«Oremos» - ¿Y por qué no te callas? -¡Espérate un poco, por favor!
 La oración colecta es la primera oración que el sacerdote recita in nomine Ecclesiae. Pero va precedida por un “Oremos".
“Oremos”. ¿Qué es este “Oremos”? ¡Una invitación a orar, a callarse, a recogerse y rezar en el silencio del corazón!
“Oremos”. ¡¡Hay que pararse!! No se trata de un aviso para que, del tirón, corriendo, sin respirar, se recite ya la oración colecta.
“Oremos”. ¡Vamos a rezar! Despacio, sin prisas. Pausa. Silencio. El sacerdote se detiene para rezar y todos los fieles también.

   Siempre me ha parecido, y así intento practicarlo, que el rito de incensar debe ser profundamente orante…, y por tanto, más que correr, apresurarse, pegar una zancada para acabar pronto y dar golpes del incensario en sus cadenillas (¡que se oiga, que retumbe!), hay que ir suavemente incensando, sin mover en exceso ni hacer ruido con el incensario, sino dejando que el humo del incienso vaya cubriéndolo todo y esparciendo su dulce aroma en la Iglesia santa, subiendo a Dios como oración fervorosa.
 Más de una vez me consultan sobre celebrar ad orientem con el Misal romano actual, el de San Pablo VI con la tercera edición típica de San Juan Pablo II.
 
   La profesión religiosa es un noble acto: consagración a Dios, absoluta, total, en el seno de una Orden o Congregación, viviendo como Cristo encarnado: en pobreza, obediencia y castidad. ¡Acto noble, sacrificial!: se despoja uno de sí mismo y comienza a vivir como Cristo. Hay un morir a sí mismo, un sacar las consecuencias del sacramento del bautismo, para resucitar, vivir como resucitados una vida plena.





