16.04.18

Bernardette: «Debo decir lo que he visto y oído»

De la Virgen aprendió a convertir su vida en la más bella canción

Bernadette Soubirous

Ninguna aparición en la historia de la Iglesia ha sido reconocida tan rápidamente como la de Lourdes. La Virgen María se apareció a Bernadette Soubirous la primera vez el 11 de febrero de 1858 y el obispo de Tarbes, monseñor Laurence, se pronunció sobre la veracidad de los hechos cuatro años después. Pero la figura de Bernadette sigue siendo poco conocida. Su personalidad se nos presenta sólo a la luz de las apariciones en las que fue protagonista y testigo. Luego retrocede, desaparece, se confunde en la sombra del convento en el que decide pasar la vida hasta su muerte, ocurrida el 16 de abril de 1879, a la edad de 35 años, consumida por la tuberculosis.

Pío XI la canonizó en el Año santo extraordinario de 1933. En el de 1925 había abierto el pontificado elevando a los altares a la pequeña Teresa de Lisieux, que con Bernadette tiene rasgos comunes: las dos viven en la Francia del siglo XIX, las dos mueren jóvenes, de tisis. Pero Teresa, crecida en una familia burguesa y profundamente católica, ha vivido desde niña en un contexto de cariño, protección, ejemplos de vida cristiana que la preparan para la decisión del claustro. La infancia de Bernadette es diferente. A los catorce años, cuando se le aparece la Virgen, no ha podido todavía ir a la doctrina, porque la pobreza extrema la ha obligado a trabajar siempre, desde niña, para ayudar a su familia. Y si prefiere los prados de la montaña al “calabozo” húmedo y malsano donde los Soubirous, endeudados, tienen que vivir, no saca de este trabajo más que techo y comida. En los periodos en los que Bernadette no se ocupaba del rebaño de su nodriza, Marie Lagües, su padre François se ve obligado a mandarla a buscar leña para vender.

«Lo que he visto y oído»

El abad Pomian, vicario de Lourdes, se asombrará luego de que esta chica no conozca «ni siquiera el misterio de la Trinidad». A pesar de ello, Bernadette vive en una sociedad donde aún no han desaparecido las formas de la piedad popular, lleva consigo un rosario barato que reza mientras las ovejas pastorean. Y cuando la “Señora” se le aparece la primera vez, su gesto instintivo, dictado por el miedo, es echar mano al rosario. La respuesta de María es una sonrisa y una ternura que Bernadette no olvidará nunca. Pero no le ha preguntado el nombre a esa Señora. No sabe quién es, la llamará, en su dialecto, «Aquero», “Aquello”. Sólo más tarde le dirá su nombre, en la aparición del 25 de marzo: «Yo soy la Inmaculada Concepción», usando las palabras del dogma que Pío IX había definido cuatro años antes, en 1854, hace exactamente 150 años. Una expresión que, por lo demás, Bernadette no comprende. Lo que sabe es que, tras el primer momento de espanto, “Aquello” le atrae y la llena de una paz que nunca había conocido. La verá 18 veces hasta la última aparición del 16 de julio. María le confía tres secretos, la invita a decir a todos que recen por la conversión de los pecadores, pide a los sacerdotes, por medio de Bernadette, que construyan una capilla al lado de la gruta. Hace exactamente lo que se le pide.

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11.04.18

Gema Galgani: La joven que desconcertó a los científicos

Santa Gema

La primera santa del siglo XX

Gema Galgani nació en 1878 en Camigliano, un pequeño pueblo de la provincia de Lucca (Italia), en el seno de una familia era de condición modesta: el padre farmacéutico y la madre ama de casa. Gema tuvo una infancia normal, asistió a la escuela pública de Lucca, donde la familia se había mudado, y tenía muchos amigos. Pero aquella normalidad fue destrozada por pruebas durísimas. En 1886 su madre murió, con solo 39 años, en 1894 su hermano Gino que era seminarista, con 18 años, y en 1897 su padre. A estas muertes siguieron un colapso económico de la familia, pues como resultado de la generosidad del padre, de la falta de escrúpulos de sus contactos en negocios y de sus acreedores, sus hijos se quedaron sin nada, y no tenían siquiera los medios para mantenerse.

