20.02.22

El Silencio sobre Dios

Uno de los defectos más sobresalientes en los debates políticos, sociales o intelectuales, desde mi punto de vista, es la constante renuncia que muchos católicos hacen de hablar públicamente Dios. Omitimos a Dios. No citamos a Dios. No nos remitimos a Dios. Damos por sentado que en el mundo actual, Dios no pinta nada y que no podemos hablar directamente sobre Dios. Damos por supuesto y aceptamos las reglas del juego del Enemigo. Vivimos en una sociedad secularizada donde se da por consabido que Dios no existe o, si existe, no pinta nada en la vida social, política o intelectual. Aceptamos las premisas de los ateos o de los agnósticos.

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17.02.22

La Reforma Educativa

La llamada LOMLOE es la última basura que ha generado este régimen teófobo que continúa el paulatino proceso de destrucción de la enseñanza y de las instituciones educativas de España, con el fin de apoderarse de las almas de los niños y adoctrinarlos a todos en sus doctrinas impías. El liberalismo se ha mestizado con la dialéctica marxista feminista y ecologista dando lugar a lo que hemos venido en llamar “Pensamiento Único”: una ideología anticatólica, relativista y totalitaria que todo el mundo debe acatar a pies juntillas sin rechistar. Sólo se puede pensar de una manera: de la manera que imponen los poderes plutocráticos mundialistas. Y esos poderes trasnacionales (globalistas o mundialistas, llámenlos como quieran) han decidido imponer sus postulados a todo el mundo a través de los medios de comunicación, de las redes sociales y de las escuelas. Su objetivo: cambiar el mundo y erradicar cualquier vestigio de la civilización cristiana. Odian a Dios, odian la familia, odian la procreación, odian el amor (o ignoran lo que es) y la fidelidad conyugal. Odian a Cristo y odian a su Iglesia. Por eso también quieren destruir a la Iglesia desde fuera y desde dentro de la propia Iglesia.

En este proceso, la educación es una pieza más en manos de los poderosos para destruir cualquier resquicio de virtud, de humanidad o de caridad. La LOMLOE sigue la estela de la LOGSE y de la LOE. Pero cada vez se da un paso más en el proceso de destrucción de la educación y de la escuela.

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3.02.22

Sobre Kant, la minoría de edad, la confusión y las herejías

En 1784 el periódico alemán Berlinische Monatschrift publicó diversas respuestas a la pregunta del clérigo Johann Friedrich Zöllner: ¿Qué es la ilustración?

Kant sería uno de los autores que contestaría a esa pregunta. En su ensayo en respuesta a la pregunta de Zöllner, explica Immanuel Kant que “la ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad.”

La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la ilustración.

Hasta el siglo XVIII, al parecer, el hombre no se había atrevido a pensar por sí mismo. Toda la historia del pensamiento, desde la Grecia de los presocráticos, no valía nada. Santo Tomás de Aquino o San Agustín no se atrevían a pensar sin la guía de otro.

Pero aquí subyace el concepto kantiano de dignidad del ser humano. El hombre, según él, es digno si es autónomo; es decir, si es libre (entendida como licencia y espontaneidad; o sea, como libertinaje, como posibilidad de hacer o no hacer lo que le dé la gana) y responsable de sus actos. Sólo así se puede considerar “persona” a un ser humano. Para Kant, hay seres humanos que no son personas ni tienen dignidad: los discapacitados, los dependientes, los trastornados, los dementes, los niños sin uso de razón, no serían personas porque no son autónomos ni responsables de sus actos. 

Sí que tengo que darle la razón a Kant en una cuestión importante: la mayoría de los hombres son perezosos y cobardes. Y por eso, es más fácil dejarse llevar por otros que ejercen como guías. “¡Qué piensen otros! Yo vivo muy contento sin pensar. Ya pensarán otros por mí.”

