InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

19.09.15

Costa Rica es todavía provida a pesar de los arquitectos de la cultura de la muerte

Se acaba de hacer pública una encuesta en Costa Rica que indica que la mayoría de la población es provida y, por tanto, está en contra del aborto. Ciertamente el rechazo al aborto disminuye cuando el embarazo es producto de una violación, pero aun en ese caso, el 55% de los costarricenses creen que la solución no puede ser matar al ser inocente fruto de ese acto repudiable. Se entiende que un crimen no se soluciona con otro. 

En caso de que la mujer quiera abortar porque sí, como ocurre por ejemplo en España, más de ocho de cada diez “ticos” dicen que no.

Cuando vi la noticia, pregunté a Maricruz, nuestra bloguera de referencia en Costa Rica, cuál era la postura de los medios de comunicación en su país en relación a este tema. Este fue el intercambio de emails:

Pregunto:

Siendo que la inmensa mayoría de tus compatriotas son provida, ¿cuál es el porcentaje de medios de comunicación más o menos abortistas allá en  Costa Rica?

Respuesta:

Todos los mayores medios: La Nación, Amelia Rueda, Telenoticias, La República, Prensa Libre, etc. Existen únicamente un par de diarios relativamente nuevos: La Extra y La Teja (*), muy populares y de gran circulación, que dan espacio a columnistas y artículos provida. Quizá ellos han hecho la diferencia. 

La cosa está clara. Mientras la población es mayormente provida, la mayoría de los medios de comunicación son abortistas. El problema está en que la opinión pública acaba siendo dirigida, manipulada y forzada por esos medios de comunicación, que por lo general están en manos de lobbies económicos elitistas (mayormente masónicos en su alta dirección) tanto nacionales como internacionales.

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13.09.15

¿Qué parte no entiende la Iglesia del evangelio de hoy?

La lectura del evangelio de hoy debería servir para abrirnos los ojos. Una vez que Pedro responde adecuadamente a la pregunta que les hizo Cristo sobre quién decían que era él, ocurre esto:

Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Apártate de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Mc 8,31-33

En el pasaje paralelo de Mateo (Mt 16-13.26), Cristo acaba de declarar a Pedro como piedra sobre la que edificará la Iglesia. Por tanto, cuando el Señor arremete contra el apóstol por pensar como los hombres y no como Dios, la advertencia es no solo a él, sino a él y en él a toda la Iglesia. Y si eso lo dijo hace veinte siglos, lo dirá cada vez que la Iglesia se empeñe en pensar como los hombres y no como Dios. 

Es por ello fundamental seguir leyendo lo que propone Cristo a continuación de haber reprendido a su Vicario:

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Mc 8,34-28

¿Y bien? ¿hay mucho que explicar de esas palabras? Quien da la vida por nosotros, quien paga con su sangre por nuestros pecados, quien nos abre la puerta a la salvación, nos pide ni más ni menos -porque nos lo concede (Fil 2,12-13)- que nos neguemos a nosotros mismos, que carguemos nuestras cruces y le sigamos. Nos pide que no nos avergoncemos de sus palabras en medio de un mundo adúltero y pecador.

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12.09.15

P. Pérez-Soba: Iglesia y Cristo, matrimonio y divorcio

El P. Santiago Martín, Fundador de los Franciscanos de Marían, ha vuelto a entrevistar -en Magnificat TV- a un defensor de la fe católica, el P. Juan José Pérez-Soba, que figura entre los firmantes del manifiesto pidiendo que se corrija el punto 137 del Instrumentum Laboris del próximo Sínodo.

Entre las muchas cosas interesantes que explica el P. Pérez-Soba, hay una sobre la que quizás no se ha reflexionado lo suficiente en los últimos meses. Se basa en lo que San Pablo explica acerca de la relación entre el matrimonio y la relación entre Cristo y la Iglesia:

“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". Gran misterio es éste, pero yo lo digo en relación a Cristo y a la Iglesia.
Efesios 5,31-32

Como bien nos cuenta el sacerdote y teólogo, Cristo trae el último y definitivo pacto, dentro del cual figura su unión esponsal con su Iglesia. Una unión cuya perdurabilidad no depende de la voluntad humana sino de Dios. De igual manera, la unión matrimonial entre hombre y mujer, una vez sellada por Dios, no puede depender solo de la voluntad de los contrayentes sino de ese sello divino inquebrantable. De tal manera que aquellos que pretenden, de forma abierta o encubierta, romper ese sello, tienen tantas razones como las que pudiera tener quienes quisieran -¿lo quieren?- poner fin al Nuevo Pacto de Cristo, que nos es renovado precisamente en la Eucaristía, memorial y actualización incruenta de su sacrificio en la Cruz.

