¿Es posible que la Iglesia enseñe hoy doctrinas contrarias a las que ha enseñado anteriormente?

Obviamente, me sumo a las Dubia de los cinco cardenales, apoyados posteriormente por el cardenal Müller y por Mons. Athanasius Schneider. Éste último acaba de publicar la siguiente nota:

El texto de las cinco dubia, presentado al Papa Francisco el 21 de agosto de 2023 por cinco cardenales es un acto sumamente urgente y meritorio y honra al Sagrado Colegio Cardenalicio. Los cardenales actuaron de manera verdaderamente colegiada y fraterna hacia el Sumo Pontífice y al mismo tiempo demostraron una verdadera solicitud pastoral por las necesidades espirituales de los fieles y por el bien de toda la Iglesia (cf. Lumen gentium, 23). Su voz representa un grito profético en el desierto de un silencio casi general entre los pastores de la Iglesia y una luz en medio de la noche del relativismo doctrinal y de la confusión que infecta a la Iglesia de nuestros días. Es de desear que muchos Cardenales y Obispos, conscientes de la solemne promesa de su ordenación episcopal de defender la integridad de la fe católica, apoyen públicamente este testimonio de los cinco Cardenales,

+ Atanasio Schneider

Por mi parte, triste y con el ánimo muy apenado, me dirijo a vosotros, a quienes veis llenos de angustia los peligros de los tiempos que corren para la religión que tanto amamos. Este es el tiempo del poder de las tinieblas para cribar, como trigo, a los hijos de elección. La tierra está en duelo y perece, infectada por la corrupción de sus habitantes, porque han violado las leyes, han alterado el derecho, han roto la alianza eterna. Me refiero a las cosas que vosotros mismos veis y que todos lloramos con las mismas lágrimas. Es el triunfo de una malicia sin freno, de una ciencia sin pudor, de un libertinaje sin límite. Se desprecia la santidad de las cosas sagradas; y la majestad del culto divino es prohibida, censurada, profanada y escarnecida. De ahí que se corrompa la santa doctrina y que se diseminen los errores de todo género.

Este cúmulo de males ha invadido la tierra porque la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador.

Los hombres inicuos arrojan la espuma de sus confusiones y prometen libertad, siendo ellos, como son, esclavos de la corrupción. Están intentado con sus opiniones falaces y sus perniciosísimos escritos transformar los fundamentos de la Religión católica y de la sociedad civil, acabar con toda virtud y justicia, depravar los corazones y los entendimientos, apartar de la recta disciplina moral a las personas incautas, y muy especialmente a la inexperta juventud, y corromperla miserablemente, y hacer por que caiga en los lazos del error y arrancarla por último del gremio de la Iglesia católica.

El indiferentismo religioso es una perversa teoría extendida por todas partes por culpa de los engaños de los impíos. El indiferentismo enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Se trata de un error execrable.Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha. Pensar que las formas de culto, distintas y aun contrarias, son todas iguales, equivale a confesar que no se quiere aprobar ni practicar ninguna de ellas. Esta actitud, si nominalmente difiere del ateísmo, en realidad se identifica con él. Los que creen en la existencia de Dios, si quieren ser consecuentes consigo mismos y no caer en un absurdo, han de comprender necesariamente que las formas usuales de culto divino, cuya diferencia, disparidad y contradicción aun en cosas de suma importancia son tan grandes, no pueden ser todas igualmente aceptables ni igualmente buenas o agradables a Dios.

La libertad de conciencia es un error pestilente. ¡Qué peor muerte para el alma que la libertad del error! Roto el freno que contiene a los hombres en los caminos de la verdad, e inclinándose precipitadamente al mal por su naturaleza corrompida, consideramos ya abierto el abismo del infierno. Son ya muchos los que, imitando a Lucifer, del cual es aquella criminal expresión «no serviré», entienden por libertad lo que es una pura y absurda indecencia: el libertinaje más inmoral. Son los de «lo importante es que se quieran»; y con esa coartada, justifican la fornicación, el pecado nefando, el adulterio y hasta la blasfemia y el sacrilegio de comulgar en pecado mortal.

La libertad, como facultad que perfecciona al hombre, debe aplicarse exclusivamente a la verdad y al bien. Ahora bien: la esencia de la verdad y del bien no puede cambiar a capricho del hombre, sino que es siempre la misma y no es menos inmutable que la misma naturaleza de las cosas. Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige el mal y se abraza a él, ni la inteligencia ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas.

La naturaleza de la libertad humana, sea el que sea el campo en que la consideremos, en los particulares o en la comunidad, en los gobernantes o en los gobernados, incluye la necesidad de obedecer a una razón suprema y eterna, que no es otra que la autoridad de Dios imponiendo sus mandamientos y prohibiciones. Y este justísimo dominio de Dios sobre los hombres está tan lejos de suprimir o debilitar siquiera la libertad humana, que lo que hace es precisamente todo lo contrario: defenderla y perfeccionarla; porque la perfección verdadera de todo ser creado consiste en tender a su propio fin y alcanzarlo. Ahora bien: el fin supremo al que debe aspirar la libertad humana no es otro que el mismo Dios. Es absolutamente necesario que el hombre quede todo entero bajo la dependencia efectiva y constante de Dios. Por consiguiente, es totalmente inconcebible una libertad humana que no esté sumisa a Dios y sujeta a su voluntad. Negar a Dios este dominio supremo o negarse a aceptarlo no es libertad, sino abuso de la libertad y rebelión contra Dios.

¿Sigue siendo todo esto parte de la fe de la Iglesia?