Para Gema comenzaron también por aquella época una serie de enfermedades, algunas de ellas graves. Gema pronto comenzó a enfermar. Se le desarrolló una curvatura en la columna vertebral y le dio también una meningitis dejándola con una pérdida de oído temporal. Largos abscesos se le formaron en la cabeza, el pelo se le cayó, y finalmente las extremidades se le paralizaron. Un doctor fue llamado y trató muchos remedios, los cuales fallaron y ella sólo se puso peor. Gema comenzó entonces su devoción al entonces Venerable Gabriel de la Dolorosa, joven pasionista popularísimo en Italia, hoy canonizado. Además, en el invierno de 1898, fue curada milagrosamente por intercesión de Santa Margarita María de Alacoque de otra de las enfermedades.

Estas pruebas permitieron a Gema hacer grandes progresos en la vida espiritual. Siempre había tenido facilidad para la vida de piedad y había llegado a tener una gran familiaridad con Jesús, ya en la escuela llenaba sus cuadernos con pensamientos espirituales y oraciones. Y así, creciendo progresivamente en la vida espiritual, recibió extraordinarios dones místicos: sentía claramente junto a sí la presencia del ángel de la guarda y hablaba con Jesús y María.

Hasta que le fue concedido el don de los estigmas. Ella narra el acontecimiento: “Estábamos en la tarde del 8 de junio de 1899, cuando, de repente, siento un dolor interno por mis pecados… Jesús se apareció, tenía todas las heridas abiertas, pero de aquellas heridas ya no salía sangre, salían como unas llamas de fuego, que tocaron mis manos, mis pies, mi corazón. Me sentía morir...” No se puede pasar por alto el parecido de esta descripción a la que hizo San Pío de Pietrelcina sobre su estigmatización ocurrida el 20 de septiembre de 1918. Las heridas profundas en las manos, los pies y el costado se reabrían todos los jueves a las 8 de la tarde y los viernes a las 3, y este raro fenómeno venía acompañado por éxtasis. Para disimular las llagas usaba guantes.

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18.11.15

Tres mujeres imprescindibles en la historia de la Iglesia: Clotilde, Ingunda y Adelaida de Italia

Auténticas maestras de evangelización

Santa ClotildeNo es exagerado afirmar que la difusión del cristianismo hubiera sido prácticamente imposible sin las mujeres, muy en contra de los que algunos pretenden afirmar que la Iglesia las habría discriminado en la historia, por lo que he escogido tres reinas para demostrar como gracias a ellas, su profunda fe y su coherencia de vida la fe cristiana creció en el mundo en el que ellas vivían. La razón fue muy sencilla, fueron extraordinarias esposas y extraordinarias católicas, marcaron la vida de muchos reyes, y podemos si actualmente vivieran se sorprenderían de lo que con la ayuda de Dios consiguieron.

Clotilde

Clotilde nació en Burgundia (región que agrupó parte de Suiza y Francia) en el año 475, desde niña sufrió mucho ya que su tío Gundebaldo mandó asesinar a su Padre y ahogar a su madre, ella huyo a ginebra y en el año 493 se casó con Clodoveo. Este era el rey de los francos, quienes eran un pueblo bárbaro que aún conservaba una religiosidad pagana con culto a Odín. En breve tiempo nació el primer niño de este matrimonio y a pesar de que Clodoveo no era católico, accedió a los ruegos de Clotilde para que se bautizara al niño, lamentablemente el niño murió en pocos días y esto provocó que Clodoveo pensara que era un castigo de los dioses que lo castigaban por haber permitido el bautizo, al año siguiente nació su segundo hijo y de nuevo Clotilde logró que se le bautizara a pesar de los temores y supersticiones del rey.

Grande sorpresa fue que el niño creció con mucha salud, mientras tanto Clotilde trataba de convertir a su esposo al catolicismo explicándole la fe y pidiendo a Dios la gracia de la conversión. En el año 496 se llevó a cabo la batalla de Tolbiac, los germánicos estaban a punto de vencer al ejército de Clodoveo, esto significaría la caída del reino de los francos. Clodoveo, recordando al Dios del que su esposa le había hablado tanto, le juró que si ganaba la batalla se bautizaría católico. Sorprendentemente la victoria fue para Clodoveo después de que el jefe de los germánicos fue abatido y que el ejército se dispersara. Fiel a su palabra, al poco tiempo, se hizo bautizar por el obispo San Remigio junto con 3000 miembros de su ejército.

