30.03.13

La trastienda de las celebraciones y el ruego de que nos disculpen

Días de locura. Dejadme que os cuente hoy esa “trastienda” que uno maneja cuando llegan los días de la semana santa. Porque claro, uno va a los “oficios” a la iglesia que sea y se lo encuentra todo hecho. Y no sabéis lo que es poner todo a punto.

La cosa comienza semanas antes: ¿te encargas de pedir el cirio? ¿Nos quedan velitas del año pasado? ¿Cómo andamos de incienso y carbones? Porque estas cosas no se pueden comprar a última hora.

Llega jueves santo. Y con él las prisas. ¿Dónde pusimos la jarra y la jofaina del lavatorio? ¿Y el paño humeral para trasladar el Santísimo? ¿Tú has visto la semanilla –librito con todas las celebraciones de semana santa-? Y claro, acuérdate de que las campanas toquen cuando deben y no cuando quieran, y de encontrar los libros, de encargar las flores, de ensayos con monaguillos y preparar lectores y monitores. La fotocopiadora es fácil que decida que justo el jueves santo no funciona. Y las velas tienen una extraña tendencia a declararse en huelga justo en los peores días. Los mismos micrófonos no es extraño que se rebelen ante el “espontáneo” que ha decidido jugar con los mandos. Pero bueno, ¿aún sin poner el monumento? ¿No ha traído todavía Juana los manteles? Siempre, siempre, se olvida algo…

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29.03.13

Anécdotas de la semana santa

Sucedidos reales. Algunos propios, otros, de varios compañeros. Pero cosas que te saltan en estas especialísimas celebraciones del triduo pascual:

- Mañana de jueves santo. Repaso total en la iglesia a todos los detalles de la celebración. Delante del monumento un enorme centro de flores que hace inútil toda posibilidad de poder dejar el Santísimo en su lugar. Lo cojo y lo coloco a un lado. Marcho al pueblo vecino a celebrar el jueves santo y al volver a la siguiente celebración, de nuevo el enorme centro tapando el paso. Lo digo: no puede estar ahí, mejor al lado, y lo vuelvo a colocar en un lateral. Y según acabo la misa y me dispongo a dirigirme al monumento ¡el centro en el medio y además con dos macetas al lado! Imposible dejar el Santísimo. Así que salté por encima de las flores, me tropecé, no se cayó el Santísimo de casualidad y conseguí dejarlo en su sitio sin más bajas que las flores por el suelo, la casulla manchada, una maceta caída y servidor que no acababa de reponerse del susto. Aún me dijeron al acabar: pero qué bruto, pero no respondí porque era jueves santo.

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28.03.13

Hazme toalla, Señor

Día de jueves santo. Publicada por primera vez en el 2009.

Jueves Santo otra vez. Dios inmanente.
Colocados los cirios y las flores
y el pan y el vino, postreramente amores,
del Amor que se vuelve a hacer presente.

Nada queda por hacer. Nada es urgente.
Pero llega el Señor de los señores
y agachado a los pies de hombres traidores
lava sus pies, sus manos y su frente.

Quién tomará, Señor, entre sus manos
esa toalla que enseña sin sonidos.
Quién lavará los pies a sus hermanos.

Toma Jesús mi vida y mis sentidos,
mi futuro, mis planes tan humanos,
y hazme toalla, por Ti, para los míos.

27.03.13

A vueltas con el papa Francisco

Y dale con tirarle a uno de la lengua. Apenas un par de semanas con el papa Francisco y que si me parece bien, que si vaya gestos, que mira qué cosas, que parece todo nuevo, que ojo el jueves santo, que si llamó por teléfono…

No me parecen mal los gestos. Pero voy a señalar algunos peligros que estoy notando no en el papa, sino en periodistas y católicos de a pie.

- Pensar que los papas anteriores no eran suficientemente humildes, buenos, sencillos y cercanos a los pobres, o que no estuvieron suficientemente cerca del evangelio. Podría dar la impresión de que este papa sí que es bueno… y no como otros que hemos tenido. Sería una enorme injusticia. Por ejemplo el gesto de Benedicto XVI de renunciar y enterrarse en vida me parece algo sublime.

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26.03.13

Por qué hago el lavabo en misa

Lavabo y manutergioFui ordenado sacerdote a finales de 1979. El momento eclesial era el que era y como es natural uno era hijo de su tiempo. Me formaron en el postconcilio más radical y en consecuencia todos los tópicos doctrinales y celebrativos de los años ochenta tuvieron en mí un ferviente seguidor.

Con el paso del tiempo vas evaluando cosas y te das cuenta de que aquello no llevaba a sitio alguno. Lo que acabas descubriendo es que lo que se había presentado como la quintaesencia de la fidelidad, lo auténtico, lo más evangélico y fiel al hombre no era más que un conjunto de nada envuelto en buena voluntad.

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