 Mirari Vos, Sobre los errores modernos (1832, Gregorio XVI)

2. Tristes, en verdad, y con muy apenado ánimo Nos dirigimos a vosotros, a quienes vemos llenos de angustia al considerar los peligros de los tiempos que corren para la religión que tanto amáis. Verdaderamente, pudiéramos decir que ésta es la hora del poder de las tinieblas para cribar, como trigo, a los hijos de elección. Sí; la tierra está en duelo y perece, infectada por la corrupción de sus habitantes, porque han violado las leyes, han alterado el derecho, han roto la alianza eterna. Nos referimos, Venerables Hermanos, a las cosas que veis con vuestros mismos ojos y que todos lloramos con las mismas lágrimas. Es el triunfo de una malicia sin freno, de una ciencia sin pudor, de una disolución sin límite. Se desprecia la santidad de las cosas sagradas; y la majestad del divino culto, que es tan poderosa como necesaria, es censurada, profanada y escarnecida: De ahí que se corrompa la santa doctrina y que se diseminen con audacia errores de todo género. Ni las leyes sagradas, ni los derechos, ni las instituciones, ni las santas enseñanzas están a salvo de los ataques de las lenguas malvadas.

9. Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha.

10. De esa cenagosa fuente del indiferentismo mana aquella absurda y errónea sentencia o, mejor dicho, locura, que afirma y defiende a toda costa y para todos, la libertad de conciencia. Este pestilente error se abre paso, escudado en la inmoderada libertad de opiniones que, para ruina de la sociedad religiosa y de la civil, se extiende cada día más por todas partes, llegando la impudencia de algunos a asegurar que de ella se sigue gran provecho para la causa de la religión. ¡Y qué peor muerte para el alma que la libertad del error! decía San Agustín. Y ciertamente que, roto el freno que contiene a los hombres en los caminos de la verdad, e inclinándose precipitadamente al mal por su naturaleza corrompida, consideramos ya abierto aquel abismo del que, según vio San Juan, subía un humo que oscurecía el sol y arrojaba langostas que devastaban la tierra. De aquí la inconstancia en los ánimos, la corrupción de la juventud, el desprecio -por parte del pueblo- de las cosas santas y de las leyes e instituciones más respetables; en una palabra, la mayor y más mortífera peste para la sociedad, porque, aun la más antigua experiencia enseña cómo los Estados, que más florecieron por su riqueza, poder y gloria, sucumbieron por el solo mal de una inmoderada libertad de opiniones, libertad en la oratoria y ansia de novedades. 

 

Encíclica Quanta cura y Syllabus (8 diciembre 1864, Pío IX)

Y a la verdad, los ya dichos Predecesores Nuestros, que tan a pecho tomaron en todo tiempo el defender y vindicar con la augusta Religión católica los fueros de la verdad y de la justicia, solícitos por extremo de la salud de las almas, en ninguna cosa pusieron más empeño que en patentizar y condenar en sus Epístolas y Constituciones todas las herejías y errores, que oponiéndose a nuestra Divina Fe, a la doctrina de la Iglesia católica, a la honestidad de las costumbres y a la salud eterna de los hombres, han levantado a menudo grandes tempestades y cubierto de luto a la república cristiana y civil. Por lo cual, los mismos Predecesores Nuestros se han opuesto constantemente con apostólica firmeza a las nefandas maquinaciones de los hombres inicuos, que arrojando la espuma de sus confusiones, semejantes a las olas del mar tempestuoso, y prometiendo libertad, siendo ellos, como son, esclavos de la corrupción, han intentado con sus opiniones falaces y perniciosísimos escritos transformar los fundamentos de la Religión católica y de la sociedad civil, acabar con toda virtud y justicia, depravar los corazones y los entendimientos, apartar de la recta disciplina moral a las personas incautas, y muy especialmente a la inexperta juventud, y corromperla miserablemente, y hacer porque caiga en los lazos del error, y arrancarla por último del gremio de la Iglesia católica.

[…] Con cuya idea totalmente falsa del gobierno social, no temen fomentar aquella errónea opinión sumamente funesta a la Iglesia católica y a la salud de las almas llamada delirio por Nuestro Predecesor Gregorio XVI de gloriosa memoria (en la misma Encíclica Mirari), a saber: «que la libertad de conciencia y cultos es un derecho propio de todo hombre, derecho que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida; y que los ciudadanos tienen derecho a la libertad omnímoda de manifestar y declarar públicamente y sin rebozo sus conceptos, sean cuales fueren, ya de palabra o por impresos, o de otro modo, sin trabas ningunas por parte de la autoridad eclesiástica o civil.» Pero cuando esto afirman temerariamente, no piensan ni consideran que predican la libertad de la perdición (San Agustín, Epístola 105 al. 166), y que «si se deja a la humana persuasión entera libertad de disputar, nunca faltará quien se oponga a la verdad, y ponga su confianza en la locuacidad de la humana sabiduría, debiendo por el contrario conocer por la misma doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, cuan obligada está a evitar esta dañosísima vanidad la fe y la sabiduría cristiana» (San León, Epístola 164 al. 133, parte 2, edición Vall).

Y porque luego en el punto que es desterrada de la sociedad civil la Religión, y repudiada la doctrina y autoridad de la divina revelación, queda oscurecida y aun perdida hasta la misma legítima noción de justicia y del humano derecho, y en lugar de la verdadera justicia y derecho legítimo se sustituye la fuerza material, vese por aquí claramente que movidos de tamaño error, algunos despreciando y dejando totalmente a un lado los certísimos principios de la sana razón, se atreven a proclamar «que la voluntad del pueblo manifestada por la opinión pública, que dicen, o por de otro modo, constituye la suprema ley independiente de todo derecho divino y humano; y que en el orden público los hechos consumados, por la sola consideración de haber sido consumados, tienen fuerza de derecho.» Mas, ¿quién no ve y siente claramente que la sociedad humana, libre de los vínculos de la religión y de la verdadera justicia, no puede proponerse otro objeto que adquirir y acumular riquezas, ni seguir en sus acciones otra ley que el indómito apetito de servir a sus propios placeres y comodidades?