Así es como Francia se convirtió en la primogénita de la Iglesia, el reino franco fue el primero de los reinos que poco a poco irían abrazando la fe católica. En el año 511 muere Clodoveo y Clotilde entristecida por tantas guerras entre sus propios hijos se retiró a Tours donde se entregó a servir a los pobres y a atender enfermos y afligidos junto con una vida de oración, se dice que una noche sus hijos Clotario y Childeberto estaban preparándose para un enfrentamiento mutuo en la mañana siguiente, Clotilde pasó toda esa noche en oración mientras los otros pensaban en la batalla. De repente una tormenta tremenda hizo que la batalla fuera imposible de realizarse y los dos hermanos acabaron por reconciliarse, estos dos hijos llevarían, cuando muere Clotilde en el 545, los restos de su madre para enterrarlos al lado de la tumba del rey Clodoveo. La fiesta litúrgica de Santa Clotilde es el 3 de junio. San Gregorio de Tours dice que la reina Clotilde era admirada por todos a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones.

 

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18.05.15

Un niño mártir con más valor que un ejército

José Sánchez del Río

José Sánchez del Río, fuerte ante los perseguidores

Mucho hay que decir sobre el conflicto que hubo en México durante la época de la guerra cristera (1926-1929), que fue una sangrienta persecución hacia la fe católica, pero en esta ocasión bastará dar unas líneas breves para situarnos del ambiente que se vivía y así poder entender mejor la situación donde vivió y murió el Beato José Sánchez del Rio.

La recién redactada constitución de 1917 venía a confirmar lo que las anteriores constituciones habían consagrado y anunciado, es decir la laicidad de México y su separación de la Iglesia. El presidente Plutarco Elías Calles ordenó que ese artículo quedara claramente reglamentado, produciendo una ley absolutamente anticlerical que entre las cosas que legislaba era que se procediera a la clausura de escuelas religiosas y monasterios, se expulsara a sacerdotes extranjeros, el número de sacerdotes seria uno por cada seis mil habitantes, desaparecía la libertad de enseñanza y el derecho de educar a las personas en la fe, se prohibía vestirse de manera religiosa y cualquier acto religioso en público, entre otras más, todo lo anterior teniendo consecuencias penales. Los obispos viendo que no era posible ejercer el culto decidieron, con la autorización de la santa sede, suspenderlo, el gobierno respondió a esto haciendo a expulsar a los obispos y cerrando templos y escuelas católicas con más prontitud y violencia.

Ante esta situación un grupo de católicos buscaron armar un boicot, pedían que se gastara lo menos posible y que no se pagaran impuestos hasta que las leyes persecutorias desaparecieran y se dieran garantías para el libre ejercicio de la fe, la resistencia pacífica no tuvo éxito y en esa época comenzaron a haber asesinatos contra sacerdotes y contra católicosque pasaban a ser considerados delincuentes y traidores de la nación, los católicos al haber agotado todos los medios pacíficos, comenzaron a tomar armas y a organizarse en pequeños grupos para buscar la libertad de la Iglesia, enfrentarse al gobierno y su ejército que asesinaban al que no apostataba y que tenía un odio implacable a la iglesia y a Dios. Así nació un ejército sin nombre que las tropas oficiales, al tener los primeros enfrentamientos, llamaron con desprecio “el ejército cristero”, nombre que ese ejército tomó oficialmentecon orgullo y honor poco tiempo después.

José Sánchez del Río y el PapaEn este contexto nació José el día 28 de marzo de 1913, en Sahuayo, Michoacán. Un niño normal que fue a la escuela en su pequeño pueblo, desde los diez años ya estaba en un grupo católico que le había enseñado a rezar y a fomentar la adoración eucarística, cuando en 1926 comenzó la guerra cristera quiso enrolarse en el ejército popular que se estaba organizando para combatir la persecución que el gobierno realizaba en contra de la Iglesia católica, él ya que había visto cómo sus 2 hermanos mayores se unían a la guerra para defender a la Iglesia, pero su madre le negó el permiso ya que tenía escasos 13 años, sin embargo José no se desanimó y continuó insistiendo, su madre acabó por acceder ante las siguientes palabras de José: “Mamá, nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora” (http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints)

