InfoCatólica / Liturgia, fuente y culmen / Categoría: Liturgia general

20.07.21

Liturgia y belleza, relación y retos (y III)

3. El antropocentrismo desolador

Pero todo lo anterior se resiente y se viene abajo con el antropocentrismo que con tanta fuerza arremetió contra todo en las iglesias a partir de los años 70.

Este antropocentrismo sitúa al hombre el centro de todo, expulsando a Dios, lo sagrado, lo ritual, el Misterio en definitiva. Dice valorar al hombre por el hombre, pero es que el hombre sin Dios está fracasado sin otra opción posible: es el absurdo, es la nada. Es lo contrario del más sano humanismo cristiano, ya que éste valora al hombre en cuanto ve su referencia en Cristo, el Hombre nuevo, y su vocación y destino eternos y sobrenaturales. El antropocentrismo está agotado y encerrado en sí mismo.

La aparición del antropocentrismo en la liturgia fue desoladora. Sustituyó a Dios para ponerse el hombre, y la liturgia dejó de ser la glorificación de Dios y la santificación del hombre, para convertirse en algo autorreferencial, una comunidad que se celebraba a sí misma en todo caso. La liturgia se manipuló a gusto de cada uno como mera “fiesta de la comunidad”. Se perdió la sacralidad del lugar y de la acción litúrgica, se banalizó como si fuera una sala de reuniones más, desterrando la atmósfera sagrada de la liturgia (el silencio, el canto litúrgico, el incienso, etc). La belleza de los textos litúrgicos –que necesitan una iniciación, ciertamente- se trocó en textos improvisados, de dudosísima calidad y ortodoxia pero contemporáneos. La participación litúrgica promovida por la Iglesia, una participación activa, consciente, piadosa, interior, fructuosa, se cambió por una continua intervención de todos, de manera que participar era intervenir ejerciendo algún servicio en la liturgia para que se sintieran protagonistas: que fueran muchos los que subieran y bajaran al altar, que muchos hicieran algo.

Leer más... »

12.07.21

"Cantate Domino. Antología de documentos": una reseña, una invitación, un camino por recorrer

antologíaQue la Iglesia siempre veló por las artes, la cultura y la belleza es indudable; que prestó atención al canto en la liturgia y la música, es patente a los ojos de todos. Y es que no todo vale en el campo de la liturgia, no todo puede entrar en nuestros templos, no todo es válido ni puede servir para el culto divino, no todo eleva el alma a Dios ni posee santidad ni es arte verdadero.

 A fin de formar y permitir el estudio y la lectura, la enseñanza y la catequesis, se ofrece esta Antología, eficazmente dirigida por D. Óscar Valado, excelente amigo mío, y en la que hemos colaborado liturgistas, músicos y traductores, y que ha llevado mucho tiempo y revisiones lograr el resultado final, tan digno y atrayente.

  Desde S. Pío X hasta la actualidad, hay mucho en el Magisterio sobre el canto y la música en la liturgia, ya sea con documentos de mayor o menor rango (motu proprio, Decreto, Instrucción, etc.), o con discursos o alocuciones de los diferentes Papas, así como –en apéndice- los prenotandos de los distintos rituales y libros litúrgicos en lo concerniente a la música y canto.

El enchiridion o antología es exhaustivo. Nada se ha dejado atrás o ignorado. De este modo se convierte en un instrumento útil para la vida litúrgica de la Iglesia. Se recogen 253 documentos, divididos por pontificados, y a cada pontificado le precede una sugerente introducción. A lo que hay que sumar apéndices e índices analíticos y demás.

 En palabras de Presidente de la Comisión episcopal para la liturgia, D. J. Leonardo Lemos, obispo de Orense, “reunir todo este material en un solo volumen de casi un millar de páginas convierte esta Antología en una obra completamente imprescindible no solo para los especialistas del ámbito musical, sino para todos aquellos que deseen conocer lo que el magisterio de la Iglesia ha dicho en estos últimos cien años acerca de la música”.

