"Bajarse del guindo".
“O no”, que diría Rajoy, ínclito perdedor. Le faltaba fuste al hombre, por decir algo que no creo ofensivo. Como le pasa a Feijoo; bueno, a este le faltan hasta las ganas de ganar, si hay que incomodarse un poco; cuando las expectativas le son más favorables, va e, inquieto por la perspectiva, lanza un discursito bien pensado para rebajarlas: además, le encanta jugar al despiste, como su seña de identidad más etnográfica. Supongo que esto tampoco sonará ofensivo, pues no lo digo con esa intención. Nada más lejos de mi mejor ánimo.
En este país, antes España, “la gente subida al guindo", como su lugar habitual de morada fija, tanto en el plano físico como en el intelectual, abunda más que los gorriones en El Retiro (Madrid). Y se nota mucho, la verdad, dado el grado de mansurronería en acto que las distingue.