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20.04.15

La mujer que pudo con la paciencia de Santa Teresa

LA PRINCESA DE ÉBOLI Y LA FUGAZ FUNDACIÓN DE PASTRANA

EboliVarios autores nos ayudan a reconstruir este duro episodio de la vida de Santa Teresa de Jesús. J. L. García de Paz en su reseña biográfica de esta interesante princesa española, nos explica que Ana de Mendoza y de la Cerda (1540-1592) era hija única de Diego de Mendoza, Príncipe de Mélito y nieto del Gran Cardenal Mendoza. Diego se casó en 1538 con Catalina de Silva, hermana del entonces Conde de Cifuentes. Ana nació en Cifuentes y murió en Pastrana, por lo que puede considerarse propiamente como alcarreña. Por su educación tuvo un caracter dominante y altivo. Pero también voluble, rebelde y apasionado, como el de los antiguos Mendozas. No hay noticias destacadas de su infancia, salvo la leyenda referente a la pérdida de un ojo por causa de una caida o de la esgrima. Pero este dato no es claro, quizá no fuera tuerta sino bizca. Ciertamente alabaron su belleza, a pesar del parche que la adornaba. El caso es que cuando su boda se la describe como que la novia era “bonita aunque chiquita".

ebSu educación fue nuy influida por las peleas y separaciones entre sus padres, en gran parte debidas al caracter mujeriego de Diego. Ana tomaría partido por su madre. Esta rica heredera fue casada muy joven en 1552 con Rui Gómes de Silva (1516-1573), noble segundón portugués mucho mayor que ella. El matrimonio no se consumó hasta 1557. Ana y Rui vivieron definitivamente juntos desde la vuelta de éste en 1559 y tuvieron seis hijos vivos en los trece años de matrimonio.

Fue una de las mujeres de más talento de su época, y aunque perdió un ojo a causa de un entrenamiento de esgrima, se la estimaba como una de las damas más hermosas de la corte española. Entre las teorías que se barajan sobre la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero este dato no es claro, quizá no fuese tuerta sino estrábica, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico. En cualquier caso, su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte.

Esta indómita mujer era profundamente celosa de su marido al que amó hasta el fallecimiento del mismo en 1573. Previamente, habían adquirido el señorío de Pastrana (Guadalajara) dispuestos a engrandecerlo, por lo que el soberano concedió a don Ruy el título de duque de Pastrana. Para ello no escatimaron dinero en construir talleres textiles regentados por reconocidos artesanos flamencos y con moriscos expulsados de las Alpujarras como mano de obra. Además enriquecieron la Colegiata a la vez que reurbanizaron la ciudad. La de Éboli quería que su ciudad se convirtiera en un faro de sabiduría por lo que en 1569 no dudó en llamar a Santa Teresa de Jesús para que fundara allí dos conventos.

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7.04.15

Vladimir, el hombre que convirtió a Rusia

A LOS MIL AÑOS DE LA MUERTE DEL PRÍNCIPE VLADIMIR DE RUSIA

VLACon ocasión del milenario de la muerte de San Vladimir, acaecida en 1015, volvemos a proponer un viejo artículo sobre la historia de dicho príncipe, su abuela santa Olga y la conversión de Rusia

Los orígenes de la actual Rusia hunden sus raices en la historia a través de un personaje poco conocido para los occidentales y sobre el que realmente se sabe poco, el jefe Riurik (Rodrigo, en castellano), nacido en 830. Probablemente danés de Jutlandia, de la casa real de Haithabu, hay quien lo identifica con el príncipe Hrorek de Dorestad, hijo del noveno monarca de este linaje. Hay debate sobre la forma en la que Rurik llegó a controlar el Ladoga y Nóvgorod. La única información sobre él se encuentra en la Crónica de Néstor del siglo XII, que afirma que chuds, eslavos, merias, veses y krivichs “llevaron a los varegos más allá del mar, rechazaron pagarles tributo, y se establecieron para gobernarse a si mismos”.

