La culpa fue del cha cha cha
Uno se hace sus preguntas. La esencial, sin duda, es el sentido de nuestro ser Iglesia y qué es lo que Cristo espera de nosotros. Posiblemente, y de forma implícita, se supone que todos lo debemos tener claro, pero quizá no nos viniera mal recordarlo de vez en cuando.
Me atrevo a decir lo que yo entiendo. Creo que nuestro objetivo como Iglesia, como diócesis, como parroquias, solo puede ser este: que todos los hombres se conviertan a Jesucristo, se bauticen, vivan santamente en este mundo y después de esta vida alcancen la felicidad eterna. Y me atrevo a decir que esto no lo escucho en parte alguna y mucho menos expresado con toda claridad y contundencia. No sé si es porque se supone que ya lo sabemos o por ese pudor que nos hace vivir entre complejos por si acaso se meten con nosotros.