 

Leer más... »

6.07.21

Humildad, humildad y más humildad necesaria

Benedicto XVI, 06.04.07

“Si quieres llegar a la verdad, no busques otro camino que el que trazó el mismo Dios, que conoce nuestra enfermedad. Ahora bien, el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad, y cuantas veces me lo preguntases te respondería la misma cosa” (S. Agustín, Ep. 118,22).

Las palabras de S. Agustín son válidas para toda la vida cristiana, en todos los campos, y también, ¡cómo no!, para la liturgia.

La liturgia reclama la humildad de sus sacerdotes y de los ministros del altar, porque la liturgia es servicio divino, glorificación de Dios; es un don, un tesoro, del que la Iglesia es administradora, servidora, y nadie es su dueño o propietario. Ya lo advertía el Vaticano II en una afirmación muchas veces desconocida o ignorada:

“Nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna
por iniciativa propia en la Liturgia”
(SC 22).

Leer más... »

29.06.21

Liturgia y belleza, relación y retos (II)

2. ¿Una liturgia bella?procesión entrada

Si avanzamos un poco más en la reflexión, habremos de ir a lo nuclear de la liturgia. ¿Qué es la liturgia? ¿Meras ceremonias? ¿Unos ritos obligatorios que apenas dicen nada? ¿Un código ininteligible, y hasta aburrido, de acciones que desarrollan unos pocos mientras todos los demás asisten como espectadores?

¿Qué es la liturgia? ¡Es acción de Dios!, el gran protagonista de la liturgia es Dios mismo, que se revela en su Palabra y en sus sacramentos, que actúa, que salva, que santifica, que redime. La liturgia es el lugar especialísimo de la epifanía de Dios, de su manifestación, donde se da. Así se comprende, en primer lugar, que es su Belleza inefable la que entra de lleno en el misterio de la liturgia y que la liturgia sea el lugar primero de la Belleza divina, palpable, accesible a todos.

Por la liturgia “se ejerce la obra de nuestra Redención” (SC 2), actuando la fuerza y belleza del Misterio pascual de Cristo. Cristo es el centro de la acción litúrgica y todo es posible porque el Espíritu Santo, el divino Artista, santifica, consagra:

“El deseo y la obra del Espíritu en el corazón de la Iglesia es que vivamos de la vida de Cristo resucitado. Cuando encuentra en nosotros la respuesta de fe que él ha suscitado, entonces se realiza una verdadera cooperación. Por ella, la liturgia viene a ser la obra común del Espíritu Santo y de la Iglesia” (Catecismo, 1091).

Leer más... »

22.06.21

Liturgia y belleza, relación y retos (I)

belleza

Es indudable que a lo largo de los siglos, desde su mismo origen, la liturgia ha sido el gran “lugar de la belleza”, donde se han dado cita las diversas artes, tan variadas, para el culto divino.

Pero esta relación tan natural entre la liturgia y la belleza, parece haberse diluido un tanto por causas distintas; recuperarla puede ser una tarea feliz y apasionante, en la medida en que comprendemos cuán necesaria es la belleza y en la medida en que penetremos en la naturaleza auténtica de la liturgia.

1. La belleza expresa el Misterio de Dios

Un atributo divino de gran alcance es la belleza, la hermosura. Coincide con el ser de Dios, nada en él existe de fealdad, porque ésta es lo defectuoso, lo que roza la mentira, la falsedad, en última instancia, la fealdad es atributo del pecado que siempre lo deforma todo.

Dios es la suma e infinita belleza, porque es Verdad y es Amor. Un salmo, el 44, que la Iglesia le canta a Cristo mismo, afirma: “Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia”; otro salmo, el 110, cantará de Dios: “esplendor y belleza son su obra”. El mismo libro del Génesis, en el relato de la creación que leemos en la santa Vigilia pascual, cuando afirma “vio Dios todo lo que había hecho y era bueno”, podría igualmente traducirse por “vio Dios todo lo que había hecho y era hermoso”, porque la misma palabra griega “kalós” significa, curiosamente, “bueno” y “bello”.

Leer más... »