Después las tribus comenzaron a pelear entre sí y en 862 decidieron invitar a Rurik para restablecer el orden. Éste acepto la invitacion y, tras someter la zona del lago Ladoga, fundó en 859 la ciudad de Veliki Novgorod, que gobernó hasta su muerte en 879. De este modo tuvo inicio el principado que, trasladada su capital a Kiev, en 882 por Oleg, uno de sus descendientes, fue conocido como la Rus de Kiev, que perduró hasta 1240, la época de la invasión mongola. Una serie de familias principescas supervivientes descienden por vía patrilineal de Rurik, hasta el último pariente suyo que gobernó Rusia, Basilio IV, murió en 1612.

De modo independiente, cuenta la tradición que poco tiempo de la fundación de Kiev, mucho antes que la conquistase Oleg, llegó de Grecia a dicha ciudad un obispo que comenzó a predicar a sus habitantes el Evangelio y a hablar de los milagros de Dios relatados en el Antiguo y Nuevo Testamento. Sigue narrando la tradición que los rusos -que así llamaremos a los varegos, según una etimología bastante posible- al oír decir que los tres niños no se quemaron en el horno encendido de Babilonia según el libro de Daniel, interrumpieron al predicador y dijeron: “Si no vemos algo parecido, no creeremos en tu historia”. El obispo, después de rezar a Dios, se atrevió a poner el Evangelio en el fuego y el libro sagrado permaneció intacto, hasta las cintas que marcaban las hojas preparadas para la lectura, no se quemaron. Parece ser que debido al impacto de este milagro, muchos de ellos se bautizaron.

VlaDespués de Riurik, fue su pariente Oleg quien gobernó el país. Éste fue tomando el control de las ciudades del Dniéper y capturó Kiev, controlada anteriormente por los varegos Askold y Dir, a donde finalmente trasladó su capital desde Nóvgorod. La nueva capital era un lugar idóneo para lanzar una incursión contra Constantinopla en 911. Según la Crónica de Néstor o Primera Crónica Rusa, los bizantinos intentaron envenenar a Oleg, pero el líder varego demostró sus poderes proféticos rechazando beber de la copa con vino envenenado. Tras haber clavado su escudo en la puerta de la capital imperial, Oleg ganó un tratado comercial favorable, que finalmente fue muy beneficioso para ambas naciones. Aunque las fuentes bizantinas no registraron estas hostilidades, el texto del tratado ha sobrevivido en la Crónica de Néstor. Lo que sí sabemos es que en Constantinopla concertó Oleg un tratado muy ventajoso para Rusia, un contrato comercial con los griegos.

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18.03.15

A los 60 años de Comunión y Liberación

LUIGI GIUSSANI Y LOS COMIENZOS DE COMUNIÓN Y LIBERACIÓN

JOSÉ RAMÓN GODINO ALARCÓN

don“¿Cuál es la primera característica de la fe en Cristo? ¡La primera característica es un hecho!”, explicaba Don Luigi Giussani. Un hecho que tiene la forma de un encuentro y que será lo que motive la obra del fundador de Comunión y Liberación.  Don Giussani había nacido en Desio, cerca de Milán, el 15 de octubre de 1922. Procedía de una familia trabajadora en la que fue introducido en la fe católica por su madre, Angelina, a la vez que su padre, Benjamín, celoso anarquista, le introducía en la pasión por la música, afición que marcará toda su vida. Dentro de las escasas posibilidades que tenía la familia uno de los pequeños lujos que se permitió fue invitar a algún músico el domingo para escuchar en directo algunas piezas. De sus padres aprendió, además, algo que será radical para su comprensión del cristianismo: preguntarse el porqué de las cosas.

Los recuerdos de la vida familiar acompañaron a don Giussani. En múltiples ocasiones recordaba cómo creció, siendo educado en el respeto a la persona y en la atención a lo que sucedía, prestando atención desde pequeño a las noticias. Recordaba con especial intensidad cómo un día, yendo a Misa con su madre, se sorprendió ante el amanecer y su madre exclamó: “¡Qué bello es el mundo y qué grande es Dios!

l Este ambiente hizo que despertara desde pequeño su vocación sacerdotal. El 2 de octubre de 1933 entró en el seminario de Seveso, donde recibió la Enseñanza Media y el primer año de Enseñanza Secundaria, pasando después al seminario de Venegono. Allí estudió el resto de la Secundaria, la Filosofía y la Teología, recibiendo la influencia de profesores como Gaetano Corti, Giovanni Colombo, Carlo Colombo -que después fue obispo auxiliar de Milán- y Carlo Figini. Pero no sólo será importante la influencia de los profesores, la estancia en Venegono hará que conozca a compañeros de especial importancia en su vida como Enrico Manfredini, futuro arzobispo de Bolonia. Junto con él y otros amigos descubrió el valor de la vocación, que se realiza en el mundo y para el mundo.

