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3.01.25

¿Por qué fracasó el liberalismo?

Tapa del libro

El éxito del liberalismo causa su propia autodestrucción.

Daniel Iglesias Grèzes

Este artículo es una breve reseña del libro: Patrick J. Deneen, Why Liberalism Failed? [¿Por qué fracasó el liberalismo?], Yale University Press, New Haven y Londres, 2018.

Patrick Deneen es un filósofo católico estadounidense, profesor de ciencia política en la Universidad de Notre Dame, una de las principales universidades católicas de los Estados Unidos (EEUU). Deneen integra una corriente de pensamiento político llamada “postliberalismo”, que está cobrando bastante fuerza en la actualidad. Otros escritores estadounidenses de esa corriente son Sohrab Ahmari (convertido al catolicismo en 2019), Rod Dreher (ex católico, hoy ortodoxo) y Adrian Vermeule (católico). Entre los políticos afines al postliberalismo, el principal es J. D. Vance, Vicepresidente electo de los EEUU, también convertido al catolicismo en 2019.

El libro en cuestión, escrito básicamente antes del triunfo del Brexit y de la elección de Donald Trump como Presidente de los EEUU en 2016, tuvo un gran impacto en Norteamérica y fue elogiado por muchos como un aporte profundo e importante para entender la actual crisis política en Occidente. Algunos de los que han elogiado el libro discrepan de las principales tesis del autor, considerándolas demasiado radicales. A diferencia de la mayoría de los conservadores actuales, que pretenden librar las actuales “guerras culturales” sin salirse de la órbita del liberalismo, Deneen señala a éste como la raíz de los principales males políticos actuales. En otras palabras, a los verdaderos conservadores no les basta luchar contra Gramsci y la Escuela de Fráncfort: si quieren ser coherentes, tienen que rechazar también muchas de las premisas de Hobbes, Locke, Smith, Mill y los demás liberales clásicos, incluyendo a los Padres Fundadores de los EEUU.

Deneen sostiene que el liberalismo redefinió el concepto de “libertad” de modo que su significado actual es casi el contrario del que tenía en la antigüedad grecorromana y la Cristiandad medieval. Para éstas la libertad era el autodominio alcanzado mediante un arduo ejercicio de autodisciplina, a fin de someter la fuerza de los apetitos y las pasiones y adquirir las virtudes morales. Según esa visión, que sigue siendo la visión cristiana, la verdadera libertad del hombre es su acción conforme a su propia naturaleza de animal racional, espiritual, social y político. En cambio, para el liberalismo la libertad es esencialmente la ausencia de restricciones externas que impidan al ser humano realizar sus deseos, cualesquiera que sean (salvo los casos de daño directo y demostrable a otros). Este cambio del concepto de libertad fue acompañado por un cambio en la visión de la ciencia, que no es concebida ya como una búsqueda racional y sistemática de la verdad, sino como un esfuerzo para someter la Naturaleza, a fin de que el ser humano pueda hacer su voluntad en el mayor grado posible. De hecho, Thomas Hobbes, el pensador que, sin ser propiamente liberal, sentó las bases del liberalismo, fue secretario de Francis Bacon, el primer filósofo que expresó la visión de la ciencia como guerra contra la Naturaleza, típica de la modernidad.

La nueva visión de la libertad propia del liberalismo condujo a la adopción de criterios y conductas individualistas en los ámbitos religioso, económico, político, cultural, social y educativo. Deneen subraya que, a medida que el ideal liberal se fue cumpliendo progresivamente, se fueron debilitando cada vez más los vínculos que unían al individuo con su familia, su comunidad local, su gremio, su país, su iglesia, su cultura, sus tradiciones, etc. Esto debilitó cada vez más a los individuos, de modo que la consecuencia inexorable del liberalismo, pese al anti-estatismo teórico de los liberales de derecha, ha sido el crecimiento gradual del poder del Estado, llamado a resolver los problemas causados por la debilidad creciente de los individuos progresivamente desvinculados.

Deneen distingue dos etapas principales en la historia del liberalismo, que se corresponden con las dos tendencias principales del liberalismo actual. En los siglos XVII y XVIII y la primera mitad del siglo XIX floreció el liberalismo clásico ya descrito, que se corresponde con el actual liberalismo conservador o libertarianismo. Y a partir de la segunda mitad del siglo XIX surgió el liberalismo progresista o moderno, que se corresponde con el progresismo actual. Éste agregó al liberalismo la idea en boga de la evolución, de tal modo que hoy la revolución liberal no busca sólo liberar al hombre de sus obligaciones no elegidas en el terreno de las normas religiosas o morales y las costumbres sociales, sino incluso de las provenientes de su propia naturaleza, concebida ahora como sujeta a cambio. Por eso el liberalismo progresista insiste hoy en la “liberación” del hombre en el terreno de la sexualidad: “derechos sexuales” que incluyen las distintas orientaciones sexuales, “derechos reproductivos” que son en realidad antirreproductivos (anticoncepción, esterilización, aborto), etc. Se pretende incluso “liberar” al ser humano de su propio sexo (transgenerismo); y ya se escuchan las voces de quienes quieren liberarlo de su propia especie (transhumanismo).