Es penoso que se pretenda usar el sacramento de la Eucaristía, esencia del Nuevo Pacto irrevocable entre Cristo y su Iglesia, como la puerta ancha que lleva a la condenación, como puerta de aceptación del quebranto del sacramento matrimonial, imagen de dicho Nuevo Pacto. Algo así haría estallar a la Iglesia en pedazos, si tal cosa fuera posible.

No en vano en el libro de Hechos leemos lo que San Pablo dice a los presbíteros de Éfeso:

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Ef 20,28

El ataque contra el sacramento del matrimonio es un ataque frontal contra la Iglesia de Cristo, porque pretende convertir en papel mojado el Nuevo Pacto (o Alianza), al que san Pablo equipara precisamente con la unión matrimonial. 

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11.09.15

Llamamiento a confirmar la enseñanza de la Humanae Vitae y la Veritatis Splendor

Obviamente este no es un post de mi autoría, sino el texto en español del manifiesto realizado por más de 50 filósofos y moralistas católicos contra el punto 137 del Instrumentum Laboris del Sínodo general de la familia:

An Appeal: Recalling the Teaching of Humanae Vitae (and Veritatis Splendor)

Dr. David S. Crawford, Pontifical John Paul II Institute, Washington, DC

Dr. Stephan Kampowski, Pontifical John Paul II Institute, Rome

El texto oficial de referencia que se ha firmado es en inglés: http://www.firstthings.com/web-exclusives/2015/09/an-appeal La traducción al español no tiene carácter oficial.

Un llamamiento:

confirmar la enseñanza de la Humanae vitae

(y de la Veritatis splendor)

Se ha preparado un Instrumentum laboris para la XIV Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos publicado el 23 de Junio de 2015. Cubre una variedad de argumentos que interesan al tema de la familia del Sínodo. El parágrafo 137 se refiere a un documento clave del Magisterio moderno, la Humanae vitae, de un modo que, a la vez, pone en cuestión el vigor de su enseñanza y propone un método de discernimiento moral que decididamente no es católico. Esta aproximación al discernimiento contradice lo que ha sido enseñado por el Magisterio de la Iglesia acerca de las normas morales, la conciencia y el juicio moral, al sugerir que una conciencia bien formada puede estar en conflicto con las normas morales objetivas.

Como teólogos y filósofos moralistas católicos y nos sentimos moralmente obligados a hablar contra la distorsión de la enseñanza católica que está implícita en el parágrafo 137. Si es aprobado por el Sínodo, el deficiente texto del Instrumentum laboris puede crear confusión entre los fieles. El parágrafo 137 debería ser quitado y reemplazado por otro que hablase de la conciencia de un modo más preciso que ensalce la sabiduría y la belleza de la Humanae vitae y ayude a los esposos a apreciar lo que la gracia les hace posible vivir según el plan de Dios el don de la sexualidad.

La norma moral

La traducción oficial inglesa de la página Web del Vaticano es como sigue:

«In relation to the rich content of Humanae Vitae and the issues it treats, two principal points emerge which always need to be brought together. One element is the role of conscience as understood to be God’s voice resounding in the human heart which is trained to listen. The other is an objective moral norm which does not permit considering the act of generation a reality to be decided arbitrarily, irrespective of the divine plan of human procreation. A person’s over-emphasizing the subjective aspect runs the risk of easily making selfish choices. An over-emphasis on the other results in seeing the moral norm as an insupportable burden and unresponsive to a person’s needs and resources. Combining the two, under the regular guidance of a competent spiritual guide, will help married people make choices which are humanly fulfilling and ones which conform to God’s will».

Si la traducción inglesa es en sí misma muy ambigua, el original italiano es todavía más problemático en algunos aspectos. La traducción española, que sigue muy literalmente a la italiana, dice lo que sigue:

«Teniendo presente la riqueza de sabiduría contenida en la Humanae vitae, en relación a las cuestiones tratadas en el documento, surgen dos polos que deben ser constantemente conjugados. Por una parte, el papel de la conciencia entendida como voz de Dios que resuena en el corazón del hombre educado a escucharla; por otra, la indicación moral objetiva, que impide considerar la procreación una realidad sobre la cual decidir arbitrariamente, prescindiendo del designio divino sobre la procreación humana. Cuando prevalece la referencia al polo subjetivo, es fácil caer en opciones egoístas; en el otro caso, se percibe la norma moral como un peso insoportable, que no responde a las exigencias y a las posibilidades de la persona. La combinación de los dos aspectos, vivida con el acompañamiento de un director espiritual competente, ayudará a los cónyuges a escoger opciones plenamente humanizadoras y conformes a la voluntad del Señor».