Syllabus de los errores y perniciosas doctrinas reprobados y condenados por Su Santidad

V. La revelación divina es imperfecta y está, por consiguiente, sujeta a un progreso continuo e indefinido correspondiente al progreso de la razón humana.

(Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846)
(Alocución Maxima quidem, 9 junio 1862)

§ III. Indiferentismo. Latitudinarismo

XV. Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que guiado de la luz de la razón juzgare por verdadera.

(Letras Apostólicas Multiplices inter, 10 junio 1851)
(Alocución Maxima quidem, 9 junio 1862)

XVI. En el culto de cualquiera religión pueden los hombres hallar el camino de la salud eterna y conseguir la eterna salvación.

(Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846)
(Alocución Ubi primum, 17 diciembre 1847)
Encíclica Singulari quidem, 17 Marzo 1856)

XVII. Es bien por lo menos esperar la eterna salvación de todos aquellos que no están en la verdadera Iglesia de Cristo.

(Alocución Singulari quadam, 9 diciembre 1854)
(Encíclica Quanto conficiamur 17 agosto 1863)

LXXIX. Es sin duda falso que la libertad civil de cualquiera culto, y lo mismo la amplia facultad concedida a todos de manifestar abiertamente y en público cualesquiera opiniones y pensamientos, conduzca a corromper más fácilmente las costumbres y los ánimos, y a propagar la peste del indiferentismo.

(Alocución Nunquam fore, 15 diciembre 1856)

LXXX. El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización.

Inmortale Dei (León XIII, 1 de noviembre de 1885)

Sólo Dios es el verdadero y supremo Señor de las cosas. Todo lo existente ha de someterse y obedecer necesariamente a Dios. Hasta tal punto, que todos los que tienen el derecho de mandar, de ningún otro reciben este derecho si no es de Dios, Príncipe supremo de todos. «No hay autoridad sino por Dios».

Queda en silencio el dominio divino, como si Dios no existiese o no se preocupase del género humano, o como si los hombres, ya aislados, ya asociados, no debiesen nada a Dios, o como si fuera posible imaginar un poder político cuyo principio, fuerza y autoridad toda para gobernar no se apoyaran en Dios mismo. De este modo, como es evidente, el Estado no es otra cosa que la multitud dueña y gobernadora de sí misma. Y como se afirma que el pueblo es en sí mismo fuente de todo derecho y de toda seguridad, se sigue lógicamente que el Estado no se juzgará obligado ante Dios por ningún deber; no profesará públicamente religión alguna, ni deberá buscar entre tantas religiones la única verdadera, ni elegirá una de ellas ni la favorecerá principalmente, sino que concederá igualdad de derechos a todas las religiones, con tal que la disciplina del Estado no quede por ellas perjudicada. Se sigue también de estos principios que en materia religiosa todo queda al arbitrio de los particulares y que es lícito a cada individuo seguir la religión que prefiera o rechazarlas todas si ninguna le agrada. De aquí nacen una libertad ilimitada de conciencia, una libertad absoluta de cultos, una libertad total de pensamiento y una libertad desmedida de expresión.

14. En materia religiosa, pensar que las formas de culto, distintas y aun contrarias, son todas iguales, equivale a confesar que no se quiere aprobar ni practicar ninguna de ellas. Esta actitud, si nominalmente difiere del ateísmo, en realidad se identifica con él. Los que creen en la existencia de Dios, si quieren ser consecuentes consigo mismos y no caer en un absurdo, han de comprender necesariamente que las formas usuales de culto divino, cuya diferencia, disparidad y contradicción aun en cosas de suma importancia son tan grandes, no pueden ser todas igualmente aceptables ni igualmente buenas o agradables a Dios.

15. De modo parecido, la libertad de pensamiento y de expresión, carente de todo límite, no es por sí misma un bien del que justamente pueda felicitarse la sociedad humana; es, por el contrario, fuente y origen de muchos males. La libertad, como facultad que perfecciona al hombre, debe aplicarse exclusivamente a la verdad y al bien. Ahora bien: la esencia de la verdad y del bien no puede cambiar a capricho del hombre, sino que es siempre la misma y no es menos inmutable que la misma naturaleza de las cosas. Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige el mal y se abraza a él, ni la inteligencia ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas. Por consiguiente, no es lícito publicar y exponer a la vista de los hombres lo que es contrario a la virtud y a la verdad, y es mucho menos lícito favorecer y amparar esas publicaciones y exposiciones con la tutela de las leyes. No hay más que un camino para llegar al cielo, al que todos tendemos: la vida virtuosa. Por lo cual se aparta de la norma enseñada por la naturaleza todo Estado que permite una libertad de pensamiento y de acción que con sus excesos pueda extraviar impunemente a las inteligencias de la verdad y a las almas de la virtud.

16. Estas doctrinas, contrarias a la razón y de tanta trascendencia para el bien público del Estado, no dejaron de ser condenadas por los Romanos Pontífices, nuestros predecesores, que vivían convencidos de las obligaciones que les imponía el cargo apostólico. Así, Gregorio XVI, en la encíclica Mirari vos, del 15 de agosto de 1832, condenó con gran autoridad doctrinal los principios que ya entonces se iban divulgando, esto es, el indiferentismo religioso, la libertad absoluta de cultos y de conciencia, la libertad de imprenta y la legitimidad del derecho de rebelión. Con relación a la separación entre la Iglesia y el Estado, decía así el citado Pontífice: «No podríamos augurar resultados felices para la Iglesia y para el Estado de los deseos de quienes pretenden con empeño que la Iglesia se separe del Estado, rompiendo la concordia mutua del imperio y del sacerdocio. Todos saben muy bien que esta concordia, que siempre ha sido tan beneficiosa para los intereses religiosos y civiles, es muy temida por los fautores de una libertad desvergonzada».

