InfoCatólica / Razones para nuestra esperanza / Categoría: Sin categorías

26.12.13

Cuando pasen los siglos (Fernando Díaz Gallinal)

Cuando pasen los siglos, los pobladores de la Tierra se olvidarán de que existió una vez el Premio Nobel. Se olvidarán de Bill Gates y de la guerra de las Colas, de Internet y del Puente Aéreo. Nadie sabrá entonces a cuánto cotizaban los bonos del tesoro estadounidense el 1° de marzo de 1996, ni qué eran los bonos del Tesoro, ni los Estados Unidos. Nadie sabrá tampoco que había una empresa llamada UTE, que nos cobraba la electricidad tres veces más de lo normal y por qué eso era así.

Se borrarán, con los siglos, las huellas de Atilio García y de Severino Varela en el Estadio, y las del Estadio Centenario en Montevideo, y las de Montevideo en Uruguay, y las de Uruguay en América. Se terminarán de diluir en los espacios las ondas que llevaron las voces de Solé, Heber Pinto, Víctor Hugo y el Toto da Silveira –y así se perderá la memoria de lo que fuimos.

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18.12.13

La Iglesia y el mundo moderno (G. K. Chesterton)

2 de julio de 1919

Un artículo en el Daily Express, el otro día, tratando de los obispados vacantes, observaba que el Primer Ministro era un excelente juez en esa materia, porque, siendo él mismo un “no conformista”, se encontraba fuera de la política de la Iglesia de Inglaterra. El principio es interesante y valdría la pena preguntar si los “no conformistas” se lo aplicarían a sí mismos. El Papa está fuera de la política de la Conferencia de Wesley y debería, por lo tanto, cubrir a su placer los púlpitos metodistas. El moderador de la Scottish Assembly (Asamblea Escocesa) debería presidir imparcialmente a todos los sectores presbiterianos. El General de los jesuitas parecería igualmente indicado para cumplir esa función, sea por nominación o en persona. Cuando el Gran Lama del Tibet haya mediado despóticamente en las querellas que hoy dividen al mundo de la Ciencia Cristiana, y el Sheik-ul-Islam haya nombrado o depuesto a todos los ángeles y arcángeles de la Iglesia Católica y Apostólica de Irving, la gente podría comenzar a percibir que hay una falacia en el argumento de la imparcialidad. Imparcialidad significa, en el mejor de los casos, indiferencia a todo y, más a menudo, hostilidad hacia todos. Después de esa experiencia, comenzarían a entender por qué esos anglicanos que más creen en la Iglesia, creen menos en la Iglesia Establecida, y cómo ellos quieren desestablecerla para poder salvarla.

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29.11.13

La fidelidad a Dios no se negocia (Papa Francisco)

Misa matutina en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae
Lunes 18 de noviembre de 2013


Existe una insidia que recorre el mundo. Es la «globalización de la uniformidad hegemónica» caracterizada por el «pensamiento único», a través del cual, en nombre de un «progresismo adolescencial», no se duda en negar las propias tradiciones y la propia identidad. Lo que nos debe consolar es que, sin embargo, ante nosotros está siempre el Señor fiel a su promesa, que nos espera, nos ama y nos protege. En sus manos iremos seguros en todo camino. Es ésta es la reflexión propuesta por el Papa Francisco el lunes 18 de noviembre. Concelebró con él el arzobispo Pietro Parolin, secretario de Estado, que ese día iniciaba su servicio en el Vaticano.

El Pontífice comenzó su reflexión comentando la lectura tomada del primer libro de los Macabeos (1, 10-15; 41-43; 54-57; 62-64), «una de las páginas más tristes de la Biblia», dijo, donde se habla de «una buena parte del pueblo de Dios que prefiere alejarse del Señor ante una propuesta de mundanidad». Se trata, indicó el Papa, de una actitud típica de la «mundanidad espiritual que Jesús no quería para nosotros. En tal medida que había orado al Padre a fin de que nos salvase del espíritu del mundo».

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22.11.13

Aquí está el hombre (Carlos Caso-Rosendi)

Cuando Nuestro Señor colgó en la Cruz, nadie se dio cuenta que Su dolor humano comenzaba en ese momento a irradiar, como la luz del sol irradia, a todos los hombres de todas las épocas. La Cruz nos enseñó que el dolor y la muerte son nada ante el amor de Dios, que todo lo somete al poder Divino. Él nos amó primero y por habernos amado sufrió para que por sus heridas fuéramos curados.

Años después, un escritor cristiano aconsejaría a su rebaño a permanecer en el amor, esa argamasa divina que une a todas las partes de la Iglesia a través del tiempo y del espacio: “Permaneced en el amor fraterno. No os olvidéis de la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles. Acordaos de quienes sufren en prisión, como si estuvierais con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también vosotros tenéis un cuerpo.” (Hebreos 13:3)

Desde el principio de la Iglesia, el Señor ha permitido que sus seguidores sufran tal como Él sufrió. En algunos casos, a sus hijos preferidos, Jesús les regala astillas selectas de la Cruz. A mi entender, tal es el caso del Padre Gordon MacRae, un hombre de bien, un inocente, que carga ya hace muchos años una injusticia insoportable y muy difícil de comprender.

Acusado falsamente de un delito que no cometió, el Padre MacRae es uno de esos justos que han debido pagar en su cuerpo las culpas de otros pecadores, tal como lo hizo Cristo. Como todos los sacerdotes católicos, el Padre MacRae dedicó su vida a ser un alter Christus, otro Cristo en el servicio de la Iglesia. Jesús le tenía preparado un sacrificio especial que lo llevó a ser, como Cristo, acusado falsamente y condenado sin justicia ni piedad.

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3.10.13

Reflexiones sobre el naturalismo metodológico en la ciencia –4

Para leer las tres primeras partes de este trabajo, pulse los siguientes enlaces:
Parte 1
Parte 2
Parte 3

En este artículo analizaré el naturalismo metodológico de la ciencia desde el punto de vista teológico. Para ello me limitaré a citar y comentar brevemente tres textos del último Concilio ecuménico.

En primer lugar citaré un texto del Vaticano II sobre la justa autonomía de la realidad terrena.

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