InfoCatólica / Liturgia, fuente y culmen / Archivos para: 2019

30.12.19

"Es nuestro deber y salvación darte gracias" (Plegaria euc.- III)

     Una corriente de vida y de gracia desciende del cielo hasta nosotros; un canal, un torrente, se desborda para nuestro bien y nuestra santificación: es la Eucaristía, el don de Dios, el sacrificio de la muerte y resurrección de Cristo hoy en el altar mediante los signos sacramentales.

papa benedicto

    En la Eucaristía, Dios entra en nuestra vida: Cristo mismo en el Sacramento se nos da. ¡Gozo de la Eucaristía!, el cielo se hace presente en la tierra y nos eleva hasta Él. La liturgia, fuente y culmen de la vida de la Iglesia, glorifica a Dios y santifica a los hombres (cf. SC 10), y ahí caen todos los protagonismos, que tanto gustan, para centrarse humilde y discretamente en el único protagonista: Dios, el Misterio pascual de Cristo. Entonces la liturgia recupera su solemnidad, su sacralidad. ¡Estamos ante el Misterio de la salvación de Dios! Así puede nacer en nuestras almas el gozo de la Eucaristía.

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26.12.19

El canto litúrgico en la Navidad («litúrgico», no cualquier cosa de pandereta y guitarra...)

adoraciónSi normalmente nuestro canto litúrgico en general es muy pobre (lleno de buena voluntad, sí, pero pobre), cuando llega el tiempo de Navidad, la liturgia en muchísimas ocasiones baja aún más en calidad, al introducir sin criterio alguno, villancicos populares como cantos de entrada, ofrendas o comunión ("Los peces en el río", “El camino que lleva a Belén", “Hacia Belén va una burra…", etc., etc.), ignorando los cantos principales tales como el “Gloria” o el Salmo responsorial. Se convierte la liturgia en un concurso de villancicos y disfraces de pastorcitos que no cuadra con la naturaleza de la liturgia, y se califica de “antiguo” a quien no pueda admitir semejantes inventos en la liturgia.

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23.12.19

Navidad de papel de regalo

 Nacimiento Siempre me ha parecido que el hombre pretende disimular u ocultar la fuerza del Misterio escondiéndolo tras lo banal o lo cultural, a lo mejor no tanto porque no se sepa preguntar al Misterio, cuanto que prefiere la comodidad del quedarse quieto y no indagar, no buscar para no hallar. Se amordaza el Misterio tras expresiones humanas o culturales y así se sobrevive con el Misterio sin atreverse a dejarse fascinar por lo bello y verdadero del Misterio.

     El ciclo litúrgico de la Navidad es, en verdad, un Misterio, el gran Misterio, el Misterio accesible y palpable del Verbo, de la Presencia del Dios-con-nosotros, que descubre el hombre al hombre, le revela sus inmensas posibilidades, le señala el camino de su sobrenatural vocación a la santidad (desde las I vísperas de la Navidad el día 24 de diciembre hasta las II Vísperas del Bautismo del Señor que cierra este ciclo).

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16.12.19

Distribución de las lecturas en Adviento

Cada año volvemos a profundizar y exponer las características litúrgicas y espirituales de cada tiempo litúrgico, incluso repitiendo catequesis. No se trata de un afán de novedades, como si cada año hubiera que estar inventando o la liturgia tuviera que ser nueva e innovadora cada año. Más bien repitiendo las mismas cosas, año tras año, celebrándolas del mismo modo año tras año con los libros litúrgicos vigentes, tendremos que vivirlas mejor, conocerlas mejor, interiorizarlas mejor.

La etapa que vivimos ahora no es la de la reforma de la liturgia, ya concluida, sino la de su profundización y asimilación. Cada año, pues, conviene recordar las realidades celebradas y desgranarlas hasta que formen parte ya de nosotros y de nuestro bagaje espiritual y litúrgico.

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10.12.19

El Prefacio y el Santo (Plegaria euc.- II)

         “En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo” (IGMR 72).

    El primer momento de la plegaria eucarística es el prefacio, la alabanza siempre dirigida al Padre, con el que la Iglesia, por Cristo y movida por el Espíritu Santo, da gracias al Padre.

    Deseamos en el principio de la plegaria que Cristo esté con su sacerdote y el Espíritu Santo actúe en su espíritu sacerdotal (“-y con tu espíritu”) para pronunciar santamente esta sagrada plegaria y que el Señor Jesucristo actúe por medio de su sacerdote.

   ¡Tenemos levantado el corazón hacia el Señor! Lo desatamos de las distracciones y ocupaciones materiales, lo despegamos de la tierra para que se levante con Cristo al Padre y busquemos las cosas de arriba, con esperanza teologal. Sumo recogimiento y fervor, devoción y atención cordial, amor de Dios y esperanza en Él: entonces la Iglesia por boca del sacerdote eleva la acción de gracias y expone los motivos de su alabanza.

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