Muchos casos de lesbianismo se pueden prevenir (3 de 4)
La tentación de “dejar en paz”
Siglos enteros de clara discriminación y agresividad contra la población homosexual hacen que una proporción notable de gente de nuestro tiempo se sienta con complejo de culpa a la hora de hablar del asunto. Algunos comentarios recibidos en entregas anteriores sobre este mismo tema así lo reflejan. Van en la línea de : “Oye, ya los hemos maltratado bastante, ya déjalos en paz…”
Dejarlos en paz equivaldría, en la práctica, a garantizar para ellos y ellas una convivencia pacífica y una integración plena dentro del aparato jurídico del Estado, así como en el desarrollo de la vida laboral, familiar, afectiva, etc. En otros términos: este “dejar en paz” no es quedarse tranquilo sino luchar por la extensión de unos mismos derechos civiles, incluyendo por supuesto el reconocimiento del matrimonio gay, su adopción de niños, y todo aquello que, por ejemplo en España, ha sido bandera del Partido Socialista.

El amor de un papá es una de esas maravillas que está por convertirse en “especie en vía de extinción.” Los que critican el patriarcalismo y el machismo (que no son inventos, porque sí que se dan) corren el riesgo de engañarse o de engañar a otros haciendo creer que el amor masculino es siempre dominación, egoísmo, uso del otro. Precisamente lo hermoso de un papá, de un verdadero papá, es que ama sin aplastar y ama sin utilizar.
Hace poco cumplí 16 años de ordenación sacerdotal. En estos casi 6000 días, el Señor me ha permitido recorrer realidades tan distintas como Paraguay y Canadá, Guatemala y Alemania, Irlanda y Ecuador. En la mayor parte de los sitios ha donde he ido, usualmente en misión, he celebrado la eucaristía y he escuchado personas en confesión. No digo que sea un experto; digo que mis palabras no van a ser especulación y que se refieren a una realidad que seguramente es más amplia que la que suele tener un sacerdote en circunstancias diferentes a las mías.
La idea de que el sexo es un pasatiempo, un estimulante o un modo de levantarse el ánimo o la autoestima tiene consecuencias que no son obvias y que sólo emergen ante el paradigma del onmipresente “mercado.” Esta vez, sin embargo, no quiero referirme a los efectos económicos