XII. La persona de Cristo

La natividad y la persona[1]

Natividad, con Santa Catalina de Alejandría y San Pedro Mártir, 1442Santo Tomás, después de las cuatro cuestiones dedicadas a la concepción de Cristo, destina otras dos a su nacimiento. Indica en la introducción a ambas que tratará: «en primer lugar, del mismo nacimiento», en la primera cuestión (q. 35); luego, de la manifestación del nacido», en la siguiente (q.36)».

Sobre la natividad comienza con la pregunta de si el nacimiento de Cristo fue de su naturaleza o de su persona. Tiene sentido, porque, por una parte, enseña la filosofía que: «nace propiamente lo que comienza a ser por el nacimiento», a tener un ser propio, y, por tanto a existir, ya que el constitutivo entitativo del ser da la existencia, el hecho de estar presente en la realidad; por otra, porque sabemos por la fe que: «por el nacimiento de Cristo no comenzó a existir su persona», que es la segunda persona de la Santísima Trinidad, «sino su naturaleza humana». Por consiguiente: «parece que el nacimiento es más propio de la naturaleza que de la persona»[2].

La tesis de Santo Tomás es que: «la naturaleza, hablando con propiedad, no comienza a ser», y, por ello, a existir, como si fuera la que incluyera al ser como uno de sus constitutivos intrínsecos, y, por tanto, existiera por si misma, por un constitutivo esencial. En cambio: «es más bien la persona la que comienza a ser en alguna naturaleza»[3]. La persona es la que posee el ser como su constitutivo intrínseco formal junto con una naturaleza que es su sujeto destinto o constitutivo material.

La explicación que da de esta afirmación filosófica es la siguiente: «El nacimiento puede atribuirse a algo de dos modos: uno, como a sujeto; otro, como a término. Como a sujeto se atribuye el nacimiento a lo que nace». Y esto pertenece a la persona, no a la naturaleza, porque «lo que nace es propiamente la persona no la naturaleza»[4].

El nacimiento afecta a la naturaleza y a la persona, porque al nacer una persona nace con ella una naturaleza humana. Sin embargo, se dice que nace una persona, porque todo lo que afecta o hace una persona, aunque se realice por su naturaleza o una parte de la misma, esencial o accidental, como el sufrir, el respirar, el pensar, el cantar o el poseer, se atribuyen a la persona. De ahí que el nacimiento, al igual que la concepción se atribuye propiamente de la persona. No se dice ha nacido una naturaleza humana, sino una persona[5].

La tesis se explica porque: «siendo el nacimiento una especie de generación, así como una cosa es engendrada para que sea, así también nace para que sea». Además: «el ser es propio de lo subsistente» pues el ser completa a la naturaleza y la hace existir. Con ello, la convierte en subsistente, en substancia, pues subsistir es existir en sí y por sí.

De manera que «el ser es propio de lo subsistente», de la substancia. En cambio, «de la forma no subsistente sólo se dice que por ella algo es»[6], algo puede tener ser, porque el ser propio, el que posee la substancia, es proporcionado a su esencia o naturaleza. Por ello: «la naturaleza se define por aquello que algo es», o la esencia que hace que sea tal cosa, y «la persona por aquello que tiene ser subsistente»[7], un ser propio y proporcionado a esta esencia, a la que da contenido y realidad y, por tanto, que exista en sí y por sí

De esta argumentación, se puede concluir que «el nacimiento se atribuye, como a sujeto propio del nacer, a la persona o hipóstasis, no a la naturaleza», puesto que «la persona o hipóstasis significa por modo de algo subsistente», de hipóstasis o substancia, que posee un ser propio, «mientras que naturaleza por modo de forma en que algo subsiste»[8]. La naturaleza es como la forma de lo subsistente, porque hace posible que el ser comunique las perfecciones según están señaladas por la esencia. Por tanto, «hablando con propiedad la naturaleza no comienza a tener ser», a nacer, «es más bien la persona la que comienza a ser», a nacer, y con ella la naturaleza que incluye como sujeto o recipiente del ser, que contiene según la medida de perfecciones que expresa.

