El Pastor y el Liberalismo

Leo en SPECOLA que se va a publicar un nuevo libro titulado El Pastor en el que se recogen una serie de entrevistas al Papa Francisco. Y leo una frase que me llama poderosamente la atención y que ya había pronunciado en una entrevista a la revista La Croix en 2016:

«Un Estado debe ser laico. Los Estados confesionales terminan mal. Esto va contra la Historia. Creo que una laicidad acompañada de una sólida ley que garantice la libertad religiosa ofrece un marco para avanzar»

En este marco laico, ¿cómo deberían defender los católicos sus preocupaciones sobre temas sociales como la eutanasia o el matrimonio entre personas del mismo sexo?

Papa Francisco: Estos temas hay que discutirlos, argumentarlos y razonarlos en el Parlamento. Así crece una sociedad. Y una vez que se ha votado la ley, el Estado debe respetar las conciencias. En cada estructura jurídica, la objeción de conciencia debe estar presente, porque es un derecho humano. También para un funcionario del gobierno, que es un ser humano. El Estado también debe respetar las críticas.

O sea que ¿hay que aceptar las leyes aprobadas en los parlamentos porque así crece la sociedad? Eso sí: respetando la objeción de conciencia.

A mí me llama la atención que el Santo Padre defienda públicamente la laicidad del Estado y que critique los Estados confesionales, argumentado que estos últimos acaban mal y van contra la historia. A eso hay que darle una vuelta…

Yo pensaba que Cristo era el Principio y el Fin de la Historia. Que todo ha sido creado por Él y para Él. Y que tendríamos que llevar todas las cosas a Cristo. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2, 11).

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso. Apocalipsis 1, 8

Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas tienen en Él su consistencia. Colosenses 1, 16-17

En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en Él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. Efesios 1, 7-10

Las palabras del Papa me recuerdan más las doctrinas liberales: la absoluta soberanía del individuo con entera independencia de Dios y de su autoridad; la soberanía de la sociedad con absoluta independencia de lo que no nazca de ella misma; la soberanía nacional, entendida como derecho del pueblo para legislar y gobernar con absoluta independencia de todo criterio que no sea el de su propia voluntad, expresada por el sufragio primero y por la mayoría parlamentaria después.

Pero el Papa no puede ser calificado como liberal, porque el Liberalismo es pecado grave contra la fe, ya que el conjunto de sus doctrinas es herejía. El Liberalismo es la herejía universal y radical, porque las comprende todas.

Conviene aquí leer algunos párrafos del libro El Liberalismo es Pecado de Félix Sardá y Salvany. Les invito que pinchen en el enlace para descargar el PDF y leer el libro con tranquilidad. Pero permítanme que seleccione algunos párrafos por su interés:

Herejía es toda doctrina que niega con negación formal y pertinaz un dogma de la fe cristiana. El liberalismo niega todos los dogmas en general, cuando afirma la independencia absoluta de la razón individual en el individuo, y de la razón social, o criterio público, en la sociedad. El liberalismo niega la jurisdicción absoluta de Cristo sobre los individuos y las sociedades. Niega la necesidad de la divina revelación y la obligación que tiene el hombre de admitirla, si quiere alcanzar su último fin.

El Liberalismo, en el orden de las ideas, es el error absoluto y, en el orden de los hechos, es la absoluta inmoralidad (vean sus frutos: aborto, eutanasia, educación adoctrinadora…). Y por ambos conceptos es pecado gravísimo: es pecado mortal.

Los pecados más graves de todos son los pecados contra la fe. San Agustín, citado por Santo Tomás, hablando del pecado contra la fe, dice con fórmula incontestable: Hoc est peccatum quo tenentur cuncta peccata: «Pecado es éste en que se contienen todos los pecados».

Y el Doctor Angélico escribe:

«Tanto es más grave un pecado, cuanto por él se separa más el hombre de Dios. Por el pecado contra la fe se separa lo más que puede de Él, pues se priva de su verdadero conocimiento; por donde el pecado contra la fe es el mayor que se conoce».

Por consiguiente, las doctrinas heréticas constituyen el pecado mayor de todos, a excepción del odio formal contra Dios y de la desesperación absoluta. Ser liberal (salvo los casos de buena fe o de ignorancia) es más pecado que ser blasfemo, ladrón, adúltero u homicida, o cualquier otra cosa de las que prohíbe la ley de Dios y castiga su justicia infinita.

Liberales completos se encuentran relativamente pocos, gracias a Dios. Hay liberales que aceptan los principios pero rehúyen las consecuencias, a lo menos las más crudas y extremadas (son legión los que se declaran demócratas y constitucionalistas y se rasgan las vestiduras ante el aborto, la eutanasia y las demás leyes inicuas). Otros aceptan alguna que otra consecuencia o aplicación que les halaga, pero haciéndose los escrupulosos en aceptar radicalmente los principios. Quisieran unos el Liberalismo aplicado tan sólo a la enseñanza; otros a la economía civil; otros tan sólo a las formas políticas. Sólo los más avanzados predican su natural aplicación a todo y para todo. Las atenuaciones y mutilaciones del credo liberal son tantas cuantos son los interesados por su aplicación perjudicados o favorecidos.

