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29.11.13

La fidelidad a Dios no se negocia (Papa Francisco)

Misa matutina en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae
Lunes 18 de noviembre de 2013


Existe una insidia que recorre el mundo. Es la «globalización de la uniformidad hegemónica» caracterizada por el «pensamiento único», a través del cual, en nombre de un «progresismo adolescencial», no se duda en negar las propias tradiciones y la propia identidad. Lo que nos debe consolar es que, sin embargo, ante nosotros está siempre el Señor fiel a su promesa, que nos espera, nos ama y nos protege. En sus manos iremos seguros en todo camino. Es ésta es la reflexión propuesta por el Papa Francisco el lunes 18 de noviembre. Concelebró con él el arzobispo Pietro Parolin, secretario de Estado, que ese día iniciaba su servicio en el Vaticano.

El Pontífice comenzó su reflexión comentando la lectura tomada del primer libro de los Macabeos (1, 10-15; 41-43; 54-57; 62-64), «una de las páginas más tristes de la Biblia», dijo, donde se habla de «una buena parte del pueblo de Dios que prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad». Se trata, indicó el Papa, de una actitud típica de la «mundanidad espiritual que Jesús no quería para nosotros. En tal medida que había orado al Padre a fin de que nos salvase del espíritu del mundo».

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22.11.13

Aquí está el hombre (Carlos Caso-Rosendi)

Cuando Nuestro Señor colgó en la Cruz, nadie se dio cuenta que Su dolor humano comenzaba en ese momento a irradiar, como la luz del sol irradia, a todos los hombres de todas las épocas. La Cruz nos enseñó que el dolor y la muerte son nada ante el amor de Dios, que todo lo somete al poder Divino. Él nos amó primero y por habernos amado sufrió para que por sus heridas fuéramos curados.

Años después, un escritor cristiano aconsejaría a su rebaño a permanecer en el amor, esa argamasa divina que une a todas las partes de la Iglesia a través del tiempo y del espacio: “Permaneced en el amor fraterno. No os olvidéis de la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles. Acordaos de quienes sufren en prisión, como si estuvierais con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también vosotros tenéis un cuerpo.” (Hebreos 13:3)

Desde el principio de la Iglesia, el Señor ha permitido que sus seguidores sufran tal como Él sufrió. En algunos casos, a sus hijos preferidos, Jesús les regala astillas selectas de la Cruz. A mi entender, tal es el caso del Padre Gordon MacRae, un hombre de bien, un inocente, que carga ya hace muchos años una injusticia insoportable y muy difícil de comprender.

Acusado falsamente de un delito que no cometió, el Padre MacRae es uno de esos justos que han debido pagar en su cuerpo las culpas de otros pecadores, tal como lo hizo Cristo. Como todos los sacerdotes católicos, el Padre MacRae dedicó su vida a ser un alter Christus, otro Cristo en el servicio de la Iglesia. Jesús le tenía preparado un sacrificio especial que lo llevó a ser, como Cristo, acusado falsamente y condenado sin justicia ni piedad.

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3.10.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –4

Para leer las tres primeras partes de este trabajo, pulse los siguientes enlaces:
Parte 1
Parte 2
Parte 3

En este artículo analizaré el naturalismo metodológico de la ciencia desde el punto de vista teológico. Para ello me limitaré a citar y comentar brevemente tres textos del último Concilio ecuménico.

En primer lugar citaré un texto del Vaticano II sobre la justa autonomía de la realidad terrena.

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1.10.13

Hacia una «psicología sana» (Dr. Pablo Verdier Mazzara)

1. La psicología y la psiquiatría, por tratar directamente del hombre, necesitan, más que cualquier otra disciplina científica, dialogar con una recta filosofía y teología. Pío XII, en una serie de célebres discursos pronunciados con ocasión de congresos profesionales, enunció los principios de antropología y moral sobre los que debía descansar ese diálogo. Durante el Concilio Vaticano II, los Padres conciliares tuvieron in mente tales discursos acuñando la fórmula «psicología sana» (1). Con ella se referían a aquella psicología que no solo no entra en contrariedad con las verdades de la fe y la moral, sino que positivamente se funda y se nutre de los principios de la antropología cristiana. Desafortunadamente, la psicología y la psiquiatría han seguido caminos que, en su conjunto, no son compatibles con aquellas formulaciones papales (2). Privadas del encuentro con la filosofía cristiana y la teología, estas ciencias humanas se ven tentadas de reducirse a ciencias naturales (3). Ello se observa, por ejemplo, en el reduccionismo neurobiológico, en el que la mente se reduce e identifica con las funciones de su soporte biológico, el cerebro; en el reduccionismo dinámico, en el que todas las instancias motivacionales y eficientes del psiquismo se reducen a uno de sus dinamismos parciales; en el reduccionismo naturalista, que considera al hombre exclusivamente en su realidad histórica-intramundana. Se abre así no solo una brecha entre estas ciencias y la antropología y la moral cristianas, sino que aquellas ciencias con sus postulados han venido a interpelar y sustituir implícitamente a la doctrina católica sobre el hombre y sobre el bien y el mal moral.

Psicólogos y psiquiatras habrán de cultivar pues otras disciplinas que les formen en aquellas realidades humanas que su ciencia no les informa. “La labor de curar a los otros y de asegurar su equilibrio psíquico-social –decía Juan Pablo II– es, en efecto, importante y delicada. Quienes se dedican a esa labor, además de un conocimiento científico, deben poseer una gran sabiduría” (4). Esta sabiduría, que es filosófica, rescata realidades humanas no verificables empíricamente y que por tanto la ciencia ‘no ve’, pero que son supuestos implícitos del terapeuta que inciden en la comprensión del cuadro clínico y en la atención del paciente. Recordemos algunas de ellas, mostrando su importancia capital en el ámbito clínico.

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28.09.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –3

Para leer las dos primeras partes de este trabajo, pulse aquí y aquí.

Según todo lo dicho hasta aquí, deberíamos distinguir dos variantes del naturalismo metodológico:

• El naturalismo metodológico fuerte supone que el naturalismo filosófico (fuerte o débil) es verdadero. Prescinde totalmente de la acción de Dios en el mundo porque no cree que esa acción exista. Considera que la ciencia debe proceder como si el naturalismo fuera verdadero porque en realidad es verdadero.
• El naturalismo metodológico débil no supone que el naturalismo filosófico es verdadero. Prescinde metodológicamente de la acción de Dios en el mundo porque (según su definición de ciencia) la ciencia no puede tener en cuenta en absoluto esa acción, aunque exista. Considera a la ciencia como una especie de juego definido por una regla convencional: “veamos hasta dónde podemos llegar en nuestro conocimiento del universo material procediendo como si el naturalismo fuera verdadero”. La aplicación estricta de esta regla conduce al científico creyente a un comportamiento práctico indistinguible del de un científico naturalista.

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