Rafaela hizo escrache
Hablé con Rafaela la otra noche. La cosa de saber cómo están, qué tal todo por el pueblo… Y con esa disculpa preguntarle por lo del escrache que servidor había escrito unos días antes.
Ella sabe perfectamente lo que es eso del escrache: ve la tele, escucha la radio y está bastante al día. Así que a lo tonto le conté lo que había escrito y le fui tirando de la lengua.
Mira, me dijo, a mí eso de que a la puerta de tu casa se te ponga una panda de gente pegando gritos y llamándote de todo pues no me parece bien, porque arreglar las cosas así a lo único que lleva es a más violencia cada vez que al final nos acabará salpicando a todos.
Ahora bien ¿sabes que yo hice algo parecido en una ocasión? ¿No te lo he contado nunca?

Siempre hay un espabilado que, con voz de suficiencia, y como si acabara de descubrir la cuadratura del círculo proclama con una medio sonrisa de conmiseración ante los pobres mortales que tienen la paciencia de escucharle, eso tan poco original de que “es preferible un sacerdote comprometido con los pobres, que uno puntilloso en la liturgia o la doctrina”.
Si en algo estamos de acuerdo todos es que sor Lucía Caram, como la España de Fraga, “es diferente”. Un día se encontró con un micrófono en la mano y unos palmeros que jaleaban sus ocurrencias y desde entonces no ha dejado de hacer méritos para estar cada día en el “candelabro” mediático, sin importarle a costa de qué.





