(C-Fam/InfoCatólica) La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó a finales de noviembre una resolución que establece marcos globales para combatir lo que ellos llaman «la desinformación y el discurso de odio». Sólo tres países han votando en contra: Estados Unidos, Argentina y Paraguay. La medida fue aprobada por 169 votos a favor, 3 en contra y 4 abstenciones en el Tercer Comité de la Asamblea General, que se ocupa de asuntos sociales.
Las censuras durante la pandemia, incluso sobre postulados que se han demostrado ciertos es un serio aviso al tipo de actuación que puede caer en manos de la ONU.
Críticas estadounidenses a la resolución
Una diplomática estadounidense criticó duramente la resolución por promover «marcos que socavan la soberanía estatal y menoscaban la libertad de expresión». La representante defendió que «la libertad de expresión e incluso la incitación al odio está protegido por la Constitución de Estados Unidos».
Además, la diplomática censuró que la resolución avance hacia un «modelo globalizado centralizado» para la regulación de la inteligencia artificial que establece «compromisos amplios e indefinidos con marcos internacionales» y que probablemente sofoque la innovación.
Antecedentes y evolución de la medida
Esta resolución representa una evolución significativa respecto a la primera versión adoptada hace dos años, que contó con el apoyo de la administración Biden. La versión actual ha cedido autoridad al Secretario General de la ONU y otros órganos de las Naciones Unidas para determinar políticas de censura aplicables a todo el mundo y a todas las empresas privadas.
El texto afirma que los estados tienen la «responsabilidad» de censurar la desinformación y contrarrestarla con propaganda oficial gubernamental. A pesar de que no existe una definición internacional de desinformación, este concepto es utilizado rutinariamente por las empresas tecnológicas para censurar debates políticos legítimos a escala global sobre temas como migración, clima, aborto, cuestiones transgénero y otras políticas sociales controvertidas.
Los Principios Globales para la Integridad de la Información
La resolución también respalda los Principios Globales de las Naciones Unidas para la Integridad de la Información, lanzados por el Secretario General. Estos principios constituyen un modelo para el tipo de matriz de censura industrial que el presidente Trump prometió desmantelar completamente en su primera semana en el cargo.
Los principios promueven la censura directa e indirecta, la propaganda oficial, el «shadow banning», la desmonetización y otras herramientas de control social. Estos mecanismos de censura forman parte de la matriz expuesta por el Subcomité de la Cámara sobre la Instrumentalización del Gobierno Federal.
El marco de censura global
Este marco de censura fue construido por el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Unión Europea para suprimir movimientos políticos populistas similares al movimiento MAGA de Donald Trump en Estados Unidos y el movimiento Brexit en Reino Unido. Este aparato de censura se intensificó en 2020 durante la pandemia de COVID-19 bajo el pretexto de salvar vidas y ha continuado expandiéndose desde entonces.
La falta de apoyo internacional a la libertad de expresión muestra la dificultad que tendrá la administración Trump para desmantelar el régimen de censura global lanzado por su predecesor. Mientras que el presidente Trump ha logrado avances significativos en el desmantelamiento de programas de censura financiados o patrocinados por el gobierno federal estadounidense en Estados Unidos, el ámbito internacional permanece ampliamente abierto.
La posición europea
Para la delegación EE.UU. la mayoría de países no tienen tradiciones sólidas de autogobierno y no otorgan la misma importancia a la libertad de expresión que Estados Unidos ha tenido históricamente. La Unión Europea ha emergido como un patrocinador entusiasta del control social y la censura en línea.
La Ley de Servicios Digitales de la UE y la Ley de IA requieren que las empresas tecnológicas censuren puntos de vista políticos desfavorecidos por la Comisión Europea, incluyendo temas sobre migración, clima y cuestiones transgénero. Los europeos no dudan en defender su marco de censura como modelo para todo el mundo, justificando la censura como «salvaguardas necesarias para garantizar los derechos humanos».