Deneen sostiene que el liberalismo no fracasó por no haber sido implementado de forma plena y coherente sino, al contrario, precisamente porque fue implementado de forma cada vez más plena y coherente. Al estar basado en una antropología falsa, el liberalismo es auto-contradictorio y por ende insostenible. Por eso hoy tantas personas tienden a sentirse defraudadas por la democracia liberal. Pese a los enormes avances de la ciencia y al gran desarrollo económico que ha generado, el liberalismo no ha cumplido sus promesas: hoy no nos sentimos cada vez más libres, sino cada vez más impotentes frente al poder enorme y creciente del Estado liberal y de las grandes empresas, especialmente las tecnológicas. Nos hemos liberado de la vieja aristocracia para caer en las manos de una nueva aristocracia tecnocrática y una nueva oligarquía. (CONTINUARÁ).

27.11.24

Catolicismo y liberalismo

En este breve artículo consideraré las siguientes cuatro cuestiones:

a) ¿El orden natural debe regir en la vida privada?

b) ¿El orden sobrenatural debe regir en la vida privada?

c) ¿El orden natural debe regir en la vida pública?

d) ¿El orden sobrenatural debe regir en la vida pública?

Hay 16 respuestas posibles a estas cuatro cuestiones, consideradas en conjunto:

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19.11.24

Una mirada cristiana sobre la segunda vuelta de la elección nacional en Uruguay

Urna electoral en Uruguay

El próximo 24 de noviembre se enfrentarán dos proyectos políticos muy diferentes entre sí.

Daniel Iglesias Grèzes

El domingo 24 de noviembre de 2024 tendrá lugar en Uruguay la segunda vuelta de la elección nacional. En esta ocasión los uruguayos tendremos que optar entre la fórmula presidencial del Partido Nacional (PN), con Álvaro Delgado y Valeria Ripoll como candidatos a Presidente de la República y Vicepresidente de la República respectivamente, y la fórmula presidencial del Frente Amplio (FA), con Yamandú Orsi y Carolina Cosse como respectivos candidatos a esos mismos cargos. El PN, un partido de centro, lidera el actual gobierno de coalición, mientras que el FA, una coalición de izquierda, es el principal partido de la oposición. A continuación expondré tres razones por las que creo que los cristianos uruguayos deberíamos votar por la fórmula Delgado-Ripoll y no por la fórmula Orsi-Cosse.

1. La primera y principal razón es que el FA es desde hace décadas el mayor impulsor en Uruguay de la revolución social y política anticristiana que está en curso en gran parte del mundo, y especialmente en Occidente, mientras que el PN es la mayor fuerza política contraria a esa corriente. Durante los tres gobiernos del FA (2005-2020), con el apoyo casi unánime de esa fuerza política, se legalizaron en Uruguay el aborto, el matrimonio homosexual, la reproducción humana artificial, la producción y venta de marihuana, y otras cosas similares. Por cierto, el FA mantiene esa misma tesitura, como se demostró en 2022, cuando todos sus Diputados votaron a favor de la legalización de la eutanasia.

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3.11.24

El Gran Reinicio

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

El Foro Económico Mundial auspicia una gran transformación económica y social a escala global.

El economista e ingeniero alemán Klaus Schwab, nacido en 1938, fundó el Foro Económico Mundial (FEM) en 1971 y ha sido el presidente del FEM desde su fundación hasta hoy. Unas mil de las mayores empresas del mundo participan del FEM como miembros o socios. El FEM es conocido sobre todo por su Asamblea Anual, que reúne durante varios días en Davos (Suiza) a miles de los principales líderes empresariales, políticos e intelectuales del mundo.

El tema central de las Asambleas Anuales del FEM de 2016 y 2019 fue “la cuarta revolución industrial". En 2021 el evento, dividido en una fase virtual en enero y una fase presencial en Singapur en agosto, tuvo como tema central “el Gran Reinicio". Klaus Schwab ha publicado libros sobre ambos temas: La cuarta revolución industrial (2016) y COVID-19: el Gran Reinicio (2020).

Según Schwab: “La primera revolución industrial utilizó la energía del vapor de agua para mecanizar la producción. La segunda utilizó la energía eléctrica para crear una producción en masa. La tercera utilizó la electrónica y la tecnología de la información para automatizar la producción… Ahora una cuarta revolución industrial… se caracteriza por una fusión de tecnologías que está difuminando las líneas entre las esferas física, digital y biológica1.” Schwab se refiere a los avances tecnológicos en temas tales como inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología, etc.

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2.11.24

Cienciocracia

Tapa del libro "¿Crisis climática?"

¿Estamos tendiendo a un gobierno de los científicos?

La palabra “cienciocracia” no está en el Diccionario de la Real Academia Española, pero por su etimología se la podría definir como “gobierno de los científicos”. La palabra inglesa correspondiente (scientocracy) es definida por Wikipedia de un modo aparentemente inocuo: “la práctica de basar las políticas públicas en la ciencia”. Wiktionary da esa misma definición y, para tranquilidad de los demócratas, añade: “Un gobierno del pueblo, pero informado por los científicos”.

Soy ingeniero y aprecio como el que más los verdaderos logros y beneficios de la ciencia y de la técnica. Sin embargo, el “pero” de Wiktionary me parece preocupante. Temo que el concepto de cienciocracia encierre aspectos nocivos. Según cómo funcione la influencia de los científicos en el gobierno, la cienciocracia puede tender a un auténtico gobierno de los científicos, que sería malo, porque ni la teoría ni la práctica del gobierno forman parte del área de competencia de los científicos.

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