Seis procesiones y una romería
Este es un resumen de mi calendario desde mañana y hasta el 8 de septiembre. Y esto además de la vida ordinaria de las parroquias.
La fe desnuda, despojada de todo lo que podríamos llamar accesorio, es prerrogativa de ciertas almas que han alcanzado el summum de la contemplación. El resto de los mortales vamos sacando adelante nuestra vida de fe con el imprescindible, para muchos, apoyo de la religiosidad popular, las viviencias de la infancia, las costumbres del pueblo y las tradiciones seculares. Ojalá pudiéramos caminar por las sendas de la fe y la santidad sin más alas que las del Espíritu Santo ni más compañía que las legiones de ángeles, arcángeles, querubines y serafines, sin despreciar principados y potestades. No es lo normal. Lo más habitual es que necesitemos unas buenas muletas en forma de procesión de la patrona, subasta de varas, misa por los difuntos, romería a la ermita y ofrenda de flores como hacían mi abuela y mi madre.

El P. José era claramente pesimista en lo que él veía una deriva hacia el abismo de toda la Iglesia católica. Por eso, fatalmente, nos decía a sus alumnos:
Me llaman unos amigos hace días: