XXI. El nombre de Jesús
Los nombres de las cosas y las personas[1]
La segunda observancia legal, que San José y la Virgen María cumplieron con el Niño, fue la de la imposición del nombre. A ella dedica Santo Tomás, después de ocuparse de la circuncisión, otro artículo, el segundo, de esta cuestión de la Suma Teológica sobre las observancias de la ley mosaica en el nacimiento de un hijo.
El artículo: «parte de la autoridad de la Escritura, que dice: «Pasados los ocho días para circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús» (Lc 2,21)»[2]. Explica Santo Tomás sobre el mismo que: «se dice en el capítulo 17 del Génesis que Abrahán recibió, a la vez, el nombre que Dios le impuso y el mandato de la circuncisión. Y ésta es la razón de que entre los judíos se impusiese a los niños el nombre el mismo día de su circuncisión, cual si quisieran indicar que antes de ella no habían logrado la perfección de su ser; lo mismo que también ahora se imponen los nombres a los niños en el bautismo»[3].

Termina Santo Tomás la primera de las cuatro partes, en que divide su estudio sobre la vida de Cristo, y que se dedica a todo lo referente a «su entrada en el mundo»
En los dos últimos artículos de la cuestión, dedicada a la manifestación al mundo del nacimiento de Cristo, de la Suma teológica, Santo Tomás se ocupa de la estrella por la que se anunció y de la adoración de los Magos, que, por ella, lo conocieron.
Después de haber tratado la manifestación del nacimiento de Cristo, en la misma cuestión del tratado de la Vida de Cristo de la tercera parte de la Suma teológica, Santo Tomás, estudia el orden en que se realizaron las manifestaciones. Considera que: «el tiempo en que se reveló el nacimiento de Cristo fue dispuesto en el orden conveniente»
Después de estudiar la conveniencia de la manifestación de Cristo a los pastores, a los Magos y a los profetas Simeón y Ana, Santo Tomás se ocupa del modo como se manifestó. Se pregunta, en primer lugar, si no hubiera sido conveniente que se manifestase por sí mismo, porque parecen existir tres razones para ello.