Shakespeare, Julieta, Romeo y el amor

                        «Romeo y Julieta». Ilustración de Jennie Harbour (1893-1959).


 

  

«Si el amor es ciego, el amor no puede dar en el blanco».

Romeo y Julieta II, 1

  

 

Suele describirse a la tragedia Romeo y Julieta, de William Shakespeare, como el epítome del amor romántico entre un hombre y una mujer. Pero, a salvo de mejor opinión, creo que esto es, al menos en parte, un error. Muy probablemente la forma en que Shakespeare quería que se leyera y entendiera su obra es otra, aunque quizá hoy, más que nunca, resulta difícil apercibirse de ello.

No cabe duda alguna de que el argumento central de la obra es el amor, pero estarán conmigo en que no se trata de cualquier amor, y mucho menos del Amor con mayúsculas, sino de uno joven y adolescente, inmaduro y alocado. Y por ahí es por dónde creo se desliza el equívoco, en la identificación de esta pasión amorosa descabezada que tan gráficamente se muestra en el drama, con el Amor mismo.

Y así, la lectura habitual de la pieza parece referirnos a la historia de un amor dónde la mala suerte o el destino es quien interviene decisivamente en su fatídica resolución, y en la que los amantes no son en absoluto responsables de la desgracia que sufren. Otra de las lecturas clásicas carga las tintas en la interferencia de los padres como la causante del infortunio, ya que sería la intolerante relación entre las familias la que destruye el irreprochable enamoramiento de los protagonistas, conduciéndolos irremediablemente a una trágica muerte. E incluso hay quien culpa directamente a los amantes del fatal desenlace.

Pero quizá podamos ver algo más si nos reencontramos con lo que es realmente el amor, o al menos con lo que debería ser.

Como resalté en el artículo inmediatamente anterior a este, no deberíamos confundir el amor con sus efectos concomitantes.

Por lo tanto, el amor no debería ser reducido a un mero sentimiento, aunque esta sea, por supuesto, una de las características que deben acompañarle, y deliciosamente, por cierto. Pero, por muy apasionado que este sentimiento pueda llegar a ser, nunca deberá conducirnos a abandonar otro de los aspectos propios del amor, como es el de la medida y la cautela que ayudan a conformarlo y darle vida. Y creo advertir que de algo de esto va Romeo y Julieta, porque, «si el amor es ciego, el amor no puede dar en el blanco».

Y así, la pieza trataría, por contraste, de aquello que no debería ser el amor, o más bien de a dónde nos puede conducir un amor desbridado e imprudente, abandonado de toda voluntad y cuidado. Un apasionado ejemplo de a qué consecuencias puede llevarnos el sentimiento pasional que acompaña al amor, y del cual nace, cuando se aleja de él. La obra es, pues, un muestrario de lo que nos ofrecerán los sentimientos concomitantes al amor alejados de las virtudes de la prudencia y la templanza que deben acompañar siempre a toda acción humana. Como aconseja a Romeo el personaje de Fray Lorenzo: «prudente y despacio. Quien corre, tropieza». El mismo personaje, más tarde, se extiende sobre ello al declamar:

«El gozo violento tiene un fin violento
y muere en su éxtasis como fuego y pólvora,
que, al unirse, estallan. La más dulce miel
empalaga de pura delicia
y, al probarla, mata el apetito.
Amad pues con moderación; el amor permanente es moderado.
El que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va despacio».

Pero, al tiempo que proclama esas cautelas, Shakespeare nos habla también de las consecuencias que pueden seguirse de olvidar otro aspecto importante.

El amor romántico nace y se desarrolla envuelto en las turbulencias de la pasión. Hay en él una confluencia perturbadora de deseo, sexo y, a no olvidar, de la pulsión natural que impulsa a un hombre y a una mujer a donarse mutuamente y a fundirse en esa donación. Todo lo cual lo convierte, sin perjuicio de su grandeza, en algo de muy difícil manejo y gestión para los jóvenes que se enfrentan por primera vez a él.

Por tal razón, no deberíamos dejar a los jóvenes solos cuando enfrenten ––como necesariamente enfrentarán–– las pasiones amorosas juveniles, ni desampararlos o mal aconsejarles, y mucho menos empujarles a entregarse sin medida ni reflexión, tal y como acontece en la obra y como hoy sucede con demasiada frecuencia, un día sí y otro también. Por eso en estos momentos la lectura de Romeo y Julieta, su correcta lectura, es tan necesaria.
Joseph Pierce nos lo cuenta:

«Este fracaso de los personajes adultos sirve de contrapunto moral a las pasiones traicioneras de la “juventud". Es como si Shakespeare ilustrara que los jóvenes se desviarán trágicamente si no son frenados por la sabiduría, la virtud y el ejemplo de sus mayores. La tragedia final es que esta lección sólo la aprenden los Capuleto y los Montesco tras la muerte de sus hijos. Sin embargo, la lección se aprende y el consiguiente restablecimiento de la paz proporciona una catarsis triste pero consoladora».

Pero en el famoso drama amoroso de Shakespeare, como en todo clásico, hay todavía más.

Chesterton, por ejemplo, en su biografía de Chaucer, y en referencia a esta pieza, nos llama la atención sobre el carácter misterioso y extraordinario del amor romántico:

«Lo que se puede aprender de “Romeo y Julieta” no es una nueva teoría del sexo; es el misterio de algo mucho mayor de lo que los sensualistas llaman sexo y los canallas  atracción sexual. Lo que se aprende de “Romeo y Julieta” no es llamar al primer amor, amor juvenil, por no llamarlo amor pasajero o flirteo, sino comprender que esas cosas que un millón de vulgarizadores han vulgarizado, no son vulgares. El gran poeta existe para mostrar al hombre pequeño lo grande que es».

Porque el amor no es algo vulgar, ni tampoco ordinario y corriente, por más que sea frecuente; ni siquiera el, a veces pasajero, amor juvenil. El amor es algo formidable, siempre especial y delicado, incluso el imprudente y juvenil, y es un lugar –si un lugar–,  donde ese hombre pequeño que todos somos se hace grande. 

Es cierto que la historia se torna sombría y trágica, pero ello no debe disuadirles de ofrecérsela a sus hijos. Decía William Hazlitt que en Romeo y Julieta «el espíritu de la juventud está presente en cada línea, en la embriaguez de la esperanza y en la amargura de la desesperación». Precisamente, es esa falta de un final feliz la que podría convertir la obra en una buena lectura, una lectura apasionante y, a un tiempo, cautelar, que deleita e instruye en armonía con el díptico horaciano.

Aunque, como señala John Senior, quizá sea conveniente hacer también alguna que otra advertencia:

«La lectura de “Romeo y Julieta”, por ejemplo, puede impresionar una imaginación viva. Estos amantes, se enamoran de un modo desesperado y ardiente, pero la lectura de estos bellos pasajes puede conducir al pecado, como el caso de aquellos condenados de la Divina Comedia, a quienes el Dante atribuye su suerte a la lectura de una novela cortesana. “Ese libro fue un galeotto”, dice Francesca, y galeotto significa en italiano proxeneta. Estas lecturas suponen paralelamente una formación moral estricta, seria, exigente y enérgica».

Así que, estén ahí, en sus lecturas, en la lectura de Romeo y Julieta, junto a ellos, orientándolos y charlando sobre la obra, antes, durante y después de la lectura de la misma.

Porque, este drama no solo es un clásico, sino, también uno de los buenos libros. Y es que, rectamente leído, podría ayudar a nuestros hijos a desprenderse del concepto confuso y desvirtuado que del amor hoy impera y, a la vez, a ayudarnos, tanto a ellos como nosotros, a enfrentar su primer encuentro con el amor romántico de forma más conveniente. ¿No creen?

