22.09.15

La cofradía de los ausentes

Me van a permitir ustedes que me quite el sombrero ante este párrafo de la última carta pastoral del cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia:

En estos momentos es necesario promover la presencia de los católicos en la vida pública y rogar por ello; los católicos no pueden engrosar el número extenso de lo que alguien ha llamado la “cofradía de los ausentes”; es necesaria su presencia, en virtud de su fe y no a pesar de ella, en la cosa pública para llevar el Evangelio a ésta, y transformar y renovar desde dentro nuestra sociedad. Por ello, también es necesario pedir que Dios fortalezca la fe de los cristianos laicos y que les ayude, nos ayude a todos, en la imprescindible tarea de formación en la doctrina social de la Iglesia y sus contenidos esenciales e irrenunciables, para poder asegurar así en la vida social y política una presencia unida, coherente, honesta, desinteresada, abierta a la colaboración con todas las fuerzas sanas de la Nación.

Impecable, ¿verdad? Esas palabras están dentro de un texto que sirve, entre otras cosas, para convocar una vigilia por la unidad de España. Unidad que, claramente, está en peligro. Cataluña va a votar este domingo en unas elecciones que, se quiera o no, pueden marcar el futuro no solo de esa región española -nunca fue otra cosa desde que España es España- sino del resto del país.

No es este un post en el que quiera entrar en esa cuestión del secesionismo, que no deja de ser la consecuencia lógica de un proceso político, conocido como la Transición, que ha servido para dejar la unidad de España hecha unos zorros. Proceso al que ha acompañado una necedad absoluta de los dos partidos que han gobernado este país desde la llegada de la democracia. Ambos han permitido que los nacionalismos fueran los amos del cotarro tanto en Cataluña como en el País Vasco (ahora también Navarra). Pero eso lo dejo para otro post, si es que me merece la pena escribirlo.

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19.09.15

Costa Rica es todavía provida a pesar de los arquitectos de la cultura de la muerte

Se acaba de hacer pública una encuesta en Costa Rica que indica que la mayoría de la población es provida y, por tanto, está en contra del aborto. Ciertamente el rechazo al aborto disminuye cuando el embarazo es producto de una violación, pero aun en ese caso, el 55% de los costarricenses creen que la solución no puede ser matar al ser inocente fruto de ese acto repudiable. Se entiende que un crimen no se soluciona con otro. 

En caso de que la mujer quiera abortar porque sí, como ocurre por ejemplo en España, más de ocho de cada diez “ticos” dicen que no.

Cuando vi la noticia, pregunté a Maricruz, nuestra bloguera de referencia en Costa Rica, cuál era la postura de los medios de comunicación en su país en relación a este tema. Este fue el intercambio de emails:

Pregunto:

Siendo que la inmensa mayoría de tus compatriotas son provida, ¿cuál es el porcentaje de medios de comunicación más o menos abortistas allá en  Costa Rica?

Respuesta:

Todos los mayores medios: La Nación, Amelia Rueda, Telenoticias, La República, Prensa Libre, etc. Existen únicamente un par de diarios relativamente nuevos: La Extra y La Teja (*), muy populares y de gran circulación, que dan espacio a columnistas y artículos provida. Quizá ellos han hecho la diferencia. 

La cosa está clara. Mientras la población es mayormente provida, la mayoría de los medios de comunicación son abortistas. El problema está en que la opinión pública acaba siendo dirigida, manipulada y forzada por esos medios de comunicación, que por lo general están en manos de lobbies económicos elitistas (mayormente masónicos en su alta dirección) tanto nacionales como internacionales.

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17.09.15

Burke, cardenal católico de los pies a la cabeza


Si hay un cardenal que se ha significado en el periodo sinodal e inter-sinodal por defender abiertamente y sin tibiezas la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, la moral sexual, la Eucaristía y el sacramento de la Penitencia, ese es el Patrono de la Soberana Orden de Malta, S.E.R. Raymond Leo Burke.

Dado que es evidente que otros cardenales, y obispos, están intentanto poner patas arriba esa doctrina, la figura de este cardenal estadounidense ha crecido en aprecio entre los fieles que esperan que la Iglesia se mantenga firme en su fidelidad a Cristo. Pero eso mismo le ha llevado a ser objeto de críticas y/o desprecios en otros dos sectores del catolicismo: el que quiere convertir la Iglesia en una copia barata del protestantismo, mayormente en su ala liberal, y el de aquellos que, aunque están en contra de cambiar la doctrina, piensan que la paz eclesial debe protegerse aun a costa de la verdad.

