¿Decepcionados con el papa Francisco?
Es la impresión que tengo. Después de trece meses de pontificado de Francisco mucha gente está empezando a sentirse decepcionada.
Con este papa ocurre una cosa realmente curiosa. Su elección fue recibida con prudencia y cierto recelo por lo que la gente vulgarmente denomina “los sectores más conservadores de la Iglesia”. Eso sí, como el papa es el papa, desde ahí apenas se intuyen críticas abiertas a su ministerio. Se deja caer, algún pequeño matiz, ya veremos, hay que rezar…
Todo lo contrario en los sectores más progresistas de la Iglesia. ¿Recuerdan? El nuevo Juan XXIII, la primavera, sobre todo primavera, los aires renovados del concilio. Y como los sueños sueños son, hasta adelantaron su hoja de ruta para los próximos meses y años: sacerdocio de la mujer, mujeres cardenales, comunión a divorciados vueltos a casar, aceptación de parejas homosexuales, celibato opcional… Amén de la inmediata aceptación de la renuncia del cardenal Rouco en Madrid.

Decidió que mejor pasaran unos días. Pero cuando el buen cura vio que Rafaela entraba en la sacristía el mismo lunes de pascua se temió lo peor. Se conocían muy bien y casi que se lo esperaba.
Te quedas, como vulgarmente se dice, a cuadros. Llevaba yo creo que años y años sin ver a Piedad. Bonito encuentro de amigos, del cura con una antigua feligresa. Creo que los dos hemos cambiado. Ella cada vez más progre y liberal. Servidor, por lo visto, convertido en un radical de cuidado. Cosas de la vida.
Quisimos hacer una fe desnuda, tan desnuda, que mucha gente se quedó huérfana. Decidimos que “su” fe, apoyada en imágenes, devociones, tradición, sentimiento e incluso mucho sentimentalismo, traducida en ofrendas, promesas, penitencia era una fe que nosotros, con la boca llena del “hay que respetar” decidimos unilateralmente calificar de “falsa”, “mágica”, “preconcliliar” y “alejada de la realidad”.
Me sucede año tras año. En cuanto empiezo a preparar las últimas cosas del jueves santo normalmente en la tarde del miércoles, se me pone un nudo en la boca del estómago que me dura hasta la mañana del viernes. Cosas mías, qué les voy a decir.