9 comentarios

  
Beatriz
Muchas gracias, don Miguel por este artículo. Siempre he tenido mucha prevención a esta obra de Shakespeare, y no entendía cómo autor tan magnífico y cabal había escrito una obra así. Y mire que no era muy difícil verlo, sabiendo la intención de Fernando de Rojas escribiendo La Celestina.
Reitero mi agradecimiento. Un saludo.
20/06/22 1:38 PM
  
África Marteache
En un tiempo pasado estas leyendas, la de Tristán e Isolda, la de Romero y Julieta y otras que ahora no me vienen a la mente, pudieron ser interpretadas en su forma más trágica como el triunfo de la intensidad de lo efímero, puesto que los románticos siempre pensaron en morir jóvenes. Pero el Romanticismo es un movimiento anticuado que no ha dejado más que huellas de lo romántico bastante desfiguradas. Hoy en día este tipo de amores no son modelo para nadie porque, si bien lo efímero está de moda, la intensidad no lo está. Las ideas de aquellos amores locos, muchos de ellos sin llegar a consumarse, penetrando hasta el fondo del alma y apoderándose de ella en su totalidad, hoy se ven interceptadas por el relativismo que es más efímero todavía y, además, tendrían que luchar con el egoísmo, que es patrón dominante, y que aparta de nosotros lo que no es conveniente. Amores fáciles sí, amores que afronten las adversidades no.
Es lógico que Shakespeare pusiera en conocimiento de la juventud este modelo trágico porque entonces había muchas causas por las que gente estaba dispuesta a dar la vida: la patria, el amor, etc...pero en este momento dar la vida por cualquier cosa es lo que se pretende evitar, con gran eficacia por cierto. Así que no veo el peligro de esta obra ni siquiera aunque alguien se la tomara como suponía Beatriz.
Hoy en día el Romanticismo, aunque la obra de Shakespeare y la mayoría de las leyendas sean anteriores, es lo que menos se desea incentivar. No interesa ni eso ni el realismo, lo que interesa es el triunfo fugaz de las cosas fugaces que no cuestan nada, el "aquí te pillo y aquí te mato", la satisfacción momentánea de los sentidos y luego el olvido.
Así que, aunque parezca mentira, Romeo y Julieta pudieron ser tomados más en serio en épocas serias en las que algunos jóvenes intentaran ser rebeldes por ese medio, pero no hoy.
No creo que ningún joven tome como modelo a Lord Byron o Mariano José de Larra y, por la misma razón, tampoco veo que los Capuletos y los Montescos se peleen por el inconveniente de las relaciones de sus hijos teniendo en cuenta las tragaderas que tienen que tener los padres de hoy.
20/06/22 2:37 PM
  
África Marteache
Otro tanto pasaba con los amores adulterinos, reflejados en multitud de novelas, todos vemos la tragedia reflejada en Anna Karenina, por ejemplo, lo que hace que un joven pueda sentir simpatía por ella y eso es peligroso. Pero hoy en día para un adulterio no se necesita que Tolstói se esfuerce tanto porque detrás del adulterio no hay más que inanidad y la lucha entre el bien y el mal no aparece.
La lectura que se hace hoy de esa novela es la típica de los progres: los tiempos pasados eran malísimos y llevaban a decisiones funestas por puro atraso cuando la cosa es bien sencilla.
20/06/22 2:51 PM
  
Luis López
Romeo y Julieta es una obra maravillosa desde el coro inicial hasta su final.

Lo cierto, según pienso, es que el amor de esos jovenes difícilmente hubiera superado la prueba del tiempo. El morir como lo hicieron les convierte en mitos, pero sí hubieran vivido juntos mucho tiempo, y comprobasen cómo el insidioso paso del tiempo devasta la belleza y las ilusiones, poco les hubiese valido esa llama inicial que con la misma fuerza que se enciende se apaga.