La individualidad personal

En otro lugar de la Suma teológica, Santo Tomás explica que: «el hombre engendra seres iguales a sí específicamente, no numéricamente. Por tanto, las notas que pertenecen a un individuo en cuanto singular, como los actos personales y las cosas que les son propias, no se transmiten de los padres a los hijos. No hay gramático que engendre hijos conocedores de la gramática que él aprendió. En cambio, los elementos que pertenecen a la naturaleza pasan de los padres a los hijos, a no ser que la naturaleza esté defectuosa. Por ejemplo, el hombre de buena vista no engendra hijos ciegos si no es por defecto especial de la naturaleza. Y, si la naturaleza es fuerte, incluso se comunican a los hijos algunos accidentes individuales que pertenecen a la disposición de la naturaleza, como son la velocidad de cuerpo, agudeza de ingenio y otros semejantes. Pero no las cosas puramente personales».

Esta distinción entre elementos de la naturaleza humana o del hombre y los propios o personales, y que se heredan los primeros, porque son generales y, por tanto, compartibles, y no, en cambio, los segundos, porque son completamente individuales o incomunicables, le permite a Santo Tomás establecer la que hay entre la naturaleza y la «persona»[9].

El término «persona» se refiere a toda la individualidad del hombre, constituida por la de su cuerpo, con la de su vida vegetativa y sensitiva, y completada por la individuación más profunda de su espíritu. «Persona» expresa la individualidad espiritual o substancial del alma –que se manifiesta en sus facultades incorpóreas, el entendimiento y la voluntad–, y también la individualidad del cuerpo. Significa lo más singular o individual, lo más propio que es cada hombre, lo más incomunicable, o lo menos común.

«Persona» significa lo único e irrepetible de cada hombre, el de una individualidad única, que, como se indica en este texto, no se transmite por generación, porque no pertenece a la naturaleza humana, que se hereda, ni tampoco a ciertos accidentes del hombre, a los que esta predispuesta la misma naturaleza, que es transmitida con ellos de los padres a los hijos.

Por expresar una estricta individualidad, el término «persona» no tiene el mismo significado que el de hombre. En el lenguaje corriente, sin embargo, ambos términos se emplean como equivalentes. Es una utilización correcta, porque todo hombre es persona. No obstante, el nombre «persona» tiene una caracterización lógica y gramatical distinta de hombre y de todas las demás palabras de la lengua.

Esta peculiaridad se advierte en su predicación o atribución, Aunque la significación de persona sea lo individual, la predicación a varios parece suponer algo común a todos ellos, algo en común que permita esta atribución generalizada, que la hagae posible con verdad. Así, el mismo término «persona» se aplica a muchas individualidades, tanto en los hombres como en Dios, que hay tres personas completamente distintas. Sin embargo, a pesar de esta predicación común, por expresar algo individual absolutamente, algo único e irrepetible, debe afirmarse que el término «persona» no puede tener nada común entre varios.

La dificultad queda resuelta si se advierte que al predicarse «persona» se hace con el significado de «individuo indeterminado». Con ello, el término expresa, por una parte, la individualidad propia de cada persona –con la distinción real de las personas entre sí–, y, por otra, y al mismo tiempo, una comunidad de razón.

De este modo se significa lo individual en acto, pero, a diferencia de los nombres propios, que sólo se atribuyen a uno, persona lo hace indeterminadamente, También la predicación de «persona» es distinta de la del nombre común, que sólo expresa, en acto lo común o general, y, aunque incluya, la individualidad, lo hace de un modo potencial.

Hay otra diferencia entre la predicación de «persona» y la predicación genérica o específica, porque el término «persona», aunque signifique la individualidad, que es también esencial, la trasciende, por referirse directamente a lo existencial. Los géneros y las distintas especies, en general o universal, que es lo que significan los nombres comunes, no nombran directamente la realidad existente, como lo hace siempre «persona», sino lo esencial común.