De todas las inconsecuencias que podemos encontrar, la más repugnante de todas y la más odiosa es la que pretende nada menos que la unión del Liberalismo con el Catolicismo, para formar lo que se conoce en la historia de los modernos desvaríos con el nombre de Liberalismo católico o Catolicismo liberal. Y no obstante han pagado tributo a este absurdo preclaras inteligencias y honradísimos corazones, que no podemos menos de creer bien intencionados.

Nació este funesto error de un deseo exagerado de poner conciliación y paz entre doctrinas que forzosamente y por su propia esencia son inconciliables enemigas. El Liberalismo es el dogma de la independencia absoluta de la razón individual y social; el Catolicismo es el dogma de la sujeción absoluta de la razón individual y social a la ley de Dios.

¿Cómo conciliar el sí y el no de tan opuestas doctrinas? A los fundadores del Liberalismo católico pareció cosa fácil. Discurrieron una razón individual ligada a la ley del Evangelio, pero coexistiendo con ella, una razón pública o social libre de toda traba en este particular. Dijeron: «EI Estado como tal Estado no debe tener Religión, o debe tenerla solamente hasta cierto punto que no moleste a los demás que no quieran tenerla (eso es el laicismo, el secularismo o el ateímo social). Así, pues, el ciudadano particular debe sujetarse a la revelación de Jesucristo; pero el hombre público puede portarse como tal, de la misma manera que si para él no existiese dicha revelación.

No echaron de ver estos esclarecidos sofistas, que si la razón individual venía obligada a someterse a la ley de Dios, no podía declararse exenta de ella la razón pública o social sin caer en un dualismo extravagante, que somete al hombre a la ley de dos criterios opuestos y de dos opuestas conciencias. Así que la distinción del hombre en particular y en ciudadano, obligándole a ser cristiano en el primer concepto, y permitiéndole ser ateo en el segundo, cayó inmediatamente por el suelo bajo la contundente maza de la lógica íntegramente católica.

Parece, según dan razón de la suya los católicos liberales, que hacen estribar todo el motivo de su fe, no en la autoridad de Dios infinitamente veraz e infalible, que se ha dignado revelarnos el camino único que nos ha de conducir a la bienaventuranza sobrenatural, sino en la libre apreciación de su juicio individual que le dicta al hombre ser mejor esta creencia que otra cualquiera.

Por lo demás se llaman católicos, porque creen firmemente que el Catolicismo es la única verdadera revelación del Hijo de Dios; pero se llaman católicos liberales o católicos libres, porque juzgan que esta creencia suya no les debe ser impuesta a ellos ni a nadie por otro motivo superior que el de su libre apreciación. De suerte que, sin sentirlo ellos mismos, se encuentran los tales con que el diablo les ha sustituido arteramente el principio sobrenatural de la fe por el principio naturalista del libre examen. Con lo cual, aunque juzgan tener fe de las verdades cristianas, no tienen tal fe de ellas, sino simple humana convicción, lo cual es esencialmente distinto.

Juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer y juzgan asimismo libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues, no ven un vicio o enfermedad o ceguera voluntaria del entendimiento, y más aún del corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de cada uno, tan dueño en eso de creer, como en lo de no admitir creencia alguna. Por lo cual es muy ajustado a este principio el horror a toda presión moral o física que venga por fuera a castigar o prevenir la herejía y de ahí su horror a las legislaciones civiles francamente católicas. De ahí el respeto sumo con que entienden deben ser tratadas siempre las convicciones ajenas, aun las más opuestas a la verdad revelada; pues para ellos son tan sagradas cuando son erróneas como cuando son verdaderas, ya que todas nacen de un mismo sagrado principio de libertad intelectual. Con lo cual se erige en dogma lo que se llama tolerancia.

Siendo esencialmente naturalista el concepto primario de la fe, síguese de eso que ha de ser naturalista todo el desarrollo de ella en el individuo y en la sociedad. De ahí el apreciar primaria, y a veces casi exclusivamente, a la Iglesia por las ventajas de cultura y de civilización que proporciona a los pueblos; olvidando y casi nunca citando para nada su fin primario sobrenatural, que es la glorificación de Dios y salvación de las almas.

Hasta a la piedad llega la maléfica acción de este principio naturalista y la convierte en verdadero pietismo, es decir, en falsificación de la piedad verdadera. Así lo vemos en tantas personas que no buscan en las prácticas devotas más que la emoción, lo cual es puro sensualismo del alma y nada más. Así aparece hoy día en muchas almas enteramente desvirtuado el ascetismo cristiano, que es la purificación del corazón por medio del enfrentamiento de los apetitos; y, desconocido el misticismo cristiano, que no es la emoción, ni el interior consuelo, ni otra alguna de esas humanas golosinas, sino la unión con Dios por medio de la sujeción a su voluntad santísima y por medio del amor sobrenatural.

Por eso es Catolicismo liberal, o mejor, Catolicismo falso, gran parte del Catolicismo que se usa hoy entre ciertas personas. No es Catolicismo, es mero Naturalismo, es Racionalismo puro, es Paganismo con lenguaje y formas católicas, si se nos permite la expresión.


Conclusión: el Papa no puede ser tenido por un laicista liberal, no puede ser un hereje, no puede ser un falso católico. Me niego a creer tal cosa ¡Cómo vamos a pensar tales atrocidades! El Santo Padre no puede creer que las sociedades crecen con leyes como la de la eutanasia o el matrimonio homosexual. Las leyes que van contra Dios son leyes inicuas que debemos combatir los católicos y no pueden ser obedecidas. Son leyes injustas, contrarias a la equidad. Las leyes inicuas se apartan de la recta razón y se convierten en leyes injustas y así, no tienen carácter de ley, sino más bien de violencia. Las leyes que van contra la voluntad de Dios son pecados: aborto, eutanasia, matrimonio homosexual, leyes LGTBI, Ley Tans… Y no basta con la objeción de conciencia.

