: “He ahí a tu madre”, nos dio a María.
Juan, y nosotros, “la recibimos en nuestra casa” espiritual: vive con nosotros y nosotros con Ella.
José María Iraburu

 

En la última década he debido desprenderme de mucho. Digo “desprender” porque finalmente comprendí que  me fue pedido. De las cosas que no se me han pedido es la casa. Que si llegara a pedirla el Señor, tendría que estar dispuesta; aunque, me tendría que  equipar con  el arsenal completo que da a los santos.

A Job le fue pedido mucho; Job se desprendió de casi todo y, me parece que el Señor no le pidió su casa. Aunque no siempre sucede como a Job, el Señor bien que es capaz de pedir hasta límites insospechados pero también es cierto que da fuera de los límites de la imaginación, tal como sucedió a Job y a tantos.

En fin, ya me distraje de lo que venía a decir; mi falta de concentración es de risa.

Venía a decir algo sobre la casa; ¡eso es!, sobre la “casa espiritual” en la que el Señor ha dejado viviendo a su Madre: en la casa espiritual de Juan, el discípulo amado y en la nuestra, la de cada uno.

Por dejar Jesús a su Madre en nuestra casa, la Reina y Señora, en razón del Espíritu Santo que habita en ella, nos recibe en la suya. La Señora, nos recibe como a “reales” hijos suyos”, es decir, de la misma categoría de nobleza del Hijo;  nosotros, príncipes y princesas,  la recibimos como madre nuestra.

Esta casa, se torna por gracia, en “casa real”, casa de sacerdotes, profetas y reyes en la que habitamos todos.  

Eso es lo fenomenal de las “casas espirituales”, puede suceder que multitudes quepan en ellas.

Luego, sucede que algunos –además- nos consagramos a la Madre como servidores y, entonces, el vínculo que teníamos se torna vivencial; tal como lo fue para Juan y María ese día al pie de la Cruz.
 
Por consagrarnos, María no solo toma propiedad sino que la gracia nos introduce hasta el fondo de su alma y es por eso que la nuestra parece más iluminada, más amplia y más honda; en la que, además, podría suceder cualquier cosa maravillosa.

El responsable de asunto tan espectacular es el Espíritu Santo quien, por intercesión de la Madre, llama y atrae, orienta, amonesta, aconseja y se dona por completo para que seamos capaces de desear esa morada.   

Pienso que, por habernos instalado es que, lágrimas y gemidos sean tan prestamente escuchados, y que todo sea tan vivido que se puede oler, tocar, saborear, reír, platicar, perdonar, adorar, creer, esperar, trabajar y llorar. Amar y seguir amando.

Aunque –por momentos- la dicha se haga esperar pero, por eso, tampoco echa en falta el  justo su ofrenda, ni a la virgen su aceite, ni los dóciles y sinceros la sabiduría, y así con todo.  

Y, por eso también, que ya no se desea nada que no sea noble, justo y verdadero.  
Y, también por eso, que se daría la vida por esa perla o tesoro.  

Por eso se entiende bien a Pedro, Santiago y Juan, cuando con gratitud e inocencia una vez dijeron: “Qué bien se está aquí”

Sin duda, María es el hogar.

Esta casa nunca nos será pedida, por gracia, será nuestra casa definitiva.

Amén

 

PD Para mi, la entrada a la casa definitiva, pasa por un campo de lavanda. 

14.10.20

De las cosas de cada día (I) Fiat mihi

Hace mucho tiempo vengo sintiéndome culpable por el hecho de que he dejado de escribir en el blog. La culpa viene de que alguna vez le prometí a Juanjo Romero, mi reclutador, que sería prolífica pero he dejado de serlo.

Hecha a un lado la culpa ya que, Juanjo de primero, sería quién –jamás- me culparía, paso a decir lo siguiente:

Efectivamente, por muchos años fui prolífica y ahora comprendo que fue porque me resultaba muy fácil serlo cuando aún pensaba que muchas cosas o casi todo dependía de mí.
 
Por el inmenso favor que me hace el Señor al despojarme de todo asidero,  es que ahora lo entiendo: “Nada puedo sin Dios” pero también que  “solo Dios basta”; aunque esto último como que todavía no está del todo asimilado. Ya  sucederá.

Resulta contradictorio? Pues, si, pero es que, así somos; nunca nos detenemos de pecar ni tampoco de necesitar de la misericordia de Dios.

Pues, bien, retomo con humildad el blog el día de hoy en la confianza y esperanza de que si, habiéndome estado considerando autosuficiente, el Señor se sirvió de mí para narrar sus maravillas, ahora también lo hará.

El nombre de este blog se lo debo a Bruno Moreno ya que, una vez le consulté sobre expresiones en latín que sirvieran para  manifestar de un alma exultante de gozo, las maravillas de Dios y fue cuando me confió la frase “Deo omnis gloria!”, es decir, “Sea a Dios toda la gloria!”; de tal manera que, bajo diferentes circunstancias, me propongo volver a cantar de Dios sus maravillas.

“De las cosas de cada día” será el título que utilizaré.

En este momento, miro embobada la aurora que despierta al nuevo día; sea anticipo de lo que nos espera.

Por María, en Jesús, al Padre, sea toda la gloria! 


“Dios nos sigue hablando hoy como hablaba en otros tiempos a nuestros padres, cuando no había ni directores espirituales ni métodos. El cumplimiento de las órdenes de Dios constituía toda su espiritualidad. [ ] Entonces como ahora, todo se reducía al más puro y sencillo abandono del alma a la voluntad de Dios, bajo cualquier forma que se presentase. Esta disposición, tan alta y bella, que constituía el fondo del alma de María, brilla admirablemente en estas sencillísimas palabras: Fiat mihi” 

JP de Caussade, SJ; de “El abandono en la Divina Providencia”, Editorial Gratis date