En estos años tienen lugar importantes descubrimientos para don Giussani, desde la poesía de Leopardi a la música de Beethoven, Mozart y Donizetti como expresiones vivísimas del sentido religioso del hombre. Consideraba el poema A su mujer de Leopardi como una introducción del prólogo del evangelio de san Juan y creció en la convicción de que la cima del genio humano es profecía -a menudo inconsciente- del acontecimiento de Cristo. Todas estas intuiciones formarían con la base del método educativo de la futura Comunión y Liberación. En la historia del movimiento destaca el reclamo de que la verdad se reconoce por la belleza con la que se manifiesta y don Giussani dará una importancia privilegiada a la estética en el sentido tomista del término, insistiendo en su reclamo ético.

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2.03.15

Thomas Merton, un gran escritor pero monje poco ejemplar

Thomas Merton

En la Biografía que escribió de su buen amigo desde la juventud -Thomas Merton- el escritor y artista Edward Rice cuenta que a una dama oriental que le preguntó que estaba haciendo, le contestó que “estaba escribiendo un libro sobre un inglés que se hizo comunista, luego católico, más tarde monje trapense y finalmente budista; en ese momento, habiendo alcanzado su vida la plenitud, murió”. Tal descripción del popular monje fallecido hacía poco sentó muy mal en círculos católicos norteamericanos y peor todavía en su abadía de Gethsemani, de la que salieron en defensa de la identidad católica de Merton, cuyo cuerpo yacía como el de un monje más en el cementerio monástico.

 Esta anécdota nos sirve como punto de partida para recordar a ese gran enigma que fue Thomas Merton. Sobre él comenta el experto historiador del monacato benedictino, García M. Colombás en su libro “La tradición benedictina”, que nos sirve de base para estas líneas: “Es un mundo, un universo. Lleno de luces y sombras, de afirmaciones rotundas y de dudas lacerantes. ¿Quién fue realmente Thomas Merton? Ni él mismo logró dilucidarlo” De él se ha dicho también que fue “el monje más famoso del mundo” (Linage Conde) e incluso “una suerte de San Bernardo del siglo XX” (Dom Jean Leclerq). Pero, ¿realmente fue tal?

 Sigue diciendo el P. García Colombás que “tanta es la devoción que los ‘mertonianos’ profesan a su maestro y caudillo que no dudan en darle la razón en todo y aún en canonizar sus yerros como gracias especialísimas de Dios. Lo que no está en modo alguno de acuerdo ni con la verdad ni con lo que él deseaba”. Su fama la conocemos todos como escritor best-seller traducido a casi todos los idiomas de la tierra, pero, quizás muchos  no conozcan sus yerros, que difícilmente encontramos divulgados en los muchos libros que hablan del famoso monje.

Nacido en Prades, Francia, el 31 de enero de 1915 -se acaba de celebrar el centenario- de padre neozelandés y madre norteamericana, perdió a su madre a los 6 años y a su padre a los 18, lo cual le influyo toda su vida, como él mismo escribirá años después. Creció en Inglaterra y tras una azarosa y apasionada vida de estudiante universitario de letras en Cambridge y después en Columbia, en Nueva York -en la cual tuvo un hijo con una amiga y a través de abogados se aseguró de no tener que volver a ver nunca más ni a la madre ni al hijo- ya al final de los estudios a través de amigos conoció a un monje hindú el cual le cambió su vida: Le recomendó con gran sentido común que si quería profundizar en la espiritualidad se leyese primero a los místicos occidentales. Esto le llevó a leer las Confesiones de S. Agustín y la Imitación de Cristo. Eran los primeros pasos que le llevaron a la conversión y a recibir el bautismo en noviembre de 1938.

