Hablemos de homosexualidad en la Iglesia
Hablemos de un tema incómodo: homosexualidad en la Iglesia; concretamente, en la jerarquía católica.
No voy a dar nombres ni porcentajes nuevos. Yo no tengo fuentes privadas ni datos confidenciales. Tengo los datos que todos conocemos; por ejemplo, que siempre que se hace una estadística de abuso de menores (sobre todo, si se incluye adolescentes), se encuentra que la mayor parte de los abusados sexualmente son varones que han sido abusados por varones. En cualquier otro campo de la estadística o la sociología, un dato así llamaría poderosamente la atención y acarrearía las acciones pertinentes. En la Iglesia Católica de hoy, el dato se omite mayormente, no se toman medidas enfocadas a enfrentar esa realidad y todo se cubre bajo un manto común (que también es real) de “clericalismo".
Así que nadie espere de este breve escrito revelaciones insospechadas o un destapar de escándalos inéditos.
Quiero enfocarme más bien en un serio malentendido que ha sido difundido por varios conferencistas y predicadores de bastante renombre, entre los que se cuenta un antiguo Maestro de la Orden de Predicadores (esto es, superior general de mi propia comunidad): Fr. Timothy Radcliffe. Solo por citar un texto suyo: en Noviembre de 2005, él publicó un extenso artículo en The Tablet bajo el título “Can Gays be Priests?” (¿Pueden ser sacerdotes los gays?). Citemos una de sus frases:
A vocation is a call from God. Having worked with bishops and priests all over the world, I have no doubt that God does call homosexuals to the priesthood, and they are among the most dedicated and impressive priests I have met.
Una vocación es un llamado de Dios. Habiendo trabajado con obispos y sacerdotes de todo el mundo, no tengo ninguna duda de que Dios llama a los homosexuales al sacerdocio, y ellos están entre los más dedicados e impresionantes sacerdotes que he conocido.