InfoCatólica / Liturgia, fuente y culmen / Archivos para: 2023

2.09.23

Concepto de «espiritualidad» (Notas de espiritualidad litúrgica - XXII)

Se usa “espiritual” en un lenguaje corriente, coloquial, para designar a alguien alejado de la realidad, de lo cotidiano, que no aterriza nunca o parece no situarse en el mundo y en sus circunstancias, aislado, o ingenuo tal vez… ¿Pero eso es ser espiritual o una caricatura? ¿No es más bien una distorsión? ¿No parece sino una burla? Porque luego vienen otros, muy activistas ellos, incluso sacerdotes, que oponen lo espiritual a lo “pastoral”, a lo dinámico y creativo tan vacío y tan estéril –pero empeñándose en ese camino ruinoso-. A éstos, les parece que la espiritualidad (y la liturgia) está reñida y en oposición a lo pastoral, a lo catequético… y que ellos, con sus mil actividades, reuniones, dinámicas, etc., tienen la solución para todo, y lo que desvelan es su escasa comprensión no sólo de la liturgia y de la espiritualidad, sino de la verdadera acción pastoral de la Iglesia, muy lejos del activismo, o de lo secularizado que rebaja contenidos y exigencias, o que todo lo supedita a la simpatía con el mundo, con la gente… ¡Cuánto vacío hay en esto, cuánto caos, cuánta confusión!

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20.08.23

Espiritualidad integradora (Notas de espiritualidad litúrgica - XXI)

La vida espiritual del cristiano está basada en la acción de Dios y de su gracia; es vida en la comunión con el Padre por medio de Jesucristo, Sumo y eterno Sacerdote, bajo la acción e influencia del Espíritu Santo, mediante la santa liturgia.

Por eso no hay vida cristiana sin liturgia. No hay cristianismo que no sea litúrgico.

Porque sin la liturgia, todo sería un horizontalismo absoluto, y la vida un pelagianismo de la buena voluntad, del esfuerzo, de la ética y del compromiso, sin pecado y sin necesidad de Redentor. La vida cristiana no es sentimiento privado de quien va por libre: es liturgia, el obrar real de Dios. Sin liturgia, no hay vida cristiana en el mundo, ni vida interior del alma, ni transformación en Cristo viviendo en santidad, ni redención de las almas, ni la salvación avanzando…

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6.08.23

Espiritualidad eclesial para todos (Notas de espiritualidad litúrgica - XX)

Ni un lujo ni un capricho; ni un privilegio ni un arcano escondido: la espiritualidad litúrgica es para todos, porque nace de la liturgia misma de la Iglesia para todas las almas fieles. Todos podemos acudir a esta espiritualidad litúrgica, todos podemos enriquecernos con ella, todos podemos alimentar e incrementar nuestra vida interior con la espiritualidad litúrgica.

La liturgia entrega sus tesoros espirituales a quien humildemente se acerca a ella y se lo solicita. Es verdad que para eso hace falta un cierto paladar o gusto de las cosas divinas y algo de introducción, de iniciación a la liturgia. Pero, dados los primeros pasos, se descubre en la liturgia una riqueza de vida que no imaginábamos… tal vez porque redujimos en nuestra mente la liturgia a ceremonias o a celebración festiva y didáctica.

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2.08.23

Vivir cristianamente (Notas de espiritualidad litúrgica - XIX)

Parecería que todo es divagación sin sentido si no atendiéramos y recordáramos el fin último, el objeto al que tiende la espiritualidad litúrgica. Si no fuese así, se seguiría mirando con sospecha la liturgia como ceremonias y ritos, algo público y oficial (o su extremo contrario: sesión divulgadora de catequesis, conceptos, moniciones), pero ineficaz para la vida espiritual, concreta, de cada cristiano.

La espiritualidad litúrgica es aquella que brota de la misma liturgia, con las pautas de la Iglesia, para santificar a sus hijos, elevar sus almas, que traduzcan en sus vidas el Misterio pascual del Señor y vivan cristianamente.

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30.07.23

Moniciones a las lecturas y la opinión de Farnés (bastante restrictiva, por cierto)

monicionLas moniciones son breves alocuciones, explicaciones muy sumarias, que ayudan a los presentes en la liturgia a situarse, vivir con atención o comprender mejor lo que se va a realizar. Estas moniciones, normalmente sacerdotales o diaconales, servían para ir dirigiendo a la asamblea: “Antes de participar en los sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados”, “Oremos”, “Orad, hermanos, para que este sacrificio”, “Levantemos el corazón”, “Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir”, “Daos fraternalmente la paz”, “Inclinaos para recibir la bendición”, etc. En la tradición eclesial, eso son moniciones: claras, breves, orientadoras; “expresarlo en pocas palabras” (IGMR 31) es el sentido de estas moniciones o su adaptación por el sacerdote.

   De ahí se pasó a permitir que el sacerdote, el diácono u otro hicieran una breve introducción a la Misa del día: “le está permitido introducir a los fieles, con brevísimas palabras, a la Misa del día, después del saludo inicial y antes del rito penitencial” (IGRM 31).

   También puede hacerlo el sacerdote antes de la Liturgia de la Palabra:

(“el sacerdote puede presentar a los fieles, con una brevísima intervención, la Liturgia de la Palabra” (IGMR 128);

“Corresponde al presidente introducir, de vez en cuando, a los fieles mediante unas  moniciones,  en  la  liturgia  de  la  palabra,  antes  de  la  proclamación  de  las lecturas. Estas moniciones podrán ser de gran ayuda para que la asamblea reunida escuche mejor la Palabra de Dios, ya que promueven el hábito de la fe y de la buena voluntad.  Esta  función  puede  ejercerla  por  medio  de  otros,  por  ejemplo,  del diácono o del comentador” (OLM 42).

 Recordemos por ejemplo la bellísima monición introductoria a la Liturgia de la Palabra de la Vigilia pascual, leída por quien preside (obispo o sacerdote): “Queridos hermanos: Con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos, en silencio meditativo…”

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