11.12.23

El Dogma Climático

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (3,8-14):
No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.

Francisco a la Cumbre del Clima: “Escuchemos el gemido de la Tierra”

Dice el Papa:

“Estoy con vosotros porque, ahora más que nunca, el futuro de todos depende del presente. Os lo pido de corazón: ¡elijamos la vida, elijamos el futuro! ¡Escuchemos el gemido de la Tierra, escuchemos el grito de los pobres, escuchemos las esperanzas de los jóvenes y los sueños de los niños! Tenemos una gran responsabilidad: garantizar que no se les niegue su futuro», prosiguió Francisco en su potente discurso a los líderes de la Cop28.

“Hoy el mundo necesita alianzas que no son contra nadie, sino a favor de todos. Es urgente que las religiones, sin caer en la trampa del sincretismo, den un buen ejemplo trabajando juntas: no por sus propios intereses o los de un partido, sino por los intereses de nuestro mundo. Entre ellos, los más importantes hoy son la paz y el clima».

Dando ejemplo como líderes religiosos, el Santo Padre invita a todos a mostrar cómo cualquier cambio es posible «para ser testigos de estilos de vida respetuosos y sostenibles y pedimos en voz alta a los líderes de las naciones que se preserve la casa común».

Eso de «cualquier cambio de posible», si los líderes de las naciones preservan la casa común» es de un voluntarismo pelagiano que dejaría pasmado a San Agustín.

«Se trata aquí de no aplazar más, no sólo de desear sino de realizar el bien de vuestros hijos, de vuestros ciudadanos, de vuestros países, de nuestro mundo».

Lo de la preservación de la «casa común», como si el futuro de la Tierra dependiera de nosotros, es un acto de soberbia antropocéntrica. Nos creemos el ombligo del universo, capaces de destruir el planeta y de salvarlo con nuestras solas fuerzas (pelagianismo total). Y se olvidan de que todo está en manos del Creador. Si Dios no lo consiente, ni un pelo caerá de la cabeza climática de Su Santidad.

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7.12.23

Carta a los Obispos

Queridos obispos:

¿Siguen ustedes creyendo en Dios, en Cristo, en la Santísima Trinidad? ¿O creen en el Estado de Derecho, la democracia liberal y en la Constitución? ¿Creen que se puede poner una vela a Dios y otra al Diablo? ¿En qué creen ustedes? ¿En quién creen ustedes? ¿Son ustedes pastores del rebaño que Cristo les encomendó o funcionarios de Vaticano sumisos a los poderes de este mundo?

Para los obispos fieles a Cristo y al depósito de la fe corren malos tiempos. Ya lo sabemos. Pero tengamos vergüenza, dignidad y temor de Dios.

A Monseñor Strickland le han apartado de su diócesis en Texas. ¿Por qué? ¿Por defender el depósito de la fe, la ortodoxia y la Tradición?  Y no sólo eso: también le han prohibido decir misa en la que, hasta hace unos días, era su diócesis. 

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29.11.23

La Rebelión de los Rosarios

¿Han oído hablar de la Opción Benedicto? ¿Han leído el libro? Pues la Opción Lepanto en diametralmente la contraria: en realidad es similar a la Opción Pelayo que propuse hace ya muchos años. Nosotros no nos exiliamos del mundo a un San Irineo de Artois idílico. Nosotros nos mantenemos en el mundo sin ser del mundo. Nuestro Reino no es de este mundo, porque nuestra Patria Verdadera está en el Cielo. Pero estamos en este mundo, y mientras lo estemos, debemos ser antorchas de caridad, debemos vivir encendidos en el amor de Dios. Como dice el Cantar de los Cantares, «no valen las muchas aguas para apagar el amor ni los ríos pueden ahogarlo» (Cant.8, 6-7). Vivamos siempre conforme  al mandamiento de la caridad: amemos a todos siempre. Incluso a los impíos y a nuestros enemigos. Se puede combatir con caridad. Y nosotros debemos combatir con caridad.

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25.11.23

Reflexiones a vuela pluma a partir de la nota de la CEE

 

Los obispos españoles se pronuncian ante la crispación política y social en el país y han acordado durante su Asamblea Plenaria hacer público un mensaje ante la situación social y política en España[1]. Dios me libre de pretender enmendarle la plana a la Conferencia Episcopal. Pero con la libertad de los hijos de Dios, sí puedo expresar alguna reflexión pertinente e incluso alguna impertinente sobre el asunto.

1.- Los obispos reunidos en asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, compartimos la preocupación que suscitan la actual polarización ideológica, la crispación social y los episodios de desencuentro.

Señala la Encíclica Quas Primas que el cúmulo de males que nos aflige se debe a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, y nunca resplandecerá una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador.

La sociedad española ha abandonado a Cristo y la partitocracia ha dividido a España en un cúmulo de sectas – llamadas partidos políticos – que no son sino falsas religiones que proponen utopías y engaños a los ciudadanos para conseguir el poder o para mantenerse en él el mayor tiempo posible.

Pedro Sánchez es un buen ejemplo de líder maquiavélico: al señor Sánchez le hemos visto  y oído decir hoy una cosa y mañana, la contraria. Y sin despeinarse. Y buena parte de los españoles siguen votando a este mentiroso compulsivo porque para la mayor parte del electorado “ser” de un partido es como ser de un equipo de fútbol. Y así como uno es del Madrid o del Barcelona, pase lo que pase, uno es socialista, comunista o pepero, pase lo que pase. Y lo que diga el líder, bien dicho está. ¿Que miente? Sus razones tendrá. Yo, con los míos hasta el final. Y en este punto, nunca se sabe si es más apasionado el amor por los colores o el odio a los colores del adversario, convertido tantas veces en enemigo. Cuando las políticas de un partido dependen de las decisiones caprichosas, cambiantes, arbitrarias e interesadas de su líder, ese partido ya no busca el bien común, sino los intereses particulares del jefe y del partido. Y eso ya no es un medio de participación política, sino una secta.

Vivir en una sociedad donde el electorado no penaliza la mentira ni la corrupción ni siquiera la traición a su propia patria resulta sumamente significativo e indica bien a las claras la catadura moral de los españoles.

Todas las ideologías del arco parlamentario – desde los liberales hasta los comunistas – rechazan a Dios: lo ignoran, lo desprecian; algunos hasta lo odian. ¿Alguno de estos partidos políticos acepta el imperio de nuestro Salvador Jesucristo? ¿Verdad que no? Pues ahí está el origen de la crispación y de todos los males de nuestra patria.

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23.11.23

La única esperanza es Cristo

Mi esperanza está puesta en el Señor. El Señor me dio la vida en el seno de mi madre. Él me dio el aliento y la vida. Ha sido Dios, Creador del mundo, quien me dio la vida. Él formó el género humano y creó todo cuanto existe. Y si obedecemos sus santas leyes, tras la muerte, nos dará de nuevo el aliento y la vida.

Dios lo ha hecho todo de la nada: mirad el cielo y la tierra y fijaos en todo lo que hay en ellos. Así sabréis que Dios lo ha hecho todo de la nada y que de la misma manera ha hecho a los hombres. Así, pues, no le tengáis miedo al tirano ni al anticristo ni a los herejes ni a los impíos.

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