InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

27.10.15

Espectáculo dantesco y tomadura de pelo a los fieles

Como no habíamos tenido suficiente con la bronca continua durante dos años largos acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar. Como no han hecho suficiente daño a los fieles que, independientemente de su sensibilidad eclesial, han asistido al espectáculo de unos obispos diciendo una cosa y otros la contraria en algo que afecta, ni más ni menos, que a tres sacramentos. Como no les ha bastado con la manipulación lamentable del sínodo extraordinario -recordemos ese engendro herético de Relatio intermedia- y el semifallido intento de manipulación del sínodo general, del que advirtieron al Papa un grupo de cardenales. Como, en definitiva, la Relatio final del sínodo recién terminado no es sino un intento burdo de conciliar lo irreconciliable -posturas ortodoxas y heterodoxas-, el supuesto y falso consenso ha saltado hecho pedazos.

Ahora tenemos a unos cardenales y obispos diciendo que la Relatio final abre las puertas a la comunión de algunos divorciados y vueltos a casar y a otros diciendo exactamente lo contrario. ¿Y para eso han celebrado ustedes un sínodo? ¿para eso han llegado a un acuerdo sobre el texto final?

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25.10.15

Por gracia firmes en la fe, pese a quien pese

Casi finalizados los dos más formidables intentos de asalto contra la fe católica sobre los sacramentos del Matrimonio, Eucaristía y Confesión, toca hacer un primer análisis de la situación.

Dejando el lenguaje diplomático-oficialista-buenista para aquellos que se sienten cómodos viviendo en los mundos de Yupi, habrá que decir que lo que ha ocurrido ha sido, precisamente, una batalla en el interior de la Iglesia entre los defensores de la fe y los que, de la manera más artera posible -profanando la misericordia de Dios-, han buscado, y no han logrado, cambiar la letra y el espíritu del don que recibimos por el bautismo.

Digan lo que digan, no es posible alcanzar un consenso real entre quienes quieren quebrantar la doctrina católica y los que, por gracia de Dios, y obedeciendo el mandato de la epístola de Judas (Jud 3-4), luchan contra eso. Se puede, y en realidad es lo que se ha hecho, llegar a un punto en el que se decide guardar las formas y no romper canónica y visiblemente una comunión que en realidad es inexistente. El espectáculo que hemos dado al mundo no es el de una Iglesia unida en torno a una misma fe, sino el de una Iglesia discutiendo sobre doctrinas bimilenarias bajo la premisa o excusa de que “los tiempos han cambiado".

Ciertamente los tiempos han cambiado. Desde el anterior sínodo sobre la familia, en Europa la apostasía avanza sin freno en muchos países -en otros no, p.e, Polonia-. En el continente americano, sobre todo al sur del Río Grande, los protestantes y las sectas galopan velozmente arrebatando almas a un catolicismo incapaz de dar una respuesta (Aparecida no sirve para nada en ese sentido). En Oriente Medio los cristianos son masacrados ante la mirada cómplice de Occidente. En África existen unas reliquias muertas y profanadas en el Norte mientras que al sur del Sáhara se fortalecen las iglesias jóvenes que han aportado al Sínodo lo mejor del acervo católico de siempre. Y Asia vive, creo, a la espera de recoger la cosecha de lo sembrado por mártires y confesores en China y la India. Por su parte Australia y el resto de Oceanía heredan parte de los problemas, y las posibles soluciones, de Europa.

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22.10.15

No tenemos la menor intención de arrepentirnos de decir lo mismo que Cristo

Parece que algunos padres sinodales están empeñados en que los que usamos exactamente las mismas palabras que Cristo para referirnos a los divorciados vueltos a casar, debemos poco menos que pedir perdón, peregrinar de rodillas a algún santuario designado al efecto y sellar nuestras bocas para no volver a cometer semejante acto contrario a la misericordia… del propio Cristo.

Es decir, quienes llamamos adúlteros a los que Cristo llama adúlteros, somos poco misericordiosos. Quienes, junto con el ofrecimiento del perdón del Señor, decimos “vete y no peques más” a los que han caído en el adulterio, somos poco menos que ilusos que pensamos que la gracia de Dios capacita al hombre para vencer el pecado

Algún padre sinodal ha tenido incluso la osadía de decir que no se puede llamar adúltero a la persona que ha sufrido un divorcio, sin culpa de su parte, y se ha vuelto a casar. O sea, ese “pastor” de la Iglesia cree que Cristo no tenía razón al decir que con culpa o sin culpa, quien se casa con un divorciado comete adulterio (Luc 16,18).

