Ocho horas en poder de los rojos
Cuando un visitante entra en el templo parroquial de Braojos de la Sierra queda impresionado sin duda ninguna. Entre otras riquezas, pueden contemplar cinco espléndidos retablos barrocos, uno de ellos nada menos que de Gregorio Fernández con pinturas de Vicente Carducho.
Suelo decir a las personas que se acercan a conocernos y disfrutar de nuestra riqueza patrimonial, que la suerte de Braojos fue que por aquí no pasó apenas la guerra civil, al contrario que en tantas otras poblaciones, algunas muy cercanas como el caso de Gascones, que sufrieron graves daños en su patrimonio religioso hasta llegar, en el caso de esta última localidad, a ver apenas cuatro paredes en pie de su iglesia parroquial.

Una de las cosas que más tristeza e indignación me causan es que haya gente que desprecie a Rafaela, Joaquina y Manolo con un triste “para cuatro que van no merece la pena” o peor aún “total para cuatro viejas".
Ayer me invitaron a acudir a una reunión de sacerdotes de un arciprestazgo de Madrid capital para contarles qué es eso de la pastoral rural.
Reunión de un equipo de sacerdotes. Se hablaba de dar más tiempo al sacramento de la reconciliación y de estar mucho más disponibles para las confesiones. Uno de ellos, desde la autosuficiencia del “sobrado” exclamó: