Sacerdote angustiado por perderse una entrevista

(ECOS de la CAVERNA) “He tenido que convocar esta rueda de prensa porque estoy angustiadísimo y, como no me manejo bien con las redes socialistas esas modernas, pues lo cuento así, a la antigua”, explicó don Obsecuencio A. Dulónez, párroco de Navachinchilla de Tentetieso (Murcia), a los expectantes periodistas que habían acudido al evento en la casa parroquial.

“Es sobre la entrevista del Papa del otro día. Me la perdí, lo confieso. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”, explicó el sacerdote, claramente desesperado y dándose golpes en el pecho. “O al menos por culpa de la maldita gripe o el cobi o lo que fuera, que me dejó baldado en la cama durante ocho días”.

“¡Ahora no sé de qué hablar en mi homilía del domingo! Durante el sermón siempre comento la nueva doctrina del Papa Francisco, como manda el cardenal Fernández ese, el argentino. Si no lo hago, los fieles se extrañarán y pensarán que soy un hereje y estoy contra el Papa, igual que los obispos negritos”. En ese momento, don Obse se llevó las manos en la cabeza y susurró por lo bajo, entre suspiros: “Esto es el fin de mi carrera. Estoy acabado. ¿Qué dirá mi madre?”.

Una vez recuperado del ataque de nervios gracias a un vasito rápido de vino de Yecla que le alcanzó una parroquiana, el sacerdote continuó con la rueda de prensa. “En el pueblo me han dicho que en la entrevista habló del infierno, pero ¿a favor o en contra? ¿Existe o no? ¿Así cómo voy a saber qué es lo que tengo que creer esta semana?”, preguntó don Obsecuencio, con un tono conmovedor que habría partido el corazón de una piedra. “¿Y de qué voy a hablar con los otros curas en la reunión de arciprestazgo? Estas cosas le quitan a uno la fe”.

Cuando un periodista le informó con amabilidad de que, además de la entrevista, también se había perdido el mensaje del Papa al Foro de Davos, el sacerdote dejó a un lado el micrófono y lloró amargamente.