InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

13.03.12

Lección de Barrio Sésamo para pseudo-católicos progres

El 28 de enero escribí un post al que di el título de “Una lección de Barrio Sésamo para los socialistas". Trataba simplemente de enseñar a los abortistas la diferencia entre estar dentro de algo y ser ese algo. Es decir, un embrión o feto humano está dentro de su madre, pero no forma parte del cuerpo de la madre.

Bien, hoy toca dar una lección similar a aquellas personas que son incapaces de distinguir la diferencia entre haber sido bautizado como católico y profesar la fe católica -y por tanto, ser realmente católico-. Miren ustedes, es muy fácil. Les voy a poner un ejemplo que quizás puedan entender. Martín Lutero fue bautizado como católico. Es más, recibió la primera comunión. Cuentan incluso las crónicas que recibió el sacramento de la confirmación. Y hay incluso quien asegura que fue ingresó en la orden de los agustinos y fue ordenado sacerdote. Ahora bien, ¿ustedes llamarían católico a Martín Lutero? ¿verdad que no? Bien, pues entonces, ¿por qué se empeñan en llamar católicos a los que, como Lutero, no aceptan la autoridad de la Iglesia en materia de moral y de doctrina?

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12.03.12

¿Y a qué dicen que se convirtió el bueno de Tony?

En repetidas ocasiones he dicho que pasar de ser protestante a católico no es algo que pueda alcanzarse sin la gracia de Dios operando en el alma. Y no lo digo solo porque yo mismo haya recibido ese regalo de lo alto. Basta con leer los relatos de los grandes conversos, como el del Beato Newman, para captar que dicho “cambio” no se produce sin intervención divina. A muchos les puede parecer raro que se hable de conversión debido a que en esos casos el converso ya era cristiano. Es decir, no hablamos de personas que antes no tuvieran fe cristiana y pasen a tenerla. Hablamos de aquellos que siendo ya creyentes en Cristo pasan a ser verdaderos discípulos de su Iglesia.

Aunque pueden ser muchas y muy variadas las razones “humanas” por las que un protestante pasa a ser católico, las espirituales son las únicas que sirven para discernir si la conversión es real o meramente interesada. En mi opinión, si hay algo que separa radicalmente al protestantismo del catolicismo es la cuestión del libre examen. El protestante no tiene por qué someterse a ningún magisterio eclesiástico. Muchos lo hacen en la práctica, pero nada les impide pasar de una denominación a otra si creen que aquella a la que van tiene una interpretación de la Biblia más acorde con su parecer personal. Y dicho cambio no hace que dejen de ser protestantes. Sin embargo, el católico sabe que la interpretación de la Palabra de Dios corresponde al Magisterio:

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28.02.12

Es necesario insistir en cuál es el lugar que corresponde a los heterodoxos

Sí, lo sé. Para muchos soy un pesado que parece vivir obsesionado con dogmas, doctrinas, herejías, cánones, bulas de excomunión, etc. Numerosos son igualmente los que me recuerdan que no tengo autoridad alguna para decir que tal o cual sacerdote, religioso, teólogo o bloguero viven apartados de la fe de la Iglesia. Y luego están quienes piensan que es bueno que ocupe parte de mi tiempo a estos menesteres pero debería de moderar mi tono, mis expresiones, etc.

No es necesario explicar que cuando un católico se pone a rezar a Dios, no se dedica a pensar en las implicaciones del término homousios en la doctrina trinitaria. Cuando va camino de comulgar, no suele meditar sobre el significado de la palabra “transubstanciación”. Y cuando dirige sus ojos a la Madre del Señor, no tiende a reflexionar sobre el alcance de las expresiones marianas de San Ireneo y San Justino Mártir en el siglo II.

De hecho, cuando se nos juzgue al final de nuestros días, no se nos va a poner delante de los ojos un examen de teología. “Al atardecer de la vida, te examinarán del amor“, dijo San Juan de la Cruz. Y San Pablo dice que la caridad pesa más que la fe, cosa que suelen ignorar los solafideístas.

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27.02.12

El P. Masiá y Jairo del Agua tienen algo en común

Llevaba tanto tiempo sin saber de él que ya me estaba preocupando. Me refiero al P. Juan Masiá, sj, a quien sus superiores en la Compañía de Jesús pidieron que no escribiera más artículos para la prensa española. Aunque cerró su blog en Religión Digital, de vez en cuando soltaba alguna de sus perlas en artículos que aparecían publicados acá y allá. Ahora bien, a este sacerdote jesuita -uno no entiende como sigue siendo ambas cosas- le ocurre lo que a muchos heterodoxos. Si no hacen públicas sus herejías -uso el término de forma coloquial, no según el derecho canónico-, no viven a gusto. Necesitan tener público que atienda a sus razones. En cierta manera son como el niño travieso que no se conforma con hacer estropicios sino que busca que se sepa que ha sido él quien los ha causado.

El problema es que cuando hablamos de la fe de la Iglesia, de sus enseñanzas, de lo que Dios nos ha revelado, las travesuras se convierten en verdaderos atentados contra la vida espiritual de los fieles. Especialmente la de aquellos que no están firmes en la fe, que son, como dice San Pablo, “niños, sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de la malicia de los hombres y de su astucia para enseñar el error” (Efe 4,14).

El P. Masiá, sin embargo, pretende llamar fe adulta a aquella que niega lo que la Iglesia ha venido enseñando desde hace más de 20 siglos. Casi da igual cuál sea el tema. Lo maduro es negarlo, no creerlo. Su última obra de arte heterodoxa tiene como protagonista a Satanás. Dice así:

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23.02.12

Una farsa de misionero

Según informa Vatican Insider, el nonagenario misionero de la Consolata Silvano Sabatini, que vivió durante 40 años con los indígenas de la Amazonia brasileña, nos ha contado su labor.

Reproduzco el último párrafo:

Un proyecto que tiene una visión radical de la evangelización que se expresa de forma única: «No bautizamos a ningún yanomami –declara Sabatini– porque estábamos convencidos de que no tenía sentido bautizar a la persona fuera de la comunidad y que es la cultura la que debe ser evangelizada: el hombre tiene derecho de tener su cultura y debe encontrar en ella la forma para expresarse cristianamente. Bautizar fuera de la comunidad habría significado crear en el bautismo una doble personalidad». Motivo por el que, cuenta Zaccaria, «Sabatini respondía a aquel monseñor ansioso por saber cuántos yanomami había bautizado: por gracia del Buen Dios, ninguno».

Ahí lo tienen. Este señor presume de haber desobedecido a Cristo durante toda su vida. Este señor presume de haberle negado el sacramento que abre la puerta a la salvación a todos aquellos indígenas con los que ha tratado en 40 años. Este señor ha estafado a la Iglesia, a esos hombres y mujeres y al Altísimo. Es más, tiene la poca vergüenza de decir que el no haber bautizado a nadie es “por gracia del Buen Dios". Yo más bien pienso que Satanás debe de estar descoyuntándose de la risa ante semejante despliegue de miseria espiritual.

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