Lavarse las manos

Eso es ya cosa de antiguo. ¿Poncio Pilatos?. Si, claro, ¿pero acaso no pasó ya con Adán y Eva y la famosa serpiente? No creo que la mayoría de políticos ni de los adolescentes permisivamente malcriados sepan mucho de este texto del Génesis; pero si que todos saben mentir para lavarse las manos de aquello que no está bien. No señor, nada bien y por lo contrario está muy mal, pero que muy mal.

Claro que enseñar a guardar silencio para no inculparse en un crimen puede parecer lo más lógico y normal de este mundo, pero el adolecente de 15 años de Ripollet que se había implicado como asesino de su compañera de estudios y suponemos que asimismo amiga, ahora calle delante del juez, no es por iniciativa propia sino porque lo están educando y manipulando para ello. De momento los medios, están presentando indescriptibles alternativas: ¿dijo o no dijo?, ¿fue o no fue?

Mentiras y dudas por todas partes, silencios cómplices que solo sirven para enredar más las cosas. ¿ O no ha sido enredo sobre enredo todo el asunto del asesinato , si o no, de la joven Marta en Sevilla? Y no es cosa de niños, dejémonos de tonterías. Detrás de ellos, jóvenes y adolescentes, están los educadores de mentiras, aquellos que apoyan a los políticos que tildamos de mentirosos o de no decir verdades, o de ser protagonistas de angustiosos silencios más dicientes que mil verdades juntas.

Sería bueno que a la campaña que nos invita a ser “Donantes de ideas” se vincularan objetores de conciencia ante la hipocresía, la mentira, la falsedad y la corrupción verbal, que no por no ser monetaria deja de ser corrupción, y quizás así dejaríamos un día de pelearnos por anchoas o vestidos y buscaríamos un poco más de concordia y verdad donde la palabra de unos y otros pudiera ser creíble.

Dejemos de lavarnos las manos casi a todas horas señalando siempre a otro como el culpable y lagrimeando ante cualquier posibilidad de culpa. ¿O acaso vivimos fuera del mundanal ruido y del día a día social?. Si decimos que si, ¡vaya mentira!