Cuando el Papa Francisco dice que los estados confesionales acaban mal o que van contra la Historia, seguramente se refiere a que la Historia camina hacia su fin, hacia la apostasía, hacia el misterio de iniquidad, hacia la prueba final de la Iglesia que antecederá a la vuelta de Nuestro Señor Jesucristo. El Reino no se realizará mediante un triunfo histórico de la Iglesia.

Así lo dice el Catecismo:

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).

676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, “intrínsecamente perverso” (cf. Pío XI, carta enc. Divini Redemptoris, condenando “los errores presentados bajo un falso sentido místico” “de esta especie de falseada redención de los más humildes"; GS 20-21).

677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).

La impostura del Anticristo es la de las ideologías que ofrecen la esperanza mesiánica en la Historia: una utopía irrealizable, un pseudo-mesianismo en el que el hombre se glorifica a sí mismo, colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías, Cristo Jesús. Si la historia camina hacia ahí, el Papa tiene razón: el laicismo, el liberalismo, que aparta al hombre radicalmente de Dios, es lo que más favorece ese fin de la Historia, esa apostasía de la verdad, ese misterio de iniquidad. La democracia liberal es ese pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo, colocándose en el lugar de Dios.

Y ese mal supremo solo terminará con el triunfo de Dios sobre la rebelión del mal en el juicio final. El Reino no se realizará mediante un triunfo histórico de la Iglesia, en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el mal. 

Esa es nuestra esperanza. 

Ven, Señor, no tardes. 

26 comentarios

  
Marcelo Bs As
Excelente Pedro, pero tenemos lo que tenemos, pensar que sueño con un estado enteramente Cristiano. Abrazo en el Señor.
01/03/23 5:22 PM
  
Arturo
Yo creo q quiso decir “aconfesional” q no es lo mismo que “laico”. Lo que acaba muy mal es siempre el Estado laico. Y a las pruebas actuales me remito
01/03/23 6:23 PM
  
claudio
Respetado Pedro Luis.
Hay que hacer una diferencia esencial.
El estado puede ser confesional, no confesional, teocrático, religioso o no religioso.
Lo que el Estado hace es por medio de Leyes que no pueden ser cualquier cosa y ahí está el abandono de los Pastores.
La ley no debe hacer el mal y eso es lo que hay que evitar y condenar, decir claramente Si es Sí y No es No.
No alcanza ni es negociable con la objeción de conciencia, eso suena a excusa.

Vean el documento CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE NOTA DOCTRINAL Sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política.

La Iglesia tiene el derecho y el deber de pronunciar juicios morales sobre realidades temporales cuando lo exija la fe o la ley moral.[14]

Si el cristiano debe «reconocer la legítima pluralidad de opiniones temporales»,[15] también está llamado a disentir de una concepción del pluralismo en clave de relativismo moral, nociva para la misma vida democrática, pues ésta tiene necesidad de fundamentos verdaderos y sólidos, esto es, de principios éticos que, por su naturaleza y papel fundacional de la vida social, no son “negociables”.

Ya que las verdades de fe constituyen una unidad inseparable, no es lógico el aislamiento de uno solo de sus contenidos en detrimento de la totalidad de la doctrina católica.

El compromiso político a favor de un aspecto aislado de la doctrina social de la Iglesia no basta para satisfacer la responsabilidad de la búsqueda del bien común en su totalidad.

En efecto, la “laicidad” indica en primer lugar la actitud de quien respeta las verdades que emanan del conocimiento natural sobre el hombre que vive en sociedad, aunque tales verdades sean enseñadas al mismo tiempo por una religión específica, pues la verdad es una.

Además el CATIC, por allá atrás, dice.
Resumen. LA SALVACIÓN DE DIOS: LA LEY Y LA GRACIA. La Ley Moral.
1975 Según la sagrada Escritura, la ley es una instrucción paternal de Dios que prescribe al hombre los caminos que llevan a la bienaventuranza prometida y proscribe los caminos del mal.
1976 “La ley es una ordenación de la razón para el bien común, promulgada por el que está a cargo de la comunidad” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 90, a. 4).
1977 Cristo es el fin de la ley (cf Rm 10, 4); sólo Él enseña y otorga la justicia de Dios.
1978 La ley natural es una participación en la sabiduría y la bondad de Dios por parte del hombre, formado a imagen de su Creador. Expresa la dignidad de la persona humana y constituye la base de sus derechos y sus deberes fundamentales.
1979 La ley natural es inmutable, permanente a través de la historia. Las normas que la expresan son siempre substancialmente válidas. Es la base necesaria para la edificación de las normas morales y la ley civil.

1951 La ley es una regla de conducta proclamada por la autoridad competente para el bien común.
La ley moral supone el orden racional establecido entre las criaturas, para su bien y con miras a su fin, por el poder, la sabiduría y la bondad del Creador.
Toda ley tiene en la ley eterna su verdad primera y última.
La ley es declarada y establecida por la razón como una participación en la providencia del Dios vivo, Creador y Redentor de todos. “Esta ordenación de la razón es lo que se llama la ley".