 

Libertas praestantissimum (León XIII, 20 de junio de 1888)

7. Por consiguiente, en una sociedad humana, la verdadera libertad no consiste en hacer el capricho personal de cada uno; esto provocaría una extrema confusión y una perturbación, que acabarían destruyendo al propio Estado; sino que consiste en que, por medio de las leyes civiles, pueda cada cual fácilmente vivir según los preceptos de la ley eterna. Y para los gobernantes la libertad no está en que manden al azar y a su capricho, proceder criminal que implicaría, al mismo tiempo, grandes daños para el Estado, sino que la eficacia de las leyes humanas consiste en su reconocida derivación de la ley eterna y en la sanción exclusiva de todo lo que está contenido en esta ley eterna, como en fuente radical de todo el derecho. Con suma sabiduría lo ha expresado San Agustín: «Pienso que comprendes que nada hay justo y legítimo en la [ley] temporal que no lo hayan tomado los hombres de la [ley] eterna». Si, por consiguiente, tenemos una ley establecida por una autoridad cualquiera, y esta ley es contraria a la recta razón y perniciosa para el Estado, su fuerza legal es nula, porque no es norma de justicia y porque aparta a los hombres del bien para el que ha sido establecido el Estado.

8. Por tanto, la naturaleza de la libertad humana, sea el que sea el campo en que la consideremos, en los particulares o en la comunidad, en los gobernantes o en los gobernados, incluye la necesidad de obedecer a una razón suprema y eterna, que no es otra que la autoridad de Dios imponiendo sus mandamientos y prohibiciones. Y este justísimo dominio de Dios sobre los hombres está tan lejos de suprimir o debilitar siquiera la libertad humana, que lo que hace es precisamente todo lo contrario: defenderla y perfeccionarla; porque la perfección verdadera de todo ser creado consiste en tender a su propio fin y alcanzarlo. Ahora bien: el fin supremo al que debe aspirar la libertad humana no es otro que el mismo Dios.

11. Si los que a cada paso hablan de la libertad entendieran por tal la libertad buena y legítima que acabamos de describir, nadie osaría acusar a la Iglesia, con el injusto reproche que le hacen, de ser enemiga de la libertad de los individuos y de la libertad del Estado. Pero son ya muchos los que, imitando a Lucifer, del cual es aquella criminal expresión: No serviré, entienden por libertad lo que es una pura y absurda licencia. Tales son los partidarios de ese sistema tan extendido y poderoso, y que, tomando el nombre de la misma libertad, se llaman a sí mismos liberales.

24. Para mayor claridad, recapitularemos brevemente la exposición hecha y deduciremos las consecuencias prácticas. El núcleo esencial es el siguiente: es absolutamente necesario que el hombre quede todo entero bajo la dependencia efectiva y constante de Dios. Por consiguiente, es totalmente inconcebible una libertad humana que no esté sumisa a Dios y sujeta a su voluntad. Negar a Dios este dominio supremo o negarse a aceptarlo no es libertad, sino abuso de la libertad y rebelión contra Dios. Es ésta precisamente la disposición de espíritu que origina y constituye el mal fundamental del liberalismo.

Quas Primas (Pío XI, 11 de diciembre de 1925)

En la primera encíclica, que al comenzar nuestro Pontificado enviamos a todos los obispos del orbe católico, analizábamos las causas supremas de las calamidades que veíamos abrumar y afligir al género humano.

Y en ella proclamamos Nos claramente no sólo que este cúmulo de males había invadido la tierra, porque la mayoría de los hombres se habían alejado de Jesucristo y de su ley santísima, así en su vida y costumbres como en la familia y en la gobernación del Estado, sino también que nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones negasen y rechazasen el imperio de nuestro Salvador.

1. Por lo cual, no sólo exhortamos entonces a buscar la paz de Cristo en el reino de Cristo, sino que, además, prometimos que para dicho fin haríamos todo cuanto posible nos fuese. En el reino de Cristo, dijimos: pues estábamos persuadidos de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.

6. Ha sido costumbre muy general y antigua llamar Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, a causa del supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que reina en las inteligencias de los hombres, no tanto por el sublime y altísimo grado de su ciencia cuanto porque Él es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de Él y recibir obedientemente la verdad. Se dice también que reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en Él la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobilísimos propósitos. Finalmente, se dice con verdad que Cristo reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús. Mas, entrando ahora de lleno en el asunto, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey; pues sólo en cuanto hombre se dice de Él que recibió del Padre la potestad, el honor y el reino; porque como Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con Él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

26 comentarios

  
José Ángel Antonio
""es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha""

No solo es dudable sino que esta afirmación no encaja con la actividad de Dios que da su Gracia (a través de Cristo) por caminos que sólo Él sabe.