El nombre «persona» tiene, por tanto, un estatuto lógico-gramatical único, no sólo porque hay que situarlo entre el nombre común y el nombre propio, sino porque además no significa una naturaleza, como todos los nombres, sino que significa directamente el ser personal.

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El ser personal

La denotación del ser propio que hace el término «persona», Santo Tomás considera que se encuentra en la definición clásica de persona de Boecio: «substancia individual de naturaleza racional», porque piensa que en ella la substancia no significa la mera esencia substancial individual, sino la entidad substancial, que como ente incluye su ser propio[10].

Sin embargo, para significar que el ser personal es el más participado –o el mismo ser en Dios– en el nivel propio del espíritu, que se manifiesta en la racionalidad, que a su vez fundamenta la voluntad libre, define la persona de este modo más preciso con términos más precisos, del siguiente modo: «Persona es el subsistente distinto en naturaleza racional»[11].

En ambas definiciones queda expresada implícitamente la tesis propia de Santo Tomás, que «el ser pertenece a la misma constitución de la persona»[12]. El ser, constitutivo formal del ente personal, es el principio personificador, el que es la raíz y origen de todas sus perfecciones, incluida su individualidad total.

En los entes no personales el ser es su constitutivo formal, pero la persona no sólo se diferencia de ellos por su mayor grado de posesión del ser, porque, aunque, en todos los entes sus perfecciones se resuelvan en último término en el acto de ser, son expresadas por su esencia, a la que se refieren los nombres que les damos para significarla. En cambio, el nombre persona, sin la mediación de algo esencial,directamente se refiere al ser, al acto entitativo.

El ser propio de cada persona es lo que convierte en persona a la naturaleza o esencia individualizada por los principios individuantes, porque el ser es el constitutivo formal de la persona y la naturaleza o esencia individual es el constitutivo material. Lo que hace que un individuo de naturaleza humana, compuesto de cuerpo y alma, sea una persona no es algo que pertenezca propiamente a esta naturaleza, sino a su ser propio, acto primero, constitutivo y fundamento de la misma esencia.

El ser personal es una realidad metafísica, que no sólo no es captable por los sentidos, como todas las otras, sino que tampoco es posible que la inteligencia forme de ella un concepto. Su conocimiento es posible, porque a cada persona se le revela su ser propio en su conciencia intelectual, en la percepción intelectual de que es o existe, de la que tiene una absoluta certeza y cuyo objeto, su ser propio, indica como la palabra «yo». Este núcleo interior se distingue de su naturaleza por su carácter permanente y a la vez desconocido, en cuanto a su contenido, por el mismo sujeto.

Por consiguiente, por expresar directamente al ser, sin la mediación de la esencia, «persona» debe comprenderse como vinculada inmediatamente al ser, y a los trascendentales que éste principio entitativo básico funda, como la unidad, la verdad y la bondad. Puede decirse que la persona tiene, por ello, un carácter «trascendental», en el sentido de que nombra al ser propio –y a los trascendentales, que éste origina–, sin designar directamente la naturaleza participante del ser. La persona menciona inmediatamente al ser y todas las propiedades trascendentales propias del ente personal.

No se significa, con ello, que la persona sea un nuevo concepto trascendental, tal como se ha dicho en la actualidad. Los conceptos trascendentales son modos generales de todo ente y que tienen, por tanto, su máxima universalidad, se convierten con él y se limitan a explicitar un aspecto implícito del ente. Son, por ello, únicamente siete: ente, la realidad, unidad, algo o incomunicabilidad, verdad, bondad y belleza. La persona, en cambio, aunque no sea un modo categorial, restringe el concepto de ente, porque, como es patente, no todos los entes son personas.

Doble filiación

En cuanto al término o fin del nacimiento, en cambio, «se atribuye a la naturaleza». El motivo es que: «el término de la generación y de cualquier nacimiento es la forma», y la «naturaleza se significa por modo de forma». Por ello, «el nacimiento es «vía que termina en la naturaleza» (Aristóteles, Física, II, 14), ya que su finalidad o intención es la forma o naturaleza específica»[13], o, en este caso, la especie humana, no la naturaleza concreta individual, que es la que incluye la persona, y que significa la individualidad, única e irrepetible.