Un amor demasiado impulsivo, demasiado centrado en la belleza física de los amantes es bellísimo mientras dura -ahí está la obra del Cisne de Avon- , pero a la larga se requieren cimientos más sólidos para sobrevivir, no tan fugaces como el amor apasionado de la juventud. A ellos se refería nuestro Cervantes cuando dijo que "los matrimonios por amor llevan siempre aparejada la ejecución del arrepentimiento"
20/06/22 6:23 PM
  
Haddock.
Contra Shakespeare no puedo hablar, nobleza obliga.
Pero nunca me callo que el romanticismo es idiología perniciosa, caballo en el que suben los adolescentes desbordados por sus testosteronas y estrógenos, mezclando churras con merinas e idealizando y dando una dimensión mística a algo más sencillo. Se confunde la plenitud a la que estamos llamados con los ojitos de la moza de turno.
Dios me concedió el enorme don del amor de verdad y el saber reconocerlo. Lo he visto en ancianos abrazados que no sabes quién sujeta a quién. Hoy en día Romeo y Julieta se habrían separado al año de matrimonio.
Volviendo a Shakespeare: "The rest is silence"



20/06/22 9:23 PM
  
perenolasc
Haddock:
“Hoy en día Romeo y Julieta se habrían separado al año de matrimonio.”

Apreciado capitán: creo que esta vez peca usted de optimista, hoy en día Romeo se habría casado con Mercucio (!!) y Julieta con agujas y tatuajes lideraría un grupo feminista radical.
20/06/22 11:16 PM
  
Scintilla
A mí la historia de Romeo y Julieta me hace reivindicar de nuevo las bondades del rapto: hijo mío, si estás casado y el matrimonio es rato y consumado, no marees la perdiz y llévate a tu mujer donde podáis vivir como lo que sois, una sola carne al servicio de Dios, que con Su ayuda, que os ha ofrecido a través del sacramento, saldréis de las que os vengan.
Hay una especie de desconfianza de Dios y una confianza en el arte y la técnica en el drama que siempre me han desconcertado.
Yo nunca he visto un problema de juventud. Mira tú Isabel y Fernando, con 18 y 17 respectivamente, contra el parecer de todo el mundo, incluido el papa. Eso es un hombre y eso es una mujer. Lo demás son tonterías de las entenebrecidas mentes de Albión y los que hoy somos sus esclavos. De hecho, siempre he tenido para mí que el cuento de Shakespeare es una versión torcida y malévola de aquel gran matrimonio.
21/06/22 11:07 AM
  
Scintilla
Para mí que ni se habrían separado ni habrían terminado metidos en el mundo lgtbero; al menos directamente, sino con Romeo denunciado por estupro y pederastia, y la Iglesia como encubridora de abusos. Sus imágenes serían portada de la campaña para evitar que las niñas se casen: porque todavía en patriarcado y la religión católica destroza el porvenir de nuestras jóvenes. Que tengan estudios, dejádnolas a nosotros, los de la universidad, que les vamos a quitar las ganas de casar y tener hijos. A unos y otras. Y, si podemos, los volvemos del revés. Si allí se encuentran, que todo quede en un polvete y si te he visto no me acuerdo. Uno más.
21/06/22 11:12 AM
  
Carsten
Excelente entrada, don Miguel.
En el colegio, mi profesor de Literatura hizo este comentario acerca de Romeo y Julieta: "Eso no es amor, es calentura de adolescentes".
Me gustaría que hubiera dicho algo un poco más sesudo, como usted.

Y una vez escuché a un rector de Seminario decir que la Iglesia tuvo que reformar su disciplina sobre el Matrimonio gracias a Romeo y Julieta, por un lado; y a Isabel y Fernando, por el otro.
Porque antes, no se exigía un consentimiento libre expreso para la validez del Sacramento. Lo cual se reformó en la Edad Moderna, pero Romeo y Julieta no creo que hayan tenido nada que ver. Isabel y Fernando, por otra parte, podría ser...
Aunque nunca vi ninguna prueba de ello.

No creo que Romeo y Julieta sea una versión retorcida de los Reyes Católicos, por las mismas razones que dice Beatriz: sería raro que un autor de los quilates de Shakespeare hiciera semejante basura.

Y hoy en día: Romeo y Julieta no tendrían ni la oposición de los padres, ni ganas de casarse. Ni siquiera haría falta que se las quitaran en la Universidad.
24/06/22 11:05 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.