Como escribió el sabio Joseph Ratzinger y ratificó San Juan Pablo II en Dominus IESU, 21:

"Acerca del modo en el cual la gracia salvífica de Dios, que es donada siempre por medio de Cristo en el Espíritu y tiene una misteriosa relación con la Iglesia, llega a los individuos no cristianos, el Concilio Vaticano II se limitó a afirmar que Dios la dona «por caminos que Él sabe» [Ad Gentes, 7]. La Teología está tratando de profundizar este argumento, ya que es sin duda útil para el crecimiento de la compresión de los designios salvíficos de Dios y de los caminos de su realización".
04/10/23 8:14 AM
  
Un agradecido
Muchas gracias por el artículo. Muy claro y bien documentado. Necesario y conveniente. Saludos.
04/10/23 9:04 AM
  
África Marteache
Hay muy pocos obispos y cardenales firmes en la Fe y que den testimonio, me adhiero a ellos en todo lo que dicen porque veo en sus declaraciones el depósito de la Fe tal y como se nos fue transmitido por nuestros mayores.
"Dios no se muda" dijo Santa Teresa de Jesús, de manera que una iglesia que se adapta a los tiempos de manera que ya ni el Credo queda como estaba por cambiar la Comunión de los Santos por la fraternidad universal o el Perdón de los pecados sin arrepentimiento ni propósito de enmienda, no es misma de siempre por haber cambiado los fundamentos y eso no puedo admitirlo.
04/10/23 10:04 AM
  
Pedro L. Llera
José Ángel Antonio:
Por lo que veo, usted cree que sí ha cambiado la doctrina y que la de ahora no es como la de antes.
Pues tenemos un problema serio.
¿Qué hacemos, por ejemplo, con Marcos 16, 15-16?
15. Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación.
16. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer será condenado.
Porque esto es Palabra de Dios...Y la Palabra de Dios no cambia...
«El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Pero el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas». Mt. 24, 35
04/10/23 11:10 AM
  
Pedro L. Llera
2 Timoteo 4:3-7
Porque vendrá un tiempo en el que no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.

Hoy pasa esto. El mensaje de Cristo les resulta duro y poco misericordioso a muchos. Y estos herejes impíos y blasfemos se creen mejores que el propio Dios, hasta el punto de enmendarle la plana.
04/10/23 11:15 AM
  
JDominguez
Pío XI en Quanto conficiamur moerore del 10.8.1863: "Nosotros y vosotros sabemos que aquellos que se encuentran en una ignorancia invencible respecto de nuestra santísima religión, pero que observan cuidadosamente la ley natural y sus preceptos, grabados por Dios en el corazón de todos; Quienes están dispuestos a obedecer a Dios y llevan una vida honesta y justa, pueden, con la ayuda de la luz y la gracia divinas, alcanzar la vida eterna. En efecto, Dios ve perfectamente, escudriña, conoce los espíritus, las almas, los pensamientos, los hábitos de cada uno y en su bondad suprema, en su infinita clemencia no permite que nadie sufra el castigo eterno sin ser culpable de algún pecado voluntario"
Yo no creo que haya cambiado la doctrina... Es verdad que en el siglo XXI, es dificil, al menos en el mundo occidental, pensar en una ignorancia no culpable con los medios de comunicación que existen, pero tampoco se trata de hacer afirmaciones del tipo "es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica" sin considerar todos los matices y ese considerar todos los matices no es ir en contra de lo que la Iglesia ha enseñado siempre.
______________________________________
Pedro L. Llera
La frase «es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica" no es mía. Es de Gregorio XVI: Mirari Vos, 1832.
Y en la lista de errores graves que condena Pío IX en el Syllabus leemos, como frases condenadas, las siguientes:

XV. Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que guiado de la luz de la razón juzgare por verdadera.

(Letras Apostólicas Multiplices inter, 10 junio 1851)
(Alocución Maxima quidem, 9 junio 1862)

XVI. En el culto de cualquiera religión pueden los hombres hallar el camino de la salud eterna y conseguir la eterna salvación.

(Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846)
(Alocución Ubi primum, 17 diciembre 1847)
Encíclica Singulari quidem, 17 Marzo 1856)

XVII. Es bien por lo menos esperar la eterna salvación de todos aquellos que no están en la verdadera Iglesia de Cristo.

(Alocución Singulari quadam, 9 diciembre 1854)
(Encíclica Quanto conficiamur 17 agosto 1863)
04/10/23 12:29 PM
  
Cristián Yáñez Durán
José Antonio,

Si usted realmente cree lo que escribió en su primer comentario, simplemente no tiene la Fe Católica.
04/10/23 1:33 PM
  
Rexjhs
Querido Pedro, respondiendo a la pregunta que encabeza tu artículo, hay que decir que no es posible, porque la Iglesia es indefectible.

Entonces, ¿cómo es que aparentemente está ocurriendo? La respuesta, en el 675 del Catecismo, que redactaron Juan Pablo II y el CArd. Ratzinger después de leer el Tercer Secreto completo de Fátima.

La Iglesia quedará reducida a un resto fiel, la Mujer vestida de Sol, expulsado de la Iglesia apóstata descrita como la Gran Ramera, que perseguirá al pusilus grex, embriagándose con su sangre. También será perseguido ese resto desde fuera, por el mundo, al igual que la Iglesia naciente fue perseguida por la Iglesia apóstata de la Sinagoga y luego por el Imperio romano.

Todo descansa en los planes de Dios: ese resto tendrá las complacencias del Cielo y en él se cumplirán las promesas de Cristo (las Puertas del Hades no prevalecerán), hasta la Parusía.
04/10/23 1:37 PM
  
África Marteache
JDominguez: Si juegas al ajedrez podrás discernir todo lo que quieras con respecto a la pieza que pienses mover, de eso se trata el juego, lo que no puedes es mover el caballo como si fuera la reina.
En el S. XXI lo que es difícil es encontrar nada que sea verdad, razón por la cual todo está lleno de matices y nada más que matices y ya empezamos a mover el caballo como si fuera la reina.
Aplica los matices al Credo y ya me dirás en lo que crees.
04/10/23 1:53 PM
  
Pedro L. Llera
Les recuerdo lo que dice la Constitución Dógmática «Filius Dei» del Concilio Vaticano I:

Así pues, la doctrina de la fe que Dios ha revelado es propuesta no como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un depósito divino confiado a la esposa de Cristo para ser fielmente protegido e infaliblemente promulgado. De ahí que también hay que mantener siempre el sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonar bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo. «Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo entendimiento».