Afectuosamente.
01/03/23 7:43 PM
  
Cos
Perfecto artículo, no sobra ni falta una coma. Es el pensamiento liberal que todo lo domina.

El mito de que los estados confesionales terminan mal es un mito que crean los enemigos de la Iglesia, siempre tan activos.
En todo caso terminarían mejor que los no confesionales, que terminan mucho peor. pero es un argumento que se repite tanto que muchos, que no saben leer la Historia y se dejan impresionar por anécdotas sin contexto ni análisis comparativo, la acaban interiorizando.

¿Qué sería lo próximo, decir que la Edad Media, que fue una época marcada por el constante progreso y la racionalidad -en su contexto histórico, repetimos-, fue una época oscurantista? ¿O que no importa rezar y encomendarse de corazón y alma al Altísimo antes de enfrentarse al estudio de una ley, que cada cual se enfrenta a ella de la mejor manera que puede?. La Doctrina de la Iglesia no es la que es por nada.
¿No rechina por sí mismo el dicho de que un estado que se inspira en la doctrina de la Iglesia para redactar sus leyes vaya a ser peor que otro que no lo hace?


"Estos temas hay que discutirlos, argumentarlos y razonarlos en el Parlamento. Así crece una sociedad".

Ni la sociedad crece así -ayudaría a crecer si se discuten cosas buenas, no malas- ni los parlamentos deberían de tener mas importancia de la debida. Deben de tener la importancia que deben de tener. No son la asamblea de los siete sabios, ni el oráculo de Delfos. El Estado está para lo que está, no para llenar y absolutizar toda la vida de los ciudadanos. Con ese tipo de ideas no es raro que termine creciendo el número de libertarios, que son otra forma de liberalismo ahora de moda.
01/03/23 8:07 PM
  
Trieste
España fue un Estado confesional , durante siglos como muchos otros y no acabó mal por eso , como dice Francisco. En especial , nos fue muy bien desde 1939 a 1975 . El Régimen de Franco fue confesional y constituyó el Estado más eficaz, justo y próspero de nuestra historia.
01/03/23 8:20 PM
  
1/4/1939
El demonio queda bien "retratado" en Mt 4 y Lc 4, como ha afirmado el autor del artículo. También se le define en Jn 8, 44, en palabras de Nuestro Señor Jesucristo, como padre de la mentira y homicida desde el principio.
El demonio, en el desierto, intenta la instrumentalización de Dios con la tentación sobre piedras convertidas en panes. Ante su fracaso, recurre a tentar a Dios. Por último se desenmascara como ególatra usurpador de Dios, ofreciendo todo aquello por lo que todos nos hemos visto y nos vemos tentados en más ocasiones de las que quisiéramos: los placeres, goces, títulos, honras y poderes de este mundo.
Dicho esto, lo que es realmente sorprendente en la inmensa mayoría de "católicos" de hoy, lo que resulta totalmente extraño en su fe es su tolerancia a la mentira. Si un hombre ama a Dios, ama la Verdad y la Verdad es incompatible con la mentira, como Dios es incompatible con el demonio. Por tanto, es totalmente incomprensible que tantísimos papas, cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes y fieles, sigan tolerando la mentira continua de la política, incluso tomando parte en ella frente a una actitud santa "non expedit". El santo o santa es a Dios lo que el político es a satanás. No se puede servir a la Verdad y tolerar en lo más mínimo la mentira. Es totalmente imposible. Esa fe es falsa y vana. Los políticos mienten como el ladrón roba y el asesino mata. Si uno no roba, no es ladrón, si uno no mata no es asesino, y si uno rechaza la mentira desde lo más hondo de su alma, rechaza todo tipo de política, porque toda política es satánica, porque la política es sinónimo de mentira, engaño, fraude, manipulación, hipocresía y todo tipo de mal y homicidio.
01/03/23 9:41 PM
  
Josep
Laico no significa laicista o irrespetuoso con la religión.
Laico significa que tanto los creyentes como los no creyentes han de participar en la buena marcha de la sociedad.
Laico no significa pisotear los derechos de las personas creyentes.
Porque el Reino de Cristo no es de este mundo.
De hecho, Él no quiso imponerlo cuando estuvo aquí abajo en el mundo, pero sí dijo: El Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Y estoy seguro que no ha cambiado de opinión.

01/03/23 9:46 PM
  
Federico
Prefiero no comentar las palabras del Santo Padre, el autor del artículo ya lo ha hecho. Solo quisera añadir que es importante distinguir Estado y gobierno, porque a lo largo de la historia siempre ha habido gobiernos pero éstos no siempre han tomado la forma de un Estado (pensemos en las monarquías feudales o en los reyes de Israel, por ejemplo).
Personalmente, estoy de acuerdo con el Papa en que los Estados confesionales acaban mal, pero no por ser confesionales (como parece decir el Santo Padre) sino porque no soy partidario de que el gobierno deba llevarse a cabo a través de un Estado moderno, que al fin y al cabo es una creación liberal. Idea que puede encontrarse en algunos pensadores del mundo tradicional, como Donoso Cortés.
En cualquier caso, es preferible un Estado confesional a uno laico, siempre que la religión en cuestión sea la católica, por supuesto.
___________________________________________-
Pedro L. Llera
Agradezco la prudencia y la distinción. Yo soy muy de los Reyes Católicos, de Carlos I y de Felipe II. En España hemos disfrutado de mil años de monarquía católica y nos fue estupendamente. Y no soy nostálgico de nada, que conste. Pero lo de Dios, Patria, Fueros y Rey funcionó y puede volver a funcionar.
¡Viva Cristo Rey!
01/03/23 10:33 PM
  
