La universalidad del Calendario general de la Iglesia (Mártires - VI)

san carlos lwanga En el calendario universal hay santos y mártires especialmente relevantes, de culto más extendido en toda la Iglesia, de todos los estados de vida cristianos, tanto de los primeros siglos como del siglo XX, y de todas las naciones:

  • Policarpo de Esmirna, a principios del siglo II, o la carmelita descalza Teresa Benedicta de la Cruz, en 1942, en un campo de concentración nazi;
  • santa Cecilia, mártir romana, o san Bonifacio en Alemania, en el siglo VIII;
  • Cipriano de Cartago, África romana, en el siglo III, o Tomás Moro en Inglaterra en el siglo XVI;
  • san Vicente o san Lorenzo, diáconos en el siglo III, o las carmelitas descalzas de Compiègne (Francia) con la Revolución Francesa, en 1792;
  • los protomártires de la Iglesia romana, bajo el emperador Nerón, san Pedro de Verona, dominico, en el norte de Italia (1252) o en Uganda, san Carlos Luanga y compañeros en el siglo XIX;
  • el polaco Maximiliano Mª Kolbe en un campo de concentración nazi o Lorenzo Ruiz, dominico, y compañeros mártires en Japón, en 1637;
  • Águeda, en Sicilia, en el siglo IV, o Andrés Kim Taegón y 102 compañeros en Corea, en 146, o los mártires de Vietnam Andrés Dung-Lac y compañeros también a lo largo del siglo XIX;
  • Ireneo y los mártires de Lyon (Francia) en el siglo III o Pablo Miki y 26 compañeros mártires en Nagasaki (Japón), en el siglo XVI;
  • Catalina de Alejandría (Egipto) a principios del siglo IV o Adalberto, obispo de Praga, mártir en el 997;
  • Blas, obispo de Sebaste (Armenia), en el 316 o Fidel de Sigmaringa, capuchino, martirizado en Suiza en 1622;

  • Sebastián, de Milán, soldado romano, martirizado en Roma en el 288 o san Pedro Chanel, marista, mártir en una isla de la Polinesia (Oceanía) en 1841;
  • Wenceslao, rey de Bohemia (Chequia), martirizado en el 929 y Cristóbal Magallanes y 24 compañeros mártires, en la guerra cristera de Méjico, en mayo de 1927;
  • Dionisio y sus compañeros, en París, en el 250 o Agustín Zhao y los 119 compañeros, mártires chinos de diversas épocas, desde 1648 a 1930;
  • los soldados romanos Nereo y Aquiles, a finales del siglo III o Juan de Brébeuf, jesuita en Ontario (Canadá), en 1649, Isaac de Jogues, también jesuita, misionero en los pueblos indígenas de Norteamérica, mártir en 1646 en Auriesville (Estado de Nueva York) y compañeros mártires;
  • san Josafat, en Ucrania, en el siglo XVII y san Pedro Poveda e innumerables mártires en la persecución religiosa en España, entre 1931 y 1939.

En el calendario general o universal, figuran así –en diversos grados de fiesta o memoria obligatoria o libre- santos de más relieve, más destacados o representativos, con devoción muy extendida. En los calendarios particulares se incluirán los santos y beatos más vinculados a esa Iglesia local o nación o familia religiosa (Orden o Congregación), ya sea por nacimiento, por pertenencia o por lugar del martirio (o fallecimiento, en caso de los santos); así lo explicó la Cong. para el Culto divino: en un calendario particular se inscriben:

“-la fiesta del patrono principal de la diócesis

-la fiesta de la Dedicación de la Iglesia Catedral

-la memoria obligatoria del eventual patrono secundario.

También se inscriben en ese calendario las celebraciones de los santos y beatos que estén particularmente ligados a la diócesis: por ejemplo, los que han nacido en ella, los que han desempeñado un largo servicio o han muerto allí (sobre todo si se conservan sus cuerpos o las reliquias mayores); o también si han sido objeto de un culto inmemorial y siempre vivo” (“Notificación sobre algunos aspectos de los calendarios y de los textos litúrgicos propios”, 20-septiembre-1997, n. 19).

Pero, incluso en los calendarios particulares de las diócesis, hay que velar que no se sobrecarguen, introduciendo un número excesivo de celebraciones. Para evitarlo, se sugieren algunas soluciones:

“-el reagrupamiento de santos y beatos en una celebración común [p.e. un grupo de mártires]

-la aplicación del principio de “subsidiariedad” de las celebraciones a nivel particular, insistiendo en reservar para determinados lugares las de santos y beatos cuya devoción no esté muy extendida” (Cong. Culto divino, “Notificación sobre algunos aspectos de los calendarios y de los textos litúrgicos propios”, 20-septiembre-1997, n. 25).

El calendario particular de una diócesis y su Propio, con los formularios litúrgicos, “son los guardianes de una tradición local” (Jounel, P., “La réforme des Propres diocésains”, en La Maison-Dieu 52 (1987), p. 140).

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