Y añade:

3. Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema.

Extra Ecclesia Nulla Salus: venga... Cámbienle en sentido para que signifique lo contrario de lo que siempre ha significado.
04/10/23 2:12 PM
  
África Marteache
Cada vez que rezas el Credo de los Apóstoles dices: "Creo en la Comunión de los Santos", ya me dirás qué es la Comunión de los Santos, y si no sabes lo que es de nada te vale una confesión de Fe.
Cada vez que rezas el Credo dices: "Creo en el perdón de los pecados" y si no sabes cómo se perdonan los pecados ¿qué Fe estás confesando?
Porque si, sibilinamente, cambiamos la Comunión de los Santos por la fraternidad universal, y el perdón de los pecados sin arrepentimiento previo ni intención de no volver a pecar, lo que estás haciendo es mover las piezas del ajedrez como te da la real gana de manera que el otro jugador podrá decir, con toda la razón, que él no entra en el juego sin reglas claras.
En una misma iglesia no puede haber quién se confiese sin arrepentimiento y quién se confiese con él, quién crea en la Comunión de los Santos y quién no tenga ni idea de lo que está diciendo, pensando que los santos son todas las personas buenas que hay en el universo mundo.
04/10/23 2:18 PM
  
Cos
JDominguez, efectivamente, la ignorancia invencible es razón que justifica la no adscripción a la Iglesia, como no puede ser de otro modo. Lo que no tengo muy claro es que hoy en día sea difícil imaginar que en el mundo Occidental pueda existir ignorancia invencible. Y la razón estaría, precisamente, en los medios de propaganda. Los cuales tienen una técnica de dominación mental que consiste en atrapar primero a la gente por el corazón antes que por la cabeza. Una vez instaurado el prejuicio resulta muy difícil razonar adecuadamente y abrirse a la verdad de Cristo. Lo veo en conversaciones habituales de la gente, la ignorancia es absoluta. ¿Hasta dónde llega el grado de inimputabilidad? Solo Dios lo sabe.
El autor de la encíclica sería Pío IX, claro. Los duendes cibernéticos han hecho un pequeño baile con el palito.
04/10/23 2:26 PM
  
JDominguez
La cierto es que con sus comentarios me quedo exactamente igual que estaba, las palabras que transcribo de la enciclica Quanto conficiamur moerore del Papa Pio XI, ¿son verdad o no?, ¿puede salvarse el no bautizado que sin ignorancia culpable no conoce a Cristo pero tratar de vivir según las normas de la ley natural y lleva una vida honesta?, o si o no. Y en el siglo XXI, como en el primero o como será en el XXXII, la verdad está ahi... (Recuerdo, yo soy el camino, la verdad y la vida), aunque haya momentos en la historia en que no queramos verla o afrontarla (y muchas veces, ni buscarla). Y es misión de la Iglesia mostrarla.
04/10/23 2:45 PM
  
José Ángel Antonio
Si he de elegir entre [editado] Gregorio XVI, y San Juan Pablo II, me quedo con San Juan Pablo II, que creo que sabe más teología y la explica mejor. Por ejemplo, en la Redemptoris Missio, 10:

10. La universalidad de la salvación no significa que se conceda solamente a los que, de modo explícito, creen en Cristo y han entrado en la Iglesia. Si es destinada a todos, la salvación debe estar en verdad a disposición de todos. Pero es evidente que, tanto hoy como en el pasado, muchos hombres no tienen la posibilidad de conocer o aceptar la revelación del Evangelio y de entrar en la Iglesia. Viven en condiciones socioculturales que no se lo permiten y, en muchos casos, han sido educados en otras tradiciones religiosas. Para ellos, la salvación de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun teniendo una misteriosa relación con la Iglesia, no les introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera adecuada en su situación interior y ambiental Esta gracia proviene de Cristo; es fruto de su sacrificio y es comunicada por el Espíritu Santo: ella permite a cada uno llegar a la salvación mediante su libre colaboración.

Por esto mismo, el Concilio, después de haber afirmado la centralidad del misterio pascual, afirma: « Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual».
_________________________________________
Pedro L. Llera
Hágame el favor de sacarme de su ecuación. No tiene que elegir nada que tenga que ver con mis opiniones. Debe decir: si tengo que elegir entre Gregorio XVI y san Juan Pablo II.
Algunas preguntas para la reflexión (no hace falta que me conteste).
1.- ¿Cree en el pecado original?
2.- ¿Cree que todos los hombres somos pecadores?
3.- ¿Cree en el bautismo y en la confesión sacramental?
4.- ¿Cómo puede alguien salvarse sin bautismo ni confesión?
5.- ¿Hace falta la Iglesia para algo respecto a la economía de la salvación? Porque si todos se salvan, si la gracia obra la salvación en todos misteriosamente, ¿para qué dieron su vida los misioneros y los mártires? ¿Eran gilipollas?

¿Cerramos la Iglesia por giro de negocio?
¿El buen salvaje de Rousseau se salva sin necesidad de la gracia del bautismo? ¿Se recibe la gracia de Dios y la fe sin necesidad de bautismo?

Por último: el universalismo es una herejía condenada por la Iglesia (todos se salvan).