JSP
1. El Estado tiene que ser confesional si la nación es católica. Pero, confesional porque es la única Religión verdadera.
2. El Protestantismo fue el que trajo el Liberalismo del Estado y el Liberalismo teológico y eclesial de lo católico.
3. El problema es el siguiente: el concilio Vaticano II postuló la libertad religiosa.
4. Revolución contra la verdadera Iglesia de Cristo que es la Iglesia católica. Luego, para no entrar en contradicción entre el postulado liberal de la libertad religiosa del Vaticano II el Estado confesional, el papa Francisco responde: "Un Estado debe ser laico. Los Estados confesionales terminan mal..."
01/03/23 11:27 PM
  
Eduardo Zuñiga
La Iglesia Católica o, mejor dicho, su jerarquía, hace mucho tiempo que renunció al mandato de Cristo de evangelizar. Llegado aquel tiempo en el que les fue difícil convertir los corazones de los hombres, se rindieron y entregaron sus armas al mundo. Y abrieron las puertas de los corazones y de los templos a los enemigos de la Iglesia. Bajaron bandera y sus oponentes llegaron hasta la cocina.
01/03/23 11:34 PM
  
Carlos
No existe el estado neutral.
Siempre tienes un valor, una idea, un propósito que colocas en primer lugar, arriba del todo.
Un estado confesional católico pone por encima de todo a Jesús.
Un estado que rechaza poner a Jesús en primer lugar pone a otro, al dinero, a la libertad secular relativista… a un ídolo.
Creo que, muy resumidamente, es la tesis de Scott Hahn en su libro “Es Justo y Necesario”, que recomiendo.
02/03/23 4:37 AM
  
Joseph de Ibero
En esto de las cosas temporales es peligroso pisar charcos. No vaya a ser que luego te salga un compatriota como Alberto Buela y escriba a raíz del perdón que pidió en Canada "Sobre todo los canadienses, se habrán quedado pensando que la Iglesia católica es una porquería, que los curas son un sarta de violadores y las monjas una pervertidas. Que los indios son una maravilla y que los argentinos son unos pelotudos, que salen a pedir perdón por hechos que no cometieron. ¿O, acaso, el Papa no es argentino?"
Luego investigas y ves que eso del Estado moderno no es mas que un invento de la Revolución Francesa (antier como dicen en las Américas) exportado por Napoleón a todo el mundo; que el Estado laico es lo que hacen en Francia y que la Gaudium et Spes dice "Las modalidades concretas por las que la comunidad política organiza su estructura fundamental y el equilibrio de los poderes públicos pueden ser diferentes, según el genio de cada pueblo y la marcha de su historia." para ver que no estamos hablando de doctrina cristiana sino de opiniones personales de Mons. Jorge Bergoglio
02/03/23 11:06 AM
  
Juan Mariner
Debemos aclarar muy bien los conceptos. "Confesionales" lo son Reino Unido, Grecia o Dinamarca, y las aberraciones legislativas han sido impresionantes. "Laicismo" y "laicidad" presentan matices (Francia y España, respectivamente.

Las afirmaciones del Papa Francisco en su línea. Pero ya no nos las dan con queso... La plutocracia internacional (el NOM) ha obligado hasta al minúsculo Estado de San Marino a hacer un referéndum a favor del aborto provocado en el que debía triunfar el "sí", so pena de represalias y bloqueos mayúsculos. Todos a pasar por el aro mundialista, si no te espera lo de Venezuela, Irán, Siria o Nicaragua.
02/03/23 11:09 AM
  
Franco
"Así, pues, el ciudadano particular debe sujetarse a la revelación de Jesucristo; pero el hombre público puede portarse como tal, de la misma manera que si para él no existiese dicha revelación."

Esto me recuerda a una anécdota que aparece en 'Gracias de la gracia':

"No es menos ponderoso, y ponderable, aunque sabido, lo que dijo un labrador a un Arzobispo de Colonia, que lo vió pasar por un camino con mucho tren, y acompañamiento muy aparatoso. Rióse el labrador, y preguntándole el Arzobispo la causa, le respondió: -Me río de que tu Príncipe San Pedro habiendo muerto tan pobre, haya dejado tan ricos a sus Sucesores. A que satisfizo el Prelado diciéndole: -No ves, que soy Duque, y Arzobispo juntamente, y que ahora camino como Duque? Y aumentando la risa el rústico, le replicó: -Y si el Duque se fuese al Infierno, adónde iría el Arzobispo?"

La última preguntra podría hacérsele a los "católicos" liberales: si el liberal se va al Infierno, ¿adónde iría el católico?
02/03/23 4:34 PM
  
hornero (Argentina)
Se comprende que ante la suma de desquicios presentes, la Iglesia y la cristiandad en general, se encuentren alicaídas, desorientadas, paralizadas en su misión de llevar el evangelio a nuestros ocho mil millones de hermanos.

Los límites y miseria de nuestro “hombre viejo del pecado” no impide que hayamos recibido de Cristo la Salvación. Por el Bautismo nos incorpora como miembros de Su Cuerpo Místico, “hombres nuevos” que “esperamos nuestra manifestación cuando Él se manifieste” (Col 3, 4), y asumir el señorío que Cristo nos participa para llevar la creación toda “a participar .de la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8).

