Hay que, hay que, pero no hay quien

Recuerdo con mucha frecuencia a un viejo profesor de Roma, ya jubilado por aquel entonces, quien nos comentaba experiencias de su vida religiosa y ¡cómo no!, de su vida académica; se le notaba aún bien enojado cuando recordaba algunas reuniones de capitulo local o provincial y de reuniones de claustro universitario.

Aquello que ponía de mal genio al bueno del padre profesor, a mí también me ha puesto siempre y aún me pone con los nervios un poco alterados y lógicamente con un humor no precisamente agradable; claro que nobleza obliga, y casi siempre hay que disimular, si se puede, claro. Y eso es lo que de verdad, intento hacer aunque la procesión vaya por dentro y sea a veces bien solemne.

Leí no hace mucho, con la misma fruición con que lo hago siempre, la columna de Cataluña Cristiana que figura en la contraportada con el título de “Pensándolo mejor” y que está a cargo de Ilustres Obispos Eméritos. Me llamó la atención una columna dividida por su extensión en varias ediciones de dicho semanario bajo el título de “Evangelizar”. Cabe notar que es una palabra de las más usadas desde siempre por al Obispo-Autor.

Pero también ahí se me dobló el genio porque una vez más Su excelencia usa aquello que siempre le he oído decir de qué: “Hay que, hay que, hay que” pero sin darse auténtica cuenta de que “no hay quien”.

Y ya no quiero preguntarme en este momento si “no hay quien” porque nadie sabe, nadie quiere o nadie puede o los pocos que saben, quieren y pueden haciendo todo lo posible no llegan a más y ahí queda el dilema por resolver.

Lo que sí es cierto es que repitiendo desde donde sea, como sea y sea quien sea, lo de “hay que, hay que, hay que”, las cosas no se hacen.

Hay que ir a los de lejos, a los que no frecuentan los templos. Hay que atender a los pobres, marginados y enfermo. Hay que poner al día la liturgia y hacer de ella una auténtica celebración gozosa y fraterna. Hay que, por supuesto, ir Ad Gentes. Hay que hacer vida parroquial. Hay que ser fieles al Maestro. Hay que tener siempre presente el Concilio vaticano II y, faltaría más, hay que tener de cabecera los documentos del Concilio Provincial Tarraconense. Hay que participar de toda la misión de la Iglesia. Hay que buscar una seria experiencia de Dios. Hay que organizar y estructurar una catequesis vivencial y con serios y profundos fundamentos.

En fin, ya lo ven, estas cosas nos preocupan y digo nos, porque en las Ramblas hablamos de eso y no excluimos de nuestras inquietudes ni a los hermanos de Santa Mónica, ni a la comunidad filipina, ni a los desde su cultura latina no se sienten en absoluto identificados con el “hay que” de la parroquia de su barrio y serían felices con “lo que hay que darles”, o sea, una pastoral entendible para su experiencia católica nacida y fundamentada en su país de origen.

Pero es un “hay que” que se suma a todos los anteriores. Pero la pregunta ahí queda por responder y mejor yo no lo hago ahora….Estamos de acuerdo, como no, en que “hay que” muchísisimas cosas y urgentes pero ¿hay quien?

6 comentarios

  
Luis Fernando
Desde luego, si en la Iglesia se hicieran la mitad de las cosas que se dicen que se van a hacer y luego no se hacen, ¡qué distintas serían las cosas!

Se nos llena la boca de palabras, de proyectos y de planes pastorales. Y luego... casi todo acaba por desinflarse.

Por cierto, eso no ocurre sólo a nivel eclesial sino en muchas ocasiones a nivel personal. El Señor, como en una de las parábolas de los evangelios, busca más a aquellos que dicen que no van pero van, que a los que dicen que van a ir y luego no van.
19/08/09 1:42 AM
  
Pedro
Pues en mi humilde opinión yo creo que habría que dejarse de tanto "hay que hacer" y, simplemente, querer vivir sencillamente la fe, con mucha devoción y práctica de virtudes. Querer vivir escondido -en un sentido espiritual, no digo que no haya que estar en la arena pública-, confiando en la Providencia y rezar mucho. Rezar mucho. Después si, claro, hay que hacer cosas, pero lo primero es practicar virtud y estar limpios delante del Señor, lo demás, creo yo, que viene solo.
19/08/09 3:28 PM
  
Las Ramblas
Tienes mucha razón Pedro. Por eso precisamente por la falta de profunda y seria oración y por lo tanto poca práctica de "auténticas virtudes cristianas", es por lo que "no hay quien"
19/08/09 11:55 PM
  
Ana
A lo mejor menos proyectos y menos hay que hacer y que se metan los sacerdotes en el confesonario y que homilias, catequesis, grupos reciban el magisterio de la iglesia y no las opiniones personales del que toque en ese momento
20/08/09 1:32 PM
  
¡Ay , qué pena!
Pues el artículo de Germinans de hoy peca de esto precisamente. Empieza con un "Hay que..." en el titular.
"Hay que" es una expresión totalmente impersonal, urbi et orbi, a todos y a nadie.
Hay que...cambiar de discurso.
21/08/09 4:44 PM
  
Nicasio
Es necesario un cambio de discurso, en las palabras y en las obras. Actualmente tiende a desaparecer en nuestra sociedad la conciencia de la existencia de deberes y obligaciones. Ya no sirve el "hay que..."·, porque son muy pocos los que hacen caso. Como dice el bloguero, "no hay quien..., haga caso". Y si se pretende imponer algo, lo que sea, se produce el "efecto rebote". Persuasión, no imposición. Para que la persuasión sea eficaz es necesario un buen discurso con la palabra y con el ejemplo, sin imposiciones, de manera que cada uno, oídas las palabras y vistas las acciones, por convencimiento, libre y responsablemente (es decir, asumiendo las consecuencias de sus actos libres), se autoimponga lo que "ha de hacer". Los modelos autoritarios no sirven.
Convencer, proponer, no imponer. Ni más ni menos, es lo que suele decir Benedicto XVI.
22/08/09 11:54 AM

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