2.06.09

Certero análisis de la delegación de juventud de la diócesis de Getafe

Se puede decir más alto pero no más claro: “el problema actual de España no radica tanto en las políticas educativas y juveniles laicistas cuanto en la secularización de tantos corazones bautizados que al perder su identidad dejan de ser luz en la oscuridad“. ¿Quién puede negar que hay mucha verdad en esa afirmación de la delegación de juventud de la diócesis de Getafe?

Ciertamente el mayor problema no está en el mal que hacen los malos sino en aquellos que abandonan el bien y la gracia del evangelio para dejarse arrastrar por el mundo. Ahora bien, eso no significa que debamos pensar que las leyes que emanan de los parlamentos no juegan un papel esencial en la descristianización de España. San Pablo decía en Gálatas que la ley mosaica era fue pedagogo que nos llevó a Cristo. También afirma el apóstol que por la ley pudimos saber qué era pecado. Aunque eso se dice de la ley de Dios para el pueblo de Israel, toda ley, religiosa o civil, tiene un componente pedagógico.

Cuando se legaliza para favorecer el aborto, se están lanzando la idea de que el aborto no es lo que es: un asesinato. Cuando se facilita el divorcio o cuando se aprueba una ley que pone a las uniones sexuales al mismo nivel que el matrimonio natural, se está lanzando la idea de que el matrimonio es cualquier cosa, y no sólo la unión entre un hombre y una mujer abierta a la vida y de naturaleza estable. Cuando se aprueban leyes y decretos que atacan directamente a la patria potestad de los padres y tutores sobre sus hijos, se está lanzando la idea de que los niños y jóvenes no deben someterse a la autoridad paterna. Cuando se aprueba una ley del menor que permite que un asesino de 17 años, once meses y 30 días pueda salir a la calle en un espacio corto de tiempo, se está promoviendo directamente la delincuencia juvenil. Y así con todo.

Es decir, aun sabiendo que el problema al que se enfrenta la Iglesia es más de carácter interno, la secularización de gran parte de sus fieles, no debemos de olvidar que el ambiente en el que hoy se desarrolla su misión es cada vez menos favorable. Y ahí es donde surge de nuevo una pregunta esencial: ¿está nuestra Iglesia preparada, más allá de declaraciones de intenciones rimbombantes y de documentos muy elaborados que sólo leen unos pocos, para la tarea de re-evangelizar, o evangelizar por primera vez, a una sociedad que en gran medida ha dado la espalda a Cristo?

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1.06.09

La Iglesia no es una mera ONG aunque a veces lo parezca

El Papa puso ayer el dedo en la llaga. Durante su alocución tradicional de los domingos tras el rezo del Ángelus, Benedicto XVI aseguró que la Iglesia Católica no es meramente una “compleja y sólida institución social” ni “una especie de agencia humanitaria". Otra cosa, digo yo, es que a veces lo parezca. Por ejemplo, en España vemos que la campaña a favor de marcar la X en la casilla de la Renta la imagen que se da de la Iglesia es muy oenegista. No digo que eso esté mal, pues al fin y al cabo las actividades asistencias de la Iglesia son las que pueden provocar que los no creyentes se animen a marca la casillita de marras.

Ahora bien, la misión principal de la Iglesia es salvar almas. Y eso sólo se produce mediante la predicación del evangelio. La atención a los pobres, a los enfermos, a los, en definitiva, más necesitados, es la consecuencia lógica del seguimiento a Cristo. Si amamos a Dios, amamos a los hombres, tanto más si se encuentran en una situación delicada. Pero de poco vale cubrir las necesidades materiales de una persona si dejamos su alma sin el alimento espiritual que le lleva a la vida eterna. La pregunta que debemos hacernos es si no hemos desatendido un poco, o “un mucho", lo esencial. Yo tengo la sensación de que estamos perdiendo un potencial evangelizador fundamental en la labor de entidades católicas como Cáritas, ya que en demasiadas ocasiones se deja de lado la evangelización para sustituirla por una mera acción de ONG, aunque esa acción esté motivada por los valores que hemos recibido del evangelio.

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30.05.09

Monseñor Cipriani, todo un cardenal de la Iglesia

El post de hoy va a contener pocas palabras de mi propia cosecha. Prefiero reproducir algunos extractos de la entrevista que Zenit ha realizado al cardenal Cipriani y que hemos reproducido en portada de InfoCatólica:

“Creo que lo que hoy está faltando en la Iglesia es el martirio de la fe, el tener la audacia y el coraje de vivir una fe que nos lleva a ese morir a los caprichos personales, a la soberbia personal, a la sensualidad…

… necesitamos santos, que caminando por las calles y dirigiendo sus familias, y trabajando en los oficios más humildes o siendo grandes economistas o políticos, irradien una luz tan fuerte, su sal sea de tal sabor, que volvamos a ver esa primavera de la que nos hablaba Juan Pablo II de hogares, de escuelas. No es una utopía, es una posibilidad al alcance de la santidad. Si no tomamos la decisión de ser santos, no entenderemos el mensaje de San Pablo…

… Se habla tanto de los derechos humanos…, pero luego nos encontramos con aquellos niños malnutridos, mal acogidos por sus padres, que no tienen el hogar que deben tener, aquella escuela que no brinda el calor y el respeto y el testimonio de los maestros….