La Virgen ha recibido de Su Hijo la Misión de que tales esperanzas profetizadas por el Apóstol, sean realidad en los tiempos actuales, en tanto salgamos de la crisis en que vivimos, peor que en tiempos del diluvio.

María es el Arca que nos preserva de la hecatombe que sobreviene a la humanidad en su extravío.

Por Mediación de la Aurora de María, Cristo irradia la Luz de Su Gloria sobre la Iglesia, la humanidad y el cosmos de modo creciente, a fin de transfigurar la creación y preparar el Camino a Su Venida, “después que hayan sido todos tus enemigos puestos bajo tus pies”.

La Virgen ha recibido esta Misión: derribar la moderna Babilonia y preparar el Camino a Su Venida. Por eso nos convoca con urgencia a trabajar en su Causa.

Tarea sobrehumana en la que sólo podrá participar nuestro “hombre nuevo”, dotado de nueva sabiduría, santidad y poder, bajo la Conducción de nuestra Madre. Sólo en estas condiciones podrá la cristiandad escapar del atolladero e iniciar la edificación del Reino con los módulos que exige su Nueva Edad.

Tarea urgente ante el derrumbe iniciado de la moderna Babilonia, que dejará desvalida a la humanidad de muchos de sus recursos actuales.

La Iglesia debe despertar de su anemia y disponerse a presidir esta empresa inaudita en estos nuestros “”últimos tiempos” del “hombre viejo del pecado”. Debe comprender que a este “hombre viejo” no se le puede pedir más de lo que ha dado por obra de la Gracia. Es menester contar con el “hombre nuevo”.

Para lo cual, la Iglesia debe abandonar sus miras puestas en el mundo actual, “Cruzar el umbral de la Esperanza” (S.J.P.II) en pos de nuevos horizontes que alumbren su Misión ante una humanidad y un cosmos plenos de los alientos que irradia sobre ellos la Aurora de María.

El Reino de Cristo que le ha sido confiado no es una diócesis, ni una parroquia, se extiende al universo entero que converge hacia la Tierra y que desde aquí se expande bajo los fulgores de la inteligencia y de la voluntad de los hijos de Dios.



02/03/23 4:40 PM
  
Cristián Yáñez Durán
Es la aplicación de Dignitatis Humane en su letra y espíritu. No el oxímoron de la "hermenéutica de la continuidad". La interpretación de una ley es la que hacen los potestados para aplicarla. En el sentido obvio y literal, o sea liberal, han aplicado el decreto todos y cada uno de los pontífices post CVII. Ejemplos: P VI con España, JP II con Colombia, B XVI con la "sana laicicidad" y qué decir de F I.
Nuestro Señor fue claro y sin ambages: "El que no está conmigo, está contra mí".
"Sana laicidad", estado aconfesional, estado laico: Efemismos para embozar el gobierno servil al Príncipe de este mundo.
02/03/23 9:29 PM
  
Cristián Yáñez Durán
Josep,

Un texto fuera de contexto es un pretexto, y más sin la interpretación del Magisterio Tradicional.
"Mi Reino no es de este mundo" se refiere al origen del Reino de Dios y no a dónde debe ejercerse, como maliciosamente pretenden las ideologías impías.
Por algo, señaló Cristo: " Yo Soy Rey, para esto he nacido y venido al mundo...".
Cristo, Señor Nuestro, quiere decir precisamente eso: dueño y dominador de todo el cosmos y, particulármente, del hombre; por ende, de la sociedad. Porque la gracia perfecciona la naturaleza y el hombre es esencialmente político. Luego, el catolicismo es eminentemente político.
La sociedad política, cuya deformación es el estado moderno, debe ser parte integral de la Iglesia. Es un mandato de Cristo y, por consiguiente, de la Iglesia (Quas Primas).
02/03/23 9:42 PM
  
Cos
Federico
... a lo largo de la historia siempre ha habido gobiernos pero éstos no siempre han tomado la forma de un Estado (pensemos en las monarquías feudales o en los reyes de Israel, por ejemplo)
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Las monarquías feudales eran feudales, respondían a economías agrarias de subsistencia. Tuvieron su momento histórico. El Estado moderno es reflejo de la crisis del feudalismo. Podemos pensar que el Estado en España se empieza a construir con los RRCC que, como dice el adagio popular, fueron quienes metieron a la nobleza levantisca en cintura. De hecho es en el Renacimiento cuando se empiezan a otorgar títulos de nobleza. Mas allá de esto los RRCC fueron grandes e importantes reformadores de la administración.

