La credencia: ¡¡una mesita muy útil, muy práctica!!, también cuando no hay acólitos y está el sacerdote solo

Un elemento sencillo, discreto, pero necesario e imprescindible, es la credencia. Ésta, la credencia, es una mesa auxiliar en el presbiterio donde están todas las cosas necesarias para la celebración de la liturgia, ya sea la Misa u otro sacramento. Puede tener un pequeño mantel por respeto a los elementos que se van a colocar sobre ella. El mismo diccionario de la RAE la define: “Mesa o repisa que se pone inmediata al altar, a fin de tener a mano lo necesario para la celebración de los divinos oficios”.
Sobre la credencia, antes de la Misa, se coloca la patena con las hostias, el cáliz con su purificador y corporal, los copones que hagan falta consagrar, las vinajeras con el vino y el agua, el lavabo (jarra y plato) con su toalla para el lavatorio de manos, las bandejas para la comunión que sostendrán los acólitos, un vaso de agua o una botellita si hace falta para beber en un momento dado, el acetre con agua bendita y su hisopo, etc.
Todo esto debe estar en la credencia antes de la Misa, y no sobre el altar; cuando llega el momento del ofertorio, entonces los acólitos acercan al altar todo lo que sea necesario y retiran lo que ya no haga falta (por ejemplo, las vinajeras no se quedarán nunca sobre el altar desde ofertorio hasta el final de la Misa, ni el lavabo de la Misa)…, o acercan en su momento lo que haga falta –como el acetre- y lo retiran después, sin dejarlo encima del altar todo el tiempo.

Los textos litúrgicos son un material obviamente básico para la espiritualidad litúrgica, ya que ésta no vive de ceremoniales ni puestas en escenas barrocas, sino de la sustancia misma de la liturgia, de su ritualidad, de sus plegarias, de su naturaleza, de la gracia misma.
Demasiado acostumbrados estamos, en la educación y en cualquier ámbito de la vida civil, a ir rebajando exigencias, alturas, contenidos, excelencias, para no subir nunca y superar la vulgaridad, el nivel bajo, la mediocridad en todo. En vez de ayudar a comprender, esforzarse por subir y mejorar, enriquecerse, se baja todo.
Sabemos bien que la naturaleza de la liturgia es latréutica, culto de adoración a Dios, reconocimiento de Dios y su alabanza.
A partir de esta primera semana de septiembre, en la revista diocesana de mi diócesis, “Iglesia en Córdoba” en su edición digital y en la edición impresa mensual, habrá una sección fija dedicada a la liturgia.