A partir de su conversión empezó a rondar en su cabeza la idea de la vida religiosa y lo intentó primero con los Franciscanos de Nueva York, pero estos, escandalizados por su pasado, no se atrevieron a aceptarlo. Mientras tanto había conocido a los Trapenses de Gethsemani (Kentucky) y había quedado fascinado por su vida, pues eran tiempos de bonanza para la abadía y no faltaban las vocaciones, la comunidad florecía. Sus deslices de tiempos de universitario no fueron un obstáculo para que los Trapenses le admitiesen, pues en efecto en aquellos tiempos la vida de la Trapa se veía fundamentalmente como un camino de dura vida penitencial. Pero supuso también romper con su vida anterior, regalar sus ropas y sus libros, olvidarse de sus aspiraciones literarias que le habían hecho soñar con un gran porvenir en el mundo de las letras, con las cuales había hecho ya sus primeros pinitos, y sumergirse en las tierras perdidas de Kentucky, cosa que hizo en febrero de 1942. Al comenzar su vida monástica le dieron un nuevo nombre, Louis y el vivió estos inicios con entusiamo y con el alma en paz. El escribir se había acabado para siempre, y así se lo planteó desde el comienzo de su postulantado. Pero eran solamente los comienzos…

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18.02.15

El intelectual y el humilde fraile

EL P. DOMENICO BARBERI Y LOS 170 AÑOS DE LA CONVERSIÓN DEL CARDENAL NEWMAN

doSobre el Cardenal Newman se ha escrito mucho, especialmente hace unos años con ocasión de su beatificación, y mucho más se deberá escribir todavía pues es la riqueza de su pensamiento y de su testimonio cristiano no se agotan en unos cuantos libros. Sus escritos todavía tienen que seguir inspirando a teólogos y pensadores y sus virtudes iluminando a los oratorianos, a todo tipo de sacerdotes y, en general, a todos los cristianos. Entre los temas de su biografía que más se han tratado está el de su conversión, propuesta como ejemplo de camino intelectual de descubrimiento de la Iglesia Católica como la verdadera fundada por Jesucristo, a través del estudio de los Padres de la Iglesia y de las primitivas fuentes cristianas.

Fue así, sin duda, un camino progresivo, vivido con dificultad, muy valiente y meritorio, sin duda ejemplar para intelectuales de buena voluntad que quiera buscar la verdad sin prejuicios, lo cual no siempre es fácil. En este año que se va a cumplir el 170 aniversario de dicho evento, bueno es volver sobre el tema, y lo hacemos tomando como base un texto de hace unos años.

Al camino intelectual y espiritual que supuso la conversión de John Henry Newman contribuyeron otros factores, como los ataques que recibía por todas partes y su desilusión ante ciertas decisiones de los obispos anglicanos de aquel momento. Este fue el caso de la erección de un obispado para protestantes en Jerusalén, en cuya decisión había muchos intereses político-religiosos y el parlamento inglés había jugado por supuesto un papel determinante. Todo esto hizo rebajarse hasta el mínimo la fe de Newman en la iglesia anglicana. Walter Nigg describe lo que le ocurría: “Al solícito anglicano le pasaba lo peor que lo puede pasar a un hombre: él había perdido la fe en la idea que antes amó con pasión, y con ello se venía abajo el edificio mental de su mundo. Todo terminó con un ruidoso fracaso, el cual creó el preludio de una tragedia”.

liY contribuyó mucho espiritualmente otro factor que no siempre ha sido destacado por sus biógrafos, a veces solamente mencionado, si bien creo que fue de grandísima importancia: Su contacto con un humilde fraile italiano, Domenico Barberi (1792-1849), pasionista, cuyo ejemplo y amor a la cruz cautivaron al clérigo de Oxford, y sobre el cual dijo Pablo VI dijo el día de su beatificación: “Si no hubiese sido por Domingo Barberi, John Henry Newman no hubiera sido recibido en la iglesia católica”.

Domenico, apellidado en religión “de la Madre de Dios”, había nacido en 1792, cerca de Viterbo pobre, de familia pobre de campesinos y al morir su padre antes que cumpliese seis años, tuvo que ser “adoptado” por su tío. Después de años de vida de campo y de ser rechazado para el servicio militar, a la edad de 22 años cuando, por frecuentes llamadas interiores, comprendió que Dios lo invitaba a una vida diferente. Dejando entonces el cultivo de los campos, ingresó en la Congregación pasionista, donde reveló extraordinarias cualidades de mente y corazón. Ordenado sacerdote, se entregó a la enseñanza, al ministerio de la palabra, a la dirección de las almas y a la composición de numerosos escritos sobre materias de filosofía, teología y predicación. Imbuido del espíritu de san Pablo de la Cruz, que tanto había soñado con la conversión de Inglaterra, y gracias a haber tratado a algunos conversos del anglicanismo, como Sir Henry Trelawney o el religioso pasionista Ignacio de San Pablo, fue madurando en su corazón la idea de ir a evangelizar a Inglaterra.