Antes del Estado moderno lo que existía era, una sociedad estamental y de calidades. Una en la que los que pagaban eran los castellanos, que vieron como Burgos perdía mas de la mitad de la población. Otro tanto con Toledo o Sevilla. Con una monarquía que veía como Inglaterra cercaba Cádiz sin capacidad de respuesta y que a punto estuvo de colapsar.
El Estado ha triunfado en todo el planeta porque es un modelo que responde a la exigencias actuales, luchar contra el Estado es luchar contra el viento, no va a desaparecer. Y si desapareciese posiblemente vendría algo peor. Pero, vamos, no va a desaparecer, si desapareciese por razón de algún cataclismo se volvería a formar otra vez lentamente con un proceso parecido al de la Edad Media: con la creación de una élite aristocrática de sangre que ostentaría el poder secular, pero ya sin guía de la Iglesia.
Lo que está ocurriendo es lo contrario, se mantienen y refuerzan las estructuras estatales y se vacía el poder de las naciones. El Estado es como un arma o una herramienta, se puede utilizar para el bien o para el mal, pero no es enemigo de Cristo y su Iglesia. Enemigo de Cristo, nuestro Salvador, y su Iglesia es cualquier estructura política o social que esté consagrada al mundo.
03/03/23 1:11 AM
  
Cos
Hay que decir también que en el Antiguo Régimen no solo existía el poder feudal, también estaban los municipios, pero no quería alargarme. En cualquier caso, incluso los municipios, que también eran gobernados por élites locales -ningún problema histórico con eso-, creaban estructuras proto estatales tales como las hermandades o las juntas y diputaciones.
En cuanto a los campesinos, los había de solar -nobleza-, sujetos a mayores arbitrariedades en general, y de realengo.
03/03/23 1:26 AM
  
Cos
A mi me ayudó mucho a entender el funcionamiento del Antiguo Régimen estudiar el llamado "pleito de los nueve valles" de Cantabria. Yo creo que ahí está todo, todos los poderes y avatares de la Historia aparecen reflejados. Para aquel que le guste la Historia resultará apasionante.
03/03/23 1:32 AM
  
hornero (Argentina)
Cristián Yáñez Durán: “La sociedad política, cuya deformación es el estado moderno, debe ser parte integral de la Iglesia. Es un mandato de Cristo y, por consiguiente, de la Iglesia (Quas Primas)”. Total acuerdo con esta síntesis de su comentario.

En verdad, la Santa Sede constituye el gobierno no sólo de diócesis y parroquias repartidas por la superficie de la Tierra, sino de cuántas pueda haber algún día fuera de ésta. Es la Sede del gobierno supremo del Reino confiado por Cristo a la Iglesia, esto es, del universo, del cual Cristo es Rey.

De aquí, la necesidad de una reflexión sobre esta cuestión que se ubica en la base de la evangelización del mundo actual. La Iglesia debe asumir la responsabilidad total de su condición de Madre y Maestra de la humanidad (S.Juan XXIII).

En tal contexto, el del universo, debo afirmar lo que he dicho en otros comentarios: que el pensamiento aristotélico-tomista debe proyectar su inmenso patrimonio sobre la realidad de los entes materiales-singulares, dejados fuera de su consideración por su axioma “sólo hay ciencia de lo universal”. Me refiero a la realidad última, o núcleo ontológico de las cosas materiales concretas, tal como existen por la creación participada, obra del Logos divino, en su orden de absoluta inteligibilidad supra-sensible, inefable y sacra.

En una breve conversación con el Dr. Nimio De Anquín, eximio filósofo tomista, tuve oportunidad de consultarlo en el año 1977 respecto a ésta mi tesis sobre la realidad inteligible y sacra de los entes materiales-singulares. Me sorprendió su inmediata respuesta:”usted se refiere a la realidad transfísica”, “exacto”, fue mi respuesta.

Si consideramos el universo del cosmos bajo esta perspectiva de su última realidad ontológica inteligible y sacra, el Sistema Tierra-Universo, al que me he referido en otros comentarios, revela su más auténtica condición como parte fundamental del Reino de Cristo. Fuente de la que mana incesante el verbo de las creaturas, términos o palabras que proclaman el Discurso eterno de Dios Creador.

Asumir la realidad del cosmos material como Feudo irrenunciable del Reino, es responsabilidad de la Iglesia ante su Misión de evangelizar la presente humanidad.




03/03/23 8:04 AM
  
jdominguez
El pecado es personal, una accion u omision que una persona comete en contra de la ley de Dios. Las ideas, doctrinas...son verdaderas o falsas, o mejor, estan más próximas o mas lejanas a la verdad. Lo digo porque me pasa al leer el post, que resulta, que estoy bastante de acuerdo con lo que opina el Papa -es una entrevista en prensa, y siempre caben matices- y que se recoge al principio el texto para a continuación, concluir que el liberalismo es pecado, cosa que aunque sea metafórico no entiendo: el liberalismo, será verdadero o falso, o estará más cerca o mas lejos de la verdad, pero no es pecado. Puedo pensar, por ejemplo, que es bueno que en una sociedad haya libertad de culto o que es necesario que una sociedad garantice la libertad de las conciencias (entendido esto en su sentido correcto, no estoy diciendo que nadie tenga libertad para exterminar a los ancianos): cualquiera de ustedes me puede acusar de estar equivocado, lo acepto, y estoy dispuesto a cambiar de opinión, con buenos argumentos, pero no que es un pecado creerlo.
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Pedro L. Llera
Los argumentos están perfectamente expuestos en este artículo y en otros muchos que he escrito sobre el tema del liberalismo.
El liberalismo es una doctrina herética: es herejía. Y la herejía es uno de los pecados más graves.
Pero si Dios no nos abre los ojos, ningún argumento será suficiente. Pasa con esto como con la fe. Si alguien no quiere creer, no hay argumentos para convencer a nadie. Si quiere ver, pídale al Señor: «Señor, que vea». Pero para ver, primero hay que desear ver. Y muchos no tienen ningún interés en ver nada.
03/03/23 9:27 AM
  
