Un Prozac llamado Sexo (3)

La Parábola del Chocolate

Había una ciudad, “Cocoa City,” famosa por sus chocolates. Generaciones de artesanos habían transmitido celosamente los secretos para producir una golosina exquisita, increíblemente deliciosa y refinada: placer puro para el paladar. Gente hubo que viajó largas jornadas con tal de sentarse en la plaza de aquella ciudad. ¡Había que verlos! A medida que el chocolate se derretía en sus bocas sentían que toda belleza palidecía, todo recuerdo se borraba, el tiempo mismo parecía quebrarse y la eternidad abrir sus brazos para dar un beso a los bienaventurados devoradores de chocolate.

Se volvió costumbre por aquellos días que la gente se reunía a comer chocolate. Los quioscos vendían revistas con estos títulos: “El Chocolate"; “Lo que siempre quisiste saber…"; “Dos mil fotos de chocolates"; “Cómo digerir más chocolate"; “Chocolate Magazine of America"; “La vie cachée du chocolat"; “Chocolatissimo!"; y otras trescientas más.

Los profesores no podían dar clases en paz porque a menudo los estudiantes estaban ingiriendo porciones ingentes de chocolate. Cuando la diabetes hizo su aparición como epidemia, el gobierno del presidente Shoemaker ofreció dineros del presupuesto nacional para investigar cómo lograr que la gente pudiera seguir consumiendo un promedio de libra y media de chocolate al día, y a la vez ser saludables y libres de diabetes.

En Cocoa City no se hablaba de otra cosa. Si alguna joven sentía amenazas de depresión el remedio era siempre el mismo: “Ve y te compras ya mismo cinco docenas de chocolate y te comes de a tres o cuatro cada noche.” Si un muchacho sufría por que el papá había abandonado a la mamá, el terapista recomendaba siempre: “¡Nada que un quintal de chocolate no pueda resolver!” Los ancianos recibían dentaduras del gobierno para poder consumir chocolates hasta la tumba, y de hecho, si alguien era declarado por los médicos como inhábil para el chocolate, la ley lo autorizaba para suicidarse o recibir la eutanasia porque ¿ya qué más podía esperar de la vida?

Llegó por esos días a la ciudad un hombre llamado Josué, al que pronto apodaron Josué Limón. La teoría de Josué es que uno podía pasar un mes sin chocolate. La gente se le reía en la cara. La televisión hizo mofa de él durante semanas y semanas. Los caricaturistas de turno lo representaban sentado en una montaña de chocolate sudando nervioso y repitiéndose: “No voy a comer, no voy a comer…” Un primo de Josué fue sorprendido robándose una cereza. La gente de inmediato empezó a comentar: “Es claro lo sucedido. Como en esa familia no dejan comer chocolate, la gente termina comiéndose las pobres cerezas. Son las consecuencias de una vida anormal…”

La historia de Cocoa City no es fácil de seguir. Ha saltado de esta pantalla a la calle, y ahora corre con identidad nueva por caminos antiguos. Si la ves, sonríele… pero no le creas una sola palabra. :)

Fr. Nelson Medina, O.P.

7 comentarios

  
Desi
¡Muy bueno lo del presidente "Shoemaker"!
Ahora, ¿es un "shoemaker" o un "showmaker?"
Saludos
03/05/08 12:47 PM
Todavía me acuerdo de las caras que pusieron mis compañeros de tercero de bachillerato cuando, ante las guarradas que comentaban, otro compañero y yo les dijimos, abiertamente y sin complejos, que no sólo éramos vírgenes y pensábamos seguir siéndolo sino que éramos castos y pensábamos seguir siéndolo.

La sorpresa fue mayúscula porque ni aquel compañero ni yo sabíamos que el otro fuera católico practicante.

Curiosamente las más escandalizadas fueron las chicas.

Con el tiempo acabé casándome con una de aquellas compañeras que, a pesar de no ser creyente, no se escandalizó.

Saludos.
03/05/08 1:57 PM
  
Una amiga
Fray Nelson:
Me maravilla la agudeza (y la profundidad) de su análisis, expresado con tanta facilidad y gracia. Estoy completamente de acuerdo con sus argumentos. Lo que me asombra es que quienes se preocupan y con razón de la extensión del sida, de los llamados "embarazos no deseados", con los casos de pederastia y con la violencia de género no se den cuenta de cules son las raíces de esos males e insistan en curar el veneno con más veneno.
Un saludo y mi admiración.

04/05/08 12:11 AM
  
Unitas
Y mientras tanto, en chocolate city seguiremos pagando las terapias del veneno con más veneno, tomando chocolate para olvidar lo que hemos pagado por esas terapias. ¡Cuanto alegra por eso reirse del Diablo juntándose con otros abuelos, padres e hijos que obedeciendo a Dios, son colmados de bendiciones!
04/05/08 8:59 AM
El problema no es que sea procaz, sino que proceda de una necesidad y quizás por eso a los de Corintio ya se les escribió aquello que venía a decir: para evitar… tenga cada uno su mujer y cada una tenga su marido.
Y para recordar “un mes sin chocolate” nos comenta en la misma carta aquello de evitar ser defraudados mutuamente, es decir, volver a lo mismo…
04/05/08 4:21 PM
Esta mal transcrito: donde dice: "cada uno tenga..." debe decir: "cada una tenga". Disculpen mi torpeza.
04/05/08 4:26 PM
  
Fray Nelson
Pienso que en la medida en que vamos tomando conciencia de las exageraciones vamos encontrando las medidas. Gracias a cada uno por su aporte.

Unitas,

¿Quisieras explicar mejor cómo es lo del veneno con más veneno, por ejemplo en el caos de España?

Miguel,

Tu comentario es muy original! ¿Crees que hay alguna relación entre el hecho de que aquella chica fuera no-creyente y el que no se escandalizara?
04/05/08 4:44 PM

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