Si la traducción inglesa suaviza la división implícita entre la conciencia y las normas al hablar de «two principal points», la italiana la endurece como «dos polos». Si la inglesa habla de «over-emphasis», la italiana habla de «prevalecer» de uno u otro lado. El idioma de trabajo del último Sínodo fue el italiano, por eso, presumimos que este año será igual. El original italiano debe entonces tomarse como la versión más importante del texto.

En cualquiera de las dos versiones que se use, el parágrafo 137 en ningún caso presenta bien el papel de la conciencia ni del significado de las normas. La redacción del parágrafo es profundamente ambigua, tiende a presentar la norma moral como algo extrínseco a las personas y a la vida buena a la que son llamadas; por lo tanto, la norma aparece como algo exclusivamente negativo y, por así decirlo, como meramente coercitiva. Este énfasis en la función prohibitiva de la norma ignora el papel positivo de la misma para promover el crecimiento personal del agente de la acción y su plenitud en el bien. En cuanto el texto deja de enseñar que la norma, tomada en su misma objetividad, revela algo esencial sobre la belleza y la bondad de una vida humana bien vivida, deja la impresión de que las normas son de hecho «un peso insoportable, que no responde a las exigencias y a las posibilidades de la persona».

El modo como el parágrafo expone la norma moral omite lo que dice la Veritatis splendor en el n. 15: «Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos como un límite mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor (cfr. Col 3, 14)». Una comprensión de las normas morales exclusivamente como constitutivas de un límite exterior potencialmente en competición con el bien del sujeto moral ignora cómo Jesucristo habla de los mandamientos como llenos de la plenitud de vida que promete.

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6.09.15

El cardenal Kasper habla de un cisma que tiene solución

Leo en el diario La Nación que el cardenal Kasper ha dicho lo siguiente en una entrevista:

“A muchos, la doctrina de la Iglesia les resulta muy alejada de la realidad. Hay una especie de cisma práctico. Es un problema que hay que pensar, pero del que hoy no se habla”

Ciertamente, el cardenal Kasper tiene razón. Para muchos, las palabras de Cristo son un problema. No coinciden con su realidad personal y mucho menos con la realidad de la sociedad en que les toca vivir.

Por ejemplo, si Cristo dice que el matrimonio es indisoluble y los divorciados vueltos a casar son adúlteros, todos aquellos que han “roto” su matrimonio y se han vuelto a casar están en un cisma práctico con las enseñanzas de Cristo.

Igualmente viven en cisma con el evangelio los que están a favor del aborto, la eutanasia, la ideología de género, las uniones homosexuales, la política económica que no tiene en cuenta las necesidades de los más pobres, la corrupción, etc.

Ahora bien, fíjense ustedes lo que dice el cardenal acerca de la decisión del Papa de que todos los sacerdotes puedan administrar el sacramento de la confesión a las mujeres que han abortado:

Hay que entender que no es una gracia barata que se da a la ligera. Implica la metanoia, que exista una sincera conversión. Junto al sufrimiento que provoca en la mujer haberse sometido a un aborto, requiere un deseo verdadero de cambiar la vida. No es fácil reconocer la culpa. En mi experiencia en Stuttgart, donde atendí como obispo realidades extremas del mundo carcelario, me encontré con gente que había cometido hasta tres homicidios, que con un arrepentimiento muy profundo pedían el perdón sacramental y yo se los daba. Las personas tenían que seguir en prisión, pero sus actitudes en la cárcel cambiaban mucho.

Muy bien dicho, cardenal. La clave está en la sincera conversión. Ciertamente no es fácil reconocer nuestros pecados -sean cuales seas-, pero no hay gracia barata consistente en perdonar al que no quiere arrepentirse del mal que ha hecho. Veamos ahora a dónde cree el purpurado que llevan esas palabras en relación a algunas de las cuestiones que se tratan en el Sínodo.

- ¿Existe en la Iglesia una tensión entre la doctrina y la acción pastoral?

-La pastoral no puede ir en contra de la doctrina, pero la doctrina no puede ser una afirmación abstracta. Su interpretación va unida a la vida real. Jesucristo habló siempre de la realidad de la persona, consciente de que somos todos pecadores. Puede haber una cierta tensión entre la doctrina y la pastoral. Pero esa tensión es normal, distinta al cisma práctico, que causa división.

Precisamente porque Cristo sabía que todos somos pecadores, llamó a la conversión. Se dedicó a perdonar pecados y dio a su Iglesia la autoridad para perdonarlos en su nombre. Ahora bien, como bien acababa de decir el cardenal, ese perdón no es un gracia barata. Exige la conversión. Es más, Dios la exige porque la concede. Nunca predicaremos lo suficiente sobr esta gran verdad:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito.

1ª Cor 10,13

O creemos eso, o predicamos eso, o vivimos eso, o más vale que cerremos el chiringuito y renunciemos a que los cristianos sean fieles a Dios.