El gato con botas
España fue estado confesional durante su imperio y no le fue nada mal y también con Franco. Yo, abogó por el estado confesional y luego irás o no a misa, pero aplicar los principios católicos es sinónimo de garantía de mejora en la calidad de la sociedad porque la dignidad que reconoce al individuo no es ni remotamente comparable a la de una cambiable e interpretable constitución.y
03/03/23 12:22 PM
  
Tamayo
"España fue un estado confesional durante su imperio y no le fue nada mal".
Durante el reinado de Felipe II Castilla se declaró cuatro veces en bancarrota.
Todo el oro y la plata que venían de América se gastaba en guerras, y encima las cortes debían aprobar presupuestos especiales para pagar los intereses que se debían a los banqueros alemanes e italianos.
El españolito de a pie era más pobre en 1592 que en 1492.
El Imperio lo que hizo fue pagar el desarrollo del capitalismo en Europa.
"Nace en las Indias honrado
Donde el mundo le acompaña
Viene a morir a España
Y es en Génova enterrado"
Quevedo, sobre el poderoso caballero don Dinero.
Se tiene una visión demasiado idealizada del Imperio.
Y además se confunden términos como monarquía hispánica, Castilla y España, que no eran lo mismo.
Flandes nunca fue "español", sino unas posesiones de la familia Habsburgo cuyo mantenimiento pagaron las cortes castellanas de los bolsillos de los pobres castellanos.
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Pedro L. Llera
Por favor, les ruego que los comentarios se ciñan al asunto del artículo y no derivemos hacia otros temas. A este paso, acabamos discutiendo la leyenda negra.
03/03/23 1:19 PM
  
Cos

Tamayo
"Durante el reinado de Felipe II Castilla se declaró cuatro veces en bancarrota".

¿Alguien ha visto alguna vez a una monarquía sufrir una bancarrota? Bancarrota es cerrar el negocio y que los acreedores se queden con tu casa. Lo que había en España eran suspensiones de pagos. Vamos, que no había dinero para pagar los préstamos. De todos modos la monarquía se las arreglaba para conseguir dinero como podía: concedían títulos nobiliarios -el siglo XVII fue el siglo en el que mas títulos nobiliarios se concedieron-, o de explotación de estancos, impuestos especiales, etc.
Hoy en día no hay tantas bancarrotas porque hay bancos centrales, los gobiernos se endeudan lo que quieren y no pasa nada. La deuda que existe hoy en día en el mundo en una situación normal sería inasumible.

Por cierto, una de las medidas que intentó implantar Olivares y que, desgraciadamente, no pudo, fue la de crear un banco real para que la monarquía no dependiese tanto del capital internacional y también para promover el crédito para las actividades productivas. En un primer momento recibió la aprobación del Consejo de Castilla, pero cuando llegó la hora de conseguir el capital inicial -quien tenía el capital era la nobleza oligárquica, claro- el Consejo denegó la medida.

"Todo el oro y la plata que venían de América se gastaba en guerras"

El oro y la plata se gastarían en lo que tocase. Las guerras, en su mayoría no eran buscadas, sino sobrevenidas.

"El españolito de a pie era más pobre en 1592 que en 1492".

En el siglo XVI hubo un proceso inflacionario no conocido nunca antes en la Historia. No todo se debe a malas decisiones. Y las malas decisiones, en parte, se debían a la urgencia y la necesidad. Y he dicho en parte, ojo.

"El Imperio lo que hizo fue pagar el desarrollo del capitalismo en Europa".

La inflación hizo que los productos autóctonos no pudieran competir con los foráneos. También había formas capitalistas en España, como el Verlagsistem de los núcleos textiles urbanos. Hablar así de Europa y capitalismo en genérico es un exceso. Además la monarquía englobaba territorios de toda Europa, debía mirar lo mismo por Flandes o Nápoles.

"Y además se confunden términos como monarquía hispánica, Castilla y España, que no eran lo mismo. Flandes nunca fue "español", sino unas posesiones de la familia Habsburgo cuyo mantenimiento pagaron las cortes castellanas de los bolsillos de los pobres castellanos".

No, no se confunden. La monarquía firmaba muchas veces como monarquía española. Y así lo entendía el propio Quevedo al que usted ha citado. El soberano era el rey, de eso no dudaba nadie -y por eso fue la monarquía la que construyó el estado moderno, porque era quien detentaba la soberanía y debía de ocuparse de los asuntos generales del reino-. Aunque era una monarquía de estructura imperial de difícil complexión, que sumado a la configuración propia del Antiguo Régimen la volvían ineficaz. Ciertamente, parece que los castellanos fueron los grandes pagadores, aunque Flandes, que sí se consideraba de algún modo que estaba vinculada legalmente a Castilla, sostuvo igualmente la carga fiscal.
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Pedro L. Llera
Respuesta al comentario de Tamayo y se cierra el tema.
03/03/23 8:24 PM
  
Cristián Yáñez Durán
jdominguez,

La definición más sintética de pecado es "acto humano malo" de Santo Tomás de Aquino.
Acto humano es un acto deliberado (interviene el libre albedrío), contrapuesto a acto del hombre (acto inconsciente o involuntario).
Asentir a una ideología o una religión falsa es un acto humano. La inteligencia presenta una idea y la voluntad la hace tender a ella. Por consiguiente, asentir a una idea falsa es un pecado.
05/03/23 2:08 AM

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