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21.10.15

La fidelidad a Cristo no debería ser objeto de votación

A falta de que nos confirmen oficialmente lo ocurrido ayer, parece ser que en las votaciones acontencidas en los círculos menores del sínodo sobre la cuestión de los divorciados vueltos a casar, el “NO” a esa propuesta heterodoxa ha alcanzado las tres cuartas partes de los votos, mientras que uno de cada cuatro padres sinodales ha votado “SÍ", ha votado a favor de ir contra las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia tal y como aparecen en la Biblia, en el Catecismo y en la totalidad de los documentos magisteriales de los últimos siglos.

Supongo que muchos fieles se sentirán muy felices de que la verdad haya vencido. Bien, aparte de que falta esperar confiadamente en lo que diga el Papa, que en cuanto tal tiene autoridad sobre el sínodo -aunque no sobre la Escritura y la Tradición- y tiene el ministerio de confirmarnos en la fe -que es la que es-, creo evidente que el mero hecho de que se vote algo así es un escándalo para cualquiera que ame de verdad a Dios y su Revelación.

Porque, estimados hermanos, ¿desde cuándo puede votarse si la Iglesia ha de ser fiel a Cristo? ¿en qué cabeza católica cabe tal cosa? ¿qué será lo siguiente? ¿un sínodo sobre la Santísima Trinidad en el que se vote sobre la divinidad del Espíritu Santo? ¿uno sobre Jesucristo en el que se discuta si el Hijo es de la misma sustancia que el Padre?

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19.10.15

Examinad si los espíritus vienen de Dios

Siendo conscientes de que estamos en medio de una gran batalla espiritual (Efe 6,10 y ss), donde el enemigo principal no es de carne y sangre sino Satanás y sus huestes (otra cosa es que se valgan de seres humanos a su servicio), toca ejercer el discernimiento que Dios da a sus santos -más nos vale crecer en santidad para enterarnos de lo que está en juego- para no ser engañados. El campo donde tiene lugar esta batalla es, hoy en día, la propia Iglesia, cuyo asalto es evidente para cualquiera que tenga cierta sensibilidad espiritual. Quien no esté de acuerdo, se puede ahorrar la lectura de lo que sigue.

Dice el apóstol san Juan:

Queridos míos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto podréis conocer el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha.
Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error.

1 Jn 4,1-6

Por simplificar un poco, dado que hoy nadie pone en duda la encarnación de Cristo -sí su plena divinidad-, tendremos que fijarnos en la otra pista que nos da el apóstol. Los que son del espíritu del anticristo hablan según el mundo y el mundo los escucha. Da igual que adornen su lenguaje con palabras espirituales y supuestamente impregnadas de la misericordia divina. Lo que buscan, y consiguen, es el aplauso del mundo, cuyo príncipe, Satanás, sigue obrando para la perdición de los reprobros. No en vano, nos advierte san Pablo que 

Esos tales son falsos apóstoles, obreros tramposos, disfrazados de apóstoles de Cristo; y no hay por qué extrañarse, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Siendo esto así, no es mucho que también sus ministros se disfracen de ministros de la justicia. Pero su final corresponderá a sus obras.

2ª Cor 11,13-15

Debemos reparar en el hecho de que los ministros de Satanás tienen toda la apariencia de ser apóstoles de Cristo. Es decir, no hablamos de presidentes de gobierno, políticos, personas de relumbre social, etc. No, hablamos de personas que se presentan como ministros religiosos. Y más concretamente como ministros de Cristo.

Bien, ahora que la Iglesia está envuelta en una gran polémica sobre la institución familiar, con un sector del episcopado pidiendo que se dé la comunión a los divorciados vueltos a casar, otro sector oponiéndose a semejante posibilidad y un sector aún mayor -y peligroso- que esos otros dos del que no sabemos si sube, baja o se queda en medio, respondamos a estas preguntas elementales:

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