Diez buenos cuentos llenos de buen humor

                       «Los expertos». Alexandre-Gabriel Decamps (1803-1860).

            

        

          

«No hay nada en el mundo tan irresistiblemente contagioso como la risa y el buen humor».

Charles Dickens

            

          

        

Lo pequeño es hermoso. Esta frase llena de verdad proviene del título de un famoso ensayo cuyo tema transitaba entre filosofía, sociología y economía (e incluso algo de teología), escrito en el año 1973 por el economista alemán, E. F. Schumacher, que se convirtió en un éxito de ventas el año de su publicación, sin que desde entonces haya dejado de venderse.

Pero aquí, no voy a hablarles se ese estimable y muy recomendado libro. Con la frase anterior me estoy refiriendo de nuevo al cuento como género literario, al relato, a la historia corta. Y es que, el tamaño en muchos casos no importa; y uno de estos casos es cuando tratamos de arte. Los buenos cuentos son un compendio de belleza y encanto fabricados con un reducido número de palabras y una gran abundancia de talento. Y en el concreto caso de este post, no solo lo pequeño es hermoso, sino que también es divertido. Y es que vuelvo a ustedes con una lista. Una lista con algo de lo mejorcito –en mi opinión–, pero que, como toda selección, es necesariamente injusta y, justamente por eso, se expone a ser criticada y discutida. Hoy le toca al humor.


LA OBRA DE ARTE. Antón Chéjov.

Se dice que Anton Chéjov realmente no contaba nada en sus cuentos, ya que simplemente se limitaba a mostrar. El escritor Vladimir Korolenko recordaba una conversación que mantuvo al respecto de este tema con él:

«”¿Sabes cómo escribo mis cuentos?” –Me preguntó Chéjov– “Así".
“Miró alrededor de la mesa, cogió lo primero que le llamó la atención, en este caso un cenicero, lo colocó delante de mí y dijo:

“Si quieres, mañana te enseñaré una historia …. titulada “El cenicero”. Y, mientras lo decía, sus ojos brillaban alegremente. En su mente ya estaban germinando vagas ideas, imágenes, aventuras sobre este cenicero, aún no revestidas de forma alguna, pero ya llenas del espíritu del humor…».

Algo de esto tenemos aquí.

León Tolstoi, un escritor normalmente muy parco en elogios, declaró sobre Chéjov:

«Su lenguaje es extraordinario. Desde el momento en que lo empecé a leer, me sentí totalmente cautivado por su lenguaje».

Humor y perfección técnica a pares dan como resultado un sencillo pero magistral relato lleno de comicidad, que arrancará en ustedes una sonrisa.


LA VIDA SECRETA DE WALTER MITTY. James Thurber.

Thurber es probablemente con S. J. Perelman, el literato norteamericano del siglo XX que más y mejor ha tratado con el humor.

En este relato, el más famoso de Thurber, publicado en el New Yorker en el año 1939, el protagonista, Mitty acompañado de su fértil imaginación, es todos nosotros alguna vez; ataviado con los sueños más conmovedoramente humanos, ingenuos e inocentes, Mitty va saltando de unos a otros, a través de todo el relato.

Pero el tono de suave humor con que es elaborada la historia no oculta su crítica velada sobre la moderna vida urbanita, materialista y consumista, así como tampoco su reivindicación de la necesidad para el hombre de evadirse de esa alienante vida hacia algo más elevado; y ello aun cuando ese algo sea ficticio, como es el caso del protagonista del relato.

Todo lo cual no es óbice para que el breve cuento también deje adivinar, sobre todo en sus últimas líneas, el horror que esperaba a los hombres como Mitty apenas unos meses más tarde.


HIJOS NORUEGOS. Miguel Mihura.

Uno de los relatos absurdos y disparatados de Mihura, calificados por el escritor madrileño y algún otro colega, como Antonio de Lara,”Tono”, de humor nuevo. Un nuevo humor que llega a España a principios del siglo XX de la mano del precursor y maestro de toda una generación de humoristas –entre los que está Mihura–, Ramón Gómez de la Serna. En este relato divertidísimo, Mihura hace uso de su forma de hacer humor, partiendo de una realidad absurda que rompe las reglas de la lógica y del sentido común de principio a fin. En este caso, que un matrimonio de Albacete esté en disposición de traer al mundo niños, no es nada extraño, más bien es lo natural; el caso se hace preocupante cuando los niños que conciben y traen al mundo no son albaceteños, ni incluso españoles; son noruegos de pura cepa.


LOS MCWILLIAMS Y EL TIMBRE DE ALARMA. Mark Twain.

El sentido mordaz del humor de Twain se muestra aquí en su máximo esplendor. La lógica es usada por el escritor norteamericano para pervertir su fin de que prevalezca el sentido común. Si usted no ha comprado aún un sistema de alarma de esos que proliferan por ahí en estos tiempos de okupas, pero tiene intención de hacerlo, no lea el relato. Y si ya lo ha comprado, tampoco. Solo a aquellos que puedan vivir al margen de tales tecnologías les conviene reírse con el relato. En serio, no me tomen en serio lo que acabo de decirles, y lean todos ustedes el cuento. No se arrepentirán.


EL RATÓN. “Saki”.