… ¿qué hacemos con unas Naciones Unidas de pura estructura económica vacías de contenido ético y moral? ¿Y con todas esas organizaciones internacionales que, buscando únicamente negociaciones puramente externas, no pretenden crear un clima de una mayor formación moral, espiritual, ética? La tibieza ha invadido el sistema mundial y esa tibieza genera espíritus indecisos, muchas veces tramposos…

… Yo pienso que hay algo que está muy metido en el ser humano: el afán de lucimiento, la vanidad. Cuando el responsable, llámese sacerdote u obispo, en lugar de ser un servidor, una alfombra para que sus hermanos pisen, el último de los servidores…, piensa que el cargo que posee le permite unos beneficios y unas comodidades y un mando, entonces, lamentablemente, esa escuela de vanidad, de superficialidad, se convierte en un camino que no funciona…

… Los sacerdotes no podemos servirnos de la Iglesia para hacer un escenario y luego dejar a la Iglesia muy mal, con una hipocresía y un cinismo que realmente va siendo cada día más espeluznante…

… En toda institución hay unas normas y el que no las cumple se va de la institución. Yo creo que está faltando en muchos niveles de la Iglesia una mayor autoridad y una mayor obediencia. Y creo que eso no es ni medieval, ni moderno, ni postmoderno…

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29.05.09

Alberto Cutié se va a la "iglesia" de Gene Robinson

Si no fuera porque parece obvio que el “padre” Alberto Cutié está jugando con la salvación de su alma, y eso no tiene ninguna gracia, casi podríamos decir que nos ha hecho un favor a todos abandonando la Iglesia Católica para unirse a la iglesia episcopal, versión estadounidense de la comunión anglicana. Siendo que no tenía intención alguna de abandonar su relación adúltera con una divorciada, estaba claro que además de no poder seguir ejerciendo como sacerdote, tampoco podía casarse por la Iglesia aunque el Papa le hubiera concedido la dispensa. Y claro, ¿qué mejor opción para un personaje así que unirse a la comunión eclesial que nació en la cama de un rey adúltero y que recientemente ordenó como “obispo” a un señor, llamado Gene Robinson, que abandonó a su mujer para amancebarse con un maromo?

No diré aquello de “Dios los cría y ellos se juntan” porque Dios tiene muy poco que ver con este espectáculo. Si acaso, Él es quien más lamenta lo que ha ocurrido. El drama no es que Alberto Cutié pecara. Todos lo hacemos. Pero no todos nos cambiamos de iglesia para abundar en dicho pecado. Por más que el mismísimo Rowan Williams, primado anglicano, recibiera a Cutié con los brazos abiertos, este ex-sacerdote católico no dejará de ser un adúltero que piensa casarse con una adúltera. Y si ese “matrimonio” es “bendecido” por el obispo episcopaliano de Miami, la ceremonia será una pantomima blasfema en la que se querrá presentar a Dios como testigo de un adulterio.

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28.05.09

Bautizarse a los noventa

Se llama Kimani Ng’ang’a Maruge, vive cerca de Nairobi, la capital de Kenia, y se hizo famoso hace 5 años al convertirse en el alumno más anciano del mundo. Pero esa fama mundana no es comparable con la fama que acaba de alcanzar allá donde se celebra fiesta cada vez que un pecador se arrepiente y pone su vida a los pies de Cristo. Y es que Kimani ha recibido el bautismo a sus 90 años de edad. Nunca es tarde si la dicha es buena, y en este caso la dicha es enorme. A la edad en que la mayoría piensa en la muerte, Kameni ha nacido a la vida eterna. Dios no mira la edad sino el corazón que le ama.

Al fin y al cabo, ¿qué es la vida de un hombre en el contexto de la eternidad? Nuestra vida en este mundo es un simple parpadeo en el océano del tiempo sin fin y sin embargo nuestro futuro eterno depende de lo que hagamos en el valle de lágrimas por el que transitamos. Nos basta ser fieles durante unas décadas para vivir contemplando a Dios por siempre jamás. Y además nuestra fidelidad no depende sólo de nuestras fuerzas. Sin la gracia nada podríamos conseguir. ¿Qué excusa tenemos, pues, para no vivir ya en comunión con el Dios que nos ama tanto que envió a su Hijo Unigénito para salvarnos?

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