70º aniversario de la masacre republicana de Cabra
Siete de noviembre de 1938. Quedan cinco meses para que termine la Guerra Civil. El frente está en el Ebro, el Ejército Popular está en preparativos para volver a la margen izquierda del río. El intento de ofensiva republicano fracasa. A cientos de kilómetros, un pequeño pueblo de Córdoba —Cabra— ha recuperado la normalidad. Es día de mercado. Acuden cientos de almas.
07.31 horas, tres aviones de fabricación soviética, los Katiuska SB-2 del ejército republicano, dejan caer una veintena de bombas que asesinan 101 personas —96 en el acto— y más de 200 heridos, mujeres, niños y ancianos.
Todavía se desconocen los motivos para la matanza republicana (quizá el mismo móvil que el guiaba al abuelo de Zapatero, el tiro en la nuca), no había tropas, no era escenario de operaciones. Zona campesina y alejada de vías de comunicación. Los responsables de este crímen de guerra republicano no respondieron a la Justicia (uno entre cientos). Quizá cuando a Garzón le operen las meninges la laringe, pueda menterle mano al asunto.
El año pasado escribía, el nada sospechoso, Arcadi Espada:
Pero, no eran vascos, no tenían un Picasso que pintase sus gritos, ni sus lágrimas conmovieron a nadie.
Hoy que se pretende reescribir el pasado y volver a dibujar las fronteras de buenos y malos, nadie se acordará de esta masacre y siempre nos quedará Guernica.
Decididamente, el bando franquista ganó una guerra, pero perdió la propaganda.
En homenaje a esas victimas y pensando en sus verdugos, los que arrojaron las bombas y los que dieron las órdenes, tomo de Don Claudio Sánchez Albornoz, estas palabras: «paz, piedad y perdón» esperando se termine de una vez esta locura de reescribir la Historia.
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