Se leen en el Evangelio de San Juan estas palabras de Cristo: «La mujer, cuando va a dar a luz está triste, porque viene su hora; pero cuando ha dado a luz un niño, ya no se acuerda del apuro, por la alegría de que un hombre ha nacido en el mundo»[14]. La madre olvida el dolor del embarazo y del parto por la alegría de que haya nacido por ella un hombre en el mundo.

Explica Santo Tomás que: «Ningún movimiento o cambio es denominado por razón del sujeto que es movido o cambiado, sino por el término del movimiento, por el que tiende la especie». Así, por ejemplo, el cambio que sufre un tronco al quemarse no se denomina por lo q que se quema, sino por su fin que ha sido convertirse en cenizas, por ello se llama a tal acción convertir en cenizas o incinerar. «Y por esto el nacimiento no se denomina por la persona que nace, sino por la naturaleza en que se termina el nacimiento»[15].

Como consecuencia, en el artículo siguiente, Santo Tomás sostiene que hay una doble filiación en Cristo. Explica que: «en Él hay dos naturalezas: una, la que recibió del Padre desde la eternidad, y otra, la que recibió de la madre en el tiempo. Y por eso es necesario atribuir a Cristo dos nacimientos: uno, por el que nace eternamente del Padre; otro, por el que nació temporalmente de la madre».

Como se ha dicho: «la naturaleza se compara con el nacimiento como el término del movimiento o cambio»[16], porque por el mismo aparece algo nuevo en su sujeto. De manera que: «el nacimiento pertenece a la persona como sujeto, y a la naturaleza como término».

Sin embargo, como en todo sujeto del movimiento, a la persona «es posible que le acaezcan muchas mutaciones, las cuales, sin embargo, deben diferenciarse según los respectivos términos». Así, en la persona divina de Cristo hay un nacimiento eterno, del Padre, y otro temporal de su Madre, la Santísima Virgen, «Pero no decimos esto como si el nacimiento eterno fuese una mutación o un movimiento, sino porque lo designamos a modo de mutación o movimiento»[17].

Por consiguiente: «puede decirse que Cristo nació dos veces, de acuerdo con sus dos nacimientos. Como se dice que corre dos veces el que corre en dos tiempos, de modo semejante puede decirse que nace dos veces el que nace una vez en la eternidad y otra en el tiempo, porque entre la eternidad y el tiempo hay mayor diferencia que la que media entre dos tiempos, aunque una y otro signifiquen medidas de duración»[18].

 

Eudaldo Forment

 


[1] La imagen es de la Natividad, con Sta. Catalina de Alejandría y S. Pedro Mártir (1442),, del.  beato Fray Angélico, O.P. (1395-1455),

[2] Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, III, q. 35, a. 1, ob. 3.

[3] Ibíd., III, q. 35, a. 1, ad 3.

[4] Ibíd., III, q. 35, a. 1, in c..

[5] Cf. Antonio Royo Marín, Jesucristo y la vida cristiana,  Madrid, BAC, 1961, p. 251.

[6] Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, III, q. 35, a. 1, in c.

[7] Ibíd., III, q. 35, a. 1, ad 3.

[8] Ibíd., , III, q. 35, a. 1, in c.

[9] Ibíd., I-II, q. 81, a. 2, in c.

[10] Cf, Íbíd., I, q. 29, a. 2.

[11] Santo Tomás, Sobre la  Potencia de Dios, q. 9, a. 4, in c.

[12] ID, Suma teológica, III, q. 19, a. 1, ad 4.

 

 

[13] Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, III, q. 35, a. 1, in c.

[14] Jn, 16, 21.

[15] Santo Tomás de Aquino, Suma teológica, III, q. 35, a. 1, ad 2.

[16] Ibíd., III, q. 35, a. 2, in c.

