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1.06.21

Epifanía de la Iglesia (Tu Catedral - III)

Catedral de sevillaVer una catedral, observarla sobresalir de entre los edificios circundantes de la ciudad, firme, fuerte, al paso de los siglos, es toda una epifanía de la Iglesia misma.

Es la presencia de la Iglesia en el mundo y entre los hombres va conducirlos a Cristo y la vida sobrenatural. ¿Acaso puede tener la Iglesia otro fin distinto, acaso puede reducirse a objetivos humanos y político-sociales? La catedral, elocuente, en el marasmo de la ciudad, señala a Cristo y su vida. Es un nuevo Cenáculo donde el Espíritu Santo actúa eficaz y generosamente y, saliendo de la catedral, la Iglesia predica, catequiza, anuncia, viendo cómo surgen nuevas conversiones, aparecen vocaciones nuevas, vitalidad renovada. Cada catedral es un Cenáculo donde, orando junto con la Stma. Virgen María, el Espíritu Santo se derrama desde el cielo a las almas, a la Iglesia, a la cual da vida, carismas, vocaciones, impulso, gracias, santidad.

Es la Iglesia misma. La catedral, cualquier catedral, nos lleva a pensar en el Misterio mismo de la Iglesia, en su naturaleza, en su vocación, en su misión. Tal como la quiso Cristo mismo, su Esposo, su Cabeza, su Señor, que por Ella murió en la cruz para agraciarla y embellecerla (cf. Ef 5, 21ss).

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25.05.21

Las «oraciones secretas» de la Misa, ¿secretas, secretísimas o ignoradas?

porunfdamente inclinado Hay oraciones “secretas” en la Misa, que acompasan el ritmo espiritual de la Santa Misa para el sacerdote que la celebra, aunque en muchos casos estas “oraciones secretas” son tan secretísimas, que se omiten, no se recitan, no se hacen las pausas necesarias para que el sacerdote pueda rezarlas.

Pero las oraciones secretas poseen un gran valor: ayudar al sacerdote a vivir espiritualmente la Misa, a oficiar rezando él el primero, como auténtico orante, y no como protagonista, o showman realizando un espectáculo para los demás. Las oraciones secretas ayudan a descubrirse ante Dios, situarse ante la Santa Trinidad, calmar el ritmo, recoger el alma: el sacerdote –o el obispo- ha de ser el primero en ser orante, en ser consciente de la grandeza del Sacrificio eucarístico, en desprenderse de lo que lo estorbe para subir, ascender, hacia Dios.

Estas oraciones secretas –llamadas “apologías” originariamente- requieren algo más que una pura recitación mental; se pronuncian materialmente con los labios, pero en un tono de voz bajísimo, audible sólo por uno mismo y, como mucho, por el acólito que esté al lado en ese momento. Esto ayuda, sin duda alguna, a recitarlas más conscientemente, sabiendo que lo que se dice, sin distraerse. También hay que evitar el extremo contrario: la costumbre de algunos de rezarlas en voz alta con el micrófono para que todos las recen, o las escuchen… en lugar de respetar el silencio de los fieles y no convertir la Misa en constante palabrerío en voz alta para todo y en todo momento.

Hagamos el recorrido por estas oraciones secretas: cuáles son y en qué momento se rezan.

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18.05.21

Las Primeras Comuniones: su liturgia paso a paso (III)

primeras comuniones Ya sé que es delicado lo que vamos a abordar; que muchas sensibilidades se pueden sentir heridas y molestísimos los que van creyéndose que son “pastoralistas-más-que-nadie” y hacen la liturgia a su aire; otros tal vez queden boquiabiertos y descolocados porque jamás han pensado estas cosas y creían que estaba bien lo que siempre veían y ellos han seguido repitiendo. ¡Paciencia, catequistas, pastores y catequetas! Lean sin prejuicio. Y entremos todos juntos en el sentido y la normativa de la liturgia, que sí es pastoral.