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2.02.15

Las peripecias del primer embajador negro en la corte papal

LA BASÍLICA LIBERIANA ALBERGA EL SEPULCRO DEL PRIMER EMBAJADOR DEL CONGO ANTE LA SANTA SEDE

FRANCISCO JAVIER SANDOVAL OCHOA

caoCuando en el S. XV estaban las grandes potencias mundiales explorando todos los territorios desconocidos para ellos, un explorador de Portugal llamado Diego Cao, en una de sus travesías (1480) se introdujo por el rio Congo, el mayor río de África central, que como es sabido nace en el Lago Bangweulu y tiene una longitud de 4380 km, que lo convierten en el segundo río más largo del continente después del río Nilo. Quizás había oído historias en torno a un reino que había en esas regiones vírgenes o quizás simplemente por circunstancias tuvo que cruzar ese rio, la realidad es que descubrió un reino totalmente desconocido para el mundo europeo, era un reino bien organizado, con cultura y con un buen gobierno.

Portugal comenzó a tratar con ese reino y así en un posterior viaje que organizó esta nación se logró hablar con el rey de este reino (su nombre era Nzinga Nkuwu), se le explicó lo que era Europa, pero principalmente se le explicó el cristianismo y así este aceptó que se enviaran algunos misioneros portugueses para que se comenzara a evangelizar toda la zona. Diez años después, como fruto de esta labor de los misioneros franciscanos que fueron envaidos, el mismo rey Nzinga pide ser bautizado adoptando el nombre de Juan I y junto con él muchos nobles del reino decidieron seguir su ejemplo y así en el año 1491 se comienza a construir la primer iglesia en ese reino de reciente hallazgo, que recibió su nombre del rio.

No pocos años después comenzó a haber un cierto descontento por parte de algunos personajes importantes del Congo, principalmente les molestaba el nuevo régimen moral que el cristianismo presentaba y pedían regresar a las tradiciones pasadas. El rey Juan cedió ante esa presión y tristemente acabó por abjurar del cristianismo (aproximadamente en el 1495), muriendo unos años después en el año 1506, pero la semilla del cristianismo no solo estaba sembrada, sino que ya estaba dando sus primeros frutos. Aparece entonces Don Alfonso (1456-1543), quien era el hijo mayor del difunto monarca, un ferviente cristiano que gobernaba una provincia del reino. D. Alfonso reclamaba el derecho de sucesión, sin embargo tenía que enfrentarse a la revuelta que su medio hermano Mpanzu AKitima, que también había apostatado del cristianismo, y también deseaba el poder. En esta lucha D. Alfonso sale triunfador y es reconocido como el nuevo soberano dando el inicio al Reino Cristiano del Congo.

neLa conversión de este país se dejó ver con una de las primeras acciones que hizo el rey D. Alfonso: La capital Mbanza pasaría a llamarse San Salvador. Además, continuó la construcción de numerosas iglesias y por supuesto de una iglesia principal que D. Alfonso alcanzó a ver terminada antes de morir y que años después sería la catedral de San Salvador. D. Alfonso tenía un gran celo apostólico, era un rey que deseaba un reino auténticamente cristiano que no fuera solo de nombre y él fue el primero en dar ejemplo y ser coherente con su fe a pesar de las adversidades. San Juan Pablo II dijo sobre él lo siguiente: Reinó durante cuarenta años, esforzándose activamente por favorecer la difusión del Evangelio entre su pueblo. Esos años se consideran la época de oro de la evangelización del reino del Congo(Audiencia General, 17-junio-1992)

Entre los planes que D. Alfonso tuvo para el desarrollo de su reino fue enviar a algunos jóvenes a Portugal para que recibiesen una educación más completa. Entre estos jóvenes se encontraba su hijo Enrique, que fue causa de sus grandes alegrías ya que no solamente fue sacerdote, sino que en el año 1518 fue ordenado obispo y se trató del primer obispo de piel oscura de toda la cristiandad.

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