Héctor Hugh Munro, más conocido como “Saki”, es uno de los cuentistas más celebres del idioma inglés. En ocasiones grotesco, siempre irónico y sutil, en esta historia, tan económica en palabras como en argumento, “Saki” parece decirnos, de forma divertida, que no hay beneficio alguno en preocuparse por lo que piensan los demás. Un hombre, una mujer, un ratón, y una desnudez son los elementos con lo que juega el escritor inglés para delicia de todos.


EL CAMARADA BINGO. P. G. Wodehouse.

No podía faltar aquí un relato del genio Wodehouse. Una difícil tarea el elegir un solo cuento entre su prolífica producción. Pero se ha hecho. Y el elegido, tras muchas dudas, ha sido un relato del ciclo Jeeves y Wooster. Aquí, uno de los tantos amigos de Bertie Wooster en dificultades amorosas, Bingo, ve mezclado su romance con las duras directrices de una ideología tan poco romántica –a pesar de los esfuerzos de John Reed– como es el comunismo. Divertidísimo como todo Wodehouse, con esa profusión, casi insultante, de metáforas y comparaciones desternillantes e imaginativas, marca de la casa de este genio del humor.


UN MARIDO SIN VOCACIÓN. Enrique Jardiel Poncela.

Junto con el ya citado Miura, otro de nuestros grandes humoristas del absurdo, pertenecientes ambos a la que se dio por llamar, parafraseando a la conocidísima generación de poetas del 27, la generación de humoristas del 27. En este cómico relato, Jardiel Poncela hace un alarde estilístico y de imaginación al contar su historia por medio de un lipograma (RAE: «Texto en el que, por artificio literario, se omiten deliberadamente una determinada letra o un grupo de letras»). En esta ocasión la letra no utilizada es la “e”, la de más uso en español. Jardiel hizo este ejercicio en cinco cuentos, eliminando en cada uno de ellos una vocal, que fueron apareciendo en el diario La Voz entre 1926 y 1927. Este es quizá el más famosos de todos ellos. Les aseguro que se divertirán.

 

UN ACCIDENTE ABSURDO. Graham Greene.

Un atípico cuento del, según él, mejor de los escritores malos. Greene no escribió muchas historias de humor, pero tras leer esta no puede decirse que fuera ajeno a la tradición humorística británica, de la que este relato es una magnifica muestra. La historia, como mucho en Greene es moral. En este caso el autor nos dice que no importa lo terrible, grotesco o ridículo que nos suceda, todo puede arreglarse si encontramos a la persona adecuada, que la mayor parte de las veces, al final, es aquella cuyo pronombre se ha de escribir con mayúscula. No es este el caso, por cierto.


LA NARIZ. Nicolás Gógol.

Gógol tenía un verdadero don para caricaturizar a los burócratas más mezquinos y codiciosos y transformarlos en personajes literarios grotescamente divertidos. Sin embargo, la razón de ser de sus relatos no era simple divertimento.

La nariz se trata precisamente de lo que parece decirnos su título, de una nariz. El protagonista se despierta un día sin su apéndice nasal y descubre que este se ha emancipado de él, y que disfruta de su nueva independencia caminando por las calles de San Petersburgo.

Por supuesto, nuestro héroe pretende recuperar su nariz porque, como decirlo… un hombre sin nariz simplemente carece de toda dignidad.

Ahora, bien, no es solo la pérdida de tan precioso apéndice lo que angustia e irrita al héroe. Es que ademas, la liberada nariz tiene la desfachatez de vivir de acuerdo a un nivel social y económico mucho más alto que aquel en el que malvive nuestro hombre. ¿A dónde llevará todo esto? Lean el relato, y luego me cuentan.

 

EL COCODRILO. Fiódor Dostojevski.

¿Dostojevski escribiendo un cuento humorístico? Parece extraño, y ciertamente lo es. El argumento es tan simple como grotesco: un pobre hombre es comido vivo por un cocodrilo pero, contra toda lógica, permanece vivo en su interior, y los intentos de los periódicos, plenos de fallas y errores, para informar sobre el acontecimiento, no hacen más que sumirnos en una disparatada y cómica lectura.

Dostojevski en su autobiografía confesó que con este cuento pretendió escribir una historia satírica y fantástica a imitación de La nariz de Gógol, al que admiraba. El objeto de la sátira son los círculos políticos liberales y a sus publicaciones, con los que Dostojevski solía polemizar.

4 comentarios

  
Haddock.
Si se hiciera una geografía del humor, ganaría el cristianismo por goleada.
¿Alguien se imagina a Hitler ,a Stalin o Mao en una cena coronándola con risas e ingenio en los postres?


24/03/24 12:33 AM
  
Recemos X el Papa
Tiene usted razón, seguramente esa tríada de tiranos acabarían en una sobremesa con chistes y comentarios despectivos sobre homosexuales, enfermos de sida, marroquíes, verdad?
24/03/24 7:56 PM
  
Tineo
Solo por este blog ya estaría justificada la existencia de infocatólica. Muchas gracias por este gran trabajo.
26/03/24 9:15 PM
  
M. A.
Gracias. Me he reído con el de Mihura un rato largo.
28/03/24 10:52 PM

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