Mi Cristo roto
Muchos lo recordarán. Era un precioso libro del P. Ramón Cué, jesuita, que fue origen de una serie de meditaciones. Ante una imagen de Cristo, roto, va orando y hablando con el crucificado.
En La Serna tenemos un Cristo roto. No tanto como el del P. Cué, pero sí bastante deteriorado. Tampoco era una obra de arte de siglos. Un Cristo de apenas 50 centímetros, de esos de Olot, de principios del siglo XX. Bonito, que despierta devoción. Un Cristo colocado en el presbiterio desde hace muchísimos años. El Cristo que en semana santa abandonaba su lugar para ser adorado el viernes santo y recorrer La Serna en un emotivo viacrucis. Un Cristo humilde que ocupa de siempre un muy discreto lugar en la pared del presbiterio al lado del evangelio.