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Aunque la mentalidad está muy afianzada en parroquias y en catequistas de cómo hay que celebrarlas, con bastante dosis de autorreferencialidad, hay que revisar la práctica, mejorarla, asimilar lo que la liturgia enseña y empezar a ajustar elementos y potenciar esta Misa como una Misa solemne y parroquial, no como una fiesta infantil o una Misa pueril.

Intentemos inculcar sentido litúrgico y sentido común ante tantos excesos como se ven por todas partes:

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11.05.21

Los Agnus Dei de cera

pío xii agnus deiHermosa tradición, antigua, ya casi en desuso, fue la elaboración de medallones de cera, con la imagen del Agnus Dei impresa, grabada, y que se fabricaban con simbólico ritual con la cera del Cirio pascual del año precedente.

  La Iglesia ha tenido ritos simbólicos muy expresivos y merecen ser conocidos para empaparnos bien de lo que fueron nuestras tradiciones. Muchas de ellas se han perdido, o se han suprimido sin más, empobreciendo todo el tejido simbólico de la liturgia, de devociones y de piedad. Y… ante tantas ausencias, se inventan cosas y ritos nuevos para distintos momentos en la vida pastoral, catequética y litúrgica.

   Dom Guéranger, en su “L’année liturgique[1] bien explica la historia y el sentido de estos Agnus Dei:

    “El Miércoles de Pascua es célebre en Roma por la bendición de los Agnus Dei: ceremonia que realiza el Papa el primer año de su Pontificado y después cada siete años.

    Los Agnus Dei son discos de cera en los cuales se graba, por un lado la imagen del Cordero de Dios, y por el otro la de algún santo. El uso de bendecirlos, en la fiesta de Pascua, es muy antiguo; se encuentran vestigios en los monumentos de la liturgia desde el siglo VII; y cuando en 1544 en Roma se abrió la tumba de la emperatriz María, mujer de Honorio e hija de Stilicon, fallecida antes de mitad del siglo V, se encontró en ella uno de estos Agnus Dei, semejante a los que el Papa bendice todavía hoy.

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4.05.21

Qué y para qué se canta en la liturgia: razones pascuales, espiritualidad y participación

notasPorque ha resucitado el Señor, el canto brota del alma, expresando alegría y paz, manifestando alabanza al Señor.

Y es que la liturgia cristiana, porque es glorificación de Dios, pide, requiere, necesita del canto: cantar es connatural a la liturgia, consustancial a la liturgia misma.

“Hay que cuidar absolutamente que no falte el canto de los ministros y del pueblo en las celebraciones que se llevan a cabo los domingos y fiestas de precepto” (IGMR 40).

La Iglesia canta; cada comunidad al celebrar la liturgia, y especialmente la Misa dominical, canta y no permanece muda, como espectadora. ¿Qué es el cielo, según narra el Apocalipsis, sino un continuo cantar delante del trono de Dios y del Cordero? Entonan un cántico nuevo, cantan: “Aleluya. Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido. Aleluya”; cantan: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente”; cantan y adoran, adoran y aman cantando.

Cantar permite expresar mucho mejor la alabanza de Dios. Lo explicaba el papa Benedicto XVI:

“El tercer gran símbolo de la Vigilia pascual es de naturaleza singular, y concierne al hombre mismo. Es el cantar el canto nuevo, el aleluya. Cuando un hombre experimenta una gran alegría, no puede guardársela para sí mismo. Tiene que expresarla, transmitirla. Pero, ¿qué sucede cuando el hombre se ve alcanzado por la luz de la resurrección y de este modo, entra en contacto con la Vida misma, con la Verdad y con el Amor? Simplemente, que no basta hablar de ello. Hablar no es suficiente. Tiene que cantar. En la Biblia, la primera mención de este cantar se encuentra después de la travesía del Mar Rojo” (Hom. Vigilia pascual, 11-abril-2009).

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