[17] Ibd., III, q. 35, a. 2, ad  3.

[18] Ibd., III, q. 35, a. 2, ad  4.

 

5 comentarios

  
Horacio Castro
Nunca estuve seguro de tener comprensión suficiente sobre las dos naturalezas de Jesucristo. Entiendo que desde el momento de su concepción Jesús es de naturaleza divina como la Persona del Hijo, y que luego como ser individual también tiene naturaleza humana como verdadero hombre. Lo recuerda el autor con su explicación sobre "los dos nacimientos". Así Nuestro Señor Jesucristo tiene pleno conocimiento, de su naturaleza divina, como ser individual en su naturaleza humana.
16/07/22 10:05 PM
  
Cristián Yáñez Durán
Don Eudaldo,

Un privilegio poder leer esta materia tan difícil de comprender, en lo que tiene de comprensible, de una autoridad de la categoría de usted.
17/07/22 11:26 PM
  
José
Un conocido autor plantea que si la LIBERTAD de Cristo fue un elemento de su ser PERSONA divina ... Entonces .. no fue VERDADERAMENTE hombre.. puesto que no habria tenido LIBERTAD humana
Y si además de la LIBERTAD divina tuvo también la humana ... Entonces habría tenido dos libertades ... ¿dos libertades y una sola persona?...
Es decir, donde se situaría la LIBERTAD...? en la Naturaleza? en la Persona?
¿Cual sería su opinión en esta cuestión .... Si le es posible resumirla en tan breve espacio?


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La libertad es una propiedad de la voluntad, que al igual que el entendimiento, son operaciones de la naturaleza. «La Iglesia confesó en el sexto Concilio Ecuménico que Cristo posee dos voluntades y dos operaciones naturales, divinas y humanas, no opuestas, sino cooperantes, de forma que el Verbo hecho carne, en su obediencia al Padre, ha querido humanamente todo lo que ha decidido divinamente con el Padre y el Espíritu Santo para nuestra salvación (cf. Concilio de Constantinopla III, año 681: DS, 556-559). La voluntad humana de Cristo "sigue a su voluntad divina sin hacerle resistencia ni oposición, sino todo lo contrario, estando subordinada a esta voluntad omnipotente" (ibíd., 556)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 475)
25/07/22 10:52 PM
  
Horacio Castro
Estimado Profesor Forment. Luego de leer sus últimos dos valiosos articulos. Me "atrevo" a creer que se pueden diferenciar de la individualidad, las Personas de la Naturaleza Divina. El Padre y el Hijo son personas por sus propiedades de relación, mientras que el Espíritu Santo es persona con sus propiedades por la espiración del Padre y del Hijo en su amor recíproco infinito. Individual es la Naturaleza Divina. Un solo Dios en sus tres personas. Jesucristo es la Persona del Hijo por su propiedad de relación con el Padre, naturaleza divina de la que toma conocimiento como persona individual en Su naturaleza humana. Así ambas naturalezas coexisten cómo única Persona: Dios verdadero y verdadero hombre. Publico esto en la idea de que se me refute si estoy en un error. Mí más cordial saludo.
28/07/22 3:51 AM
  
Vladimir
"Entiendo que desde el momento de su concepción Jesús es de naturaleza divina como la Persona del Hijo"
Esta frase de un comentario anterior, me suena extraña. Talvez no es la intención del comentarista, pero pareciera que habla de dos sujetos: Jesús y la Persona del Hijo.


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Aclara una posible inadecuada interpretación este texto: «Después del Concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra éstos, el quinto Concilio Ecuménico, en Constantinopla, el año 553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más que una sola hipóstasis [o persona] [...] que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad" (Concilio de Constantinopla II: DS, 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (cf. ya Concilio de Éfeso: DS, 255), no solamente los milagros sino también los sufrimientos (cf. Concilio de Constantinopla II: DS, 424) y la misma muerte: "El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la Santísima Trinidad" (ibíd., 432)». (Catecismo de la Iglesia católica, n. 468).
28/07/22 4:15 PM

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