Sin que llegue, todavía, a alcanzar le importancia de esa figura histórica, se podría decir que el cardenal Burke es uno de los pocos “san Atanasios” de nuestro tiempo. Enfrente tiene a los neo-arrianos y a los neo-semiarrianos. Es decir, a los que son herejes a lo “bruto” y a los que quieren llegar a una vía media entre la verdad y la mentira. Estos últimos también son herejes. De poco vale que los heterodoxos pretendan disfrazar su hetereodoxia bajo la capa de “pastoral misericordiosa”

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13.09.15

¿Qué parte no entiende la Iglesia del evangelio de hoy?

La lectura del evangelio de hoy debería servir para abrirnos los ojos. Una vez que Pedro responde adecuadamente a la pregunta que les hizo Cristo sobre quién decían que era él, ocurre esto:

Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Apártate de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Mc 8,31-33

En el pasaje paralelo de Mateo (Mt 16-13.26), Cristo acaba de declarar a Pedro como piedra sobre la que edificará la Iglesia. Por tanto, cuando el Señor arremete contra el apóstol por pensar como los hombres y no como Dios, la advertencia es no solo a él, sino a él y en él a toda la Iglesia. Y si eso lo dijo hace veinte siglos, lo dirá cada vez que la Iglesia se empeñe en pensar como los hombres y no como Dios. 

Es por ello fundamental seguir leyendo lo que propone Cristo a continuación de haber reprendido a su Vicario:

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Mc 8,34-28

¿Y bien? ¿hay mucho que explicar de esas palabras? Quien da la vida por nosotros, quien paga con su sangre por nuestros pecados, quien nos abre la puerta a la salvación, nos pide ni más ni menos -porque nos lo concede (Fil 2,12-13)- que nos neguemos a nosotros mismos, que carguemos nuestras cruces y le sigamos. Nos pide que no nos avergoncemos de sus palabras en medio de un mundo adúltero y pecador.

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12.09.15

P. Pérez-Soba: Iglesia y Cristo, matrimonio y divorcio

El P. Santiago Martín, Fundador de los Franciscanos de Marían, ha vuelto a entrevistar -en Magnificat TV- a un defensor de la fe católica, el P. Juan José Pérez-Soba, que figura entre los firmantes del manifiesto pidiendo que se corrija el punto 137 del Instrumentum Laboris del próximo Sínodo.

Entre las muchas cosas interesantes que explica el P. Pérez-Soba, hay una sobre la que quizás no se ha reflexionado lo suficiente en los últimos meses. Se basa en lo que San Pablo explica acerca de la relación entre el matrimonio y la relación entre Cristo y la Iglesia:

“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". Gran misterio es éste, pero yo lo digo en relación a Cristo y a la Iglesia.
Efesios 5,31-32

Como bien nos cuenta el sacerdote y teólogo, Cristo trae el último y definitivo pacto, dentro del cual figura su unión esponsal con su Iglesia. Una unión cuya perdurabilidad no depende de la voluntad humana sino de Dios. De igual manera, la unión matrimonial entre hombre y mujer, una vez sellada por Dios, no puede depender solo de la voluntad de los contrayentes sino de ese sello divino inquebrantable. De tal manera que aquellos que pretenden, de forma abierta o encubierta, romper ese sello, tienen tantas razones como las que pudiera tener quienes quisieran -¿lo quieren?- poner fin al Nuevo Pacto de Cristo, que nos es renovado precisamente en la Eucaristía, memorial y actualización incruenta de su sacrificio en la Cruz.

Es penoso que se pretenda usar el sacramento de la Eucaristía, esencia del Nuevo Pacto irrevocable entre Cristo y su Iglesia, como la puerta ancha que lleva a la condenación, como puerta de aceptación del quebranto del sacramento matrimonial, imagen de dicho Nuevo Pacto. Algo así haría estallar a la Iglesia en pedazos, si tal cosa fuera posible.

No en vano en el libro de Hechos leemos lo que San Pablo dice a los presbíteros de Éfeso:

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Ef 20,28

El ataque contra el sacramento del matrimonio es un ataque frontal contra la Iglesia de Cristo, porque pretende convertir en papel mojado el Nuevo Pacto (o Alianza), al que san Pablo equipara precisamente con la unión matrimonial. 

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