No es que la mayoría de los hombres sean tontos, incapaces de pensar ni de entender. El problema es que son vagos y cobardes. Porque si pienso por mí mismo y lo cuestiono todo, puede ser que me salga de lo “políticamente correcto” y entonces  es posible que me la juegue. Es más fácil vivir alienado, adocenado, tranquilo, gozando de los placeres del mundo hedonista que se le ofrecen y no complicarse la existencia. “Pan y circo”. Pasarlo bien, divertirse, no meterse en líos, seguir la corriente, adular a los que mandan para hacer carrera, ir con el rebaño… Y repetir frases hechas huecas y vacías. Repetir lo que dice todo el mundo, opinar lo que opina todo el mundo… Sin apartarse del rebaño, sin disidencias, sin dar la nota, sin resultar molesto…

Hoy en día, hay un grupito de ilustrados iluminados (luciferinos) que le dicen a todos lo que tienen que pensar, lo que deben opinar, lo que deben saber, la música que debemos escuchar, los libros que tenemos que leer… A través de los medios de comunicación y de los productos culturales de masas; a través de las redes sociales, a todas horas y por todas partes, te encuentras la propaganda sistémica lavándole el cerebro a las masas. Y quien se sale del sendero trillado es condenado por la nueva inquisición progresista a la hoguera de la homofobia, del negacionismo (ya sea sobre las vacunas Covid, sobre el cambio climático o sobre lo que sea  que el nuevo Komintern o su politburó haya decidido que hay que creer a pies juntillas y sin rechistar) o de delito de odio. Llevar una cruz visible o citar textualmente textos bíblicos o del catecismo puede complicarte la vida o llevarte ante jueces y fiscales, denunciado por odio a determinados colectivos que se ven discriminados o señalados por esos textos.

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29.01.22

La Modernidad, el Anticristo y la Libertad Luciferina

[1]Autonomía, autodeterminación, autolegislación, autodominio, autoposesión, autorregulación…Todos estos términos apuntan a una misma cosa: la libertad como poder predicado de los individuos o de los grupos humanos; la libertad como la potencia que constituye a los individuos como hacedores de sí mismos y a los Estados como autoconstruidos.

La autodeterminación es el poder de determinar las cosas por uno mismo, de decidirlas y resolverlas por uno mismo. Es lo que uno hace por sí mismo, sin el auxilio de nadie, independiente de los otros y de Dios. Se nos invita a ser autónomos, a ejercer la autolegislación, a tener dominio y propiedad sobre nuestro propio ser, a decidir por nuestra cuenta, a tomar voluntariamente la dirección de nuestras vidas.

Lo característico y diferenciador de la Modernidad es la autodeterminación. Los tiempos premodernos fueron los de la vigencia de una autoridad exterior al hombre: la de Dios. Pero ahora, la Modernidad no concibe otra autoridad que la ley de los sujetos autónomos. El derecho y la moralidad se fundan para los modernos en la voluntad del hombre: no en la ley de Dios.

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25.01.22

Clerigalla Luciferina

“La homofobia de mi Iglesia me enfada y me avergüenza", dice el cura alemán amigo de bendecir parejas homosexuales. 

A mí me enfada y me avergüenza la clerigalla modernista, hereje y apóstata, que pretende bendecir el pecado, enmendándole la plana a las Sagradas Escrituras y a la Tradición de la Iglesia. Estos sinvergüenzas quieren simplemente cambiar la doctrina bimilenaria de los católicos, escribir un nuevo catecismo que esté bien empapado de ideología de género y de liberatad luciferina: hay que forzar a la Iglesia a adaptarse a los tiempos. Quieren crear una nueva iglesia pero no se conforman con irse. Quieren construir su nueva iglesia sobre los escombros de la verdadera Iglesia de Cristo, a la que pretenden derruir. Y no se lo vamos a consentir de ninguna manera. 

Considerar a Dios homófobo resulta blasfemo. Avergonzarse de la Iglesia significa avergonzarse de Cristo y pretender enmendarle la plana: ¿se creen estos tipos más santos que el propio Cristo? ¿Más que los apóstoles?

El curilla ese subraya que la iglesia es suya. Pero no lo es. La Iglesia es de Cristo. Ni suya ni mía ni del Papa. La Iglesia Católica es la Iglesia de Cristo. Y nosotros no somos dueños de la doctrina para cambiarla a nuestro gusto. La doctrina no debe adaptarse a los tiempos. Son los tiempos los que deben adaptarse a Cristo. 

Hoy es la fiesta de la conversión de san Pablo. Pidamos a Dios que estos herejes se arrepientan de sus pecados, dejen de predicar y expandir sus errores y se conviertan.

Que el Señor se digne conservar en su santa religión al Sumo Pontífice y a todos los órdenes de la jerarquía eclesiástica y llame a conversión a todos los infieles y a cuantos viven en el error.

“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”