Pensar que uno se puede salvar sin la gracia de Dios es un disparate y herejía: pelagianismo.
Y la doctrina tradicional siempre ha dicho que recibimos la gracia santificante por el bautismo y la perdemos por el pecado mortal. Pero si no hacen falta el bautismo y no hay pecados mortales, apaga y vámonos.

Vaticano I:

3. Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema.

Extra Ecclesia Nulla Salus: venga... Cámbienle en sentido para que signifique lo contrario de lo que siempre ha significado.
04/10/23 3:14 PM
  
JDominguez
Gracias Sr Cos por la correccion del autor de la enciclica, error que he vuelto a repetir en mi comentario posterior -y para que me voy a engañar, nada de duendes: inutilidad propia al teclear, jajaja-. Coincido en parte, con con su comentario y es cierto que, con los tiempos que corren, sólo Dios puede juzgar el grado de culpabilidad o no de la ignorancia, pero a su vez, pienso que hemos renunciado a la búsqueda de la verdad y ahí si hay responsabilidad personal, es decir, no sólo no creo en Jesucristo, sino que he dejado de creer en la ley natural (y vivir, claro, al menos, conforme a ella -lease aborto, eutanasia, y un largo etcetera de desviaciones y depravaciones morales) y ante eso poca justificación y salida encuentro. En cualquier caso creo que hay rezar de manera especial e insistentemente por la Iglesia -que ha de ser sal y luz para todas las naciones- para que pasen estos momentos de oscuridad y confusión, y como un hijo a acude a su madre, para que le ayude a vencer sus miedos, dudas y confusiones, si acudimos a nuestra Madre la Iglesia y en lugar de luz encontramos más oscuridad, apañados vamos.
04/10/23 4:45 PM
  
África Marteache
JDominguez: Sí, puede salvarse. Aquí el asunto es saber qué significa "ignorancia culpable" si se trata de no haber oído hablar de Jesucristo, si se trata de vivir en una civilización distinta o si se trata de cualquiera que pase por una calle de Mondoñedo.
Yo vivo rodeada de gente que no conoce a Jesucristo, incluyendo a muchos bautizados, y no descarto-aunque cada vez es más difícil- que cumplan la ley natural.
Ten en cuenta que la mayoría de los estados tienen leyes que atentan contra la ley natural, como acertadamente dijo J. Budziszewski en su libro "Lo que no podemos ignorar", razón por la cual el individuo en cuestión puede ignorar a Jesucristo pero, además tendrá que tener una conciencia moral de primera división, para ignorar también todo lo que le rodea.
04/10/23 4:47 PM
  
África Marteache
Es más, si ese individuo existe, que lo dudo, yo le daría la Medalla de Isabel la Católica con pompones de oro y cruces de plata porque sería una rareza inigualable.
Los judíos, fijándose en Noé, en cuyo tiempo no había ninguna ley moral se preguntaron que podía haber visto Dios en ese individuo en cuestión que no tuvieran los demás. No podía obedecer ninguna ley, ni divina ni humana, porque no las había, así que debía guardar una conducta que obedeciera a algo. A ese algo nosotros le llamamos "Ley Natural" y ellos "Leyes Noáquicas". La Ley Natural comienza por la sangre, de manera que se considera una transgresión matar a alguien de la familia, con hincapié en los hijos, lo que convierte a los abortistas en merecedores del Diluvio. En el caso de Antígona la Ley Natural le obligaba a enterrar a su hermano y no dejar que se lo comieran las fieras y por eso ella contesta al tirano: "Hay leyes más antiguas que las leyes de los hombres".
Francamente en este momento veo a pocas personas capaces de hacer lo que hizo Antígona porque entrarán en discernimiento y dirán: "El vivo al bollo y el muerto al hoyo". Antígona sabía que las Erinias, que se dedicaban a eso, iban a volar sobre ella hasta enloquecerla, ahora creemos que las Erinias no existen y que lo arreglará un psiquiatra.
Sin embargo cada vez hay más enfermedades mentales y las Erinias no paran de reír.
04/10/23 5:18 PM
  
Akathistos
Gracias Pedro por recordar la pura doctrina católica. Esa que escandaliza a los acomodados y a los que buscan amistad y aplauso del mundo, liberal o no. Esa que trae tantos problemas a los que la defendemos.
04/10/23 6:05 PM
  
Marta de Jesús
Si dijera una tontería pido a D.Pedro no tenga en cuenta mi comentario.

Al señor que no ve claro. Sabemos que algunos justos fueron rescatados de los infiernos por Cristo, antes de la existencia de la Iglesia católica y antes de la Resurrección. Pero... no es cosa nuestra, creo yo, "profundizar" en cómo pueden salvarse personas en apariencia no católicas porque Dios así lo estime al conocer su corazón (que obviamente ha de ser católico), teniendo la llave que se nos dio en la mano, Cristo y su Iglesia. Fuera de la Iglesia no hay Salvación. Las personas salvadas están en la Iglesia católica (triunfante o purgante). Quienes no están ahí, condenadas están. Nosotros estamos para ofrecer a Cristo. Lo que pase a quienes no han podido acceder a Él o quienes le han rechazado, no es cosa nuestra. La reflexión de JPII debe venir ante la gran dificultad, que se prolongaba siglos, de adentrarse en el mundo musulmán, oriental, etc, y el derrumbe ya consumado de la cristiandad. Y por qué no decirlo, tal vez un poco contagiado de buenismo. La persecución servirá, quizá, para las conversiones pendientes de personas no cristianas antes de la segunda venida. Solo Dios sabe.
No dejemos que nos roben a Cristo. De no creerlo necesario para la Salvación de los demás, se está yendo a no creerlo necesario para la propia Salvación. Terrible. Trampa del Malo.
04/10/23 6:09 PM
  
Noticias de Fondo
Si tomamos el Syllabus y cotejamos con los documentos del Vaticano II, encontraremos allí discontinuidades. Por ejemplo,

Error 17 del Syllabus: (Quien afirme que...) Por lo menos debemos esperar con fundamento la eterna salvación de todos aquellos que no se encuentran dentro dé la verdadera Iglesia de Cristo. (Alocución Singulari quadam, de 9 dediciembre de 1854; encíclica Quanto conjiciamur moer ore, de 17 de agosto de 1863.)