- ¿Se abordará ese cisma práctico en el sínodo sobre la familia que se hará en octubre?

- No lo sé, espero que sí. En el último sínodo extraordinario sobre la familia, el año pasado, no se habló lo suficiente. Yo no tengo soluciones; puedo hablar como experto en teología dogmática, que enseña lo que Dios hace. Pero no soy, por suerte, especialista en teología moral, que enseña lo que los hombres tienen que hacer (risas)…

Supongo que como experto en teología, del tipo que sea, el cardenal sabe que los hombres tienen que hacer exactamente aquello que la Virgen María dijo que había que hacer:

Dijo su madre a los sirvientes: -Haced lo que él os diga.

Juan 2,5

Si no, Cristo nos hará la siguiente pregunta:

¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?

Lucas 6,46

Sabiendo lo que tenemos que hacer, sabiendo que el cardenal ha dicho que es necesaria la conversión y sabiendo lo que Cristo ha dicho sobre los divorciados vueltos a casar, no se entiende, para nada, que ese mismo cardenal insista en contradecirse:

-¿Se pueden esperar novedades, por ejemplo, en la situación de los divorciados vueltos a casar?

-Es un problema complejo. Se discutieron posiciones el año pasado, en favor de una apertura. Hay situaciones distintas, y no necesariamente tiene que haber una solución única. Es necesario un consenso fundamental y posiblemente esa postura de fondo pueda diversificarse según las realidades locales.

El cardenal Kasper, sabiendo que es imposible que toda la Iglesia renuncie a traicionar las palabras de Cristo sobre la indisolubilidad matrimonial y la condición pecaminosa -adulterio- de los divorciados vueltos a casar, ¿cómo pretende que se permita “diversificar” la respuesta según las realidades locales?. En otras palabras, ¿acaso lo que lo que es adulterio en Kenia no lo sea en Alemania? ¿Acaso las palabras de Cristo son válidas en México, pero no en Bélgica? ¿Lo que propone es: “ustedes sean fieles al Señor, pero dejen que nosotros no lo seamos, porque nuestra situación es distinta"?

A eso ya respondió en su día el cardenal Müller desde su condición de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al servicio del magisterio petrino, lo cual quiere decir que sus palabras tienen más autoridad que las de cualquier obispo:

Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tengo la responsabilidad de la unidad en la fe. No puedo tomar partido. Pero las cosas están claras: tenemos las palabras de Jesús sobre el matrimonio y su interpretación auténtica durante toda la historia de la Iglesia: los concilios de Florencia y Trento, la síntesis hecha por la Gaudium et Spes y todo el magisterio posterior… Teológicamente, todo está muy claro.

Y:

Las conferencias episcopales son una expresión de la colegialidad de los obispos en un país, una cultura o una lengua, pero se trata de una organización práctica. La Iglesia Católica existe como Iglesia universal, en la comunión de todos los obispos en unión y bajo la égida del Papa. También existe en las Iglesias locales, pero la Iglesia local no es la Iglesia de Francia o de Alemania, sino la Iglesia de París, de Tolosa… Son las diócesis. La idea de una Iglesia Nacional sería totalmente herética. ¡Es imposible la autonomía en la fe! Jesucristo es el salvador de todos y da la unidad a todos los hombres.

Está claro. Es imposible la autonomía en la fe. El evangelio es el mismo en todo el mundo, en toda la Iglesia. Y si Cristo ha dicho que no se puede aceptar que los divorciados se vuelvan a casar, eso ha de ser así en Alemania, Filipinas, Madagascar, Chile y Nueva Zelanda. De tal manera que la respuesta a las situaciones de adulterio en todos esos países, y en sus iglesias locales, no puede ser otra que la que el propio cardenal Kasper señala:

Hay que entender que no es una gracia barata que se da a la ligera. Implica la metanoia, que exista una sincera conversión. 

Por supuesto, para la Iglesia es humanamente más “difícil” predicar el evangelio en una sociedad que ha apostatado y se ha alejado de la fe. Pero la solución no es cambiar el evangelio, sino predicarlo de verdad para que la gracia de Dios obre la conversión en los corazones y así, con el tiempo, esa sociedad pueda llegar de nuevo, si así lo dispone el Señor, a ser cristiana. Hacer lo contrario es el camino directo a la desaparición total del cristianismo en esos países, como de hecho está ocurriendo en los países protestantes europeos. Y parece mentira que quien dice tener tan claro la necesidad de la conversión, sea capaz de proponer otra cosa. Es como el médico que dice al paciente: usted tiene que tomarse esta medicación para salvarse, pero como sé que no le gusta, tómese esta otra.

Santidad o muerte

Luis Fernando Pérez Bustamante