Tu bien lo sabes, Capullito de Alelí
El sábado asistí a una actividad de académicos y estudiantes universitarios de la cual salí intelectualmente muy enriquecida pero también profundamente humillada y nada más que para encontrarme inmediatamente al salir de edificio con Jaime Reyes el hombre de la sierra que llega a casa a rajar tablas de los árboles que se caen en nuestro bosque por causa de las ventoleras.

Venía pensando en escribir sobre cuánto me ha cambiado la agricultura pero además creo que hablaré sobre cuánto podría estar cambiándonos el trabajo cuando es realizado como medio para alcanzar una meta sobrenatural y con amor como respuesta al amor de Dios.
Hace pocos años se me presentó la oportunidad de ofrecer hospitalidad a uno de los hermanos de mi padre, un tío que -tan solo un año menor que él- era viudo, estaba muy enfermo y completamente arruinado.
El otro día una señora católica con la que crucé algunos correos me dijo (supongo que haciendo alarde del mejor de sus insultos) que ella no hablaba con miembros de “sectas católicas", refiriéndose al intercambio que manteníamos y a mi participación en el Movimiento Comunión y Liberación.