#16 Lumen Gentium: 16. Por fin, los que todavía no recibieron el Evangelio, están ordenados al Pueblo de Dios por varias razones. En primer lugar, por cierto, aquel pueblo a quien se confiaron las alianzas y las promesas y del que nació Cristo según la carne (Cf. Rom 9, 4-5); pueblo, según la elección, amadísimo a causa de los padres; porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables (Cf. Rom 11, 28-29). Pero el designio de salvación abarca también a aquellos que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes,
que confesando profesar la fe de Abraham adoran con nosotros a un solo Dios, misericordiosos, que ha de juzgar a los hombres en el último día. Este mismo Dios tampoco está lejos de otros que entre sombras e imágenes buscan al Dios desconocido, puesto que les da a todos la vida, la inspiración y todas las cosas (Cf. Act 17, 25-28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (Cf. 1 Tim 2, 4). (continúa)
04/10/23 10:46 PM
  
templario
Me sorprende en gran manera la ingenuidad de los cardenales de la Dubia, incluyendo a Shneider. Parece que no aprendieron nada de la dubia anterior.
Francisco está cumpliendo con su misión, que es socavar la doctrina de la Iglesia. Para eso le colocaron en el trono sus hermanos masones (mafia de S. Galo-cardenal Daneels).
Pero no nos despistemos, la verdadera misión de Francisco es abolir la Eucaristía para que su jefe el falso mesías pueda manifestarse. Durante este sínodo van a realizar dicha abominación provocando un cisma. Habrá dos iglesias como indica el arzobispo Fulton Scheen. La verdadera con Eucaristía en las catacumbas, la falsa sin la eucaristía y persiguiendo a la verdadera.
Gálatas 1,6: No hay otro evangelio
6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Hechos 5,29: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
Non Nobis.
05/10/23 11:03 AM
  
Sofía Z
Gracias por la dedicación, paciencia, claridad y caridad justa de tus artículos, tan necesarios.
Que Dios nuestro Señor, te bendiga y fortalezca en la batalla.
05/10/23 11:48 AM
  
África Marteache
templario: No son ingenuos, quieren que los católicos percibamos las cosas tal como son porque muchos de nosotros seguimos en Babia, están cumpliendo con su deber. Además, presentar dubia es una forma de luchar y una forma de distanciarse de lo que en ese sínodo se pueda cocer porque así todos conocemos quiénes son esos hombres de Dios y nos sentimos menos solos. Una cosa es lo que yo pueda pensar y otra cosa es que el hecho de que ellos también lo piensen te confirma en la Fe porque ves que no es tu opinión lo que aquí está en juego sino la Doctrina de la Iglesia.
05/10/23 12:05 PM
  
África Marteache
A mi me parece más reprobable el silencio de otros obispos y cardenales porque no sabemos qué están pensando y, al no saberlo, nos desamparan. En España, por ejemplo, dónde nadie ha dicho nada, conocemos a obispos que imparten sana doctrina pero luego oyes al Papa y dice lo contrario y ellos siguen con su sana doctrina metiendo a Francisco en aquello que creen le puede beneficiar y entonces siembran la confusión porque al que les oye y quiere compatibilizar ambos discursos le empieza a dar vueltas la cabeza como a la niña del exorcista.
El otro día el Obispo Munilla, hablando del Maligno, dijo acertadamente cómo actúa pero, ¡héteme aquí! que, de repente metió en el puchero el chismorreo como gran aportación de Francisco a la cuestión y resulta que la palabra "chismorreo" jamás se utilizó en el lenguaje teológico porque es cuestión de cotillas de vecindad. En Teología lo que encontramos es el falso testimonio y la calumnia, que son otra cosa.
05/10/23 12:29 PM
  
Cary Samayoa
Vladimir Soleviev
" Los 3 diálogos y el cuento del anticristo " (1853-1900).
El ANTICRISTO se presenta en el libro como : pacifista, ECOLOGISTA y ECUMENICO.
Además de escritor y filósofo no sería este hombre también PROFETA?.
06/10/23 12:52 AM
  
SGM
El ataque y la destrucción de la familia, de la identidad biológica es la destrucción la humanidad como imagen y semejanza de Dios, el ataque y destrucción del sacerdocio es la destrucción del alter Christus.
La serpiente antigua combate a Dios y buscá nuestra destrucción con el libertinaje y la pérdida de la verdadera fe, por ser creaturas de Dios y pretende borrar a Jesús y la redención por su Sangre preciosa porque sabe que perdió derecho sobre nosotros en el sacrificio de Jesús en la Cruz, siendo la eucaristía la renovación de ese sacrificio perpetuo, efectivamente su objetivo es eliminarla, cuando lo logre y tengamos que huir bajo la protección de la Virgen María, comenzará la cuenta regresiva para que Dios juzgue y arroje al lago de fuego y azufre al diablo, al falso profeta y la bestia que gobernará por un corto tiempo imponiendo su marca de control y dominio.
San Juan Bautista, ruega por nosotros!
Viva Cristo Rey! Viva la Inmaculada Concepción! Santísima Trinidad ten piedad de nosotros!
15/10/23 7:44 AM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.