21.04.20

"No por nuestros méritos" (Plegaria euc.- XIV)

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     La palabra “mérito” ha sido muy discutida en la teología y en el lenguaje catequético. Desde Lutero y todo el protestantismo, se ha visto absurdo que el hombre tenga “mérito” ante Dios, porque lo ven de modo pasivo, el hombre nada puede hacer porque está corrompido por su pecado original.

    Pero si fuera así -que no lo es, claro-: ¿qué papel ocupa la gracia que nos mueve a actuar? ¿Qué papel la libertad humana que asiente a la gracia que recibe?

    El Canon romano reza: “no por nuestros méritos”… ¿los está afirmando o negando? Entremos a extraer la teología y espiritualidad de esa frase de la plegaria eucarística I.

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      En el Canon romano, o plegaria eucarística I, al terminar la segunda lista de santos que se enumeran (“Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé…”) se concluye con una expresión elocuente y significativa: “acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos sino conforme a tu bondad”. Siempre la bondad de Dios y su misericordia serán más grandes que nuestros méritos, pequeños.

  

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14.04.20

Cosas que se ven por la web: la sede, la Cruz, el cirio pascual...

sede Con esto de la pandemia, confinamiento, Misas y liturgia por Internet, Facebook, canales de Youtube, TV, etc., se ven muchas cosas, y no todas fieles a la liturgia precisamente. Tal vez por falta de formación, porque nunca lo enseñaron bien en Seminarios, Juniorados o clases de liturgia, o porque imitan lo que han visto en otros sitios, sin saber si está bien o mal, simplemente imitan porque les gustó o les pareció novedoso.

La sede

La sede es un elemento obligatorio en el Misal actual: y desde la sede se comienza la Misa y se realizan los ritos iniciales. El diácono, o un acólito, presenta el libro al sacerdote, y si no hay ministro, se coloca un atril discretísimo, sin paños ni adornos, para sujetarlo. Pero la Misa no se comienza en el altar, ni los ritos iniciales (saludo, acto penitencial, Gloria, Oración colecta) se hacen desde el altar. No, simplemente no. El sacerdote va a la sede. ¡La sede! También desde la sede haría la homilía (aunque es verdad que se permite hacerla desde el ambón) y en la sede dirigiría la oración de los fieles y los ritos finales de la Misa.

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7.04.20

"Te pedimos humildemente" (Plegaria euc.- XIII)

       Muchísimas veces, ya que es la plegaria eucarística que más se emplea, oímos la expresión: “Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad…”

   ¿Hay acaso, es posible, otra vez de dirigirse a Dios que no sea pedirle humildemente?

    Consideremos esa expresión de la plegaria eucarística II.

eucaristia

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       La Iglesia ante Dios se sabe sierva, pequeña, nunca dominadora. Los mismos hijos de Dios se dirigen a Él con confianza y audacia, pero, al mismo tiempo, sin descaro ni imposición. La confianza filial en Dios no está reñida con la adoración, el respeto, la sacralidad. Se está ante Dios mismo, trascendente, omnipotente y Padre al mismo tiempo. Es una conciencia clara de pequeñez ante la grandeza de Dios, por eso se evita la presunción, la arrogancia, el lenguaje impositivo y demasiado coloquial que rebaja a Dios a alguien manipulable.

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1.04.20

"El Espíritu Santo congregue en la unidad" (Plegaria euc.- XII)

unidad

     La unidad es una petición habitual en la plegaria eucarística, un deseo que se ruega a Dios, autor de la pax Ecclesiae, de la unidad de la Iglesia.

        Aguardamos la unidad consumada y plena cuando venga el Señor en gloria y majestad, al final de los tiempos; pero ahora, en este tiempo, para esta Iglesia peregrina, rogamos la unidad, para que los muchos que comulgan un solo Pan formen un solo Cuerpo, el Cuerpo de Cristo.

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     “¡Qué hermoso ver a los hermanos unidos!” (Sal 132) reza un salmo, y el deseo de Cristo es “que todos sean uno” (Jn 17,21). La unidad y la concordia son las notas de los miembros del Cuerpo de Cristo para que éste no sea lacerado en sus miembros, dividido en partes.

       El fruto de la Eucaristía es la unidad entre todos los miembros de la Iglesia; la Eucaristía crea la unidad de la Iglesia vinculándonos a la caridad de Cristo, que se difunde y extiende por todos aquellos que son de Cristo.

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25.03.20

La asamblea: los fieles, mis hermanos (sin dividir tanto) y algo de actualidad

fieles santa misa   

“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Hay, así pues, una presencia real de Cristo resucitado en medio de la Iglesia cuando es convocada para la santa liturgia:

“Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, “ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz", sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (Mt., 18,20)” (SC 48).

    El Señor está realmente presente en medio de su Iglesia, Cabeza del Cuerpo convocado. La asamblea es santa por su Cabeza, Cristo, y por su alma, el Espíritu Santo. El otro no es un estorbo que me distraiga, que me prive de mi recogimiento: el otro es un miembro de Cristo; juntos formamos la Iglesia y el Señor está en medio de esa reunión santa de fieles en su nombre:

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